Reflexiones geopolíticas para un mundo multipolar
Los abajo firmantes, participantes de la Conferencia Internacional: «Desde el Atlántico hasta el Pacífico: por un destino común de los pueblos euroasiáticos», intelectuales de Moldavia, Rumania, Rusia, Grecia, Francia, Italia, Serbia, Georgia y Bélgica, aprueban el siguiente Manifiesto:
1. Después de la decadencia y la desintegración del bloque comunista en Europa del Este, que ha tenido lugar a finales del siglo pasado, se advierte más que nunca la necesidad de una nueva visión geopolítica del Viejo Continente, en particular con respecto a sus relaciones con América. A causa de la inercia del pensamiento político y la falta de perspectiva histórica de las clases dirigentes occidentales, se ha llegado hoy a la conclusión simplista de que la democracia liberal, la economía de mercado y la hegemonía global de los Estados Unidos son el único paradigma posible para afrontar los retos del mundo contemporáneo. La pretensión es que tal paradigma es universal y debe ser impuesto a toda la humanidad.
2. Esta visión del mundo se impone a todos: se quiere un planeta totalmente organizado según el paradigma euroatlántico. Un importante think-thank neoconservador de Washington no ha dudado en utilizar una fórmula muy explícita para expresar con precisión aquello de lo que estamos hablando: es el “imperio global” unipolar y naturalmente distribuido según un esquema de círculos concéntricos. En el centro se encuentra el “Norte rico” y el mundo occidental, dentro del cual se incluye también el archipiélago japonés, Corea del Sur, Nueva Zelanda y Australia. El resto del mundo, subdividido en zonas “subdesarrolladas” o “en vías desarrollo”, es considerado a semejanza de una vasta periferia destinada a desarrollarse en la misma dirección, aunque con retraso.
3. Coherentemente con esta visión unipolar, Europa es considerada como un satélite de América del Norte, la cabeza de puente del mundo anglosajón en el espacio euroasiático. A Europa, a pesar de ser parte integral del rico norte, no le está sin embargo permitido asumir ningún tipo de liderazgo. Es concebida como una herramienta al servicio del América-mundo y no como un sujeto autónomo: una entidad geopolítica privada de identidad específica y de una auténtica soberanía. Gran parte de sus peculiaridades culturales, religiosas, etno-históricas, incluso su patrimonio greco-latino y sus raíces cristianas, se consideran hoy obsoletos. Se considera que la parte de la herencia del pasado utilizable por el proyecto global ya ha sido integrada en ello; todo lo demás se deja de lado sin demasiados escrúpulos. Y así, Europa está condenada a la insignificancia geopolítica, vaciada de su propia esencia y privada de verdadera independencia.
4. La crisis económica ha devenido ya permanente, agravada por las desastrosas políticas de austeridad y por los ineficaces planes de reestructuración, justificados sistemáticamente por una élite financiera caracterizada por un desprecio cada vez menos disimulado frente a los pueblos y su voluntad democrática. El absurdo destino reservado a Grecia y el despliegue masivo de armas y hombres en las inmediaciones de la frontera con Rusia, son todos síntomas de este proceso de aniquilamiento de Europa y de cómo la globalización liberal es una mentira histórica que, allí donde había prometido paz y prosperidad, no ha logrado producir nada sino guerra, pobreza e inestabilidad.
5. Debe subrayarse que democracia y libre mercado son sólo una pequeña parte de la imponente contribución histórica ofrecida por Europa. Otros caminos fueron abiertos, en materia de organización política y social, por grandes científicos, políticos, pensadores y artistas europeos. La tradición europea es mucho más amplia y profunda que el actual pensamiento de “usar y tirar” anglosajón, mezcla grotesca de ultraliberalismo y fetichismo de mercado.
6. La Europa contemporánea tiene sus propios intereses estratégicos, sensiblemente diferentes de aquellos talasocráticos dominantes, y exigencias distintas de aquellas delineadas por el proyecto de globalización liberal. Del mismo modo, la Europa real (que no tiene nada que ver con el soviet de Bruselas), no puede aceptar hacerse imponer por otros sus políticas y sus decisiones con respecto a sus propios vecinos del sur y del este.
7. Tales consideraciones nos llevan a todos, intelectuales del continente euroasiático profundamente preocupados por nuestro destino colectivo, a la conclusión de estar frente a una emergencia y ante la urgente necesidad de construir y militar en favor del mundo por venir. Un mundo en el cual el espacio geográfico, el papel y la misión de Europa y de la civilización europea son mejores, más seguros y liberados de las tutelas ideológicas asfixiantes inherentes al proyecto imperialista del imperio talasocrático.
8. La única alternativa posible vista la situación actual debe buscarse en el contexto de un mundo multipolar. La multipolaridad otorga en efecto el derecho y la libertad a todos los países y a todas las áreas de civilización del planeta, de organizarse, desarrollarse y construir su propio futuro de acuerdo a su propia identidad cultural y a su propia historia. Este fundamento de libertad en la elección del progreso y del acceso a la modernidad constituye la única base fiable para la creación de relaciones internacionales justas y equitativas. Los progresos técnicos y una apertura creciente entre los distintos países podrían favorecer el diálogo y la prosperidad entre los pueblos y las naciones sin herir las respectivas identidades. Las diferencias entre las grandes culturas y civilizaciones no tienen que conducir necesariamente al conflicto entre ellas. Esto está en contraste con la retórica simplista y la logomaquia de algunos teóricos imperialistas tales como Bernard Lewis y Samuel Huntington. El diálogo a más voces será, por el contrario, el vehículo privilegiado para la creación de un nuevo orden mundial construido sobre la cooperación y la reconciliación entre las diferentes culturas, religiones y naciones.
9. En cuanto a Europa, proponemos como representación concreta del enfoque multipolar, la visión equilibrada y abierta de una “Gran Europa”, entendida como un concepto innovador para el futuro desarrollo de nuestra civilización en su dimensión estratégica, social, cultural, económica y geopolítica.
10. La Gran Europa es el espacio geopolítico determinado por los confines alcanzados por la civilización europea. De aquí surge un concepto completamente nuevo: la idea del estado-civilización. La naturaleza revolucionaria de estos límites implica transformaciones progresivas totalmente diferentes a las delimitaciones brutales, conocidas en todo el mundo, de los pueblos sometidos a la arbitrariedad de los vencedores. En consecuencia, la «Gran Europa» estará, por su naturaleza política y geográfica, abierta a las interacciones, que se multiplicarán, con sus vecinos al oeste, al este o al sur.
11. La civilización europea tiene como su fundamento histórico el cristianismo, injertado autónomamente en el gran patrimonio cultural greco-latino. Y el cristianismo, en sus diversas formas, tiene la tarea de garantizar, con respeto y tolerancia recíproca, en el espacio de civilización de la Gran Europa, la serenidad material y espiritual de las diferentes fes históricamente presentes en el continente.
12. La Gran Europa, en el contexto de un mundo multipolar, está naturalmente circundada por otros grandes territorios, cada uno de los cuales basa su propia homogeneidad y unidad sobre las afinidades culturales existentes entre las diversas naciones que habitan el territorio. Podemos de este modo prever el surgimiento de un gran América del Norte, de una gran Eurasia, de algo parecido en el Asia del Pacífico y en el Medio y Cercano Oriente y, en un futuro más lejano, de una gran América del Sur y de una gran África.
13. Nos imaginamos esta Gran Europa como un poder geopolítico soberano, dotado de una identidad cultural afirmada, que cultiva sus propios modelos sociales y políticos (basados en los principios de la antigua tradición democrática europea y sobre los valores morales del cristianismo), con capacidad de defensa propia (incluida la nuclear), y con sus propio acceso estratégico a las energías fósiles y alternativas, así como a los recursos minerales y orgánicos. Es a este respecto que exigimos a los estados europeos miembros de la Alianza Atlántica – una coalición agresiva, anglosajona y no europea en su esencia – retirarse de la OTAN y construir, con el fin de satisfacer las propias necesidades de seguridad regional e internacional, un sistema de alianzas bilaterales o multilaterales junto a Francia y Rusia, garantes militares históricos de la independencia europea. Exigimos, por último, que la Gran Europa está plenamente dotada con el derecho soberano de acuñar moneda, lo que implica que los Estados que la componen se retiren de cualquier tratado u organización internacional que limite su soberanía en cuestiones monetarias
14. La primera amenaza que tenemos enfrente es aquella del mundo en una dimensión que implica la ley no escrita del crecimiento ilimitado, de la codicia desenfrenada y de la acción criminal en perjuicio de la independencia de los pueblos como modalidad operativa ordinaria de los depredadores financieros. Es tiempo de lanzar un nuevo llamamiento general a los países no alineados con el objetivo de convocar una nueva Conferencia de Bandung, que tenga por objeto la construcción de un mundo multipolar.
15. Las empresas privadas, así como las instituciones públicas, son obligadas hoy a someterse a normas coercitivas, cuyo único propósito es socavar la soberanía nacional y la voluntad del pueblo. Se debe codificar una legislación del derecho internacional que sancione el principio general del respeto a la identidad nacional, de las leyes, las tradiciones y las decisiones colectivas de cada pueblo.
16. Cuanto más son integrados y unificados el sistema financiero y los mercados mundiales mediante la obediencia a las mismas reglas, más destructiva y global será la próxima crisis. Para evitar una destrucción masiva de la riqueza y un colapso total de la actividad humana, el método más seguro es la construcción de una organización de los mercados, de los sistemas de compensación, de los reglamentos y de los sistemas de información fuera del alcance de la finanza mundial anglosajona, del dios dólar y de la red bancaria de la alta finanza, cuyo epicentro se encuentra en Basilea dentro del Banco de Pagos internacionales. La Organización del Tratado de Shanghai, así como las otras organizaciones internacionales del mismo tipo, están invitadas a elaborar los principios fundamentales de un verdadero sistema multipolar eficaz y estable para financiar, comerciar e intercambiar bienes, servicios y moneda.
17. Finalmente, para promover el proyecto de una «Gran Europa» y el concepto de multipolaridad dinámica, hacemos un llamamiento a las distintas fuerzas políticas de las naciones de Europa occidental y oriental, así como a Rusia y a sus socios, asiáticos o no, para pedirles que presten, más allá de sus opciones políticas y más allá de sus diferencias culturales y religiosas, un apoyo activo a esta iniciativa. Hacemos un llamamiento para la creación de Comités por la Gran Europa. Estos comités se comprometerán a rechazar el unipolarismo, a reconocer el peligro creciente representado por el imperialismo anglosajón, y especialmente, en el caso de los comités extra-europeos, a elaborar programas y conceptos análogos, adaptados a las otras civilizaciones que pueblan el planeta. Trabajando juntos, afirmando con fuerza nuestra identidad específica, conseguiremos fundar un mundo equilibrado, potencialmente justo y mejor. Un mundo pacífico, donde todas las culturas, fes, tradiciones o creaciones encontrarán su legítimo lugar.
27 de mayo de 2017
Chisináu,
República de Moldavia
(Traducción de Página Transversal).
Extraído de: Geopolitica.ru
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