I. Entre las cosas comunes que tienen Enrique Peña Nieto y
Angélica Rivera es que los dos fueron hechuras de Televisa. Ella como
“actriz” con el sobrenombre de la telenovela que la lanzó al estrellato,
la Gaviota. Y él, por la amplísima propaganda que le
prodigaron desde antes y durante toda la campaña electoral; y cuando
Luis Videgaray era conocido como el “hombre del maletín”, a lo que
contribuyó la actualmente presa en su mansión, Elba Esther Gordillo con
la “coperacha” que hizo entre los desgobernadores del
PAN y del PRI. Y así Peña –célebre por su copete– logró que Televisa y
Monex lo encumbraran para vivir en Los Pinos, siendo el último
presidente en vivir en esa mansión, desde que Lázaro Cárdenas se mudó de
su casa para no vivir en el Castillo de Chapultepec. Y menos en Palacio
Nacional donde Andrés Manuel López Obrador quiere hacerlo, como lo hizo
Benito Juárez por necesidad y no por vanidad. Resulta que con Angélica
Rivera se pone fin al apodo de “primera dama” que inauguró Alemán, para
su esposa Beatriz Velasco. Por cierto, Beatriz se llama la esposa de
López Obrador.
II. Regresando al tema, llamar “primera dama” a la esposa del presidente en turno era y es, como diría el tabasqueño, una cuestión fifí. ¿PRImera dama…? Tal vez se les ocurrió a los lambiscones por alusión al PRI, al cambiarle de siglas al PRM; y así lo fueron Ana María Izaguirre de Ruiz Cortines, Eva de López Mateos, la de Díaz Ordaz, María Esther de Echeverría, la “pianista” de López Portillo (Sasha Montenegro ya no alcanzó el alias); la De La Madrid, discreta con su medalla religiosa; Cecilia, la de Salinas; la de Zedillo, Nilda, abreviatura de Brunilda; la de Fox, Marta; la de Calderón, Margarita, y ahora todavía “la primera dama” Angélica Rivera. Y es que el presidencialismo a la mexicana tiene resabios monárquicos y, para no apodarle “reina” a la cónyuge salieron con lo de “primera dama”; y que de adorno, presidiera el DIF para retratarse con los niños, con foto para los periódicos y para el álbum.
III. Angélica, pues, cierra el capítulo de esa historieta aristocrática que da motivo para una serie de Televisa, con la Gaviota como protagonista. Una Beatriz inició el sobrenombre y otra Beatriz ya no será más que la esposa del inquilino de Palacio Nacional; como la Margarita del oaxaqueño. Hay muchos pareceres de Morena con el PRI, como que al fin y al cabo este partido, ahora sí par-ti-do, fue la matriz del presidencialismo y sus réplicas en los estados donde los desgobernadores son presidentitos-caciques. Pero el republicanismo de López Obrador está dando al traste con las viejas mañas del antiguo régimen: virreinatos, iturbidismo, santaanismo, porfirismo y priísmo. Si el tabasqueño realiza gran parte del programa que ha anunciado para su sexenio, logrará que el priísmo sea el antiguo régimen e inaugurará el nuevo. Esto con sus asegunes, porque López Obrador ya sin “primera dama”, pinta para continuar el “país de un solo hombre” legitimado por su arrolladora victoria electoral que lo deja manejar al Congreso de la Unión, aunque el PRI y el PAN le hagan oposición.
cepedaneri@prodigy.net.mx
II. Regresando al tema, llamar “primera dama” a la esposa del presidente en turno era y es, como diría el tabasqueño, una cuestión fifí. ¿PRImera dama…? Tal vez se les ocurrió a los lambiscones por alusión al PRI, al cambiarle de siglas al PRM; y así lo fueron Ana María Izaguirre de Ruiz Cortines, Eva de López Mateos, la de Díaz Ordaz, María Esther de Echeverría, la “pianista” de López Portillo (Sasha Montenegro ya no alcanzó el alias); la De La Madrid, discreta con su medalla religiosa; Cecilia, la de Salinas; la de Zedillo, Nilda, abreviatura de Brunilda; la de Fox, Marta; la de Calderón, Margarita, y ahora todavía “la primera dama” Angélica Rivera. Y es que el presidencialismo a la mexicana tiene resabios monárquicos y, para no apodarle “reina” a la cónyuge salieron con lo de “primera dama”; y que de adorno, presidiera el DIF para retratarse con los niños, con foto para los periódicos y para el álbum.
III. Angélica, pues, cierra el capítulo de esa historieta aristocrática que da motivo para una serie de Televisa, con la Gaviota como protagonista. Una Beatriz inició el sobrenombre y otra Beatriz ya no será más que la esposa del inquilino de Palacio Nacional; como la Margarita del oaxaqueño. Hay muchos pareceres de Morena con el PRI, como que al fin y al cabo este partido, ahora sí par-ti-do, fue la matriz del presidencialismo y sus réplicas en los estados donde los desgobernadores son presidentitos-caciques. Pero el republicanismo de López Obrador está dando al traste con las viejas mañas del antiguo régimen: virreinatos, iturbidismo, santaanismo, porfirismo y priísmo. Si el tabasqueño realiza gran parte del programa que ha anunciado para su sexenio, logrará que el priísmo sea el antiguo régimen e inaugurará el nuevo. Esto con sus asegunes, porque López Obrador ya sin “primera dama”, pinta para continuar el “país de un solo hombre” legitimado por su arrolladora victoria electoral que lo deja manejar al Congreso de la Unión, aunque el PRI y el PAN le hagan oposición.
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