Expertos
advierten que la polémica decisión de la actual Administración
estadounidense para imponer aranceles al aluminio y el acero importados
podría destruir cientos de miles de empleos en EE.UU., igual que lo hizo
el expresidente George W. Bush en 2002.
Según un estudio de
Trade Partnership Worldwide para la Fundación CITAC, los aranceles
impuestos en marzo de 2002 a las importaciones de ciertos productos de
acero eliminaron 200.000 empleos dicho año como consecuencia del aumento
del precio del acero.Esta controvertida medida del entonces presidente George W. Bush causó una pérdida salarial de aproximadamente 4000 millones de dólares entre febrero y noviembre de dicho año, según un informe elaborado por Joseph Francois, director gerente y profesor de economía en el World Trade Institute.
El estudio indica que el número de personas que perdió su empleo como consecuencia de los aranceles superó a la fuerza laboral total de la industria del acero en EE.UU., que por aquel entonces daba empleo a 187.500 estadounidenses, según publicó el domingo el diario español El Economista.
La escasez de acero y los aranceles comerciales aumentaron muy pronto el precio de este producto en el mercado. Luego, los productores estadounidenses en este sector no sólo se encarecieron sino que su calidad decreció. Muchos de sus clientes se negaron a aceptar precios más altos y obligaron a los productores a absorber parte de los costes, lo que puso a muchas compañías en una condición financiera precaria.
El jueves, el presidente estadounidense, Donald Trump, adelantó que los impuestos al acero ascenderían hasta el 25 % y para el aluminio importado se aplicará el 10 %, aunque no dejó claro si esto se les impondrá a todos los países.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) y expertos en economía han advertido que los aranceles sobre el acero y el aluminio perjudicarán el crecimiento económico de Estados Unidos.
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