Un nuevo atentado en Pakistán, como es obvio, inmediatamente revindicado por el
Daesh
, en su sitio
Amaq
, contra el político y religioso,
mawlānā
Abdul Ghafoor Haideri, vicepresidente del Senado, este último viernes
12, dejó 28 muertos, entre los que se encuentran varios asistentes y
siete hombres de la escolta de Haideri, además de unos 40 heridos, entre
ellos el propio
mawlānā
.
Se especula con que el número de muertos podría aumentar ya que al
menos 10 de los heridos, trasladados al Centro de Trauma del Hospital
Civil en Quetta, se encontraban en estado grave.
El ataque se
produjo en Mastung, una población 70 kilómetros al sur de la ciudad de
Quetta, sobre la autopista a esta ciudad capital del estado de
Beluchistán, con la ciudad puerto de Karachi. El auto blindado de
Haideri, que además es uno de los líderes del partido Jamiat Ulema-e-Islam (JUI), y secretario general del Jamiat Ulema-i-Islam-Fazl,
un ala radical del JUI, fue embestido por una moto, conducida por un
atacante suicida. Un gran número de vehículos y motocicletas, incluyendo
un móvil policial, fueron destruidos por la explosión. La onda
expansiva abarcó varias manzanas de Mastung, una población de cerca de
170 mil habitantes.El mawlānā, acababa de salir de una madrassa en la ciudad de Khalat, donde había asistido a una ceremonia de graduación y dirigido la oración del viernes.
No fue el primer ataque suicida contra un jefe del JUI-F, en 2014, el jefe y fundador del partido el mawlānā Fazlur ur-Rehman había sufrido un ataque similar en Quetta.
Tras el ataque del viernes los controles fueron reforzados en la capital provincial y otras ciudades y pueblos de la provincia de Beluchistán.
Nada de lo que pudiera suceder en Pakistán, es gratuito para la tensa situación que se registra a nivel global. El país centro asiático, es el único musulmán con armamento nuclear, que además mantiene una de guerra larval con la India otra potencia nuclear, está atravesada por una notable variedad de conflictos.
Desde su conformación en 1947 movimientos separatistas como en Cachemira, la región en disputa con India o en la rica y clave provincia de Beluchistán, el BLA (Ejército de Liberación del Beluchistán) ha mantenido una guerra con el gobierno central de Islamabad, ahora atenuada, tras la proliferación de los grupos integristas como al-Qaeda, Daesh y el Tehreek-i-Taliban Pakistán el capítulo pakistaní, de los talibanes afganos, que operan en todo el país, pero con particular presencia en Beluchistán.
El JUI, es un partido sunita de confesión Deobandi (una de las tantas versión en que se divide en sunismo, de origen sufí, creada en la India en 1866, y con particular fuerza en Pakistán, Afganistán, Bangladesh y la propia India). En 1988 el JUI, sufrió una división que se distingue como JUI-F por el nombre de su líder, el mawlānā Fazal-ur-Rehman.
El JUI-F, quien propugna por la aplicación de la Sharia (ley coránica) es miembro del conglomerado gobernante la “Liga Musulmana de Pakistán”, y representa el quinto partido más grande del país, con una representatividad cercana al 4% del electorado, que le significa 15 de los 272 escaños de la Asamblea Nacional.
El JUI-F se referencia fundamentalmente en regiones críticas del sur de la provincia de Khyber Pakhtunkhwa (KPK) y en las regiones septentrionales de Beluchistán, con preeminencia de la etnia pasthu, fronterizas con Afganistán.
Pero el verdadero poder del JUI, junto al JUI-F, reside en que entre ambas organizaciones controlan el 65 % de las madrassas del país, desde donde se imparte las versiones más extremas del Corán, dando sustento filosófico a los grupos integristas que operan en el país.
Se ha detectado que la mayoría de los combatientes del grupo separatistas cachemir, Jaish-e-Mohammad (El ejército de Mahoma) que se sospecha trabaja en línea con el poderoso servicio de inteligencia inter-Services Intelligence (ISI) a sabiendas de Islamabad, tras la línea fronteriza con India, han salido de madrassas del JUI-F. Además de los miembros de la organización Harkat-ul-Mujahideen, (Guerreros de la Fe) un grupo muy próximo a los talibanes afganos, conformado en 1985 para darle apoyo a los muyahidines que luchaban contra el ejército soviético.
Es en una de la vasta red de escuelas coránicas del JUI, la madrassa de Darul Uloom Haqqania en Akora Khattak, en el distrito de Nowshera en la provincia pakistaní de Khyber Pakhtunkhwa, donde muchos de los principales líderes y comandantes del Talibán, incluido su fundador el Mullah Omar, fueron radicalizados.
Tras saberse del ataque contra el mawlānā Haideri, trabajadores y simpatizantes de la JUI-F bloquearon la autopista Quetta-Karachi mientras que los bazares y tiendas de pueblos como Mastung, Kalat y Khuzdar, cerraron sus puertas en señal de protesta.
Beluchistán, es una provincia estratégica y rica en recursos energéticos, fronteriza con Irán y Afganistán donde además del accionar de los grupos separatistas e integristas, tienen actividades innumerable cantidad de organizaciones delictivas desde traficantes de personas, contrabandistas y carteles vinculados tráfico del opio y la heroína afgano rumbo a mercado de extremo oriente y Europa.
Para Islamabad, Beluchistán han tomado una importancia fundamental ya que es parte del Corredor Económico China-Pakistán (CPEC), que significa unos 50 mil millones de dólares.
Las malas compañías
Pakistán parece estar pagando su injerencia en la guerra afgano-soviética (1978-1992)
En la que sirvió como portaaviones norteamericano, para el abastecimiento de los muyahidines afgano y puerta de entrada de los miles de mercenarios pagados por Arabia Saudita.
Riad, además invirtió miles de millones de dólares para la creación de mezquitas y madrassas en Pakistán, para que miles de jóvenes se adoctrinen para la guerra takfir, es decir para todo aquel que no entienda el Corán como el wahabismo lo establece y para la yihad.
Tras la retirada de Rusia, y la instauración del régimen del talibán en Afganistán, a principios de los noventa, la actividad de los fundamentalistas en Pakistán no se atenuó sino todo lo contrario, en las regiones fronterizas con Afganistán: Waziristán del norte y Beluchistán, y las “áreas tribales” las acciones de los grupos fundamentalistas comenzaron a ser cada vez más frecuentes y violentas, produciéndose en la actualidad operaciones en todo el país.
En 2016, se produjeron 1803 muertos, en 2015 tras 625 ataques terroristas se produjeron 1069 muertos, en 2014 los muertos fueron 1723 y en 2013, 2451 aunque el año más violento fue el 2009, con 3800 ataques, que dejaron 12600 muertos y en lo que va del 2017 la cifra de muertos esta próxima a los 700.
La complicidad de Pakistán con al-Qaeda, si necesitara todavía más pruebas, quedó evidenciada tras el hallazgo y ¿ejecución? del refugio de Osama bin Laden en las cercanías de una base militar en la ciudad pakistaní de Abbottabad, cruzada por innumerables sistemas de inteligencias tanto occidentales como pakistaníes.
Tras la invasión norteamericana a Afganistán en 2001, se han producido infinidad de ataques aéreos contra territorio pakistaní mayoritariamente protagonizado por aviones o drones norteamericanos donde las matanzas de civiles a pesar de que han sido sistemáticamente ocultadas por la prensa, las autoridades norteamericanas y pakistaníes, sobrepasan los 15 mil muertos.
Pakistán, con la excusa de la lucha contra el comunismo en la Guerra Fría y en búsquedas de aliados para sus guerras contra la India, abrió sus puertas, permitiendo que los Estados Unidos, Arabia Saudita y el terrorismo internacional se instalaran en su territorio.
A más de 30 años de aquello nada más que muertos le han dejado sus “amigos”.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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