martes, 19 de julio de 2016

Qué es realmente la filosofía y cómo cambió mi manera de percibir la realidad

Qué es realmente la filosofía y cómo cambió mi manera de percibir la realidad


Estatua de Socrates
La sociedad actual es abrumadora. Pasamos más tiempo distraídos que prestando atención, nos dejamos llevar por emociones que ni siquiera entendemos y perseguimos cosas que solo nos traen penas.
Como todo ser humano del siglo XXI, soy prisionera de todo esto. Pero cuando comencé filosofía me aportó una perspectiva nueva que cambió mi manera de pensar y pensarme.

Aprendí que la filosofía no está muerta, como solía pensarlo. Entendí de qué trata realmente y cómo aplicar esta ciencia en mi vida, para sentirme mejor, para ser una mejor persona y para transmitir a mi entorno una energía más positiva.
Así es como entré en un mundo que poco conocía y mucho tiene para decirme. Empecé, primero, por entender realmente lo que es la filosofía...

¿Qué es exactamente la filosofía?

Palabra filosofia en un diccionario
El término filosofía proviene del latín philosophĭa, que a su vez proviene del griego antiguo φιλοσοφία, que significa «amor por la sabiduria». Esta palabra se atribuye en general al pensador griego Pitágoras, aunque no está del todo confirmado. Cuenta la historia que en el año 530 a. E. C., cuando a Pitágoras lo describieron como un sabio, él respondió que no lo era, que simplemente aspiraba a ser sabio, pues amaba la sabiduría.
El diccionario de la Real Academia Española define a la filosofía como «el conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano».
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En otras palabras, se trata del estudio de los problemas fundamentales del ser humano tales como la existencia, el conocimiento, las emociones, la verdad, la moral, la belleza, la mente y la comunicación.

Más allá de estas definiciones o de los antecedentes históricos, en general, cuando pensamos en filosofía enseguida nos viene a la mente una asignatura obligatoria de la educación secundaria.
Muchos de nosotros cursamos filosofía. ¿Pero acaso conocemos de qué trata realmente?

La filosofía antigua: un estilo de vida

Pierre Hadot, filósofo e historiador de filosofía francés, explicó en su ensayo Qu'est-ce que la philosophie antique? que la filosofía fue originalmente un «estilo de vida».
En el mismo explica que la filosofía no se limita a los habituales conceptos de fechas, nombres y conceptos abstractos. No es de gran relevancia la fecha en que Platón publicó La República o recitar alguna frase emblemática del Discours de la méthode de Renée Descartes.
Contrario a esto, muchas de las escuelas de filosofía antigua tuvieron siempre un único propósito y fue el de proveer un modo de alcanzar la felicidad en la vida y de transformar el modo en que el individuo percibe al mundo.
El autor enfatiza en que los filósofos antiguos no solo se preocupaban por desarrollar las teorías filosóficas, sino que también por aplicarlas como «estilo de vida». De hecho, para estos pensadores, la filosofía y el estilo de vida van de la mano.

¿Por qué cambió nuestro concepto de filosofía?

Libros de estudio
La filosofía ya no es más vista como un «estilo de vida». Si bien hay quienes mantienen un estilo de vida basado en la filosofía, son en general pocos y mal vistos por la sociedad, como personas que no quieren trabajar ni tener responsabilidades.
Pero ¿cuándo fue que se rompió el vínculo tan estrecho entre la filosofía y el estilo de vida? Pierre Hadot argumenta que sucedió al incorporarse en el área académica, al surgir los filósofos profesionales y por influencia del cristianismo.
Sin embargo, traer de nuevo la filosofía a nuestras vidas es tan simple como posible. Es cuestión de esforzarse a diario y entender el poder que nuestra mente tiene sobre nosotros.
Cuando empecé a estudiar filosofía, mi perspectiva al respecto era bastante pesimista. No creía que pudiera tener el alcance que tuvo, ni mucho menos el efecto que dejó en mí. Fuera de la educación secundaria, nunca había estudiado nada relacionado con filosofía ni leído un libro al respecto. Pero sin darme cuenta me adentre en un mundo en el que me sentí más que cómoda.
Y paso a paso, fui entendiendo lo que aquellos filósofos de la antigüedad nos querían transmitir. Mi proceso no fue nada original, como todo ser humano, primero aprendí a pensar y reflexionar, luego a formar mis propias creencias y por último a actuar en el día a día.
Así, entendí por primera vez dos rasgos que para mi son fundamentales para entender al ser humano: somos seres dominados por nuestras emociones y vivimos en constante sufrimiento. 

Nos dominan las emociones 

Emociones
Epicteto, un filósofo griego de la escuela estoica, quien fue parte de su vida esclavo de Roma, dijo:
«La felicidad que proviene de la sabiduría dura para siempre».
Una de los conceptos que más me fascinaron pertenece a la filosofía hindú. En una de las doctrinas existe la teoría de que el cuerpo humano se divide en 7 partes: el cuerpo físico, el cuerpo vital, el cuerpo emocional, la mente concreta, la mente inteligente, la intuición y por último el atma. Cada una de estas partes se «alimenta» de una energía diferente.
En particular, el cuerpo emocional se alimenta de emociones, ya sean positivas o negativas. Según los hindúes, en la sociedad actual es el cuerpo que domina a cada uno de nosotros. Todo lo que hacemos está guiado por nuestras emociones. Suena bastante acertado, ¿verdad? Y desgraciadamente, como probablemente ya lo sabes, las emociones nos alteran y nos llevan a actuar muy por fuera de la lógica.
Entonces, en una sociedad donde el marketing, la publicidad, las películas, las relaciones personales y muchas cosas más nos conducen a ser emocionales, ¿como no serlo?

 ¿Cómo ser libres y no vivir presas de nuestras emociones?

Libertad
Los estoicos, una escuela de filosofía Helenística fundada en Atenas por Zeno de Citium (siglo 3 a. E. C.), definen el concepto de «ataraxia» como el estado de liberación total de las alteraciones emocionales. Ellos creen que la felicidad está en uno mismo, si nos posicionamos en nuestro centro donde hay un equilibrio. En otras palabras dónde el ambiente no es capaz de perturbarnos. Por lo tanto, es en nuestro centro que somos realmente libres de las emociones.
Para ellos, la ataraxia es la consecuencia natural de una persona que persigue «el camino de la virtud». El concepto de virtud describe todo acto realizado por una persona que obra de acuerdo al bien. Toda persona que busca seguir este camino se encontraría, sin buscarlo, en ese centro que tanto deseamos alcanzar.
Según entiendo, no se trata siquiera de alcanzar la iluminación como Sidarta Gautama lo hizo, tan solo con seguir un camino que su destino aparente es el de ser mejores seres humanos, alcanzaríamos nuestro centro. Es así que lentamente, iríamos dejando aquello que nos domina y nos aleja de nuestro propósito natural de ser simple y meramente felices.

Estamos en constante sufrimiento

Estatua triste
Desde el budismo hasta los estoicos, existe la teoría de que la razón por la cuál el ser humano sufre es porque le dedica demasiada atención y energía a cosas que están destinadas a desaparecer. Es entonces que aparece el sufrimiento. Evidentemente, no se trata de un sufrimiento físico ni emocional, sino de un sufrimiento espiritual. No se manifiesta con lágrimas o dolor físico, pero está ahí.
Tal como lo expresó C. S. Lewis, con estas palabras que me marcaron para siempre, literalmente, con tinta sobre mi piel:
«No dejes que tu felicidad dependa de algo que puedes perder»
(En inglés: «Don’t let your happiness depend on something you may lose»)
Cuando entendí este concepto, me di cuenta de toda la atención y energía que yo misma, sin siquiera quererlo, le dedicaba a cosas pasajeras. En particular a la comida, al estudio y al trabajo. En realidad, mi vida no se resume a estas cosas, no es lo más importante.
Por ejemplo, mi vocación no me define como quién realmente soy, es solamente una etiqueta para que la sociedad me entienda como un ser humano y me pueda definir bajo sus términos.

Qué dicen los filósofos: ¿Cómo podemos dejar de sufrir?

Cartel en la calle de parar
Varias de las doctrinas filosóficas proponen dirigir la energía hacia lo eterno, ya que en realidad somos seres eternos. Las virtudes no pueden desaparecer nunca. La ética, la generosidad, la compasión, la empatía, entre muchas más.
Pero es importante primero comenzar por entender e identificar este concepto en nuestra vida a diario. Y por desgracia, esto es lo más difícil de realizar.
Nuestro cerebro está bombardeado constantemente por mensajes subliminales que nos indican que la belleza, la comida fast-food o la comida orgánica, las fiestas, el consumismo, las parejas, los perfumes y muchas cosas más, nos harán felices. Por esta razón, no alcanza con entenderlo una vez, hay que entenderlo a diario.
En particular, la 4ta noble verdad del Budismo (Ver artículo: «¿Qué son las "cuatro nobles verdades" del budismo?») explica una serie de pasos para dejar de sufrir y ser feliz. Si son efectivos o no, eso quedará a tu criterio. Para mi, lo son.

Filósofos podemos ser todos

Ilustracion de la imaginacion

Lo que aprendí estudiando filosofía es que puedo cambiar mi modo de vivir y de percibir la vida, sin cambiar mi vida en sí. Entendiendo y prestando mayor atención a lo que creía ya entender, es que me dí cuenta de que la filosofía no solo no está muerta, sino que está en todos nosotros, solo que no somos conscientes de ello.
En la película El club de los poetas muertos, un profesor alocado y original propone a los estudiantes pararse sobre sus mesas. Su objetivo es el de cambiar la perspectiva. Divertidos, los alumnos constatan que, con adoptar una postura física nueva e inesperada, el mundo cambia. En realidad, cambiar la perspectiva no es tan fácil, pero comienza con un gesto así de simple
Cada día, es nuestra responsabilidad demostrar que esta ciencia, que probablemente muchas personas creen que no sirve de nada, es en esencia, la herramienta que nos podría ayudar a solucionar todos nuestros problemas.
Si tan solo el sistema educativo nos enseñara algo válido y útil. Qué ironía.

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