La larga noche de la derrota priista en Los Pinos
POR Jenaro Villamil
Reportaje original publicado en Revista Proceso No. 2067.
En vísperas de la jornada electoral del domingo 5 de junio, le llegaron a Francisco Guzmán, jefe de la oficina de la Presidencia de la República, los últimos reportes elaborados por la Secretaría de Gobernación y por las propias estructuras locales y del PRI sobre los pronósticos para las 12 entidades donde se renovaban gubernaturas.
El pronóstico era optimista para el gobierno federal. La Secretaría de Gobernación preveía triunfos en 8 entidades, pero se perdía ante el PAN en Tamaulipas y Puebla, ante la coalición PAN-PRD en Veracruz y ante el PRD en Tlaxcala.
En contraste, las estructuras locales informaban de la derrota del PRI en 6 entidades (Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala) y un “empate técnico” en Veracruz que se resolvería en los tribunales electorales.
Al mismo tiempo, pesaba el reclamo del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, quien acusó ante el jefe de la Oficina de la Presidencia a cerca de 20 funcionarios estatales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), de hacerle proselitismo al PAN en varias entidades y responsabilizó al titular José Antonio Meade de haberlos protegido, según confirmó una fuente del PRI consultada sobre este reclamo.
Con estos antecedentes, la jornada del domingo en Los Pinos operó sin ninguna complicación entre las 12 y las 5:30 de la tarde. El primer mandatario, relataron algunos de los testigos, revisaba los mensajes, la información en su computadora. Había ansiedad.
Las encuestas de salida que llegaron a la oficina de Enrique Peña Nieto eran muy optimistas en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, entidades todas que acabó perdiendo el PRI. Sólo en Tamaulipas pronosticó la derrota del candidato priista Baltazar Hinojosa Ochoa.
Por ejemplo, de estas encuestas de salida, cuyas copias tiene Proceso, en Veracruz, Héctor Yunes, del PRI, aventajaba 31.27 por ciento a Miguel Ángel Yunes (30.86 por ciento) y el candidato de Morena, Cuitláhuac García estaba muy cerca también (29.74 por ciento). Todo hacía prever un empate técnico entre tres fuerzas.
En la encuesta de salida de Chihuahua, se informó a Los Pinos que el priista Enrique Serrano aventajaba en 5 puntos a su contendiente del PAN, Javier Corral: 38.83 por ciento frente a 34.19 por ciento. Acabó perdiendo el PRI con una distancia de más de 9 puntos.
También en Quintana Roo, el priista Mauricio Góngora tenía 40 por ciento de los votos frente al ex priista Carlos Joaquín González, de la coalición PAN-PRD, con 37.51 por ciento. Joaquín González ganó por una ventaja de más de 10 puntos.
La Encerrona y la Derrota
Después de las 6 de la tarde, reportes confidenciales que obtuvo Proceso señalan que hubo una crisis al interior de Los Pinos ante las evidencias de que el PRI perdía en 7 entidades, incluyendo a algunas que todos habían dado como “seguras” como Quintana Roo o Durango.
Peña Nieto se reunió con parte de su equipo más cercano: su jefe de oficina, Francisco Guzmán, su secretario privado Edwin Lino, el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el subsecretario de Gobernación y amigo personal, Luis Enrique Miranda Nava, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño y el subsecretario Felipe Solís Acero, experto en temas electorales y ex integrante del equipo de Manlio Fabio Beltrones.
La discusión se tornó áspera. Según estos reportes escritos, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán, mencionó que tanto en Pemex como en las delegaciones de la Sedesol hubo funcionarios panistas operando a favor de Acción Nacional. Mencionó una lista de 60 integrantes de Sedesol que operaron para el PAN financieramente y en redes sociales.
Otra parte de este equipo reunido en Los Pinos responsabilizó a Manlio Fabio Beltrones por la derrota, por la fallida estrategia de “guerra sucia” en redes sociales como por las discusiones y enfrentamientos con el secretario de Finanzas del CEN del PRI, Luis Vega, que provocó que en muchas entidades la “ayuda económica” no llegara a tiempo.
Se mencionó como posibles responsables a cuatro integrantes del equipo de Beltrones en el PRI, Willye Ochoa y Manuel Añorve, responsables de la operación en varias entidades. A otro de los colaboradores de Beltrones, Alejandro Gutiérrez se le reprochó que propuso un sistema llamado Zafiro para recabar datos el día de la elección, pero no funcionó el día de la elección. A Canek Vázquez se le señaló como responsable de una “cara y pendeja” estrategia en redes sociales que acabó por ser contraproducente.
Luis Videgaray recordó que a la titular de Sedatu, Rosario Robles, se le encomendó la operación política en varias entidades y, sobre todo, en la Ciudad de México, donde su hija Mariana Moguel encabeza el PRI capitalino. Pidió que si se decidía remover a Beltrones lo mismo sucediera con la dirigencia priista en el Distrito Federal.
Los reproches llegaron también contra el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. No pasó desapercibido que en aquellas entidades donde la operación política estuvo a su cargo, el PRI ganó, pero debilitó a los candidatos cercanos a otros grupos políticos.
En la discusión también se mencionó que parte de la derrota fue resultado de algunos “gobernadores impresentables”. En más de una ocasión, ese mismo equipo le sugirió a Peña Nieto “dar el golpe en la mesa” contra aquellos mandatarios más cuestionados, en especial, a Javier Duarte, de Veracruz.
Ninguno de los presentes mencionó el tema de la crisis económica o los casos de corrupción del gobierno federal como causas también de la pérdida de 7 entidades, según se observa en estos reportes.
Otras versiones periodísticas coinciden con la reunión en privado en Los Pinos. Carlos Loret de Mola, en su colaboración editorial en El Universal, el 8 de junio, relató que tras el cierre de las casillas, a las 6 de la tarde, “todo colapsó: las encuestas, los operados, los gobernadores. Asombró a los funcionarios federales la falta de control, pero sobre todo de información fidedigna. Hubo algunas perlas”.
“Al atardecer, el veracruzano Javier Duarte reportaba que el PRI iba arriba por 3 puntos y ya por la noche solamente aceptaba que el resultado ‘se había cerrado’. En realidad, la perdió por 4 puntos porcentuales.
“A las 7 de la noche, César Duarte, de Chihuahua, todavía decía que el PRI llevaba ventaja de ¡5 puntos! Le habían ganado por 8.
“En Durango decían que iban adelante. También en Aguascalientes. En Quintana Roo lo mismo: estaba confiado Borge. Puras mentiras”, relató Loret de Mola en su columna “Historias de Reportero”.
El 9 de junio, en su columna “Explosión en Los Pinos”, publicada en El Financiero, Raymundo Rivapalacio relata los dos momentos de la “encerrona” en Los Pinos: cuando confiaban en los pronósticos de las encuestas de salida que les daban la victoria en 10 de las 12 entidades y después en la tarde.
“Peña Nieto estaba notablemente molesto con lo sucedido y preguntaba abiertamente al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, qué había sucedido. Ni él, ni Beltrones, ni nadie, tenía respuestas. El presidente ordenó revisar lo que había hecho el gobierno y encontrar cuáles eran las razones del voto de hartazgo por las cuales los castigaron el domingo pasado”, remató Rivapalacio.
En el reporte confidencial, cuya copia tiene Proceso, se señala que un día después de la jornada electoral el regaño de Peña Nieto también se dirigió hacia el titular de Sedesol, José Antonio Meade, porque esta dependencia se convirtió en “una mina de resguardo y trinchera de panistas”.
Francisco Guzmán, jefe de la Oficina de Los Pinos, abundó: “señor y ahí está Pemex, IMSS y CFE”.
Las Instrucciones de Peña
Para los siguientes días, el primer mandatario giró una instrucción a su jefe de la Oficina de Los Pinos para elaborar un análisis crítico de las derrotas del 5 de junio que contemple las siguientes variables: seguridad (alta intensidad: narcotráfico y crimen organizado); gobernadores priistas; derechos humanos (casos Tlatlaya, Ayotzinapa y Tanhuato); las alianzas opositoras (PAN-PRD) y la operación político-electoral del CEN del PRI.
Estas instrucciones, de acuerdo a otro reporte cuya copia tiene Proceso, tampoco incluye el tema de la corrupción.
Peña Nieto pidió también información de “distrito por distrito” en donde hubo derrotas y solicitó la plantilla de funcionarios de Sedesol, Pemex, IMSS y Secretaría de Relaciones Exteriores.
A mediados de junio, la Secretaría de Hacienda, el Sistema de Administración Tributario, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, así como la PGR se comprometieron ante Los Pinos a tener la información sobre el presunto desvío de 645 millones de pesos del gobernador veracruzano Javier Duarte y los audios filtrados sobre posible desvío de programas sociales con el ex gobernador oaxaqueño, José Murat.
Días posteriores a la derrota, Javier Duarte solicitó una audiencia con el primer mandatario Enrique Peña Nieto. La respuesta es que el encuentro era “reagendado”, sin fecha específica.
En vísperas de la jornada electoral del domingo 5 de junio, le llegaron a Francisco Guzmán, jefe de la oficina de la Presidencia de la República, los últimos reportes elaborados por la Secretaría de Gobernación y por las propias estructuras locales y del PRI sobre los pronósticos para las 12 entidades donde se renovaban gubernaturas.
El pronóstico era optimista para el gobierno federal. La Secretaría de Gobernación preveía triunfos en 8 entidades, pero se perdía ante el PAN en Tamaulipas y Puebla, ante la coalición PAN-PRD en Veracruz y ante el PRD en Tlaxcala.
En contraste, las estructuras locales informaban de la derrota del PRI en 6 entidades (Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala) y un “empate técnico” en Veracruz que se resolvería en los tribunales electorales.
Al mismo tiempo, pesaba el reclamo del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, quien acusó ante el jefe de la Oficina de la Presidencia a cerca de 20 funcionarios estatales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), de hacerle proselitismo al PAN en varias entidades y responsabilizó al titular José Antonio Meade de haberlos protegido, según confirmó una fuente del PRI consultada sobre este reclamo.
Con estos antecedentes, la jornada del domingo en Los Pinos operó sin ninguna complicación entre las 12 y las 5:30 de la tarde. El primer mandatario, relataron algunos de los testigos, revisaba los mensajes, la información en su computadora. Había ansiedad.
Las encuestas de salida que llegaron a la oficina de Enrique Peña Nieto eran muy optimistas en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, entidades todas que acabó perdiendo el PRI. Sólo en Tamaulipas pronosticó la derrota del candidato priista Baltazar Hinojosa Ochoa.
Por ejemplo, de estas encuestas de salida, cuyas copias tiene Proceso, en Veracruz, Héctor Yunes, del PRI, aventajaba 31.27 por ciento a Miguel Ángel Yunes (30.86 por ciento) y el candidato de Morena, Cuitláhuac García estaba muy cerca también (29.74 por ciento). Todo hacía prever un empate técnico entre tres fuerzas.
En la encuesta de salida de Chihuahua, se informó a Los Pinos que el priista Enrique Serrano aventajaba en 5 puntos a su contendiente del PAN, Javier Corral: 38.83 por ciento frente a 34.19 por ciento. Acabó perdiendo el PRI con una distancia de más de 9 puntos.
También en Quintana Roo, el priista Mauricio Góngora tenía 40 por ciento de los votos frente al ex priista Carlos Joaquín González, de la coalición PAN-PRD, con 37.51 por ciento. Joaquín González ganó por una ventaja de más de 10 puntos.
La Encerrona y la Derrota
Después de las 6 de la tarde, reportes confidenciales que obtuvo Proceso señalan que hubo una crisis al interior de Los Pinos ante las evidencias de que el PRI perdía en 7 entidades, incluyendo a algunas que todos habían dado como “seguras” como Quintana Roo o Durango.
Peña Nieto se reunió con parte de su equipo más cercano: su jefe de oficina, Francisco Guzmán, su secretario privado Edwin Lino, el titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, el subsecretario de Gobernación y amigo personal, Luis Enrique Miranda Nava, el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño y el subsecretario Felipe Solís Acero, experto en temas electorales y ex integrante del equipo de Manlio Fabio Beltrones.
La discusión se tornó áspera. Según estos reportes escritos, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Francisco Guzmán, mencionó que tanto en Pemex como en las delegaciones de la Sedesol hubo funcionarios panistas operando a favor de Acción Nacional. Mencionó una lista de 60 integrantes de Sedesol que operaron para el PAN financieramente y en redes sociales.
Otra parte de este equipo reunido en Los Pinos responsabilizó a Manlio Fabio Beltrones por la derrota, por la fallida estrategia de “guerra sucia” en redes sociales como por las discusiones y enfrentamientos con el secretario de Finanzas del CEN del PRI, Luis Vega, que provocó que en muchas entidades la “ayuda económica” no llegara a tiempo.
Se mencionó como posibles responsables a cuatro integrantes del equipo de Beltrones en el PRI, Willye Ochoa y Manuel Añorve, responsables de la operación en varias entidades. A otro de los colaboradores de Beltrones, Alejandro Gutiérrez se le reprochó que propuso un sistema llamado Zafiro para recabar datos el día de la elección, pero no funcionó el día de la elección. A Canek Vázquez se le señaló como responsable de una “cara y pendeja” estrategia en redes sociales que acabó por ser contraproducente.
Luis Videgaray recordó que a la titular de Sedatu, Rosario Robles, se le encomendó la operación política en varias entidades y, sobre todo, en la Ciudad de México, donde su hija Mariana Moguel encabeza el PRI capitalino. Pidió que si se decidía remover a Beltrones lo mismo sucediera con la dirigencia priista en el Distrito Federal.
Los reproches llegaron también contra el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. No pasó desapercibido que en aquellas entidades donde la operación política estuvo a su cargo, el PRI ganó, pero debilitó a los candidatos cercanos a otros grupos políticos.
En la discusión también se mencionó que parte de la derrota fue resultado de algunos “gobernadores impresentables”. En más de una ocasión, ese mismo equipo le sugirió a Peña Nieto “dar el golpe en la mesa” contra aquellos mandatarios más cuestionados, en especial, a Javier Duarte, de Veracruz.
Ninguno de los presentes mencionó el tema de la crisis económica o los casos de corrupción del gobierno federal como causas también de la pérdida de 7 entidades, según se observa en estos reportes.
Otras versiones periodísticas coinciden con la reunión en privado en Los Pinos. Carlos Loret de Mola, en su colaboración editorial en El Universal, el 8 de junio, relató que tras el cierre de las casillas, a las 6 de la tarde, “todo colapsó: las encuestas, los operados, los gobernadores. Asombró a los funcionarios federales la falta de control, pero sobre todo de información fidedigna. Hubo algunas perlas”.
“Al atardecer, el veracruzano Javier Duarte reportaba que el PRI iba arriba por 3 puntos y ya por la noche solamente aceptaba que el resultado ‘se había cerrado’. En realidad, la perdió por 4 puntos porcentuales.
“A las 7 de la noche, César Duarte, de Chihuahua, todavía decía que el PRI llevaba ventaja de ¡5 puntos! Le habían ganado por 8.
“En Durango decían que iban adelante. También en Aguascalientes. En Quintana Roo lo mismo: estaba confiado Borge. Puras mentiras”, relató Loret de Mola en su columna “Historias de Reportero”.
El 9 de junio, en su columna “Explosión en Los Pinos”, publicada en El Financiero, Raymundo Rivapalacio relata los dos momentos de la “encerrona” en Los Pinos: cuando confiaban en los pronósticos de las encuestas de salida que les daban la victoria en 10 de las 12 entidades y después en la tarde.
“Peña Nieto estaba notablemente molesto con lo sucedido y preguntaba abiertamente al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, qué había sucedido. Ni él, ni Beltrones, ni nadie, tenía respuestas. El presidente ordenó revisar lo que había hecho el gobierno y encontrar cuáles eran las razones del voto de hartazgo por las cuales los castigaron el domingo pasado”, remató Rivapalacio.
En el reporte confidencial, cuya copia tiene Proceso, se señala que un día después de la jornada electoral el regaño de Peña Nieto también se dirigió hacia el titular de Sedesol, José Antonio Meade, porque esta dependencia se convirtió en “una mina de resguardo y trinchera de panistas”.
Francisco Guzmán, jefe de la Oficina de Los Pinos, abundó: “señor y ahí está Pemex, IMSS y CFE”.
Las Instrucciones de Peña
Para los siguientes días, el primer mandatario giró una instrucción a su jefe de la Oficina de Los Pinos para elaborar un análisis crítico de las derrotas del 5 de junio que contemple las siguientes variables: seguridad (alta intensidad: narcotráfico y crimen organizado); gobernadores priistas; derechos humanos (casos Tlatlaya, Ayotzinapa y Tanhuato); las alianzas opositoras (PAN-PRD) y la operación político-electoral del CEN del PRI.
Estas instrucciones, de acuerdo a otro reporte cuya copia tiene Proceso, tampoco incluye el tema de la corrupción.
Peña Nieto pidió también información de “distrito por distrito” en donde hubo derrotas y solicitó la plantilla de funcionarios de Sedesol, Pemex, IMSS y Secretaría de Relaciones Exteriores.
A mediados de junio, la Secretaría de Hacienda, el Sistema de Administración Tributario, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, así como la PGR se comprometieron ante Los Pinos a tener la información sobre el presunto desvío de 645 millones de pesos del gobernador veracruzano Javier Duarte y los audios filtrados sobre posible desvío de programas sociales con el ex gobernador oaxaqueño, José Murat.
Días posteriores a la derrota, Javier Duarte solicitó una audiencia con el primer mandatario Enrique Peña Nieto. La respuesta es que el encuentro era “reagendado”, sin fecha específica.
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