Filosofía(s) de la liberación y descolonización
Por Abdiel Rodríguez Reyes
La(s)
filosofía(s) de la liberación surgieron a finales de la década de los
sesentas, en la confluencia con otros ámbitos del saber y el explícito
compromiso con el Otro, el excluido por su condición de raza, clase y
género; es decir, en la exterioridad de la Modernidad. Su itinerario es
largo, no es una cuestión de moda, se trata de un pensamiento que tiene
un corpus sólido y diverso que, en su interior, tiene distinciones, pero
su telos analógico es la liberación. Cerutti-Guldberg diría que, de lo
que se trata, es de pensar para la liberación en varios planos:
ontológico, epistemológico y político. Tenemos que liberarnos de la
dominación occidental que implementó una jerarquía en donde el sujeto,
el conocimiento y la forma de regir los asuntos públicos distintos
quedaron encubiertos; adicionalmente, dispuso de un discurso, el
eurocentrismo, que universalizó esta unívoca forma de organizar la vida.
Sobre
la descolonización, podríamos decir que existe desde el primer momento
de la colonización, como su resistencia siempre presente. Toda
colonización implica opresión y despierta, simultáneamente,
resistencias. Con respecto a lo que nos interpela directamente, la fecha
central es 1492, a partir de allí, los discursos y prácticas
descoloniales han estado presentes, desde Bartolomé de las Casas a
Toussaint de L´Overture. En el siglo XX, en geopolítica hubo un
interesante proceso de descolonización de los países no alineados; en
las colonias del Caribe, Túnez y Argelia ─con pensadores como Memmi,
Fanon, Cesaire, CLR James, Eric Williams, entre otros más─ se da una
amplia producción de pensamiento descolonial acompañado de procesos
políticos que intentaban salir de las garras del colonialismo
occidental, en particular, del ejercido por Estados Unidos, Reino Unido y
Francia. Esto nos muestra que contamos con una rica tradición, tanto de
experiencias, como de discursos críticos al colonialismo.
Desde
las ciencias sociales y la filosofía, también contamos con una amplia
producción en esa dirección. Ya desde la década del setenta, Rodolfo
Stavenhagen se cuestionaba sobre la posibilidad de la descolonización de
las ciencias sociales, a la vez que remarcaba el rastro radical de la
crítica del pensamiento en el “Tercer mundo”. En la década del noventa,
Linda Tuhiwai Smith se cuestionaba por las metodologías y la necesidad
de descolonizarlas. Es decir, la descolonización no sólo se encuentra en
el boom descolonial suscitado en las universidades estadounidenses con
Mignolo, Lugones, Grosfoguel y Maldonado Torres. Estos autores han
irrumpido en la academia anglófona con nuevos y potentes propuestas
alternativas —aunque distintos entre sí— que son el resultado de un
complejo y profundo proceso de descolonización del saber. En ese
sentido, hay que explorar tanto la tradición de pensamiento descolonial,
como también estas nuevas propuestas, la irrupción de nuevos conceptos
nos indican la necesidad de cuestionar nuestros marcos teóricos y
metodológicos.
Las
perspectivas descoloniales trascienden nuestras fronteras, en las
periferias y en los centros del moderno sistema mundial resurgen líneas
de investigaciones y propuestas que cuestionan el patrón de poder
colonial; por ejemplo, en España, Sirin Adlbi Sibai; en Francia, Houria
Bouteldja, por nombrar a algunas. Estamos en una coyuntura enriquecedora
de una nueva configuración del pensamiento descolonial que presupone
críticas parciales y totales. Hay que aprovechar y subsumir
analógicamente todos los aspectos que puedan servirnos en nuestros
contextos para pensar nuestras realidades a partir de nuestras propias
experiencias. La descolonización no es un hecho, es un complejo proceso
de reflexión y desmonte de los patrones coloniales impuestos mediante
diversos dispositivos, que pasan desapercibidos, pero encubren la
diversidad del mundo bajo la discursividad unívoca del eurocentrismo.
La(s)
filosofía(s) de la liberación aún no han agotado sus presupuestos
críticos, han resistido a las modas y robinsonadas posmodernas, desde el
“Manifiesto de 1973” ya se había trazado un programa crítico con
respecto a esa univocidad encubridora del “yo conquisto, yo pienso […]”
esto, “desde una praxis de la liberación”, ahora enriquecida por las
olas de pensamientos y perspectivas descoloniales, en particular, de los
estudios sobre genocidios/epistemicidios, ecologías y feminismos que
mueven y giran el foco de atención hacia sus núcleos problemáticos. Así,
podemos ver el problema en sus especificidades, que muchas veces se
pasaban por alto o eran analizados intrínsecos a otros nodos
problemáticos.
La(s)
filosofía(s) de la liberación nos invitaron a pensar estos problemas
cuando no estaban en las agendas nacionales y, mucho menos en las
universitarias, eran marginados, parcial o totalmente. Ahora podemos
re-pensar todo en su conjunto. Con la amplia experiencia acumulada y
producción de pensamiento descolonial, es inevitable discutir en los
espacios de los que fueron encubiertos y/o marginados, la crítica y los
debates entre posiciones analógicas nos enrumban a un mundo más
pluriverso como diría Boaventura de Sousa Santos.
Si
pudiéramos sintetizar la función de la(s) filosofía(s) de la liberación
en la discusión mundial de la descolonización, podríamos enfocarla en
dos sentidos. Por un lado, colocó en el centro del debate la cuestión
del Otro; por otro lado, no sólo se desarrolló una crítica, también
comenzaron a desarrollarse propuestas. Las principales que, además dan
sentido a plantear la cuestión en plural, son, a saber: la vida
trans-capitalista de Horacio Cerutti-Gulderg, que se plantea “otra vida
que merezca ser designada vida en plenitud y no pura sobrevivencia”; y
la Transmodernidad de Enrique Dussel, como una alternativa a la
Modernidad, con el principio material de la vida como eje rector. Por
vías distintas nos invitan a pensar con los pies en la tierra, el mundo
en que queremos vivir a partir de nuestras propias experiencias.
Abdiel Rodríguez Reyes
Facultad de Humanidades – Universidad de Panamá
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