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El naufragio de IU/PCE. ¿Se puede seguir confiando en las cúpulas políticas? (2/3)
2. ¿Desde cuándo el fracaso?
Es evidente que hay un
punto de inflexión en 2014, en el que la posición de IU en las
encuestas comienza debilitarse, sobre todo a partir de las elecciones
europeas. Pero, dado muchos sentirán la tentación de situar el fracaso
más atrás en el tiempo, conviene extendernos un poco y analizar la
trayectoria electoral de IU y del PCE desde la Transición. Por otra
parte, una reflexión comparativa sobre la serie histórica
de resultados de IU-PCE, puede facilitarnos pistas para entender el
presente, a partir de constantes que se han ido dando anteriormente
(aunque esto último lo abordaremos en la tercera parte). Veamos primero
un cuadro y una gráfica:
Hagamos un recorrido histórico...
El PCE salió de su clandestinidad, tras la dictadura, como la principal fuerza política de la izquierda española. La izquierda era el PCE y luego una amalgama de partidillos muy diversos cuyo protagonismo en la lucha contra la dictadura había sido más bien muy escaso (ver "¿Quiénes constituyeron la oposición a la dictadura franquista? Un análisis a través de las sentencias del TOP"). Con una marcada aspiración a desempeñar en España el papel que en Italia jugaba el PCI, el PCE pronto vio frustradas sus aspiraciones ante un PSOE que, surgido prácticamente de la nada, contó con un decisivo apoyo sistémico (hablamos del apoyo de ciertos medios poderosos, de la ayuda financiera de la Internacional Socialista e incluso del propio aparato del Estado, como se vio en la disputa mantenida por las siglas con el PSOE-histórico). El PSOE tuvo mucho de producto mercantil lanzado por la Internacional Socialista y ciertos poderes fácticos, con la intención de servir de muro de contención contra el Partido Comunista y evitar que se diese en España una incómoda situación para el status quo como la que se daba en Italia. A toro pasado, con el paso del tiempo es fácil adivinar que, tras el traspiés inicial, el PCE debía haber apostado por una reorientación ideológica y táctica, una vez constatado que el PSOE ocupaba el lugar que años antes se esperaba que iba a ocupar el "Partido" (insisto en llamar la atención sobre algo que pasamos por alto: quizás en aquellos momentos no eran tan fácil ver esto). A pesar de ello, el PCE de Carrillo marcó un máximo histórico en 1979, con un 10,77% de los votos. A día de hoy, ninguna izquierda ha superado ese registro.
Parte de la táctica política del PCE se basó en evitar una confrontación abierta con el PSOE, que era el partido con el que competía por el voto de los trabajadores. El enemigo era la derecha y, pese a las críticas que se pudiesen realizar al PSOE (que comparativamente fueron más y más contundentes que las que ahora se le han hecho a Podemos desde IU-UP), en el fondo planeaba la idea de una alianza de la "izquierda", sin que nadie cuestionase el carácter de izquierdas del PSOE (ahora abundan mucho los críticos del tiempo pretérito; por otra parte, lo cierto es que el PSOE estaba mucho más a la izquierda de lo que ahora está Podemos). El empeño en no marcar la distancia con la socialdemocracia, debilitó la línea de demarcación entre el PSOE y el PCE y vino a difuminar la identidad política comunista, apostándose más por el buen entendimiento (todo era "izquierda") que por la confrontación. Era la idea de un espacio político compartido y la apuesta ideológica y discursiva del PCE parecía contribuir a reforzar tal idea (por supuesto, insisto mucho, a toro pasado es muy fácil hablar y ver las cosas). Esto tuvo consecuencias nefastas: fue un factor que incentivó el trasvase de cuadros y militantes desde el PCE al PSOE: si las diferencias eran tan escasas, ¿qué razones había para no incorporarse al partido dominante de la izquierda? Tal debilitamiento orgánico del PCE contó con el humano factor de las ambiciones personales: aquellos que tenían aspiraciones de carrera política, tenían claro que el caballo ganador era el PSOE (fue una época de trepas y oportunistas, como lo es ahora).
Todo esto condujo al hundimiento del PCE (electoral y orgánico) en 1982, coincidiendo con el triunfo del PSOE. Entramos así en una fase de fuerte reajuste del capitalismo en España (que acompañó el comienzo de políticas neoliberales), que siempre se nos vendió bajo el eufemismo de la "modernización económica" (todo esto en el contexto del reajuste del capitalismo en Europa). Fue la verdadera transición, ya que lo vivido anteriormente, el cambio político -aunque fuese lo más visible- apenas era un conjunto de cambios necesarios en la superestructura (en términos marxistas). Solo después del 82, con los cambios introducidos por el PSOE en función de las exigencias y necesidades del capitalismo español, la clase dominante respiró tranquila. El PCE pagó muy caro el rol subalterno del PSOE, cegado quizás por el cortoplacismo, convencido de que era un "momento histórico" que obligaba a centrar en la vía electoral todas las energías (¿te recuerda a tiempos actuales esto?). Una de las consecuencias de esta electorafilia fue el debilitamiento (hasta cierto punto, desmantelamiento) de todo el movimiento social que se había levantado (aunque es muy cierto que en todo esto intervinieron bastantes factores más).
La recomposición vino de la mano de IU y de Julio Anguita, quien enseguida tomó el relevo de Gerardo Iglesias como coordinador de Izquierda Unida. Un Anguita aquel bastante diferente, por cierto, al actual Anguita, convertido en una sombra de lo que fue. Con él se entró en una fase en la que la nueva IU marcó contundentemente la distancia con el PSOE (el PSOE era también el enemigo) y giró a la izquierda, sin que importase ir a contracorriente (oposición al Tratado de Maastricht, por ejemplo), asumiendo un discurso político que le permitió presentarse como la alternativa de izquierdas en España.
Los primeros y pobres resultados de IU en sus comienzos con Gerardo Iglesias en 1986 (tuvo la dignidad de irse y regresar a la mina, una lección que muchos debieran aprender), fueron duplicados a la primera de cambio por la IU de Anguita en 1989. Siguió creciendo y en 1996 alcanzaba su pico máximo con un 10,54% de los votos, igualando casi el resultado histórico del PCE obtenido en 1979. En circunstancias muy difíciles para la izquierda, IU se asentaba como la alternativa de la izquierda en España, con un discurso, programa y planteamiento de confrontación y marcando visceralmente la distancia con el PSOE: la derecha es el enemigo, pero la socialdemocracia también y políticamente es más peligrosa, era la idea. PP y PSOE son como el alfil negro y el alfil blanco, pero alfiles al fin y al cabo, decía Anguita. Por otra parte, otro factor vino a reforzar la posición ideológica de IU: lo importante era hablar de contenidos y propuestas, acentuándose constantemente la crítica a lo existente y planteando alternativas; en la memoria todavía tenemos la célebre soflama de Anguita: "Programa, programa, programa". Parecía que IU caminaba por la senda adecuada, pero entonces vuelve a cometerse un error parecido de acercamiento al PSOE. Anguita se retira por enfermedad y toma el relevo Paco Frutos, que cambia radicalmente de rumbo, buscando un entendimiento electoral con el PSOE (ver en este blog "Hechos pasados para una reflexión presente. El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000"). Esto se materializó en un error histórico: la firma de un pacto con Almunia, por entonces Secretario General del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno. Argumentos: lo importante era echar al PP, un gobierno de izquierdas, un gobierno de cambio... ¿Os suena esto a algo actual? El pacto supondría que IU apoyaría la investidura de Almunia una vez celebradas de las elecciones. Por parte de la dirección de IU se presentó como un éxito en la medida en que, se dijo, el acuerdo se basaba en contenidos de programa, lo cual era muy discutible: "si comparamos las proposiciones del acuerdo de gobierno con los respectivos programas electorales de PSOE e IU para las elecciones de marzo de 2000. Dicha comparación revela que sólo en 2 de los 59 puntos del acuerdo programático IU desplazó de forma sustancial la postura de partida del PSOE" (Ana Sánchez-Sierra: "El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000: estrategia electoral, proceso negociador y efectos", Estudio/Working Paper 44/2005, Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid).
El caso es que el acuerdo con el PSOE provocó el derrumbe de IU en el año 2000, que pasó del 10,54% de votos a un raquítico 5,45%. La política pactista de aproximación al PSOE y la moderación de la línea política, le costó a IU la mitad de los votos (perdió el 47,8 % de los votos, es decir, se perdieron casi 1,4 millones de votos, para ser exactos 1.376.731) y la pérdida de 13 diputados. Tomó el relevo Llamazares. Llamazares profundizó en ese acercamiento al PSOE, debilitando una vez más la línea de demarcación con la socialdemocracia, difuminando la identidad política de IU como alternativa de izquierdas. Esto provocó de nuevo un lógico trasvase de votos al PSOE. En ocasiones hasta daba la impresión de que Llamazares era un diputado más del partido de Zapatero. Todo esto condujo al desastre de 2008, en el que el 3,77% con el que se tuvo que conformar IU marcó un mínimo histórico solo superado ahora por Garzón.
Con la llegada de Cayo Lara y el comienzo de la crisis sistémica, surge una IU que gira a la izquierda y que enarbola sin complejos la bandera del anticapitalismo. IU se refuerza y moderniza orgánicamente. La socialdemocracia vuelve a ser de nuevo el enemigo, junto con la derecha: ¡contra el PPSOE!, una consigna que cada vez empezó a calar con más fuerza en amplios sectores. El PSOE era parte del problema, un mandarín del capital, de la Troika, y un vasallo del imperialismo atlantista, igual que lo era el PP. No hubo contemplaciones con el partido de Ferraz. Esto iba de lucha de clases y el PSOE estaba en la trinchera del capital.
El giro protagonizado bajo la dirección de Cayo Lara, condujo a que en 2011 IU alcanzase casi el 7% de los votos, pasando de 2 diputados a 11. Entramos en una fase decisiva, con la llegada de Rajoy: caracterizada por una tensión social que se traduce en movilizaciones y en ocupar la calle (y mal que les pese a los iufóbicos, IU ha estado en todas ellas y muchísimas veces impulsándolas, cuando no liderándolas). La nueva IU con Cayo Lara, es una organización con una clara identidad de izquierdas, que día a día planta cara al PP, contribuyendo a desgastar la imagen del PSOE y a crear conciencia de clase después de mucho tiempo. Hablar de lucha de clases deja de ser tabú y al capitalismo se le llama por su nombre: capitalismo. Rumbo a la izquierda.
Fue un bienio en el que por primera vez aparecen brechas en el casco de la dominación ideológica. Aunque fuese tímidamente, empezaba a darse una crítica social al capitalismo que permitía albergar esperanzas de un cambio ideológico, condición necesaria para cualquier avance político.
Durante los dos primeros años de la legislatura de Rajoy (2012-2013), todas las encuestas iban señalando un crecimiento constante de IU paralelo además a las movilizaciones.
Un crecimiento que tenía lugar además contra viento marea, en contra de los medios, a pesar del boicot sistemático que los medios ejercían contra IU; a pesar de las intoxicaciones permanentes vertidas en los medios contra Izquierda Unida. A pesar de todo eso, IU llegaba a tener al PSOE a la vista en las encuestas. Como botón de muestra, valga el siguiente sondeo de Metroscopia de agosto 2013:
En apenas año y medio, la intención de voto a IU creía en más de un 100%. En los últimos meses de 2013, algunas encuestas mejoraban incluso estos datos de Metroscopia.
Estos datos resultan mucho más expresivos si tenemos en cuenta los referidos a una comunidad emblemática como es Madrid, en la que IU estaba a punto de sobrepasar al PSOE tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, lo que le habría dado el gobierno de ambos:
Esta doble tendencia (ascenso meteórico de IU en las encuestas y movilizaciones sociales), empieza a verse frenada con la llegada de Podemos a comienzos de 2014. Por un lado Podemos tuvo un efecto placebo para desmovilizar la calle. Por otro, no cabe duda, truncó estas expectativas electorales, a pesar de lo cual IU seguía manteniendo una intención de voto muy por encima de los resultados de 2011. Es después de las elecciones europeas, que fueron unos buenos resultados, cuando IU comienza a dar muestras de hundimiento progresivo, catalizado una vez que Alberto Garzón consigue ser candidato y comienza a ejercer como una especie de extraño coordinador "oficioso" de IU que ata y desata a su antojo, apoyado en ese sector que tantas veces he calificado de "iupoémico".
Hagamos un recorrido histórico...
El PCE salió de su clandestinidad, tras la dictadura, como la principal fuerza política de la izquierda española. La izquierda era el PCE y luego una amalgama de partidillos muy diversos cuyo protagonismo en la lucha contra la dictadura había sido más bien muy escaso (ver "¿Quiénes constituyeron la oposición a la dictadura franquista? Un análisis a través de las sentencias del TOP"). Con una marcada aspiración a desempeñar en España el papel que en Italia jugaba el PCI, el PCE pronto vio frustradas sus aspiraciones ante un PSOE que, surgido prácticamente de la nada, contó con un decisivo apoyo sistémico (hablamos del apoyo de ciertos medios poderosos, de la ayuda financiera de la Internacional Socialista e incluso del propio aparato del Estado, como se vio en la disputa mantenida por las siglas con el PSOE-histórico). El PSOE tuvo mucho de producto mercantil lanzado por la Internacional Socialista y ciertos poderes fácticos, con la intención de servir de muro de contención contra el Partido Comunista y evitar que se diese en España una incómoda situación para el status quo como la que se daba en Italia. A toro pasado, con el paso del tiempo es fácil adivinar que, tras el traspiés inicial, el PCE debía haber apostado por una reorientación ideológica y táctica, una vez constatado que el PSOE ocupaba el lugar que años antes se esperaba que iba a ocupar el "Partido" (insisto en llamar la atención sobre algo que pasamos por alto: quizás en aquellos momentos no eran tan fácil ver esto). A pesar de ello, el PCE de Carrillo marcó un máximo histórico en 1979, con un 10,77% de los votos. A día de hoy, ninguna izquierda ha superado ese registro.
Parte de la táctica política del PCE se basó en evitar una confrontación abierta con el PSOE, que era el partido con el que competía por el voto de los trabajadores. El enemigo era la derecha y, pese a las críticas que se pudiesen realizar al PSOE (que comparativamente fueron más y más contundentes que las que ahora se le han hecho a Podemos desde IU-UP), en el fondo planeaba la idea de una alianza de la "izquierda", sin que nadie cuestionase el carácter de izquierdas del PSOE (ahora abundan mucho los críticos del tiempo pretérito; por otra parte, lo cierto es que el PSOE estaba mucho más a la izquierda de lo que ahora está Podemos). El empeño en no marcar la distancia con la socialdemocracia, debilitó la línea de demarcación entre el PSOE y el PCE y vino a difuminar la identidad política comunista, apostándose más por el buen entendimiento (todo era "izquierda") que por la confrontación. Era la idea de un espacio político compartido y la apuesta ideológica y discursiva del PCE parecía contribuir a reforzar tal idea (por supuesto, insisto mucho, a toro pasado es muy fácil hablar y ver las cosas). Esto tuvo consecuencias nefastas: fue un factor que incentivó el trasvase de cuadros y militantes desde el PCE al PSOE: si las diferencias eran tan escasas, ¿qué razones había para no incorporarse al partido dominante de la izquierda? Tal debilitamiento orgánico del PCE contó con el humano factor de las ambiciones personales: aquellos que tenían aspiraciones de carrera política, tenían claro que el caballo ganador era el PSOE (fue una época de trepas y oportunistas, como lo es ahora).
Todo esto condujo al hundimiento del PCE (electoral y orgánico) en 1982, coincidiendo con el triunfo del PSOE. Entramos así en una fase de fuerte reajuste del capitalismo en España (que acompañó el comienzo de políticas neoliberales), que siempre se nos vendió bajo el eufemismo de la "modernización económica" (todo esto en el contexto del reajuste del capitalismo en Europa). Fue la verdadera transición, ya que lo vivido anteriormente, el cambio político -aunque fuese lo más visible- apenas era un conjunto de cambios necesarios en la superestructura (en términos marxistas). Solo después del 82, con los cambios introducidos por el PSOE en función de las exigencias y necesidades del capitalismo español, la clase dominante respiró tranquila. El PCE pagó muy caro el rol subalterno del PSOE, cegado quizás por el cortoplacismo, convencido de que era un "momento histórico" que obligaba a centrar en la vía electoral todas las energías (¿te recuerda a tiempos actuales esto?). Una de las consecuencias de esta electorafilia fue el debilitamiento (hasta cierto punto, desmantelamiento) de todo el movimiento social que se había levantado (aunque es muy cierto que en todo esto intervinieron bastantes factores más).
La recomposición vino de la mano de IU y de Julio Anguita, quien enseguida tomó el relevo de Gerardo Iglesias como coordinador de Izquierda Unida. Un Anguita aquel bastante diferente, por cierto, al actual Anguita, convertido en una sombra de lo que fue. Con él se entró en una fase en la que la nueva IU marcó contundentemente la distancia con el PSOE (el PSOE era también el enemigo) y giró a la izquierda, sin que importase ir a contracorriente (oposición al Tratado de Maastricht, por ejemplo), asumiendo un discurso político que le permitió presentarse como la alternativa de izquierdas en España.
Los primeros y pobres resultados de IU en sus comienzos con Gerardo Iglesias en 1986 (tuvo la dignidad de irse y regresar a la mina, una lección que muchos debieran aprender), fueron duplicados a la primera de cambio por la IU de Anguita en 1989. Siguió creciendo y en 1996 alcanzaba su pico máximo con un 10,54% de los votos, igualando casi el resultado histórico del PCE obtenido en 1979. En circunstancias muy difíciles para la izquierda, IU se asentaba como la alternativa de la izquierda en España, con un discurso, programa y planteamiento de confrontación y marcando visceralmente la distancia con el PSOE: la derecha es el enemigo, pero la socialdemocracia también y políticamente es más peligrosa, era la idea. PP y PSOE son como el alfil negro y el alfil blanco, pero alfiles al fin y al cabo, decía Anguita. Por otra parte, otro factor vino a reforzar la posición ideológica de IU: lo importante era hablar de contenidos y propuestas, acentuándose constantemente la crítica a lo existente y planteando alternativas; en la memoria todavía tenemos la célebre soflama de Anguita: "Programa, programa, programa". Parecía que IU caminaba por la senda adecuada, pero entonces vuelve a cometerse un error parecido de acercamiento al PSOE. Anguita se retira por enfermedad y toma el relevo Paco Frutos, que cambia radicalmente de rumbo, buscando un entendimiento electoral con el PSOE (ver en este blog "Hechos pasados para una reflexión presente. El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000"). Esto se materializó en un error histórico: la firma de un pacto con Almunia, por entonces Secretario General del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno. Argumentos: lo importante era echar al PP, un gobierno de izquierdas, un gobierno de cambio... ¿Os suena esto a algo actual? El pacto supondría que IU apoyaría la investidura de Almunia una vez celebradas de las elecciones. Por parte de la dirección de IU se presentó como un éxito en la medida en que, se dijo, el acuerdo se basaba en contenidos de programa, lo cual era muy discutible: "si comparamos las proposiciones del acuerdo de gobierno con los respectivos programas electorales de PSOE e IU para las elecciones de marzo de 2000. Dicha comparación revela que sólo en 2 de los 59 puntos del acuerdo programático IU desplazó de forma sustancial la postura de partida del PSOE" (Ana Sánchez-Sierra: "El Pacto PSOE-IU en las elecciones generales de 2000: estrategia electoral, proceso negociador y efectos", Estudio/Working Paper 44/2005, Departamento de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid).
El caso es que el acuerdo con el PSOE provocó el derrumbe de IU en el año 2000, que pasó del 10,54% de votos a un raquítico 5,45%. La política pactista de aproximación al PSOE y la moderación de la línea política, le costó a IU la mitad de los votos (perdió el 47,8 % de los votos, es decir, se perdieron casi 1,4 millones de votos, para ser exactos 1.376.731) y la pérdida de 13 diputados. Tomó el relevo Llamazares. Llamazares profundizó en ese acercamiento al PSOE, debilitando una vez más la línea de demarcación con la socialdemocracia, difuminando la identidad política de IU como alternativa de izquierdas. Esto provocó de nuevo un lógico trasvase de votos al PSOE. En ocasiones hasta daba la impresión de que Llamazares era un diputado más del partido de Zapatero. Todo esto condujo al desastre de 2008, en el que el 3,77% con el que se tuvo que conformar IU marcó un mínimo histórico solo superado ahora por Garzón.
Con la llegada de Cayo Lara y el comienzo de la crisis sistémica, surge una IU que gira a la izquierda y que enarbola sin complejos la bandera del anticapitalismo. IU se refuerza y moderniza orgánicamente. La socialdemocracia vuelve a ser de nuevo el enemigo, junto con la derecha: ¡contra el PPSOE!, una consigna que cada vez empezó a calar con más fuerza en amplios sectores. El PSOE era parte del problema, un mandarín del capital, de la Troika, y un vasallo del imperialismo atlantista, igual que lo era el PP. No hubo contemplaciones con el partido de Ferraz. Esto iba de lucha de clases y el PSOE estaba en la trinchera del capital.
El giro protagonizado bajo la dirección de Cayo Lara, condujo a que en 2011 IU alcanzase casi el 7% de los votos, pasando de 2 diputados a 11. Entramos en una fase decisiva, con la llegada de Rajoy: caracterizada por una tensión social que se traduce en movilizaciones y en ocupar la calle (y mal que les pese a los iufóbicos, IU ha estado en todas ellas y muchísimas veces impulsándolas, cuando no liderándolas). La nueva IU con Cayo Lara, es una organización con una clara identidad de izquierdas, que día a día planta cara al PP, contribuyendo a desgastar la imagen del PSOE y a crear conciencia de clase después de mucho tiempo. Hablar de lucha de clases deja de ser tabú y al capitalismo se le llama por su nombre: capitalismo. Rumbo a la izquierda.
Fue un bienio en el que por primera vez aparecen brechas en el casco de la dominación ideológica. Aunque fuese tímidamente, empezaba a darse una crítica social al capitalismo que permitía albergar esperanzas de un cambio ideológico, condición necesaria para cualquier avance político.
Durante los dos primeros años de la legislatura de Rajoy (2012-2013), todas las encuestas iban señalando un crecimiento constante de IU paralelo además a las movilizaciones.
Un crecimiento que tenía lugar además contra viento marea, en contra de los medios, a pesar del boicot sistemático que los medios ejercían contra IU; a pesar de las intoxicaciones permanentes vertidas en los medios contra Izquierda Unida. A pesar de todo eso, IU llegaba a tener al PSOE a la vista en las encuestas. Como botón de muestra, valga el siguiente sondeo de Metroscopia de agosto 2013:
En apenas año y medio, la intención de voto a IU creía en más de un 100%. En los últimos meses de 2013, algunas encuestas mejoraban incluso estos datos de Metroscopia.
Estos datos resultan mucho más expresivos si tenemos en cuenta los referidos a una comunidad emblemática como es Madrid, en la que IU estaba a punto de sobrepasar al PSOE tanto en el Ayuntamiento como en la Comunidad, lo que le habría dado el gobierno de ambos:
Esta doble tendencia (ascenso meteórico de IU en las encuestas y movilizaciones sociales), empieza a verse frenada con la llegada de Podemos a comienzos de 2014. Por un lado Podemos tuvo un efecto placebo para desmovilizar la calle. Por otro, no cabe duda, truncó estas expectativas electorales, a pesar de lo cual IU seguía manteniendo una intención de voto muy por encima de los resultados de 2011. Es después de las elecciones europeas, que fueron unos buenos resultados, cuando IU comienza a dar muestras de hundimiento progresivo, catalizado una vez que Alberto Garzón consigue ser candidato y comienza a ejercer como una especie de extraño coordinador "oficioso" de IU que ata y desata a su antojo, apoyado en ese sector que tantas veces he calificado de "iupoémico".
Así pues, la pregunta "cuándo comienza a gestarse el fracaso", si nos atenemos a hechos probados tiene una única respuesta: después de las elecciones europeas.
En la tercera parte trataremos de analizar las causas y de nuevo haremos alusión a la serie histórica que hemos trazado, ya que, como se verá, podríamos hablar de una constante que se repite.
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