Marte o el por qué el planeta rojo es fundamental para la economía
Cuando se habla de la carrera espacial, algunos economistas suelen sojuzgarla como un derroche de dinero de dudoso retorno en términos económicos. Como veremos en nuestro análisis de hoy, nada más lejos de la realidad. No sólo la conquista del espacio exterior puede ser clave para la futura supervivencia de la raza humana como especie, sino que además los "progresos colaterales" que trae a nuestras socioeconomías son más que relevantes.
Pero no sólo debemos hablar de inventos que han sido desarrollados como parte de la carrera espacial, ni de lo gratificante que puede llegar a resultar ser la primera potencia a nivel mundial en haber logrado un nuevo hito espacial... también debemos concebir la carrera espacial como un elemento que va a traer forzosamente la necesidad de experimentar con nuevos sistemas socioeconómicos.
¿Qué nos ha aportado la carrera espacial hasta el momento?
Desde el lanzamiento de aquel primer Sputnik soviético el 4 de Octubre de 1957, se abrió en el marco de la guerra fría una carrera espacial entre el bloque comunista y las potencias occidentales. A lo largo de la historia, pocos enfrentamientos han resultado tan provechosos para la ciencia y la economía como esta carrera espacial "fría", por la que la extinta URSS y EEUU se lanzaron a una guerra sin cuartel para ser los primeros en conseguir diversos hitos espaciales.
Hay una amplia tecnología satelital que hoy en día se usa con distintos fines terrestres, entre ellos están la difusión de televisión y datos a la superficie, las comunicaciones bidireccionales entre puntos muy distantes, la geolocalización como por ejemplo el GPS, los satélites espía para fines militares, la meteorología, y así hasta un largo etcétera. Nada de todo esto habría sido posible sin la carrera espacial, puesto que aquellos primeros satélites, cuyo fin primigenio era mayormente demostrar la superioridad tecnológico-científica y adelantarse a un enemigo que se consideraba una gran amenaza, acabaron sirviendo de base tecnológica para el desarrollo de usos civiles fundamentales hoy en día, y que han hecho progresar considerablemente a nuestras socioeconomías.
Aparte
Aparte de los avances espaciales más directos, hay multitud de otros inventos que llegaron con la carrera espacial
Pero aparte de esos avances satelitales, hay otra serie de avances "colaterales" mucho más numerosos y que han cambiado nuestras vidas. Sin la tecnología desarrollada durante la carrera espacial, nuestro mundo de hoy en día no sería tal y como lo conocemos. Según pueden leer en este artículo de Xataka Ciencia, por nombrar tan sólo algunos, podemos contar entre los inventos espaciales al código de barras, los detectores de humo, sistemas de eficiencia energética y fotovoltaica, técnicas de desifección utilizadas en todos los hospitales del mundo, múltiples avances textiles, el teflón, el velcro, numerosos medicamentos y avances en medicina como el marcapasos o los monitores cardiacos, el termómetro digital, la pintura anticorrosión, los alimentos deshidratados y liofilizados como algunas papillas o el café soluble, el tubo de pasta de dientes, las lentes de contacto, el tratamiento de aguas, el microondas, el láser, y hasta los pañales desechables. No creo que sea necesario seguir poniéndoles más ejemplos.
Pero una de las principales novedades económicas que trajo la carrera espacial fue el programa denominado Desarrollo de Productos del Espacio, concebido para estimular a las compañías privadas a emplear las misiones de los transbordadores y las instalaciones de la Estación como centros de investigación de nuevos productos. Como vemos, aquí ya pasamos de la aplicación directa de nuevos inventos espaciales a acuñar un nuevo modelo de colaboración e investigación empresarial que ha estructurado y sigue estructurando el tejido industrial y productivo, y por el que diversos experimentos financiados por el sector privado han acabado aportando relevantes avances a la industria y al mundo entero.
Pero, ¿Por qué necesitamos la carrera espacial para poder inventar?
Los animales, el ser humano, y por extensión las economías y las sociedades suelen ser de naturaleza acomodaticia. Estamos mayormente programados para adaptarnos al medio minimizando el esfuerzo dedicado para ello. Por esto, tanto a nivel personal como colectivo, no enfrentarnos a nuevos retos y desafíos, a nuevos problemas y cuestiones, a nuevos horizontes y medios, hace que nuestra ciencia y nuestra tecnología se estanquen. Y el medio terráqueo evoluciona mucho más lentamente en comparación a lo disruptiva que resulta la carrera espacial, con lo que el no salir de nuestro esférico hogar da demasiado margen para "acomodarse" peligrosamente.
Aunque siempre hay retos aquí abajo bajo nuestra estratosfera, los retos terráqueos no tienen nada que ver con los que nos vamos a encontrar en Marte. Debemos mantener el ritmo de avances científicos y socioeconómicos que trae la carrera espacial, pero también debemos mantener a nuestras élites científicas y a la socioeconomía en general entrenadas con una resistencia al fracaso que a largo plazo sólo nos lleva a la superación en muchos sentidos. La carrera espacial es un elemento tremendamente disruptivo, que obliga a tener nuevos enfoques, a inventar nuevas soluciones creativas, a enfrentarnos a lo desconocido aguzando nuestra capacidad de predicción, a imaginar como colectivo una situación en la que nadie se ha visto antes. Y por todo ello, los programas espaciales nos hacen avanzar de una forma con un valor incalculable.
Marte como máximo exponente actual de la carrera espacial
A día de hoy, el máximo exponente de esta carrera espacial lo representa el planeta rojo. Marte es la próxima estación de este tren de progreso. Todas las potencias terráqueas lo saben, y es por ello por lo que el avance y el empuje que Marte está trayendo a nuestro planeta trasciende los aspectos más evidentes: el aterrizar (perdonen los marcianos la terráquea expresión) en otro planeta del sistema solar, encontrar agua, nuevas formas de vida, o cualquier otro descubrimiento que desde el punto de vista tecnológico-científico ya justifica sobradamente de por sí el esfuerzo dedicado.
Es este otro progreso socioeconómico "colateral" el que está empujando a diversos países a una re-edición de la desenfrenada carrera espacial, que está recuperando el protagonismo que había venido perdiendo en los últimos lustros en comparación a los esfuerzos, recursos, y repercusión mediática de que disfrutó a mediados del siglo XX. Entonces proliferaron las misiones bajo un telón de acero que perdía con la altura su divisoria naturaleza. Como pueden leer en el siguiente enlace, la carrera espacial hacia el planeta rojo está muy viva, y además está siendo escenario de valiosas colaboraciones internacionales.
Los corredores principales en esta particular carrera son por supuesto la NASA, pero también la Agencia Espacial Europea, la agencia espacial rusa Roscosmos, o las respectivas agencias de China, India o Japón. Nadie quiere quedarse fuera sin dorsal, y las principales potencias del planeta Tierra esán tomando parte en ella en mayor o menor medida, abriendo literalmente nuevos horizontes para nuestra civilización. Para hacerse una idea del nivel de anticipación, y del calibre de los avances que el planeta rojo puede traer, les recomiendo la lectura de este artículo del El Español, que incluye una interesante entrevista a Mark McCaughrean, asesor científico de la Agencia Espacial Europea.
Y los resultados de experimentos socioeconómicos que puede traer Marte
Los habituales de este blog saben que un servidor no es partidario de experimentos económicos a gran escala, porque la economía es un sistema muy complejo y siempre va a haber variables que no hayamos contemplado, y que pueden acabar trayendo graves consecuencias imprevistas. Pero obviamente soy perfectamente consciente de que vivimos en un mundo siempre cambiante, y que el sistema, entidad, o individuo que no cambia y no se adapta a él está acabado. Es por ello por lo que personalmente me inclino más por experimentos económicos de naturaleza acotada que nos permitan sacar conclusiones, y así mejorar el sistema para asegurar su supervivencia (y la nuestra).
Hace unas semanas les trajimos un análisis socioeconómico sobre las teorías de Elon Musk y otros, que contemplan que nuestro mundo sea tan sólo una simulación tipo Matrix, y que les enlazo aquí. El enfoque que le dí a la utilidad socioeconómica de esa posibilidad era precisamente el de que pudiese tratarse de una simulación que aportaría resultados de valor incalculable sobre los sistemas económicos, la misma idea central que les he expuesto en el párrafo anterior. Y dicho sea de paso, y para que puedan valorar el post que les escribo hoy, no estamos aquí divagando sobre futuribles imposibles, el mismo Elon Musk ha declarado públicamente su intención de establecer una colonia en Marte tan pronto como la próxima década, como pueden leer en esta noticia.
Pero volviendo al tema de las simulaciones, el hacer simulaciones económicas de complejiad máxima es a día de hoy todavía inviable para la raza humana con los medios actuales, por ello, una colonia espacial como sería una marciana, es un terreno abonado para experimentar socioeconómicamente. No es que les esté proponiendo a la ligera juguetear con un presupuesto de muchos millones de euros realizando un experimento socioeconómico que puede acabar arruinando una misión evidentemente científica. No. Lo que les estoy tratando de decir es que una futura colonia marciana es un nuevo escenario socioeconómico hasta ahora desconocido, y como tal requerirá un nuevo sistema.
La enorme distancia que nos separa de Marte, el hecho de que un viaje hasta el planeta rojo con la tecnología actual llevaría entre 39 y 289 días (tiempo variable dependiendo de la posición relativa a la Tierra dentro de su órbita solar), y el enorme coste que supone lanzar al espacio cada kilo de mercancía y material, nos llevan a la conclusión de que es obligatorio pensar en que en Marte se debe instaurar un sistema socioeconómico y productivo independiente de la Tierra, en el sentido de que debe ser capaz de subsistir por si mismo, aunque pueda depender organizacional y políticamente de nosotros.
He aquí la gran ocasión socioeconómica que brinda la carrera espacial del planeta rojo. Va a haber sí o sí que poner en práctica un nuevo concepto de socioeconomía a pequeña escala, más que nada porque la propia misión lo requiere por su casuística. En este sentido, tengan en cuenta que para el caso marciano no nos vale nuestro sistema actual, el capitalismo. Si bien el capitalismo ha sido fuente de riqueza y progreso en las últimas décadas, y ha sacado de la pobreza a millones de seres humanos, sin entrar a discutir aquí sobre si la globalización es su futuro o su fin, sí que es cierto que el capitalismo no nos serviría para una colonia marciana. El sistema marciano necesariamente debería estar basado en el intercambio, la polivalencia, y la colaboración entre los individuos, máxime cuando habrán de vivir en un medio hostil, sin apenas recursos, y contando con pocos individuos en la comunidad.
En Marte no se debería aplicar el capitalismo (al menos no en su actual concepción terráquea), en primer lugar porque en una colonia espacial no hay mercado de masas posible ni economía de escala, sino más bien una mera economía de subsistencia. Pero en esa economía de subsistencia habrá unos cuantos individuos, trabajando, produciendo, pensando para la comunidad, y habrá que idear algún sistema socioeconómico por el que su esfuerzo se vea recompensado y se traduzca en algo tangible. No es ni más ni menos el mismo problema al que se ha enfrentado el ser humano en la Tierra desde tiempos inmemoriales, y que la economía ha ido cubriendo sucesivamente con diferentes sistemas a lo largo de los siglos.
Porque no olviden que en Marte los habrá que trabajen mucho, que trabajen poco, que sean más o menos inteligentes, que tengan unas habilidades u otras, que deban trabajar individualmente o en equipo, que deban coordinar o dirigir los esfuerzos de otros... Marte será una microsocioeconomía, y en algún momento habrá que poner en valor lo que cada uno aporta a la colonia, y que los que más aporten vean de alguna forma correspondido su esfuerzo, porque sin recompensa ni incentivo el esfuerzo es difícilmente sostenible en el tiempo para la mayoría de los seres humanos. Y ello llevaría a la dejación de las labores de la colonia, lo que en un entorno hostil como Marte acabaría acarreando indudablemente la muerte de todos los individuos.
Los peligros potenciales de un experimento que fracase
No podemos dejar de remarcar que el asunto de un experimento socioeconómico en Marte tiene indudablemente también su lado peligroso. A buen seguro que no pocos agentes económicos y dirigentes terráqueos acabarán ingenuamente cayendo en que, el hecho de que hayamos pasado hasta ahora sin Marte, les hará menospreciar su capacidad de provocar una crisis económica en la Tierra si el experimento colonial acaba en caos. En primer lugar, obviamente, está la seguridad, la integridad, y la vida de los colonos, que no se deberá olvidar que son seres humanos por muy lejos que estén.
En este sentido, no se puede obviar que las personas de la colonia habrán llegado escalonadamente y con cuentagotas hasta sumar una población considerable, y que, si el experimento acaba en desastre, habría que acabar sacándolos de allí urgentemente. El problema es que no habrá medios disponibles para rescatar a todos y traerlos de vuelta a la Tierra, al menos no para hacerlo con las prisas que un caos puede requerir.
Aunque el otro peligro más terráqueo venía también porque Marte a día de hoy nos parece (casi) irrelevante para nuestra economía terrícola (a pesar del presente post), ¿Pero que hay si les digo por ejemplo que Marte puede convertirse en una gran explotación minera sin la cual la tierra con los años no podría sobrevivir? El ejemplo lo tienen por ejemplo con esas tierras raras que produce casi en exclusividad China, y que ahora se han vuelto vitales para nuestras economías porque son imprescindibles para los móviles y los dispositivos tecnológicos. Miren atrás y verán que hace unos años tenían un uso mucho menos relevante. Lo mismo puede acabar ocurriendo con el planeta rojo: un potencial caos, que podría considerarse inicialmente un asunto meramente local de Marte, acabaría teniendo también peligrosas consecuencias en la Tierra.
Rojo y azul han sido una combinación cromática considerada tradicionalmente como enfrentada en nuestra cultura, pero, al igual que en la política rojos y azules están condenados a acabarse entendiendo de alguna manera, vemos ahora cómo el planeta rojo y el planeta azul deberán establecer vínculos de colaboración y entendimiento, porque el destino de ambos estará inevitablemente unido en una Galaxia en la que (por ahora) seguimos estando solos. Y recuerden que tal vez en Marte esté una de las claves de la sostenibilidad del futuro de la vida en la Tierra, el mismo Stephen Hawking ya dijo que la raza humana debía colonizar otros planetas para asegurar el futuro de la especie.
La noticia Marte o el por qué el planeta rojo es fundamental para la economía fue publicada originalmente en El Blog Salmón por DerBlaueMond .
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