martes, 31 de octubre de 2017

El orden (monárquico) reina en Barcelona


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El orden (monárquico) reina en Barcelona


Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Cuando se trata de un litigio por ejemplo territorial, lo mínimo que puedes hacer es dejar que la gente vote. Algo simple y sencillo que sin embargo se convierte en un drama. Y es porque no quieren desobediencias…
Por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Me encuentro con una amiga que antaño fue anarquistas temerosas ante las consecuencias del disenso catalán. El día antes dos personas me habían contado dos anécdotas en la misma línea vividos por un conocido nacido en Barcelona, catalanoparlante, un conservador con apariencia progresista. Resulta que se había enfadado porque dos amigas habían comenzado a hablar catalán entre ellas, y poco después una amiga colombiana me contaba que el mismo personaje le había vetado una conferencia sobre feminismo porque no estaban los ánimos para agitar más las aguas políticas…tiene miedo pero de que las cosas puedan cambiar.
En realidad, pocas crisis políticas del calado de la catalana se habían mostrado tan razonables, sin ir más allá del algún exabrupto sectario en absoluto representativo. Los palos, que los hubo, los dio la policía del Estado y los “fatxas” sueltos, incluso en lugares apartados como Valencia, las campañas denigrantes provenían de la prensa madrileña, de TVE, las acusaciones de nazismo de barones del PP y del PSOE. Nazismo prosoviético podría decir “El País” Ovejero clama contra las nuevas fronteras, pero reconoce las existentes como algo fuera de cuestión.
Enchufo TV3 y asisto a la retransmisión aséptica de los parlamentos del  acto de esta mañana del SCC. Comienza una señora catedrática que habla de todo: igualdad, justicia, derechos, todos somos catalanes, no se deja nada en el tintero. Ordenado un poco podría resultar un discurso de alguien próximo a la CNT que acaba de leer a Bakunin. Pero al final, exalta la legalidad y las medidas del PP, reconoce la interpretación de la justicia del PP…
Como broche final clama con una cortesana “!Viva el rey¡”. Ni ella ni ninguno de los presentes dice ni media palabra sobre lo que se está cociendo social y económicamente, contra todos los de abajo incluyendo por supuesto la mayoría de los asistentes que aceptan una España endeudada que promete un “No futuro” para las nuevas generaciones.  Por mi parte me digo: no quiero un sistema social y económico pensando y organizado para privatizar lo público, garantizar la ganancia de los amos y arruinar al mismo tiempo a las clases populares. No quiero un gobierno corrupto que no acepta un mero Referéndum que según ha explicado muy bien Jordi Évole, habría ganado por las buenas pero que ha perdido por las malas. Y como no quiero eso no acepto componendas con quines lo representa…
Oyendo a Paco Frutos presentado como antiguo secretario general PCE, y nos habla de un racismo identitario que uno no ha visto desde que llegó aquí en 1960. Repite con sorna que no existe una izquierda nacionalista…En realidad podría decir cualquier cosa, lo que importa es criminalizar la opción de no ser españoles a la fuerza. De someterse a los poderes de este Estado, de esta Constitución. De este rey…
Todos están con “esta” España”, cuando moral y culturalmente hay por lo menos dos. La de oligarquía y la de los que se le oponen..
El franquismo tuvo cuanto menos una virtud: era el retrato de todo lo indigno, de todo lo que debíamos despreciar. Un día (¿1963?) me encontré un relato sobre el encuentro de un personaje casi familiar, José Mª Galván. Lo describían discutiendo de tradición con un intelectual carlista. Este desesperaba por mi paisano -crítico de arte, comunista, amigo de Picasso-, le sacaba relucir…la otra tradición: la de los herejes, moros, judíos, humanistas cristianos, amigos de los nativos, librepensadores. Había pues otra España, la de los exilios. Cuando Franco venía Catalunya las cárceles se llenaban de presos preventivos. La ocupación militar-fascista se hizo fusilando todos los alcaldes separatistas, prohibiendo el catalán, haciendo casi invisible las tradiciones, manipulando la emigración que huía de los pueblos a los que habían diezmados para impedir la Reforma Agraria. Por supuesto, existió una Catalunya “vichysta” (como la que aceptó la ocupación nazi desde el gobierno de Vichy), pero la resistencia nunca dejó de existir. Catalunya fue en su momento tan nación como Portugal con la diferencia de que perdió la batalla. Pero eso carece de importancia, lo que importa es lo que quiere la gente de ahora. Cuando éramos jóvenes la separación de una pareja era considerada como pecado mortal…La libertad es más importante que los mercados. Que las leyes con las que tratan de dejarlo todo atado bajo la amenaza golpista (la última fue al perecer en 1986). Detrás de todo esto están los planes uniformista del PP que trabaja para los grandes consorcios. No quieren que la más mínima oposición perturbe sus planes de empobrecernos mientras los de siempre se enriquecen.
Todo se puede discutir, para como Dios manda. Yo te escucho, tú me escuchas, y si no nos ponemos de acuerdo, pues tan amigos. Seas de otra opinión, de otra raza o de otro partido, y sí se trata de un litigio por ejemplo territorial, lo mínimo que puedes hacer es dejar que la gente vote. Algo simple y sencillo que sin embargo se convierte en un drama. Y es porque no quieren desobediencias.

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