El aborto legal, una manipulación de Macri
La
administración Macri, desde que asumió la presidencia de la República
Argentina, no solucionó ningún problema grave de los que aqueja a la
Nación y, en todo lo que pudo, los ahondó de forma dramática, por lo
que no puede ofrecer a la población en general, y muy particularmente a
su electorado, el cumplimiento de ni una sola de sus promesas básicas
que formuló en la campaña presidencial 2015.
Por consiguiente, ha venido desarrollando una
ingeniería pragmática para distraer y manipular la percepción y el
comportamiento de la población toda, instrumentando diversas cortinas de
humo que se crean y se agotan en la inmediatez.
Conforme a ello y previendo un año muy complicado
por el aumento del saqueo financiero, económico y monetario que las
centrales financieras internacionales cometen contra la Nación
Argentina, la usina de la estrategia político-electoral del macrismo
apeló a transferir a la sociedad el debate direccionado del proyecto de
legalización del aborto, que durante años no pudo superar la aprobación
en las comisiones legislativas del parlamento nacional. Para sacarle
mayor jugo, se estimó conveniente hacerlo jugar como posibilidad de ley
en las dos cámaras del parlamento: Senado y Diputados.´
La Administración Macri solo debía
establecer las condiciones y facilitar el contexto. El resto lo pondrían
los colectivos abortistas y sus antagonistas, ambos ayudados por el
fuego amigo externo.
Aclaramos que no estamos aseverando que las bases
de los dos grupos confrontados se involucraron en la pantalla
distractiva y divisora para cumplir conscientemente el rol asignado por
la estratagema de la Administración Macri, sino que las esferas
oficiales, al imponer como factible la legalización del aborto,
descontaban que el trabajo del activismo psicosocial lo iban a realizar
por su propia cuenta ambos colectivos, cada uno alegando sus respectivos
argumentos y luchando por sus intereses pero dentro del contexto y el
sentido plasmados por la Administración Macri. En otras palabras, el
ardid no necesitaba de una larga serie de agentes sino que había que
echar a rodar la bola.
Maximizando las emotividades de gran parte de la
población para obtener un shock perceptivo, distorsivo y ficticio, pero
sin quebrar el campo de las relaciones de poder compuesto por el
Globalismo, el Atlantismo, la Masonería, el Vaticano, las redes de
influencia protestantes, el judaísmo, el sionismo, entre otros, la
ingeniería macrista ganó un poco más de tiempo amortiguando en la
percepción social los efectos dañinos del formato financiero-geopolítico
y el esquema económico que escogió antes de ingresar a la Casa Rosada,
en diciembre de 2015, y que lo viene aplicando impunemente.
Desde que se inició la cortina de humo y tras su
finalización con el resultado de la votación del Senado, no creímos -y
así lo atestiguan algunos de nuestros registros- que todas las facciones
que configuran la Élite Mundial dispusieran el aborto legal y gratuito
para la Argentina. No vimos indicador alguno que nos hiciera pensar en
ello. Ahora bien, el Sistema Dominante en el país puede funcionar -y de
hecho lo hace- sin que el estado legalice y provea el aborto, ya que el
control de la natalidad y la pérdida de capacidad de poder geostratégico
y demográfico lo mismo pueden realizarse por otras vías. De hecho,
Argentina es un país subpoblado y una franja vital de su población no
tiene las competencias que se requieren para hacer de la nación una
entidad libre, grande y fuerte. Ello es así por obra y gracia del
Imperialismo Internacional del Dinero, la Industria Política y los
componentes del establishment empresarial, cultural y medial, combinados
con el descompromiso que tienen amplios fragmentos de las clases
medias locales para con el destino patrio.
Concluida la pantalla de humo, la
institucionalidad argentina no experimenta ningún cambio drástico de
paradigma, al contrario, los valores y los experimentos
liberal-progresistas de sesgo mundialista continuarán. En el próximo
año, 2019, no habrá tratamiento legislativo del aborto pero para muchos
militantes de ambas corrientes, el tópico divisor reemplazará a otras
variables de suma importancia que hoy facilitan la expoliación de los
recursos y la esclavitud del pueblo argentino.
Gran parte de los enrolados en ambas banderas
reforzará la creencia basada en que con los instrumentos institucionales
de la democracia capitalista-financierista, surgida con la derrota en
la Guerra de Malvinas, el pueblo determina la toma de decisiones en el
proceso interno y los factores y actores del Poder Internacional no
influyen o, en el supuesto caso de hacerlo, pueden ser perfectamente
vencidos por las propias reglas y los mecanismos impuestos por el mismo
Imperialismo Internacional del Dinero. Será, una vez más, la concreción
penosa de la fábula del burro y la zanahoria.
La ilusión de la democracia liberal-progresista
recobrará una mayor cuota de credibilidad, aunque la volverá a perder
después de 2020 debido a que el Sistema entrará en crisis.
El único Poder dominante en Argentina se localiza
en el extranjero y no hay hoy tal cosa llamada poder popular. En la
realidad de los hechos, éste sí puede existir pero hay que construirlo
prudente, ordenada y escalonadamente, simultáneo a la configuración
compacta de una élite dirigente y una comunidad pensante y fecunda en
términos estratégicos y sistemáticos.
Para ello, se deberá ir descartando el enfoque
aldeano y excluyendo las recetas perimidas. Lo mejor para el pueblo
argentino está por venir.
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