
Es necesario considerar que, pese a tópicos muy extendidos sobre el medievo, la "caza de brujas" es, esencialmente, un movimiento esencialmente moderno. posiblemente espoleado por al división religiosa y los cambios socioeconómicos de la época. Además está creencia actúa con mayor fuerza en las comunidades calvinistas, como lo es la Escocia reformada, por una nueva concepción del papel del demonio en el mundo, como una fuerza más activa y mas poderosa de lo que pensaban los cristianos medievales.
Brujería en las Tierras Altas
La creencia en formas populares de magia, hechizos y otros poderes está muy presenten en toda la región montañosa, aunque parece cierto que el número de "cazas de brujas" fue bastante limitado. Se han ofrecido diversas explicaciones para que esto sea así:

Otros destacan las diferencias sociales y económicas entre esas dos áreas, ya que en las montañas aún perviven diversas formas comunales de propiedad (y cuando estas desaparecieron en el siglo XVIII hubo una nueva oleada de acusaciones de brujería), o la mayor distancia con los centros de autoridad política y religiosa, así como el menor impacto de las ideas calvinistas sobre el demonio antes mencionadas debido a la disidencia religiosa.
Sea como sea llevando, durante todo el periodo diversos tipos de curanderas, adivinas, parteras y mujeres sabias siguen llevando a cabo sus prácticas tradicionales, siendo molestadas raramente, al menos mientras limitaran sus poderes a la "magia blanca".
Así se practican diversas formas de adivinación, llamadas genéricamente taghairm (posiblemente "invocación de los espíritus") algunas bastante inocentes (permanecer en ayunas envuelto en una piel de becerro en un lugar apartado hasta tener una visión, por ejemplo) y otras más siniestras, como el llamado taghairm na cath. Este era un ritual donde el invocador debía quemar vivos gatos durante varios días, llamando así un "demonio" conocido como "Orejas Grandes", en forma de gigantesco gato, para obtener de él respuesta sobre el futuro.

Brujería en las Tierras Bajas y en la Frontera
Pero sin dudarlo es en las Tierras bajas de Escocia donde la idea de las brujas como servidoras, conscientes, de Satán si arraiga con inusitada fuerza. Proporcionalmente incluso con más fuerza que en Inglaterra, ya que se calcula que en torno a 4000 personas fueron juzgadas por brujería durante este periodo, de los cuales aproximadamente una cuarta parte llegaron a ser ejecutadas. La inmensa mayoría eran mujeres (entre un 80 y un 85%), en muchos casos viudas o "solteronas", afectadas por la creciente misoginia y más indefensas ante el empobrecimiento creciente de las clases populares de la época.
El más famoso caso del siglo XVI en Escocia es el de las brujas de North Berwick, en la región de Lothian. En un juicio sensacional se acusaba a varias personas de haber participado en una conspiración para, mediante la hechicería, provocar una tormenta para hundir el barco en el que el rey Jacobo VI viajaba desde Dinamarca. junto con su flamante esposa Ana, en 1590. Entre los acusados se encontraba nada menos que uno de los principales nobles del país, Francis Stewart, Conde de Bothwell y almirante de Escocia, que tuvo que huir del reino hacia Inglaterra, perseguido de cerca por los agentes del rey. Otros acusados más modestos no tuvieron ocasión de escapar y fueron torturados y ejecutados: principalmente la partera Agnes Sampson y el maestro de escuela John Fian (a veces conocido como John Cunninghame).
Procedimiento judicial
La Ley de la Brujería de 1563, aprobada solo tres años después de la reforma de la Iglesia escocesa, convierte los actos de brujería en punibles con la muerte y se convierte en el instrumento legal para la persecución de al brujería en todo el reino durante los siguientes dos siglos.

Hay que tener en cuenta que judicialmente la mayoría de los juicios por brujería se realizaban ante las cortes civiles, no en las religiosas. Solo a partir de 1597, y especialmente a partir de 1603, la kirk (la Iglesia nacional escocesa) toma un papel más activo y muchos juicios tienen lugar en las "Sesiones" de la Iglesia. Estas presididas por el pastor y formadas por los miembros más respetados de la comunidad o ancianos, en las que se condenan muchas de las faltas morales de la comunidad, incluyendo la brujería.
El proceso de los juicios era siempre muy similar: una acusación preliminar, a menudo anónima, después la tortura judicial (aunque técnicamente el uso de la tortura estaba muy limitado en la práctica no se cumplían esos límites), para obtener una confesión y a continuación la búsqueda de nuevas culpables (ya que se creía que raramente las brujas actuaban solas, siendo 13 el número considerado ideal). A su vez estas acusadas se veían arrastrados al mismo círculo vicioso de negación, tortura y confesión.
La acusada era considerado culpable desde el primer momento y resultaba casi imposible obtener una absolución. A menudo se utilizaba como prueba, y como tortura, el "pinchar" a la supuesta bruja con una larga aguja, en busca de un punto de insensibilidad en la piel, donde se decía que se encontraba la Marca del Diablo, la señal de su pacto con Satán.
Normalmente eran condenadas a morir en la hoguera (y no en la horca, que era la forma común de ejecución de las brujas en Inglaterra), aunque en la mayoría de los casos a las condenadas se les ofrecía la "piadosa" opción de ser estranguladas antes de encenderse las llamas.
El hombre negro
Existen posiblemente diversas tradiciones y creencias que fueron agrupadas por los cazadores bajo el amplio paraguas de la brujería. Innegablemente la mayoría de las condenadas eran inocentes de cualquier filiación demoníaca. Pero si existe un hilo común entre muchos de los testimonios de toda Europa es la presencia de una figura referida como el Hombre Negro (a no confundir con el Hombre Oscuro/Bran), ocasionalmente también como Black Donald (Dòmhnall Dubh).

Es una teoría defendida por algunos que esta figura en particular procede de una tradición egipcia, traída a Europa por los cruzados que retornaban de oriente en el siglo XII y, en particular, vinculado a las leyendas templarias que abundan en Escocia. La ulterior identificación de este con el ser mencionado en el Necronomicon como Nyarlathotep no está exenta de polémica.
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