Indonesia 1965: eliminando a Sukarno... y a otros 500.000 (cap. 31 de Asesinando la esperanza, de William Blum)
Aidit, uno de los líderes del poderoso PKI, Partido Comunista de Indonesia. |
“Nadie se preocupó por la carnicería, mientras se tratase de comunistas”
(Howard Federspiel, de la Oficina de Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado)
"Es
probable que mataran a un montón de gente, y yo tengo probablemente
mucha sangre en mis manos, pero eso no es del todo malo. Hay ocasiones
en que uno tiene que golpear duro en el momento decisivo”
(Robert Martens, agregado americano de la Embajada en Jakarta)
Prólogo de Vigne
Ofrecemos un nuevo capítulo del imprescindible libro de William Blum, Killing Hope (Asesinando la Esperanza), a partir de la edición y traducción al castellano que hizo la editorial Oriente de Cuba, solo disponible en edición impresa. En este ocasión se aborda el golpe de estado del general Suharto en Indonesia que derribó a Sukarno. Fue evidentemente un golpe promovido por la CIA para eliminar políticamente a Sukarno, incómodo para EE.UU. por A) era uno de los fundadores y líderes del Movimiento de Países No Alineados; B) en su neutralidad estaba abierto a las relaciones con todos los países, incluyendo los países socialistas; C) era partidario del diálogo con el PKI (Partido Comunista de Indonesia) y de que éste participase en el gobierno. Sukarno había sufrido ya anteriormente intentos de la CIA para derrocarlo (ver en este blog "Indonesia 1957-1958. Guerra y pornografía", que es el cap. 14 del libro de Blum).
La dictadura anticomunista instaurada en Indonesia por Suharto, bajo patrocinio estadounidense, trajo consigo uno de los mayores genocidios del siglo XX. Se habla de 500.000 a un millón de comunistas del PKI asesinados y de un millón más de encarcelados. La pregunta que debemos hacernos es cómo es posible que un genocidio de tal naturaleza pasara desapercibido en las democracias burguesas del mal llamado "mundo libre".
El golpe de Suharto se legitimó como respuesta a un hipotético golpe del que se culpó a los comunistas, cuando 6 generales fueron secuestrados y asesinados. Blum desmonta esta falsa culpabilidad, mostrando que el asesinato de los generales fue un montaje del entorno de Suharto detrás del cual estaba la CIA. Es preciso enfatizar mucho esto, ya que hoy en día no existen dudas al respecto, pero se sigue sembrando la sospecha sobre el PKI en muchos medios. También hay que enfatizar mucho lo ridículo que supone insistir en que el PKI buscaba el enfrentamiento con el gobierno de Sukarno: A) Sukarno era el principal aliado que tenía el PKI, B) se mostraba partidario de que los comunistas entrasen en el gobierno, C) el PKI cada año se fortalecía más a un ritmo meteórico, D) lo que menos le interesaba al PKI en aquel momento era provocar a la línea dura del Ejército.
El PKI era, en el momento del golpe, el partido comunista más grande del mundo, después del soviético y del chino (tres millones de militantes en 1965). En su trayectoria siempre había sido un partido pro-soviético, pero ya en su última fase antes de su extinción se había reorientado hacia el maoísmo, criticando el revisionismo soviético. Una autocrítica de su Comité Central después del golpe, en 1966, lamentaba no haber armado a sus bases militantes y simpatizantes, lo que había dejado al PKI indefenso. Sobre estas cuestiones podéis leer "People of Indonesia, Unite and Fight to Overthrow the Fascist Regime [Including a Self-Criticism by the Indonesian Communist Party, 1966]", en marxist.org
El último epígrafe está dedicado a un episodio que conozco muy bien por los años en que estuve allí: la invasión de Timor Oriental, bendecida por EE.UU. y Australia ante el miedo de que el FRETILIN -que había declarado la independencia de Portugal el 29-11-1975- instaurase un sistema socialista en la parte oriental de la isla. La invasión se saldó con una nueva masacre: más de 200.000 timorenses fueron asesinados (de una población que se calcula debía de estar en torno a las 700.000 personas). Proporcionalmente (nº de víctimas y tamaño de la población), resultó un genocidio superior al que sufrieron los judíos (insisto, proporcionalmente). Un episodio muy poco conocido por los europeos y sobre el que en su momento no se habló. La represión llevada a cabo en Timor alcanzó tal calibre que ser sorprendido hablando en portugués era motivo de encarcelamiento y tortura. Además del drama humano, los militares provocaron un desastre ecológico irreparable de gran magnitud, por la utilización de agentes químicos para desforestar la selva tropical e impedir que la guerrilla se escondiera (algunos autores han llegado a decir que proporcionalmente a la superficie de Timor, los militares indonesios emplearon agentes químicos en cantidad muy superior a la utilizada por EE.UU. en Vietnam).
Indonesia es un estado con una población de 260 millones. Hoy en día es una "democracia parlamentaria" que goza de la bendición de la UE. Sin embargo, los partidos de izquierda están prohibidos, existen duras restricciones a la libertad de expresión, sigue habiendo tortura, detenciones arbitrarias y asesinatos selectivos y algunas regiones del país controladas por los integristas islámicos se encuentran sometidas a la Sharia (la Ley Islámica), sin que el gobierno se atreva a interferir. Los militares tienen reservado un porcentaje amplio de escaños en el Parlamento y la cúpula militar controla la economía, ya que los altos cargos militares son propietarios de los grandes negocios; una cúpula que además está muy relacionada entre sí a través de relaciones de matrimonio y parentesco.
El genocida Suharto llegó a acumular una fortuna en torno a los 35.000 millones de dólares (El País). Recibió de la democracia española la Real Orden de Isabel la Católica en 1981 (concedida a otros genocidas como el guineano Obiang). Los gobiernos de UCD y PSOE mantuvieron excelentes relaciones con él, vendiéndole armas que fueron utilizadas para sus masacres (en Timor todavía hay restos del armamento ligero que el gobierno de Felipe González le vendió a Suharto).
El período narrado por Blum fue motivo de ambientación de la trama de la película "El año que vivimos peligrosamente", del director australiano Peter Weir y protagonizada por Mel Gibson y Sigourney Weaver, Nunca he visto la película, así que me abstengo de opinar. Sí puede ver "The Act of Killing", de Joshua Oppenheimer. Habiéndome gustado este docudrama, encuentro sin embargo que tiene un trasfondo de manipulación y tergiversación, ya que omite tocar a los verdaderos responsables: Suharto (ni se le menciona), los militares y la CIA. No olvidemos, como nos recuerdo Blum, que la CIA era quien entregaba a los militares listados de comunistas sospechosos para ser eliminados. Tocar el tema del genocidio indonesio como hizo Oppenheimer y no mencionar estas cosas, no deja de ser una manipulación de la verdad, una tergiversación de lo que realmente ocurrió, al desviar la atención y culpabilidad sobre psicópatas matones que actuaron como peones de ajedrez.
Tanto Indonesia como Timor son dos países que me resultan entrañables a título personal, debido a mi actividad como antropólogo, especialmente en el primero. De hecho llegué a dirigir un documental político-cultural para la TV de Timor Oriental, por encargo del Parlamento del país. Por eso esta, entrada del blog me resulta especialmente emotiva, con un valor afectivo añadido; creo que no pasa un solo día sin que piense, aunque sea por un instante, en Timor e Indonesia. Por otra parte, como comunista, creo que mi obligación moral es contribuir a difundir los hechos a los que Blum se refiere: se lo debemos a los cientos de miles de camaradas torturados y asesinados.
Las imágenes, pies de foto, cuadros de texto y negrita son añadidos nuestros.
Os recordamos que al final encontraréis el índice del libro y los enlaces a los capítulos ya publicados en este blog.
Referencia documental:
Blum, William: "Indonesia 1965. Eliminando a Sukarno... y a otros 500.000", capitulo 31 del libro Asesinando la Esperanza. Intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial pp. 119-125. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005. Original en inglés: Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Common Courage Press, 2004.
Fuente de digitalización y correcciones (cítese y manténgase el hipervínculo en caso de reproducción): blog del viejo topo.
En recuerdo de los cientos de miles de camaradas del PKI asesinados
Ofrecemos un nuevo capítulo del imprescindible libro de William Blum, Killing Hope (Asesinando la Esperanza), a partir de la edición y traducción al castellano que hizo la editorial Oriente de Cuba, solo disponible en edición impresa. En este ocasión se aborda el golpe de estado del general Suharto en Indonesia que derribó a Sukarno. Fue evidentemente un golpe promovido por la CIA para eliminar políticamente a Sukarno, incómodo para EE.UU. por A) era uno de los fundadores y líderes del Movimiento de Países No Alineados; B) en su neutralidad estaba abierto a las relaciones con todos los países, incluyendo los países socialistas; C) era partidario del diálogo con el PKI (Partido Comunista de Indonesia) y de que éste participase en el gobierno. Sukarno había sufrido ya anteriormente intentos de la CIA para derrocarlo (ver en este blog "Indonesia 1957-1958. Guerra y pornografía", que es el cap. 14 del libro de Blum).
La dictadura anticomunista instaurada en Indonesia por Suharto, bajo patrocinio estadounidense, trajo consigo uno de los mayores genocidios del siglo XX. Se habla de 500.000 a un millón de comunistas del PKI asesinados y de un millón más de encarcelados. La pregunta que debemos hacernos es cómo es posible que un genocidio de tal naturaleza pasara desapercibido en las democracias burguesas del mal llamado "mundo libre".
El golpe de Suharto se legitimó como respuesta a un hipotético golpe del que se culpó a los comunistas, cuando 6 generales fueron secuestrados y asesinados. Blum desmonta esta falsa culpabilidad, mostrando que el asesinato de los generales fue un montaje del entorno de Suharto detrás del cual estaba la CIA. Es preciso enfatizar mucho esto, ya que hoy en día no existen dudas al respecto, pero se sigue sembrando la sospecha sobre el PKI en muchos medios. También hay que enfatizar mucho lo ridículo que supone insistir en que el PKI buscaba el enfrentamiento con el gobierno de Sukarno: A) Sukarno era el principal aliado que tenía el PKI, B) se mostraba partidario de que los comunistas entrasen en el gobierno, C) el PKI cada año se fortalecía más a un ritmo meteórico, D) lo que menos le interesaba al PKI en aquel momento era provocar a la línea dura del Ejército.
El PKI era, en el momento del golpe, el partido comunista más grande del mundo, después del soviético y del chino (tres millones de militantes en 1965). En su trayectoria siempre había sido un partido pro-soviético, pero ya en su última fase antes de su extinción se había reorientado hacia el maoísmo, criticando el revisionismo soviético. Una autocrítica de su Comité Central después del golpe, en 1966, lamentaba no haber armado a sus bases militantes y simpatizantes, lo que había dejado al PKI indefenso. Sobre estas cuestiones podéis leer "People of Indonesia, Unite and Fight to Overthrow the Fascist Regime [Including a Self-Criticism by the Indonesian Communist Party, 1966]", en marxist.org
El último epígrafe está dedicado a un episodio que conozco muy bien por los años en que estuve allí: la invasión de Timor Oriental, bendecida por EE.UU. y Australia ante el miedo de que el FRETILIN -que había declarado la independencia de Portugal el 29-11-1975- instaurase un sistema socialista en la parte oriental de la isla. La invasión se saldó con una nueva masacre: más de 200.000 timorenses fueron asesinados (de una población que se calcula debía de estar en torno a las 700.000 personas). Proporcionalmente (nº de víctimas y tamaño de la población), resultó un genocidio superior al que sufrieron los judíos (insisto, proporcionalmente). Un episodio muy poco conocido por los europeos y sobre el que en su momento no se habló. La represión llevada a cabo en Timor alcanzó tal calibre que ser sorprendido hablando en portugués era motivo de encarcelamiento y tortura. Además del drama humano, los militares provocaron un desastre ecológico irreparable de gran magnitud, por la utilización de agentes químicos para desforestar la selva tropical e impedir que la guerrilla se escondiera (algunos autores han llegado a decir que proporcionalmente a la superficie de Timor, los militares indonesios emplearon agentes químicos en cantidad muy superior a la utilizada por EE.UU. en Vietnam).
Indonesia es un estado con una población de 260 millones. Hoy en día es una "democracia parlamentaria" que goza de la bendición de la UE. Sin embargo, los partidos de izquierda están prohibidos, existen duras restricciones a la libertad de expresión, sigue habiendo tortura, detenciones arbitrarias y asesinatos selectivos y algunas regiones del país controladas por los integristas islámicos se encuentran sometidas a la Sharia (la Ley Islámica), sin que el gobierno se atreva a interferir. Los militares tienen reservado un porcentaje amplio de escaños en el Parlamento y la cúpula militar controla la economía, ya que los altos cargos militares son propietarios de los grandes negocios; una cúpula que además está muy relacionada entre sí a través de relaciones de matrimonio y parentesco.
El genocida Suharto llegó a acumular una fortuna en torno a los 35.000 millones de dólares (El País). Recibió de la democracia española la Real Orden de Isabel la Católica en 1981 (concedida a otros genocidas como el guineano Obiang). Los gobiernos de UCD y PSOE mantuvieron excelentes relaciones con él, vendiéndole armas que fueron utilizadas para sus masacres (en Timor todavía hay restos del armamento ligero que el gobierno de Felipe González le vendió a Suharto).
El período narrado por Blum fue motivo de ambientación de la trama de la película "El año que vivimos peligrosamente", del director australiano Peter Weir y protagonizada por Mel Gibson y Sigourney Weaver, Nunca he visto la película, así que me abstengo de opinar. Sí puede ver "The Act of Killing", de Joshua Oppenheimer. Habiéndome gustado este docudrama, encuentro sin embargo que tiene un trasfondo de manipulación y tergiversación, ya que omite tocar a los verdaderos responsables: Suharto (ni se le menciona), los militares y la CIA. No olvidemos, como nos recuerdo Blum, que la CIA era quien entregaba a los militares listados de comunistas sospechosos para ser eliminados. Tocar el tema del genocidio indonesio como hizo Oppenheimer y no mencionar estas cosas, no deja de ser una manipulación de la verdad, una tergiversación de lo que realmente ocurrió, al desviar la atención y culpabilidad sobre psicópatas matones que actuaron como peones de ajedrez.
Tanto Indonesia como Timor son dos países que me resultan entrañables a título personal, debido a mi actividad como antropólogo, especialmente en el primero. De hecho llegué a dirigir un documental político-cultural para la TV de Timor Oriental, por encargo del Parlamento del país. Por eso esta, entrada del blog me resulta especialmente emotiva, con un valor afectivo añadido; creo que no pasa un solo día sin que piense, aunque sea por un instante, en Timor e Indonesia. Por otra parte, como comunista, creo que mi obligación moral es contribuir a difundir los hechos a los que Blum se refiere: se lo debemos a los cientos de miles de camaradas torturados y asesinados.
Las imágenes, pies de foto, cuadros de texto y negrita son añadidos nuestros.
Os recordamos que al final encontraréis el índice del libro y los enlaces a los capítulos ya publicados en este blog.
Referencia documental:
Blum, William: "Indonesia 1965. Eliminando a Sukarno... y a otros 500.000", capitulo 31 del libro Asesinando la Esperanza. Intervenciones de la CIA y del Ejército de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial pp. 119-125. Editorial Oriente, Santiago de Cuba (Cuba), 2005. Original en inglés: Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II, Common Courage Press, 2004.
Fuente de digitalización y correcciones (cítese y manténgase el hipervínculo en caso de reproducción): blog del viejo topo.
INDONESIA 1965
Eliminando a Sukarno... y a otros 500.000
Armados con afilados cuchillos llamados parangs, las bandas musulmanas se introdujeron en las casas de los comunistas de noche y asesinaron a familias completas [...] Viajeros [...] hablan de los riachuelos y corrientes que habían sido literalmente bloqueados con cuerpos. El transporte fluvial estaba seriamente interrumpido en algunos lugares.
Time, diciembre 1965 (1)
Alrededor de cien comunistas, o sospechosos, fueron conducidos al Jardín Botánico de la ciudad y masacrados con una ametralladora [...] la cabeza del director de la escuela, miembro del P.K.I. [Partido Comunista] fue clavada en una estaca y exhibida ante sus discípulos, congregados para ello.
New York Times, mayo 1966 (2)
Se
estima que el total de indonesios asesinados en los años siguientes al
abortado golpe de Estado oscilan entre 500.000 y 1.000.000 (3).
En la mañana del 1 de octubre de 1965, una pequeña fuerza de oficiales
de bajo rango secuestró y dio muerte a seis generales y se apoderó de
varios puntos clave de la capital, Jakarta. Proclamaron por radio que su
acción buscaba evitar un putsch de un consejo de generales” previsto
para el Día del Ejército, 5 de octubre. El golpe, dijeron, había sido
auspiciado por la CIA y tenía como fin derrocar al presidente Sukarno.
Sin embargo, a fines de ese mismo día, los rebeldes habían sido
aplastados por fuerzas militares bajo la dirección del general Suharto,
aunque algunos grupos que los apoyaban en otras ciudades se mantuvieron
todavía uno o dos días más. (4)
Suharto —un hombre que había trabajado tanto para los colonialistas holandeses como para los invasores nipones (5)- y sus colegas acusaron al influyente PKl de estar detrás del “intento de golpe”, y señalaron que tras el partido se movía la mano de China comunista. Los militares triunfantes tomaron las riendas del Gobierno, disminuyeron la autoridad de Sukarno (en breve fue reducido a un papel de figurante) y llevaron a cabo un baño de sangre para eliminar de una vez y por todas al PKl con el cual habían tenido que compartir el poder durante muchos años obligados por Sukarno. Aquí estaba al fin la situación que podía legitimar estas acciones por largo tiempo deseadas.
Las organizaciones e individuos anticomunistas, en particular los musulmanes, fueron alentados a unirse a la matanza de cualquier sospechoso de ser simpatizante del PKI. Los indonesios de origen chino también fueron víctimas del azuzado odio étnico. Se promovió la indignación popular al mostrar por televisión fotos de los cadáveres descompuestos de los seis generales asesinados. Se le dijo a la gente que mujeres comunistas los habían castrado y les habían sacado los ojos (el ejército cometió luego el error de permitir que se realizaran autopsias oficiales para incluirlas como evidencia en algunos de los juicios y los muy detallados informes médicos sólo mencionaban heridas de bala y algunos hematomas) (6). Lo que siguió fue descrito por el New York Times como “una de las matanzas masivas más salvajes de toda la historia política moderna” (7). La violencia “no sólo estaba teñida de fanatismo, sino de sed de sangre y algo de brujería”, escribió Life (8).
Veinticinco años más tarde, diplomáticos norteamericanos revelaron que habían elaborado listas de “comunistas”, que abarcaban desde altos funcionarios hasta cuadros de las aldeas, y entregaron cerca de cinco mil nombres al Ejército indonesio, que cazó a estas personas y les dio muerte, tras lo cual los estadounidenses tacharon en sus listas los nombres de los prisioneros y los muertos. Robert Martens, un antiguo miembro de la sección política de la Embajada en Jakarta, declaró en 1990: "Fue realmente una gran ayuda para el ejército. Es probable que mataran a un montón de gente, y yo tengo probablemente mucha sangre en mis manos, pero eso no es del todo malo. Hay ocasiones en que uno tiene que golpear duro en el momento decisivo”.
“Yo sé que teníamos mucha más información [acerca del PKI] que los propios indonesios”, dijo Marshall Green, el embajador en el momento del golpe. Martens “me dijo en varias ocasiones que [...] el gobierno no tenía muy buena información sobre la situación de los comunistas, y me dio a entender que esta información era muy superior a cualquier otra que ellos tuvieran”.
“Nadie se preocupó por la carnicería, mientras se tratara de comunistas”, dijo Howard Federspiel, el experto en Indonesia del Buró de Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado en 1965: “Nadie se sintió demasiado inquieto al respecto”.
Aunque el antiguo delegado jefe de la estación CIA en Jakarta, Joseph Lazarsky, y el ex diplomático Edward Masters, jefe de Martens, confirmaron que los oficiales de la CIA habian contribuido a redactar las listas de muerte, la CIA en Langley negó categóricamente haber tenido alguna participación (9).
La masacre puso un horrible fin al bien organizado PKI en toda la nación, pero no aclaró las dudas esenciales que subyacían tras los hechos de 1965, a saber: ¿había en realidad un consejo de generales que pretendía tomar el poder en pocos días? Un recuento semioficial de todo el asunto publicado en Indonesia en 1968 lo niega (10). Sin embargo, un estudio escrito y publicado por la CIA en ese mismo año confirma la existencia del consejo pero señala que su propósito era diseñar una forma de protegerse contra el plan de Sukarno de someter al ejército (11). ¿Cuáles eran la naturaleza y alcance de la participación del PKI, si es que la había, en el supuesto intento golpista? ¿Sabían con anticipación los miembros del partido de los planes de los jóvenes oficiales y simplemente les dieron apoyo moral, o tuvieron un papel más activo? El recuento antes mencionado señala que la meta del PKI no era tomar el poder político sino “evitar que el ejército eliminara al partido tras la muerte de Sukarno” (12). (Este había sufrido un ataque renal en agosto, aunque se había recuperado rápidamente, su propio papel en este asunto permanece también en el misterio). El estudio de la CIA llega a una conclusión similar: "Ahora se ve claro que el golpe indonesio no buscaba derrocar a Sukarno y al gobierno establecido en Indonesia. Era en esencia una depuración de la jefatura militar” (13). ¿Cuál fue el papel de la CIA, si lo tuvo? ¿Fue instigado el golpe por un agente provocador que divulgó la historia del consejo de generales y el inminente putsch? (La muerte. o incluso el secuestro, de los seis generales probablemente no podía haber sido prevista, tres de ellos murieron de hecho mientras se resistían al secuestro) (14). ¿Se indujo al PKI a actuar para tener excusa para su destrucción? De hecho, hay indicios de la existencia de un provocador, Kamarusaman bin Ahmed Mubaidah, conocido como Sjam. Según el testimonio posterior de algunos de los oficiales arrestados, fue él quien les trajo la idea consejo hostil de generales y la necesidad de contrarrestarlo. En la documentación de los juicios y en el estudio de la CIA se intenta establecer que Sjam actuaba bajo las órdenes del dirigente del PKI, Aidit. La divulgación de esta premisa puede explicar por qué la CIA tomó la iniciativa excepcional de publicar tal texto, vale decir, para achacar la responsabilidad del intento de golpe al PKI y de tal forma “justificar” los horrores siguientes. Pero Sjam podía igualmente haber estado actuando para la CIA y para los generales. Al parecer era un asistente de confianza de Aidit y podía haber inducido a éste a tomar parte de la conspiración, y no a la inversa. Sjam tenía un trasfondo político variado y misterioso, y su testimonio en uno de los juicios, donde apareció como acusado, estaba encaminado a establecer que Aidit había sido el único artífice del intento de golpe (15).
La CIA, en su intervención directa en los asuntos políticos de Indonesia desde mediados de los 50 al menos (ver sección anterior sobre Indonesia), tenía sin dudas agentes infiltrados en el PKI en varios niveles, y muchos más en el ejército y estaba por tanto en buena posición para diseminar rumores y sembrar ideas para determinadas acciones, bien fuera a través de Sjam o de otros. El deseo del Gobierno de EE.UU. de verse libre de Sukarno —un dirigente del movimiento no alineado y anti-imperialista del Tercer Mundo, y protector del PKI— no disminuyó con el fracaso de la revuelta militar apoyada por la Agencia, en 1958. Entre los variados informes de principios de los 60 que indican el interés continuado en este propósito, un memo de la CIA de junio de 1962 es en particular muy claro. El autor, cuyo nombre está borrado, informaba de sus impresiones sobre conversaciones con “diplomáticos occidentales” acerca del encuentro reciente del presidente Kennedy y el primer ministro británico Macmillan. El memo decia que los dos lideres habían acordado tratar de aislar a Sukarno en Asia y África, y, más aun, “acordaron eliminar al presidente Sukarno, en dependencia de la situación y oportunidades disponibles (no me quedó claro [dice el oficial de la CIA] si la palabra eliminar hacía referencia al asesinato o al derrocamiento)” (16).
Fuera cual fuese la intención, ahora Sukarno había dejado de ser en la práctica la espina clavada en la carne de las potencias occidentales. Y lo más importante, el PKI, el mayor partido comunista en el mundo fuera del bloque soviético y de China, había sido diezmado; sus dispersos sobrevivientes obligados a la vida clandestina. No podía haber resultado mejor para EE.UU. y la junta militar si hubiera sido planeado.
Si los generales habían estado preparando su propio golpe como se plantea, la evidencia indica que EE.UU. tenía participación en él desde antes, durante y después de los hechos del primero de octubre. Un aspecto de esta evidencia es la cercana relación entre los militares indonesios y los norteamericanos, algo cultivado por EE.UU. durante muchos años. El presidente Kennedy estaba “ansioso de fortalecer las fuerzas anticomunistas, en especial el ejército, para asegurarse de que si le pasaba algo a Sukarno, el poderoso Partido Comunista Indonesio no heredaría el país” ha escrito Arthur Schlesinger (17).
Roger Hilsman, cuya carrera se desarrolló en la CIA y el Departamento de Estado, ha señalado que “un tercio del estado mayor indonesio y casi la mitad de los oficiales habían tenido algún tipo de entrenamiento de los norteamericanos. Como resultado tanto del programa de entrenamiento como del proyecto de acción cívica, los militares de ambos países habían llegado a conocerse muy bien. Existían lazos de respeto personal e incluso de afecto” (18).
Esta observación está respaldada por los informes del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores:
Las organizaciones e individuos anticomunistas, en particular los musulmanes, fueron alentados a unirse a la matanza de cualquier sospechoso de ser simpatizante del PKI. Los indonesios de origen chino también fueron víctimas del azuzado odio étnico. Se promovió la indignación popular al mostrar por televisión fotos de los cadáveres descompuestos de los seis generales asesinados. Se le dijo a la gente que mujeres comunistas los habían castrado y les habían sacado los ojos (el ejército cometió luego el error de permitir que se realizaran autopsias oficiales para incluirlas como evidencia en algunos de los juicios y los muy detallados informes médicos sólo mencionaban heridas de bala y algunos hematomas) (6). Lo que siguió fue descrito por el New York Times como “una de las matanzas masivas más salvajes de toda la historia política moderna” (7). La violencia “no sólo estaba teñida de fanatismo, sino de sed de sangre y algo de brujería”, escribió Life (8).
Veinticinco años más tarde, diplomáticos norteamericanos revelaron que habían elaborado listas de “comunistas”, que abarcaban desde altos funcionarios hasta cuadros de las aldeas, y entregaron cerca de cinco mil nombres al Ejército indonesio, que cazó a estas personas y les dio muerte, tras lo cual los estadounidenses tacharon en sus listas los nombres de los prisioneros y los muertos. Robert Martens, un antiguo miembro de la sección política de la Embajada en Jakarta, declaró en 1990: "Fue realmente una gran ayuda para el ejército. Es probable que mataran a un montón de gente, y yo tengo probablemente mucha sangre en mis manos, pero eso no es del todo malo. Hay ocasiones en que uno tiene que golpear duro en el momento decisivo”.
“Yo sé que teníamos mucha más información [acerca del PKI] que los propios indonesios”, dijo Marshall Green, el embajador en el momento del golpe. Martens “me dijo en varias ocasiones que [...] el gobierno no tenía muy buena información sobre la situación de los comunistas, y me dio a entender que esta información era muy superior a cualquier otra que ellos tuvieran”.
“Nadie se preocupó por la carnicería, mientras se tratara de comunistas”, dijo Howard Federspiel, el experto en Indonesia del Buró de Investigación e Inteligencia del Departamento de Estado en 1965: “Nadie se sintió demasiado inquieto al respecto”.
Aunque el antiguo delegado jefe de la estación CIA en Jakarta, Joseph Lazarsky, y el ex diplomático Edward Masters, jefe de Martens, confirmaron que los oficiales de la CIA habian contribuido a redactar las listas de muerte, la CIA en Langley negó categóricamente haber tenido alguna participación (9).
La masacre puso un horrible fin al bien organizado PKI en toda la nación, pero no aclaró las dudas esenciales que subyacían tras los hechos de 1965, a saber: ¿había en realidad un consejo de generales que pretendía tomar el poder en pocos días? Un recuento semioficial de todo el asunto publicado en Indonesia en 1968 lo niega (10). Sin embargo, un estudio escrito y publicado por la CIA en ese mismo año confirma la existencia del consejo pero señala que su propósito era diseñar una forma de protegerse contra el plan de Sukarno de someter al ejército (11). ¿Cuáles eran la naturaleza y alcance de la participación del PKI, si es que la había, en el supuesto intento golpista? ¿Sabían con anticipación los miembros del partido de los planes de los jóvenes oficiales y simplemente les dieron apoyo moral, o tuvieron un papel más activo? El recuento antes mencionado señala que la meta del PKI no era tomar el poder político sino “evitar que el ejército eliminara al partido tras la muerte de Sukarno” (12). (Este había sufrido un ataque renal en agosto, aunque se había recuperado rápidamente, su propio papel en este asunto permanece también en el misterio). El estudio de la CIA llega a una conclusión similar: "Ahora se ve claro que el golpe indonesio no buscaba derrocar a Sukarno y al gobierno establecido en Indonesia. Era en esencia una depuración de la jefatura militar” (13). ¿Cuál fue el papel de la CIA, si lo tuvo? ¿Fue instigado el golpe por un agente provocador que divulgó la historia del consejo de generales y el inminente putsch? (La muerte. o incluso el secuestro, de los seis generales probablemente no podía haber sido prevista, tres de ellos murieron de hecho mientras se resistían al secuestro) (14). ¿Se indujo al PKI a actuar para tener excusa para su destrucción? De hecho, hay indicios de la existencia de un provocador, Kamarusaman bin Ahmed Mubaidah, conocido como Sjam. Según el testimonio posterior de algunos de los oficiales arrestados, fue él quien les trajo la idea consejo hostil de generales y la necesidad de contrarrestarlo. En la documentación de los juicios y en el estudio de la CIA se intenta establecer que Sjam actuaba bajo las órdenes del dirigente del PKI, Aidit. La divulgación de esta premisa puede explicar por qué la CIA tomó la iniciativa excepcional de publicar tal texto, vale decir, para achacar la responsabilidad del intento de golpe al PKI y de tal forma “justificar” los horrores siguientes. Pero Sjam podía igualmente haber estado actuando para la CIA y para los generales. Al parecer era un asistente de confianza de Aidit y podía haber inducido a éste a tomar parte de la conspiración, y no a la inversa. Sjam tenía un trasfondo político variado y misterioso, y su testimonio en uno de los juicios, donde apareció como acusado, estaba encaminado a establecer que Aidit había sido el único artífice del intento de golpe (15).
Foto de 1965: los soldados vigilan a detenidos sospechosos de ser comunistas, en Tangerang, un suburbio de Yakarta, la capital de Indonesia. Foto Bettmann / Corbis / AP |
La CIA, en su intervención directa en los asuntos políticos de Indonesia desde mediados de los 50 al menos (ver sección anterior sobre Indonesia), tenía sin dudas agentes infiltrados en el PKI en varios niveles, y muchos más en el ejército y estaba por tanto en buena posición para diseminar rumores y sembrar ideas para determinadas acciones, bien fuera a través de Sjam o de otros. El deseo del Gobierno de EE.UU. de verse libre de Sukarno —un dirigente del movimiento no alineado y anti-imperialista del Tercer Mundo, y protector del PKI— no disminuyó con el fracaso de la revuelta militar apoyada por la Agencia, en 1958. Entre los variados informes de principios de los 60 que indican el interés continuado en este propósito, un memo de la CIA de junio de 1962 es en particular muy claro. El autor, cuyo nombre está borrado, informaba de sus impresiones sobre conversaciones con “diplomáticos occidentales” acerca del encuentro reciente del presidente Kennedy y el primer ministro británico Macmillan. El memo decia que los dos lideres habían acordado tratar de aislar a Sukarno en Asia y África, y, más aun, “acordaron eliminar al presidente Sukarno, en dependencia de la situación y oportunidades disponibles (no me quedó claro [dice el oficial de la CIA] si la palabra eliminar hacía referencia al asesinato o al derrocamiento)” (16).
Fuera cual fuese la intención, ahora Sukarno había dejado de ser en la práctica la espina clavada en la carne de las potencias occidentales. Y lo más importante, el PKI, el mayor partido comunista en el mundo fuera del bloque soviético y de China, había sido diezmado; sus dispersos sobrevivientes obligados a la vida clandestina. No podía haber resultado mejor para EE.UU. y la junta militar si hubiera sido planeado.
Si los generales habían estado preparando su propio golpe como se plantea, la evidencia indica que EE.UU. tenía participación en él desde antes, durante y después de los hechos del primero de octubre. Un aspecto de esta evidencia es la cercana relación entre los militares indonesios y los norteamericanos, algo cultivado por EE.UU. durante muchos años. El presidente Kennedy estaba “ansioso de fortalecer las fuerzas anticomunistas, en especial el ejército, para asegurarse de que si le pasaba algo a Sukarno, el poderoso Partido Comunista Indonesio no heredaría el país” ha escrito Arthur Schlesinger (17).
Roger Hilsman, cuya carrera se desarrolló en la CIA y el Departamento de Estado, ha señalado que “un tercio del estado mayor indonesio y casi la mitad de los oficiales habían tenido algún tipo de entrenamiento de los norteamericanos. Como resultado tanto del programa de entrenamiento como del proyecto de acción cívica, los militares de ambos países habían llegado a conocerse muy bien. Existían lazos de respeto personal e incluso de afecto” (18).
Esta observación está respaldada por los informes del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores:
En el momento del intento de golpe comunista y el contragolpe militar [sic] de octubre de 1965, más de 1.200 oficiales indonesios, incluidas algunas altas figuras, habían sido entrenados en Estados Unidos. Como resultado de esta experiencia existían numerosas amistades y contactos entre las instituciones militares norteamericana e indonesia, en particular entre miembros de los dos ejércitos. En el período posterior al golpe, cuando la situación política todavía estaba indefinida, Estados Unidos tuvo la posibilidad de dar muestras de apoyo moral y material a las fuerzas anticomunistas a través de estos canales de comunicación existentes (19). Cuando el entrenado promedio MAP [Programa de Asistencia Militar] regresa a su patria puede bien llevar consigo algunas relaciones con norteamericanos y una buena apreciación de EE.UU. Este impacto puede proporcionar una oportunidad valiosa en el futuro para la comunicación, tal como ocurrió en Indonesia durante e inmediatamente después del intento de golpe apoyado por los comunistas en octubre de 1965. (20)El New York Times escribió que se decia que la Agencia “había tenido tanto éxito
al infiltrar el alto mando del gobierno y ejército indonesios que Estados Unidos no deseaba entorpecer sus operaciones encubiertas retirando los programas de ayuda e información en 1964 y 1965. Lo que era presentado oficialmente en Washington como tolerancia hacia los insultos y provocaciones del presidente Sukarno, era mucho más el deseo de mantener los negocios y coberturas de la CIA el mayor tiempo posible” (21).
Finalmente tenemos el testimonio de Robert McNamara, Secretario de Defensa,
Finalmente tenemos el testimonio de Robert McNamara, Secretario de Defensa,
ante un comité del Senado en 1966:
Senador Sparkman: En el momento en que lndonesia nos pateaba —cuando se nos criticaba fuertemente por mantener el apoyo militar— no se podía decir porqué se daba ayuda militar. ¿Sigue siendo un secreto?
McNamara: Pensando retrospectivamente creo que la ayuda estaba bien justificada.
Sparkman: ¿Usted cree que dio dividendos?
McNamara: Sí, lo creo, señor. (22)
Hay otras declaraciones que pudieran tener que ver con la participación norteamericana. Se ha informado que Marshall Green, al hablar en Australia en 1973 donde se encontraba como embajador entonces, dijo: “En 1965 recuerdo que Indonesia estaba en el filo de la navaja. Recuerdo que había gente que discutía desde aquí que Indonesia no se volvería comunista. Pero cuando Sukarno anunció en su discurso del 17 de agosto que Indonesia tendría un gobierno comunista en menos de un año [¿?] entonces yo estuve seguro [...] Hicimos lo que teníamos que hacer, y ustedes debieran estar contentos porque si no Asia seria hoy diferente” (23).
James Reston publicó en el New York Times en 1966:
James Reston publicó en el New York Times en 1966:
Washington está poniendo mucho cuidado en no reclamar ningún crédito por este cambio [de Sukarno a Suharto] [...] pero esto no significa que Washington no tenga nada que ver con él. Había mucho más contacto entre las fuerzas anticomunistas en ese país y, al menos, un alto funcionario en Washington antes y durante la masacre indonesia de lo que se sabe en general. Las fuerzas del general Suharto, a veces con serios problemas en cuanto a comida y municiones, han estado recibiendo ayuda desde aquí a través de terceros países, y es muy dudoso que el golpe [de Suharto] hubiera sido intentado siquiera sin la demostración de fuerza de los norteamericanos en Vietnam o sin estar sostenido por ia ayuda clandestina que ha recibido indirectamente desde aquí. (24)Neville Maxwell, oficial superior de investigaciones del Instituto de Estudios del
Commonwealth de la Universidad de Oxford, relató:
El historial del “nuevo orden” impuesto por Suharto al pueblo indonesio por casi treinta años ha sido extraordinario. El Gobierno administra a la nación al nivel de ios gángsters de Chicago de los años 30, cobrando por ofrecer protección. Las cárceles están repletas de prisioneros políticos, la tortura es cosa de rutina (26). Los escuadrones de la muerte dominan las calles y no sólo matan a los “subversivos” sino también a “sospechosos”, en número de miles (27). “Un oficial del ejército [en la provincia de Aceh] dispara al aire, lo que significa que todos los hombres jóvenes deben correr hacia la plaza central antes de que se dispare el segundo tiro. Los que lleguen después, o no salgan de su casa, son baleados en el lugar donde estén” (28).
Y 200.000 más.
En 1975 Indonesia invadió la antigua colonia portuguesa de Timor oriental, que se encuentra en el extremo este del archipiélago indonesio y que había proclamado su independencia una vez que Portugal entregó el control. Fue el comienzo de una masacre que ha continuado hasta los 90. Hacia 1989, Amnistía Internacional calculaba que las tropas indonesias, con el objetivo de anexionarse por la fuerza a Timor oriental, habían dado muerte a 200.000 personas en una población de entre 600.000 y 700.000 (29). El nivel de atrocidad ha sido comparado con frecuencia con lo que le ocurrió al PKI. La invasión del 7 de diciembre de 1975 —de la cual dijo el New York Times: “Bajo cualquier definición, Indonesia es culpable de agresión descarnada"— (30) se inició un día después de que el presidente Gerald Ford y el Secretario de Estado Henry Kissinger salieran de Indonesia tras reunirse con el presidente Suharto. El columnista Jack Anderson reportó más tarde al respecto:
Hace pocos años estaba investigando en Pakistán, en el entorno diplomático del conflicto indo-pakistaní de 1965, y entre los documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores a los que tuve acceso, encontré una carta al entonces ministro Mr. Bhutto, enviada por uno de sus embajadores en Europa (creo que el Sr. J. A. Rahim, en París), en ella se informaba una conversación con un oficial de la inteligencia holandesa en funciones para la OTAN. Según mis notas de la carta, el oficial había comentado al diplomático pakistaní que Indonesia “estaba lista para caer en el regazo occidental como una manzana podrida”. Las agencias de inteligencia occidentales, dijo, organizarían un “golpe comunista prematuro [...] [que pudiera estar] condenado al fracaso de antemano, para facilitar una oportunidad legítima y deseada al ejército de aplastar a los comunistas y hacer de Sukarno un prisionero de la voluntad del ejército”. El informe del embajador estaba fechado en diciembre de 1964. (25)Debe recordarse que Indonesia había sido colonia de los Países Bajos y los holandeses tenían aún algunos vínculos especiales con ese país.
El historial del “nuevo orden” impuesto por Suharto al pueblo indonesio por casi treinta años ha sido extraordinario. El Gobierno administra a la nación al nivel de ios gángsters de Chicago de los años 30, cobrando por ofrecer protección. Las cárceles están repletas de prisioneros políticos, la tortura es cosa de rutina (26). Los escuadrones de la muerte dominan las calles y no sólo matan a los “subversivos” sino también a “sospechosos”, en número de miles (27). “Un oficial del ejército [en la provincia de Aceh] dispara al aire, lo que significa que todos los hombres jóvenes deben correr hacia la plaza central antes de que se dispare el segundo tiro. Los que lleguen después, o no salgan de su casa, son baleados en el lugar donde estén” (28).
Tortura y asesinato de comunistas en una aldea, bajo la dictadura de Suharto |
Y 200.000 más.
En 1975 Indonesia invadió la antigua colonia portuguesa de Timor oriental, que se encuentra en el extremo este del archipiélago indonesio y que había proclamado su independencia una vez que Portugal entregó el control. Fue el comienzo de una masacre que ha continuado hasta los 90. Hacia 1989, Amnistía Internacional calculaba que las tropas indonesias, con el objetivo de anexionarse por la fuerza a Timor oriental, habían dado muerte a 200.000 personas en una población de entre 600.000 y 700.000 (29). El nivel de atrocidad ha sido comparado con frecuencia con lo que le ocurrió al PKI. La invasión del 7 de diciembre de 1975 —de la cual dijo el New York Times: “Bajo cualquier definición, Indonesia es culpable de agresión descarnada"— (30) se inició un día después de que el presidente Gerald Ford y el Secretario de Estado Henry Kissinger salieran de Indonesia tras reunirse con el presidente Suharto. El columnista Jack Anderson reportó más tarde al respecto:
Hacia el 3 de diciembre de 1975, un despacho de inteligencia a Washington informaba que “líderes gubernamentales civiles indonesios han decidido que la única solución a la situación del Timor portugués es que Indonesia comience una ofensiva abierta contra Freitlin [el principal movimiento de resistencia en Timor]”. Pero era esencial neutralizar a Estados Unidos pues el ejército indonesio descansaba en gran medida en el armamento norteamericano que, bajo nuestras leyes, no puede utilizarse con fines agresivos. Tal como ocurrió, el presidente Gerald Ford estaba en camino a Indonesia para una visita de Estado. Un informe de inteligencia alertó que Suharto sacaría el tema de Timor y “trataría de obtener una actitud de simpatía”.Que Suharto tuvo éxito está confirmado por el propio Ford. Estados Unidos ha sufrido una devastadora derrota en Vietnam, lo que deja a Indonesia como el más importante aliado norteamericano en el área. Los intereses nacionales de EE.UU. “tenían que estar del lado de Indonesia”, concluyó Ford. Dio su aprobación tácita el 6 de diciembre de 1975 [...] Cinco días después de la invasión, la ONU votó para condenar el ataque como un acto notorio de agresión internacional. Estados Unidos se abstuvo. Luego, el delegado estadounidense maniobró detrás del telón para obstaculizar las mociones de la ONU encaminadas a obligar a Indonesia a abandonar el territorio conquistado. (31)
Durante los finales de los 70 y los 80, los funcionarios del Departamento de Estado, en declaraciones a la prensa y testimonios ante el Congreso, apoyaron con solidez el reclamo indonesio de gobernar a Timor oriental (en contra del criterio de la ONU y la Comunidad Europea), y restaron importancia a las matanzas en buena medida. Mientras tanto, los omnipresentes asesores militares norteamericanos, los entrenamientos, las armas, helicópteros y todos los instrumentos necesarios para una guerra de contrainsurgencia moderna y eficiente, siguieron llegando a las manos de los militares indonesios. Puede que haya habido más, ya que Freitlin informó en varias ocasiones que los asesores norteamericanos dirigían, e incluso participaban, en los combates. (32)
William Blum
Digitalización, imágenes y arreglos:
[Ver también en este blog: Indonesia 1957-1958. Guerra y pornografía, cap. 14 del libro de Blum]
Notas
(1) Time, 17 de diciembre de 1965.
(2) New York Times Magazine, 8 de mayo de 1966, p. 89.
(3) Estas son las cifras más ampliamente aceptadas; ver por ejemplo diversos informes de Amnistía Internacional sobre Indonesia publicados en la década de 1970.
(4) Rex Mortimer: Indonesian Communism Under Sukarno: Ideology arid Politics 1959-1965. Cornell Universíty Press, Ithaca y Londres, 1974, pp. 413-417; IndonesÍa — 1965: The Coup that Backfired. CIA Research Study, Washington, diciembre de 1968, p. 21, en adelante nos referiremos a él como Estudio de la CIA.
(5) Mark Selden, ed.: Remaking Asia: Essays on the American Uses of Power. New York, 1974, pp. 47-48.
(6) Noam Chomsky y Edward Herman: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston 1979, p. 207.
(7) New York Times, 12 de marzo de 1966, p. 6.
(8) Life, 11 de julio de 1966.
(9) Sobre las listas de la CIA ver artículo de Kathy Kadane en San Francisco Examiner, 20 de mayo de 1990. Ver también Covert Action Information Bulletin, No. 35, otoño de 1990, p. 59 para encontrar extractos de las entrevistas a diplomáticos norteamericanos realizadas por Kadane.
(10) Nugroho Notosusanto e Ismail Saleh: The Coup Attempt of the September 30 Movement in Indonesia. Jakarta, 1968, citado por Mortimer, p. 419, quien hace notar que “ambos autores estaban conectados estrechamente con el Ejército indonesio”.
(11) Estudio de la CIA, p. 199.
(12) Notosusanto y Saleh, p. 9, citados por Mortimer, p. 419.
(13) Estudio de la CIA, “Palabras Introductorias”.
(14) Ibid., pp. 3-4; Mortimer, p. 414.
(15) Sobre el papel de Sjam ver:
a) Estudio de‘la CIA, pp. 23, 28, 100, 112, 117 y otras.
b) Mortimer, p. 418-440, passim.
c) W. F. Wertheim: “Suharto and the Untung Coup-The Missing Link”, en Journal of Contemporary Asia, Londres, invierno de 1970, pp. 53-54.
d) Selden, p. 48.
e) Julie Southwood y Patrick Flanagan: Indonesia: Law, Propaganda and Terror, Londres 1983, p. 9.
(16) Memorándum de la CIA del 18 de junio de 1962, en Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Vol. 1975, documento 240A.
(17) Arthur Schlesinger: A Thousand Days. Boston, 1965, p. 533.
(18) Roger Hilsman: To Move a Nation. New York, 1967, p. 377.
(19) Military Assistance Training in East and Southeast Asia, Informe para el Subcomité sobre Política de Seguridad Nacional y Desarrollo Científico del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 16 de febrero de 1971, p. 18.
(20) Ibid., 2 de abril de 1971, p. 13.
(21) New York Times, 27 de abril de 1966, p. 28.
(22) Hearings on Foreign Assistance, 1966, audiencia ante el Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 11 de mayo de 1966, p. 693.
(23) Green ha sido citado al respecto en numerosos libros y periódicos con ligeras variaciones aquí y allá, debidas, al parecer, al hecho de que habló sobre el tema en varios discursos diferentes en Australia. Algunas fuentes sólo citan: “hicimos lo que teníamos que hacer”; otras dan una cita más completa. Lo que presento en el libro es una combinación tomada de a) Denis Freney: The CIA's Australian Connection. Australia, 1977, p. 17, que cita a su vez una charla de Green en el Instituto Australiano para Asuntos Internacionales en 1973, y b) Peter Britton: “Indonesia’s Neocolonial Armed Forces”, en Bulletin of Concerned Asian Scholars, julio-septiembre de 1975.
(24) New York Times, 19 de junio de 1966, p. 12E.
(25) Journal of Contemporary Asia, Vol. 9, Nª 2, Londres, 1979, p. 252.
(26) Chomsky y Herman, pp. 208-217.
(27) The Guardian, Londres, 12 de diciembre de 1983.
(28) Los Angeles Times, 15 de junio de 1991, p. 10.
(29) Ibid., 13 de octubre de 1989, p. A6.
(30) New York Times, 13 de diciembre de 1975, p. 26, editorial.
(31) San Francisco Chronicle, 9 de noviembre de 1979, p. 61.
(32) Para un análisis más completo sobre estos temas ver Chomsky y Herman, pp. 129-204, Denis Freney: "US-Australian Role in East Timor Genocide", en Counter Spy, Vol. 4, Nº 2, Washington, primavera de 1980, pp. 10-21.
(3) Estas son las cifras más ampliamente aceptadas; ver por ejemplo diversos informes de Amnistía Internacional sobre Indonesia publicados en la década de 1970.
(4) Rex Mortimer: Indonesian Communism Under Sukarno: Ideology arid Politics 1959-1965. Cornell Universíty Press, Ithaca y Londres, 1974, pp. 413-417; IndonesÍa — 1965: The Coup that Backfired. CIA Research Study, Washington, diciembre de 1968, p. 21, en adelante nos referiremos a él como Estudio de la CIA.
(5) Mark Selden, ed.: Remaking Asia: Essays on the American Uses of Power. New York, 1974, pp. 47-48.
(6) Noam Chomsky y Edward Herman: The Washington Connection and Third World Fascism. Boston 1979, p. 207.
(7) New York Times, 12 de marzo de 1966, p. 6.
(8) Life, 11 de julio de 1966.
(9) Sobre las listas de la CIA ver artículo de Kathy Kadane en San Francisco Examiner, 20 de mayo de 1990. Ver también Covert Action Information Bulletin, No. 35, otoño de 1990, p. 59 para encontrar extractos de las entrevistas a diplomáticos norteamericanos realizadas por Kadane.
(10) Nugroho Notosusanto e Ismail Saleh: The Coup Attempt of the September 30 Movement in Indonesia. Jakarta, 1968, citado por Mortimer, p. 419, quien hace notar que “ambos autores estaban conectados estrechamente con el Ejército indonesio”.
(11) Estudio de la CIA, p. 199.
(12) Notosusanto y Saleh, p. 9, citados por Mortimer, p. 419.
(13) Estudio de la CIA, “Palabras Introductorias”.
(14) Ibid., pp. 3-4; Mortimer, p. 414.
(15) Sobre el papel de Sjam ver:
a) Estudio de‘la CIA, pp. 23, 28, 100, 112, 117 y otras.
b) Mortimer, p. 418-440, passim.
c) W. F. Wertheim: “Suharto and the Untung Coup-The Missing Link”, en Journal of Contemporary Asia, Londres, invierno de 1970, pp. 53-54.
d) Selden, p. 48.
e) Julie Southwood y Patrick Flanagan: Indonesia: Law, Propaganda and Terror, Londres 1983, p. 9.
(16) Memorándum de la CIA del 18 de junio de 1962, en Declassified Documents Reference System. Arlington, Va., Vol. 1975, documento 240A.
(17) Arthur Schlesinger: A Thousand Days. Boston, 1965, p. 533.
(18) Roger Hilsman: To Move a Nation. New York, 1967, p. 377.
(19) Military Assistance Training in East and Southeast Asia, Informe para el Subcomité sobre Política de Seguridad Nacional y Desarrollo Científico del Comité de la Cámara sobre Asuntos Exteriores, 16 de febrero de 1971, p. 18.
(20) Ibid., 2 de abril de 1971, p. 13.
(21) New York Times, 27 de abril de 1966, p. 28.
(22) Hearings on Foreign Assistance, 1966, audiencia ante el Comité del Senado sobre Relaciones Exteriores, 11 de mayo de 1966, p. 693.
(23) Green ha sido citado al respecto en numerosos libros y periódicos con ligeras variaciones aquí y allá, debidas, al parecer, al hecho de que habló sobre el tema en varios discursos diferentes en Australia. Algunas fuentes sólo citan: “hicimos lo que teníamos que hacer”; otras dan una cita más completa. Lo que presento en el libro es una combinación tomada de a) Denis Freney: The CIA's Australian Connection. Australia, 1977, p. 17, que cita a su vez una charla de Green en el Instituto Australiano para Asuntos Internacionales en 1973, y b) Peter Britton: “Indonesia’s Neocolonial Armed Forces”, en Bulletin of Concerned Asian Scholars, julio-septiembre de 1975.
(24) New York Times, 19 de junio de 1966, p. 12E.
(25) Journal of Contemporary Asia, Vol. 9, Nª 2, Londres, 1979, p. 252.
(26) Chomsky y Herman, pp. 208-217.
(27) The Guardian, Londres, 12 de diciembre de 1983.
(28) Los Angeles Times, 15 de junio de 1991, p. 10.
(29) Ibid., 13 de octubre de 1989, p. A6.
(30) New York Times, 13 de diciembre de 1975, p. 26, editorial.
(31) San Francisco Chronicle, 9 de noviembre de 1979, p. 61.
(32) Para un análisis más completo sobre estos temas ver Chomsky y Herman, pp. 129-204, Denis Freney: "US-Australian Role in East Timor Genocide", en Counter Spy, Vol. 4, Nº 2, Washington, primavera de 1980, pp. 10-21.
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