Renuncie o se quede, se acabó el sexenio de Peña
12. enero, 2015
Autor: Álvaro Cepeda Neri
I. Salido de su burocrática trayectoria
en el gobierno del Estado de México, Peña no se preparó en la práctica
ni mucho menos en la teoría de las ideas políticas, y resultó, en
consecuencia, políticamente inmaduro para la Presidencia de la
República. En la cúpula administrativa no miró abajo y despreció al pueblo; y careciendo hasta del sentido del pragmatismo, estuvo volando con las alas
de la ilusión metafísica de sus “cambios estructurales”, aconsejado por
Videgaray y los mensajes de la globalización del neoliberalismo
económico, que lo dejaron estrellarse en su tardanza para actuar
en los asuntos de Tlatlaya y Ayotzinapa con el seudoargumento de que la
desaparición de los estudiantes era “un asunto local”. Y de la noche a la mañana Peña terminó su sexenio de 2 años. Quedaron en veremos
sus 11 reformas con las que dizque “movería a México”, sin respuesta de
los inversionistas en la venta de Petróleos Mexicanos, su factor común;
y lo han estancado fiscal, financiera, económica y socialmente,
vislumbrándose una tormenta de revueltas, protestas y críticas a su mal gobierno.
II.
Peña apresuró al Congreso (todavía) de la Unión (pues lleva al régimen
de regreso al centralismo de los conservadores y Santa Anna, que fascina
a los panistas) para que aprobara sus cambios a los principios
fundamentales de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (con la complicidad de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación y los serviles congresos de los estados), y que han pisoteado y
suprimido de facto el Artículo 136, cancelando la fracción VIII del
Artículo 35 sobre los derechos del ciudadano de: “Votar en las consultas
populares sobre temas de transcendencia nacional”. Luego aprobaron
cientos de leyes reglamentarlas para las 11 reformas que ya sepultaron
las manifestaciones encabezadas por los padres y el pueblo de
Ayotzinapa. Supuso Peña que privatizar lo único que tiene la nación (el
petróleo) lo encumbraba como “estadista”, y que las porras de los empresarios a la Hinojosa Cantú eran suficientes para iniciar un sexenio de primaveras. Y a la vuelta de su borrachera de efímeros éxitos está ya con un pie fuera del cargo al haber concluido el sexenio.
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