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El naufragio de IU/PCE. ¿Se puede seguir confiando en las cúpulas políticas? (1/3)
Esta entrada del blog se empezó a escribir mucho antes de la Declaración de Zamora, evento que quizás sea el último intento por mantener viva una IU que la cúpula política de IU-PCE ha decidido enterrar. De hecho, los sectores más oficialistas ya no exhiben las siglas de IU, sino las de UP, lo cual es muy simbólico.
Dado que el texto inicial de la entrada resultó ser muy extenso, lo he dividido en tres partes. El conjunto nos conduce a una cuestión final: la contradicción que supone que los responsables de un fracaso descomunal continúen llevando el rumbo de IU y del PCE, en lugar de apartarse a un lado. Que los causantes del abismo político al borde del cual se ha situado IU y el PCE, se nieguen a asumir responsabilidades y se aferren a sus cargos, no solo supone una falta de dignidad y de ética políticas, sino que además es una tomadura de pelo, por mucho que haya una amplia cohorte de palmeros aplaudiéndoles como zombies y dispuestos a aceptar pulpo como animal de compañía. Lo que sigue es el texto que, como dije, lleva en el cajón más de tres semanas.
* * *
Uno de los aspectos que más decepción me ha generado en los últimos dos meses es contemplar la nula capacidad de autocrítica mostrada por los dirigentes de IU y del PCE, en un escenario que podríamos calificar de fracaso descomunal e histórico, que además viene acompañado de la amenaza de desaparición de IU. Esto debiera ser motivo suficiente para que los responsables de la hecatombe se apartasen a un lado y dejasen hacer a otros, pero la cúpula política de IU/PCE parece aferrarse al sillón, pese a que el "Partido" e IU se desploman en el abismo. Muchos se comportan como burócratas apoltronados que agarran con tenacidad el mango de la sartén negándose a soltarlo, tapándose las orejas para no escuchar las críticas que cada vez suenan más alto, defendiendo a mordiscos sus posiciones de poder. En tales circunstancias se expande esa odiosa patología política que supone tener un sentimiento patrimonialista de la organización, como si ésta fuese un cortijo particular. Pero vayamos por partes...
Pueden darse circunstancias atenuantes en las que, pese al fracaso, los dirigentes sigan siendo merecedores de la confianza de las bases militantes y simpatizantes. ¿En qué circunstancias? Obviamente la pregunta nos obliga, a su vez, a responder a varias preguntas previas:
- En qué consiste el fracaso (hablamos de hechos objetivables).
- Desde cuándo se entró en lo que podríamos llamar fracaso político.
- Cuáles son los factores o causas determinantes del fracaso.
- Quiénes son los responsables principales y los responsables subsidiarios (niveles de responsabilidad).
Las respuestas deben ser pasos previos antes de plantear las alternativas necesarias (coordenadas del rumbo a seguir) y, sobre todo, la cuestión de quiénes deben liderarlas.
No voy a entrar en el crucial debate sobre las limitaciones del "reformismo", un término que se ha ido convirtiendo en una muletilla o
tópico, utilizado normalmente de manera tan acrítica como estéril y
contradictoria. Hice mención a ello en más de una ocasión (ver, por
ejemplo, "La izquierda bajo sospecha"),
pero ese otro es un debate de fondo que al fin y al cabo compete a toda
la izquierda (no solo a IU/PCE) y que desviaría la atención ahora sobre
los hechos acerca de los que pretendo reflexionar. Centrémonos, pues,
apenas en esas cuatro cuestiones señaladas.
1. En qué consiste el fracaso. Fracaso... ¿por qué? ¿Cuáles son las dimensiones de ese fracaso?En qué consiste el fracaso. Es decir, ¿cuáles son los hechos? No hablemos de valoraciones, sino de hechos tangibles, datos. Ya entraremos luego en el cuándo y porqué. Podríamos fijar esta cuestión en 4 dimensiones básicas:
A) Fracaso electoral.
Los objetivos a corto plazo en buena medida tienen que ver con resultados electorales y con la presencia de una organización en la esfera institucional. Aun defendiendo el principio fundamental de que existe vida política más allá de las urnas, articulada en torno a espacios y dinámicas en los que la izquierda debe centrar buenas parte de sus energías, es indudable que las batallas electorales también hay que librarlas, con todo lo que ello implica.
IU (IU-UP), con Alberto Garzón como candidato, con amplísimo respaldo del Consejo Político Federal de IU (CPF) y, lo que también hay que tener en cuenta (aunque habrá quien me critique por decirlo), ejerciendo casi como si fuese un coordinador "oficioso" de IU desde que fue designado como candidato (ya que el coordinador oficial ha sido y sigue siendo Cayo Lara), ha obtenido el peor resultado de toda su historia, superando el récord negativo de 2008 con Gaspar Llamazares:
- 2008, con Llamazares... 969.871 votos (3,77%), 2 diputados
- 2015, con Garzón.......... 923.105 votos (3,67%), 2 diputados
- 2011, con Cayo Lara...... 1.685.991 votos (6,92%), 11 diputados Es decir, con Garzón IU ha perdido el 46% de los votos que obtuvo en 2011, casi la mitad. IU ha perdido la friolera de 762.886 votos. De 11 diputados se ha pasado a 2 (y que nadie venga vendiendo la modo de los diputados de EU y EUiA, porque están en el grupo parlamentario de Podemos y se encuentran fuera de cualquier disciplina y control parlamentario de IU).
Compárese con la tabla histórica de resultados que reproduzco más adelante en la 2ª parte.
Por tanto, en términos electorales el proyecto liderado por Garzón ha sido un rotundo, estrepitoso y humillante fracaso para IU, sin paliativos posibles. Son hechos, acerca de los cuales el candidato Alberto Garzón no ha dicho más que tonterías pretendiendo restarle importancia.
B) Fracaso ideológico.
¿Cabe hablar de fracaso ideológico? Sí. ¿En qué sentido?
Para una organización de izquierdas que sea anticapitalista, los resultados electorales no dejan de tener un valor relativo, siempre y cuando la labor política genere un incremento de la masa crítica y haya contribuido a un avance en la conciencia de clase de los trabajadores; en definitiva, siempre que se esté reforzando el anticapitalismo, considerando que esto podría quedar medio oculto en unos resultados electorales.
El proyecto de Garzón, ¿ha contribuido a reforzar esta posición ideológica? En mi opinión, no solamente no ha contribuido sino que la ha debilitado hasta niveles cercanos al suicidio ideológico, mediante un discurso político ciudadanista que ha seguido la estela de Podemos, en el que la crítica al capitalismo ha quedado en un segundo plano ante una colección de tópicos y consignas retóricas vacías de contenido anticapitalista. Diría que incluso, una parte de la masa militante y simpatizante de IU, ideológicamente ha retrocedido por inercia del proyecto político oficial de IU liderado por Alberto Garzón. Hace 2, 3 ó 4 años, resultaba palpable ver día a día cómo había mucho militante y simpatizante de IU que ideológicamente "crecía", se fortalecía, avanzaba... Ahora, escuchando a ciertos sectores de militantes y simpatizantes, a veces uno se plantea cuál es la diferencia con la socialdemocracia, al contemplar el nivel ideológico de muchos y su conformismo y seguidismo ciego hacia los líderes, como si fuesen hooligans. Y curiosamente, el sector militante y simpatizante que más se ha fortalecido ideológicamente, está formado por los críticos al garzonismo y a la línea oficial de IU.
Obviamente, es una opinión personal. Pero en resumidas cuentas, lo que planteo es que el proyecto de Garzón no ha contribuido a un avance ideológico en la masa social, en la clase trabajadora; pero tampoco a un avance ideológico interno, toda vez que ha erosionado la posición ideológica de algunos sectores militantes y simpatizantes de IU, al conducirlos por la vía de un discurso político peligrosamente sistémico (con gatetes y besitos no se crea conciencia de clase).
C) Fracaso organizativo
La crisis sistémica fue (y es, porque no hemos salido de la misma) una oportunidad para que las organizaciones de izquierdas creciesen en volumen de militantes, que es lo que las hace fuertes (y no los votos). La militancia es el músculo de la izquierda, es el motor. Y cuando se agudizan las contradicciones del capitalismo, resulta más fácil la lucha para crear masa crítica y, por extensión, por ganar en volumen militante. Por tanto, en este apartado cabría esperar un crecimiento significativo de IU.
Hay tres ítems básicos si hablamos del aspecto organizativo:
- a) ¿Se crece en militantes?
- b) ¿Se expande territorialmente la organización?
- c) ¿Hay expansión sectorial? (lo que implica movilizaciones y presencia en las mismas)
Con la llegada de Cayo Lara se hizo limpieza en el censo de militantes de IU, ya que se encontraba absolutamente desfasado, con una cifra irreal entre 60.000 y 65.000. Después de borrar fallecidos, bajas voluntarias y militantes que habían dejado de pagar su cuota, el censo quedó fijado con motivo de la X Asamblea en diciembre de 2012 (en la que Cayo Lara renovó su liderazgo) en unos 35.000 militantes.
A principios de 2014, IU lanzó una campaña de afiliación, bajo el lema 'Es la hora', cuyo objetivo era fortalecer la organización en nº de militantes, en extensión territorial y sectorial. En esa misma fecha, febrero de 2014 y siguiendo fuentes de la propia IU, el Huffingtonpost daba la cifra de 35.000 militantes (con el pago de cuotas al día). Es decir, la misma que a finales de 2012.
Sin que hubiese habido crecimiento en ese período, IU mantuvo su
volumen militante, lo que no deja de tener valor. Pero, además, hay un
dato opaco en esa cifra: no refleja el fuerte crecimiento que sí tuvo lugar en la base de simpatizantes, la cual suele ser una antesala de la condición militante.
En mayo de 2015, 20 Minutos publicaba una información sobre el número de militantes de los partidos. Recogía palabras textuales de la Secretaria de Organización de IU, según la cual: en IU "su política es no dar el dato de afiliados".
Dicho secretismo -incomprensible y sospechoso- solo puede significar
que se trata de un dato negativo, ya que si fuese positivo obviamente se
habría facilitado. La misma fuente indica la cifra de 28.000 militantes activos en ese mes de mayo de 2015.
Es decir, hubo retroceso. Si tenemos en cuenta que en junio de 2015
fueron expulsados los cinco mil y pico militantes de IUCM al ser
"desfederada" la organización, y que apenas una cifra que no sobrepasa
el millar decidió reafiliarse, tendríamos que rebajar la cifra de mayo
como mínimo a unos 24.000. Estaríamos hablando de una pérdida
de casi un 32% de militantes, unos 11.000 como mínimo, en el período de
tiempo que va desde febrero de 2014 hasta el pasado verano. Y dudo
que desde el final del verano, con el empuje de Podemos, IU haya ganado
militantes; más bien me inclino a pensar lo contrario.
Que el proyecto de Garzón y del CPF de IU haya supuesto la pérdida casi de la tercera parte de la masa militante de IU es, en mi opinión, un fracaso mucho mayor que la pérdida de votos. Una organización de izquierdas puede encajar escenarios y situaciones muy difíciles (estamos acostumbrados), pero la pérdida de militantes es su muerte.
Tampoco hubo un crecimiento territorial de IU y hasta es
posible que el debilitamiento de su tejido militante haya afectado
negativamente a la implantación territorial. Y, por supuesto, si no hay
incremento de militantes y sí decrecimiento, tendremos que admitir que
ha disminuido la presencia sectorial de IU. La expansión
sectorial se produce cuando hay militantes capaces de involucrarse en
los diferentes sectores de las movilizaciones sociales, por lo que si se
retrocede en volumen militante también se retrocede en esto último.Que el proyecto de Garzón y del CPF de IU haya supuesto la pérdida casi de la tercera parte de la masa militante de IU es, en mi opinión, un fracaso mucho mayor que la pérdida de votos. Una organización de izquierdas puede encajar escenarios y situaciones muy difíciles (estamos acostumbrados), pero la pérdida de militantes es su muerte.
Así
pues, por mucho que a los amigos de las prisas por pillar cacho de
poder institucional, se les haya llenado la boca diciendo "nunca tendremos una oportunidad como ésta", lo cierto es que a
nivel organizativo hay que hablar de fracaso contundente y aquí sí que
teníamos una buena oportunidad para crecer, la cual ha sido
desaprovechada por la cúpula de IU.
D) Un fracaso táctico
Desde que Garzón adquirió protagonismo como líder fuerte de IU, se lanzó no solo a una vía de no confrontación con Podemos, sino que incluso extendió el mensaje de que entre IU y Podemos no existían diferencias, contribuyendo a un constante trasvase de intención de voto desde IU al partido podemita. A mayores, se empeñó en una confluencia con Podemos en la que hizo el ridículo más absoluto y que le valió el mote de "pagafantas", por su insistencia en que IU fuese con Podemos a las elecciones. Aunque en la campaña electoral pretendió tímidamente enmendar la situación con alguna crítica al partido de Pablo Iglesias, ésta fue débil y se produjo tarde. En definitiva, la estrategia que Garzón había planteado fue un sonoro fracaso: no alcanzó lo que se proponía y además el intento le costó muy caro a IU. Todo ello agravado además por el apoyo que Garzón y el CPF dieron a las confluencias con Podemos en Galicia y Catalunya, verdaderos torpedos contra la línea de flotación de IU.
En definitiva, IU ha vivido en la chapuza táctica en los dos últimos años. Hasta da la impresión que la estrategia hubiera sido diseñada por los enemigos de IU. Luego, que Izquierda Unida se presentase a las elecciones como UP (Unidad Popular) para esconder sus siglas, hasta parece una broma de mal gusto que nadie se creyó: unidad popular, ¿entre quién?
* * *
En definitiva, lo que tenemos es un rotundo fracaso electoral, ideológico, organizativo y táctico, que no admite paliativos.
D) Un fracaso táctico
Desde que Garzón adquirió protagonismo como líder fuerte de IU, se lanzó no solo a una vía de no confrontación con Podemos, sino que incluso extendió el mensaje de que entre IU y Podemos no existían diferencias, contribuyendo a un constante trasvase de intención de voto desde IU al partido podemita. A mayores, se empeñó en una confluencia con Podemos en la que hizo el ridículo más absoluto y que le valió el mote de "pagafantas", por su insistencia en que IU fuese con Podemos a las elecciones. Aunque en la campaña electoral pretendió tímidamente enmendar la situación con alguna crítica al partido de Pablo Iglesias, ésta fue débil y se produjo tarde. En definitiva, la estrategia que Garzón había planteado fue un sonoro fracaso: no alcanzó lo que se proponía y además el intento le costó muy caro a IU. Todo ello agravado además por el apoyo que Garzón y el CPF dieron a las confluencias con Podemos en Galicia y Catalunya, verdaderos torpedos contra la línea de flotación de IU.
En definitiva, IU ha vivido en la chapuza táctica en los dos últimos años. Hasta da la impresión que la estrategia hubiera sido diseñada por los enemigos de IU. Luego, que Izquierda Unida se presentase a las elecciones como UP (Unidad Popular) para esconder sus siglas, hasta parece una broma de mal gusto que nadie se creyó: unidad popular, ¿entre quién?
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En definitiva, lo que tenemos es un rotundo fracaso electoral, ideológico, organizativo y táctico, que no admite paliativos.
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