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El Guía de la Revolución iraní rectifica su punto de vista
El 13 de agosto de 2018, el ayatola Alí Khamenei declaraba que el efecto de las sanciones estadounidenses sobre Irán no se debía a causas externas sino internas, o sea a la gestión económica del gobierno del presidente Hassan Rohani.
El 15 de agosto, Khamenei reconoció además haberse equivocado cuando autorizó al ministro de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, a negociar con Estados Unidos el acuerdo 5+1 (JCPOA) sobre el programa iraní de desarrollo nuclear.
En marzo de 2013, o sea durante los últimos meses de la presidencia de Mahmud Ahmadineyad, el ayatola Khamenei ya autorizaba el equipo del futuro presidente Rohani a abrir contactos informales en Omán con los estadounidenses Jake Sullivan y William Burns, emisarios del presidente Barack Obama.
En aquel momento escribíamos en la Red Voltaire:
«De esos contactos salieron al menos 2 decisiones. En primer lugar, el Guía de la Revolución, ayatola Alí Khamenei, se ocuparía de excluir de la carrera presidencial a Esfandiar Rahim Mashaie –el ex responsable del servicio de inteligencia de los Guardianes de la Revolución, convertido en jefe de la oficina del entonces presidente iraní Mahmud Ahmadineyad. El objetivo era garantizar que Irán bajara el tono en las instancias internacionales. Posteriormente, Estados Unidos se ocuparía de que sus aliados anti-iraníes también bajaran el tono y desbloquearan las negociaciones con el grupo 5+1 sobre el tema nuclear para preparar el fin de las sanciones.» [1].Fuimos entonces duramente criticados en Irán, donde incluso fuimos acusados de atribuir al Guía actos de los que no era responsable.
Como ya habíamos vaticinado, durante las negociaciones el equipo del presidente-jeque Hassan Rohani no trató de defender los intereses de Irán y aceptó, por ejemplo, cerrar la enseñanza de la física nuclear en las universidades iraníes, con lo cual la República Islámica de Irán renunciaba a una rama hoy fundamental del desarrollo científico.
También revelábamos entonces que Austria recurrió al soborno en las subsiguientes negociaciones, muy discretas, sobre la construcción de un gasoducto hacia Europa. El resultado fue el enriquecimiento ilícito de una parte de la clase dirigente, afín al presidente Rohani, a expensas del pueblo iraní.
Afectado por graves problemas de salud, el Guía de la Revolución no estuvo en condiciones de analizar con claridad la envergadura del desastre y ahora trata de rectificar el rumbo.
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