No podía ser peor el comienzo del tercer año del sexenio de Peña Nieto
Por: Guillermo Fabela Quiñones /
No podía ser peor el comienzo del
tercer año del sexenio de Enrique Peña Nieto. Todo apunta a que la vida
del país se complique como nunca antes, sin que la clase política en el
poder se dé por enterada. La violencia y la inseguridad van en aumento,
como se puede comprobar a pesar de que la mayoría de los medios
noticiosos no den información completa sobre hechos que trascienden a la
opinión pública. También continúa su carrera ascendente la voracidad de
los prohombres que controlan la economía, como se advierte por los
negocios inmobiliarios que crecen como hongos en el territorio nacional.
En contrapartida, el peso pierde su exiguo valor de compra y el
petróleo está dejando de ser el “oro negro” que iba a garantizarnos un
futuro más promisorio.
México se está suicidando, sin que haya
nada ni nadie que lo evite, porque quienes tienen el poder político y
económico no les importa el futuro de la nación, como lo patentiza la
terca realidad. A ver si las advertencias de los principales organismos
internacionales, como el Banco Mundial y la OCDE, sobre los terribles
riesgos que corre nuestro país por seguir los lineamientos que nos
imponen,tienen la virtud de hacer abrir los ojos a las cúpulas del
poder. Aunque podría asegurarse que las cosas seguirán igual y que las
quejas de dichos organismos no tienen otra función que zafarse de la
responsabilidad que tienen en la hecatombe que están sufriendo los
pueblos de las naciones subdesarrolladas.
El Banco Mundial aseguró el martes que
debido a la violencia que priva en México, el crecimiento será menor al
previsto, aunque para consolarnos dijo que tal panorama no es privativo
de nuestro país sino de la mayor parte de América Latina, región que se
mantiene como una de las más violentas del orbe, lo que es mucho decir
teniendo en cuenta lo que sucede en el Medio Oriente. En su análisis
titulado Perspectivas económicas mundiales, puntualiza que el PIB
latinoamericano apenas repuntará, en el mejor de los casos, 1.7 por
ciento. O sea que no obstante el absurdo optimismo de la alta
burocracia, de nada servirá la disciplina con la que los sucesivos
gobiernos neoliberales han seguido las consignas de los grandes grupos
de poder trasnacional: el colapso es inminente.
Esto no interesa a la élite en el
poder, como lo demuestran sus hechos y su comportamiento antisocial. Lo
fundamental para sus miembros es aprovechar al máximo la oportunidad que
les ofrece estar en la punta de la pirámide social, controlar las
instituciones del Estado y asegurar así no sólo información
privilegiada, sino todo tipo de facilidades para lucrar con absoluta
impunidad en caso de cometer ilícitos, como lo prueban múltiples hechos
de sobra conocidos y muchos más que no han trascendido a la opinión
pública. ¿Acaso es una falsedad que Gastón Azcárraga disfruta de la vida
en Nueva York con dinero que defraudó a la extinta empresa Mexicana de
Aviación?
Cabe suponer que los defraudados por la
empresa de servicios financieros Ficrea perderán la mayor parte de sus
ahorros y que los defraudadores seguirán haciendo de las suyas en otros
sectores de negocios. ¿Cómo no esperar que la vida del país tome cauces
violentos, si quienes deberían garantizar el cumplimiento de las leyes
forman parte de las mafias del poder? Por eso no debe sorprendernos que
nuestro país sea uno de los principales aportadores de jóvenes que ni
estudian ni trabajan, como lo reconoce la OCDE en su informe Panorama de
la educación 2014. En éste señala que 20 por ciento de los jóvenes de
15 a 29 años en el país, no estudia ni trabaja, y que pueden pasar hasta
más de tres años en esta situación.
Puntualiza el organismo, cuyo
secretario, José Ángel Gurría, es uno de los principales causantes de
nuestros males como responsable que fue de aplicar las recetas iniciales
del Consenso de Washington, que “existe gran riesgo de que estos
jóvenes se desvinculen tanto de la educación como del mercado laboral”.
Somos testigos de que tal riesgo es un hecho, como lo patentiza la
composición mayoritaria de las bandas del crimen organizado. Sin
embargo, a las élites en el poder les tiene sin cuidado tan dramática
realidad… mientras siga habiendo amplias oportunidades de negocios
lucrativos de corto plazo.
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