El futuro del régimen depende de la solución del caso Ayotzinapa
(16 de octubre, 2014).- A dos
semanas de los trágicos sucesos ocurridos la noche y madrugada del 26 de
septiembre en Iguala, Guerrero, siguen sin ser hallados los 43
estudiantes de la Normal de Ayotzinapa que fueron plagiados. Los 28
cuerpos encontrados en fosas clandestinas, no corresponden al ADN de los
familiares de los estudiantes desaparecidos, según peritaje a cargo de
la Procuraduría General de la República.
El gabinete de seguridad, encabezado por
el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se reunió con
los siete diputados miembros de la comisión especial para dar
seguimiento a este dramático caso. Se acordó que la prioridad es
encontrar a los muchachos inexplicablemente desaparecidos y se afirmó
que la investigación “no debe politizarse”. Fueron detenidos otros 14
policías municipales de Cocula, presuntamente involucrados en el
secuestro, mientras sigue prófugo el principal implicado, el ex
presidente municipal José Luis Abarca. Ni que decir tiene que el futuro
del régimen depende de la solución de este lamentable asunto.
En tanto crece la protesta
internacional por los normalistas muertos y desaparecidosen Iguala, en
el país se siguen sumando instituciones de educación superior que
protestan por los abusos contra los estudiantes más pobres, como lo
evidencia la situación prevaleciente desde hace años en normales rurales
de Guerrero y Oaxaca, principalmente. Varias facultades de la UNAM, del
IPN y de la UAM acordaron llevar a cabo diversos actos de protesta, por
separado. Incluso universidades privadas han realizado eventos
solidarios, como la Iberoamericana y el Instituto Tecnológico Autónomo
de México (ITAM).
La ingobernabilidad en Guerrero podría
desbordarse si no se actúa con un elemental sentido de justicia. Aun
cuando son condenables actos de vandalismo, como la quema del palacio de
gobierno de Chilpancingo y la sede del ayuntamiento, es comprensible el
enojo de los normalistas, quienes han sido víctimas de incontables
abusos. El estado de derecho está en grave riesgo, de no comprenderse la
necesidad de justicia para las clases mayoritarias.
Si los problemas políticos que sufre el
país son graves, los económicos no van a la zaga. Hay claros indicios,
tales como baja en el consumo de gasolinas, en el consumo de alimentos
básicos y el desplome del gasto en los hogares, de acuerdo con el Inegi.
Sin embargo, lo más preocupante es que la situación podría empeorar,
pues los precios internacionales del crudo mexicano van a la baja. El
martes se ubicó el precio del barril en 77.09 dólares, cuando el precio
presupuestado para el 2015 fue de 82 dólares.
La Agencia Internacional de Energía
(AIE) prevé que tal tendencia continúe, de ahí que Venezuela convocara a
la OPEP a citar a una reunión urgente a sus miembros. Mientras tanto
sigue el descrédito de México en los ámbitos financieros: Se descubrió
un nuevo fraude a Citigroup, ajeno al muy publicitado caso de
Oceanografía, que se llevó a cabo en una empresa de seguridad de
Banamex, por la cantidad de 15 millones de dólares. Si bien dicho monto
no es cuantioso, “la conducta de las personas involucradas es
deplorable”, afirmó Michael Corbet, director general de Citigroup.
Este es un apretado resumen de la
actualidad nacional, que presagia situaciones indeseables porque el
grupo en el poder no tiene una mínima voluntad política para enfrentar
los problemas, sino simplemente darles la vuelta. Confía que la
ciudadanía se desentienda de la realidad nacional por estar metida de
lleno en sus propios problemas cotidianos, de por sí muy graves. Sin
embargo, en las actuales condiciones del país no se observan
posibilidades de que una cosa así pueda suceder: el peso de la realidad
es tan apabullante que es inverosímil que las familias depauperadas no
hagan caso de lo que le ocurre al país.
Sobre todo porque el régimen seguirá
con su vocación encubridora de las depredaciones que lleva a cabo la
élite de la oligarquía, origen fundamental de los agudos problemas que
estamos padeciendo, agravados por la desenfrenada corrupción y la
creciente impunidad alimentada por un cinismo inconcebible en una
sociedad donde impere un elemental Estado de derecho. Bien dijo en su
tiempo José López Portillo, que el día en que la clase política se
dejara llevar por el cinismo el sistema se derrumbaría: es lo que nos
está sucediendo, para beneplácito de los poderes fácticos que anhelan
ser hegemónicos en el suelo patrio.
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