¿Por qué no hay populismos emergentes en España?
La
actualidad política en Europa y Norteamérica, es decir, en el conocido
como “mundo occidental”, está marcada por el surgimiento de los
populismos. Estas nuevas fuerzas políticas ponen en duda la hegemonía de
los viejos partidos del sistema liberal, los cuales tienen un miedo
evidente a verse depuestos del poder en las elecciones. Y de hecho,
cuando los partidos del sistema dominante han perdido algunas elecciones
cruciales como en los EEUU (2016) e Italia (2018), o han tenido una
dura rivalidad como en Francia, Austria, Holanda o Alemania (2017),
enseguida han conectado su pérdida con los populistas y Rusia. A
propósito de Rusia, este país ha sido convertido en el gran enemigo de
Occidente por los políticos liberales y sus medios de comunicación; con
más intensidad por la victoria electoral de Vladimir Putin en marzo de
2018. De este modo, aparece el populismo y Rusia como las nuevas grandes
amenazas que ponen en riesgo al sistema liberal dominante en occidente.
No obstante, se dice que en España no existe hasta
el momento ningún partido o movimiento populista, ni de “derechas” ni
de “izquierdas”. Con la salvedad temporal del partido “Podemos”, que fue
calificado como populista, pero en realidad ha acabado siendo, como
Syriza en Grecia, otro partido más al servicio del sistema liberal. Es
decir, acaba favoreciendo igualmente la globalización y el
multiculturalismo del sistema dominante. Por lo demás, populismo se usa
entre los grandes partidos existentes a modo de insulto. Esta situación
nos lleva de nuevo a la pregunta, ¿por qué en España no existe ningún
líder o movimiento populista como ocurre en otros muchos países
occidentales? Y con este artículo, espero resolver esa pregunta con
brevedad y precisión.
1. Definiendo el populismo
Para abordar el populismo, lo primero es
definirlo, pues debemos acotar sus tan difusas dimensiones y así tener
un marco conceptual en que incluirlo. El populismo representa una
apelación directa al pueblo, fuera de los partidos habituales, por parte
de un líder o grupo anteriormente ajeno a la política de masas. Por
pueblo se entiende sobre todo la parte del pueblo más desfavorecida por
las vicisitudes del sistema político-económico liberal, es decir, el
público objetivo son las clases bajas, aquellos que más sufren los
ciclos económicos capitalistas y las políticas de austeridad y recortes
en la última década.
En este sentido, el origen de los líderes
populistas se encuentra en la deslegitimación masiva en los ámbitos
político y económico, donde se halla la percepción de ineficacia y
desigualdad, a las que añadir las tensiones producidas por los procesos
de globalización y multiculturalismo de raigambre liberales. Además, los
líderes populistas no son necesariamente de una ideología concreta,
digamos por simplificar, de derecha o de izquierda, sino que carecen de
una ideología definida y poseen ideas transversales a lo convencional;
por ello, son difíciles de enmarcar, predecir y controlar. No obstante,
en todo populismo se halla siempre la dicotomía Élite vs Pueblo,
es decir, la élite liberal-capitalista apátrida frente al pueblo
trabajador (y en ciertos casos añadiendo al pueblo la identidad y la
patria). Téngase en cuenta que derecha e izquierda son conceptos que
sirven como conceptos simplificadores de posiciones políticas relativas,
puesto que van cambiando con el tiempo.
En definitiva, el populismo abre una
nueva área política encabezada por líderes ajenos a los viejos partidos,
unos líderes que sin ideologías convencionales apelan al pueblo en su
lucha contra la élite liberal (capitalista) que desampara al pueblo en
ámbitos tan importantes como trabajo, sanidad, vivienda, y seguridad (a
los que en ciertos casos se añade el propio futuro de la patria y su
pueblo). De este modo se configura la lucha entre la élite capitalista
que pretende existir a costa del pueblo, y por ello, el pueblo debe
sacudirse el yugo de esa élite.
2) Contexto del Populismo: Crisis global.
Entre la soberanía y la globalización, entre la identidad y el multiculturalismo
El contexto en que surge el populismo es crucial
para entender su propia existencia. En el punto anterior ya lo
avanzamos: Crisis del sistema capitalista, la última de sus crisis
cíclicas que comenzó como una crisis financiera allá por 2007 en los
EEUU y después se extendió por el resto del mundo. Las consecuencias
están representadas por el momento de caída económica con su aumento del
desempleo, seguido a continuación por las políticas de austeridad y
recortes desde la Unión Europea que provocaron mayor malestar social
(incrementado por el hecho constante de que la élite liberal y su
entorno económico recorta en cualquier ámbito menos en sí mismo, con lo
cual la brecha con el pueblo se incrementa todavía más). Pero también
hay más problemáticas, como la crisis de los refugiados desde 2015 en la
cual, la Unión Europea pretendió y sigue pretendiendo la repartición en
cada país de los refugiados que llegan, mientras que otros países
(especialmente el grupo de Visegrado) se niegan a aceptar la
repartición. Es decir, en el populismo emergente nos encontramos con la
posición de la soberanía frente a la posición de la globalización. Y en
la soberanía también hay un elemento interno que da impulso, y es la
idea de grandeza: Ser un país grande y fuerte, capaz de regir sus
destinos.
De modo que entre los años 2008-2018 nos
encontramos con unas sociedades occidentales en las que entra en grave
crisis el Estado del bienestar y el concepto liberal de sociedad
multicultural. Los efectos de la crisis financiera y las políticas de
austeridad promovidas desde la Unión Europea, así como la cuestión de
los refugiados representan la base en que surgen los movimientos
populistas, compuestos por líderes que no quieren que el pueblo pague
por la crisis de los viejos políticos en los gobiernos, que solo ofrecen
un horizonte de depresión económica en sociedades descompuestas. La
cuestión de los refugiados entra como un torbellino brutal en la
política de la Unión Europea ya que desde su dirección y gobiernos que
lo respaldan como el francés o alemán, apuestan por la repartición de
los refugiados en cada país miembro, pero aparece la oposición tajante
del grupo de Visegrado al que luego se acercarán otros países como
Austria, Croacia e Italia, que no desean aceptar refugiados sin control
ni tampoco inmigración masiva con nombre mediático de refugiados.
Profundicemos más en estos dos ámbitos tan
problemáticos. En cuanto al Estado del bienestar, tenemos un contexto
social en que los problemas de condiciones laborales, desempleo,
vivienda, sanidad, educación, y seguridad son graves disyuntivas a las
cuales los políticos del sistema ofrecen austeridad y cualquier otra
política con la que “calmar a los mercados” y “generar estabilidad”. Y
ello se produce con gobiernos de izquierda y derecha, es decir, se tiene
la percepción social de que los viejos partidos, sin importar su
supuesta orientación ideológica, siguen estando inequívocamente al
servicio del sistema capitalista. En cuanto a la crisis de los
refugiados, sirve como segundo detonante frente a las políticas del
sistema dominante, ya que algunos países principalmente de Europa
oriental y central se niegan a aceptar sin control a enormes masas de
refugiados e inmigrantes provenientes de Asia y África. A esto se suma
la crisis del multiculturalismo, puesto que las generaciones de
inmigrantes ya nacidas y educadas en Europa, siguen manteniendo su
identidad, negándose a ser simplemente “un ciudadano del mundo”. Es
decir, los inmigrantes mantienen en su mayoría sus lazos identitarios y
rechazan transformarse en un ciudadano globalizado. Hay que añadir
también la sucesión de atentados terroristas yihadistas en Europa,
cometidos por hijos de inmigrantes que tuvieron una crisis de identidad y
fueron captados por terroristas.
Así mismo, en otros países europeos
también luchan por mantener su identidad frente al liberalismo
globalizador, y se definen como países de pueblos europeos y religión
cristiana que no desean ser reemplazados por nada ni nadie. El contexto
del populismo se enmarca entre la crisis económica y la crisis
identitaria.
No obstante, los populismos que surgen no son
todos exactamente iguales, ni tienen las mismas ideas e intenciones ya
que cada país tiene su sistema de partidos, su cultura política y sus
problemas concretos. De hecho, tal es el motivo de este artículo, puesto
que España sufre también problemas económicos y sociales derivados de
las políticas de austeridad y de la inmigración masiva que es hasta
fomentada desde los principales partidos políticos, pero no tiene ningún
movimiento populista.
3) En Europa sí, en España no, ¿por qué?
En primer lugar, he de señalar que la historia
reciente de España (siglos XX y XXI) es distinta al resto de Europa, por
ello, nuestro contexto es distinto en relación con otros países
europeos. Voy a resumir los periodos de nuestra historia reciente que
marcan las líneas de la política actual.
3.1. Segunda República (1931-1939) y guerra civil (1936-1939):
Aquel sistema político ha sido tomado por los
actuales partidos políticos de izquierda como su régimen, y la guerra
civil como una catástrofe impuesta por la cual perdieron su apreciada
Segunda República a manos de la derecha. En este sentido la izquierda
actual asume plenamente esa posición y además se añade anti-patriotismo,
anti-militarismo, anti-catolicismo y cualquier cosa más que encuentren
relacionada con el franquismo, sin importar que sea anterior a Franco,
como la bandera española, el Águila de San Juan o el escudo de los Reyes
Católicos.
3.2. Franquismo (1939-1975) y transición a la democracia (1975-1982):
El régimen del general Franco, considerada como
una dictadura de derechas, realmente desactivó los movimientos
patrióticos ya que siempre estuvo llamando a la desmovilización porque
eran los vencedores, habían ganado, todo estaba hecho. Tras la muerte de
Franco (1975), se produce la transición a la democracia, que da lugar a
la Constitución de 1978 e instaura una monarquía parlamentaria. En este
nuevo régimen, no existe ninguna derecha patriótica por la
desmovilización en el franquismo (a excepción de Fuerza Nueva hasta
1982) y además, la izquierda es eminentemente anti-patriótica porque
consideran que patriotismo es sinónimo de Franquismo. Así mismo, se
extiende la idea de que decir Franquismo es sinónimo de atraso, mientras
que la integración en la CEE representa lo moderno, el futuro. La
conclusión al Franquismo es que la ineptitud en su victoria dio lugar al
vacío patriótico, luego seguido por la fragmentación entre diversos
partidos falangistas, carlistas o de nueva creación; pero ninguno de
ellos conseguía ser fuerza electoral principal, solamente marginal.
3.3. Sistema de partidos con alternancia (1982-2011).
Una vez revisada la historia, centrémonos en la
actualidad. El sistema de partidos español se basa en partidos
clientelares. Los grandes partidos crean sus redes territoriales de
apoyo, basada en la creación de intereses económicos: A cambio del voto
en elecciones, los grandes partidos ofrecen empleo mediante contratos
públicos o en las propias instituciones (incluso crean nuevas
instituciones para alojar apoyos).
Además, los nuevos partidos mayoritarios, tanto de
derecha como de izquierda, favorecieron la creación de una nueva
división artificial: Partidos estatales, y partidos nacionalistas (es
decir, separatista). Incluso los partidos estatales se sirvieron del
apoyo nacionalista-separatista cuando lo necesitaron para formar
gobierno. En este contexto, decir política es lo mismo que decir
intereses económicos.
Estos hechos son muy importantes,
porque han bloqueado la existencia de algún partido importante con ideas
de soberanía e identidad. Ningún partido político relevante ha tenido
más ideas que la mejora de sus perspectivas económicas. No ha existido
ninguna idea de España más allá de su uso como plataforma económica. Y
el régimen funcionaba con alternancia de partidos, hasta que la
corrupción del sistema y la crisis económica sobrevenida desde 2008,
hicieron temblar al régimen.
3.4. Año 2011, el sistema se fractura
El 15 de mayo apareció una protesta aparentemente
popular y espontánea, fruto del hartazgo social por la corrupción
política y su ineficacia en la gestión de la crisis. Aquella protesta
conocida popularmente como el 15-M, aglutinó a miles de españoles, sin
importar la ideología, porque estaban en contra de algo común, y a favor
del bien de todos[1].
Pero entonces, en el culmen del 15-M, aparecieron elementos partidistas
de izquierda y anarquistas que pretendieron hacer exclusivamente suya
esta protesta, lo cual alejó a todos los que no compartían ese
partidismo. Finalmente el 15-M se desvaneció en el olvido. O eso
pareció.
En 2014, apareció otro movimiento fulgurante en la
política, esta vez con pretensión de conformar una fuerza política que
realmente cambiara el rumbo político. Este movimiento es Podemos. Al
principio, éste era un movimiento político transversal, para todos los
públicos políticos, y por ello ganó millones de apoyos. Pero, poco a
poco, empezaron a mostrar su carácter de partido izquierdista, hasta que
ya resultaba evidente lo que eran. Hay que señalar el hecho muy
importante del apoyo mediático a Podemos, un apoyo de los grandes medios
de comunicación. Sin ese apoyo mediático, el auge fulgurante de
Podemos, nunca habría existido. Consiguieron 5 eurodiputados en las
elecciones al parlamento europeo de 2014, y se posicionaban como una
fuerza política que iba a superar a los viejos partidos (PP y PSOE). En
aquel tiempo empezaron a hablar de la nueva política (Podemos), frente a
la vieja política (los grandes partidos del sistema). A mi juicio,
tanto el 15-M como Podemos han sido desilusionadores de masas. Primero
comenzaron con un mensaje para todos los públicos y una vez
consolidados, empezaron los mensajes únicamente izquierdistas.
No obstante, en 2015 llegó un nuevo partido. En
realidad, era un partido regional creado en 2006, que en Cataluña se
había opuesto al nacionalismo-separatismo, este partido es Ciudadanos.
De nuevo encontramos un método similar, y este partido aparece en todos
los grandes medios de comunicación. Finalmente, este partido al comienzo
se definía como un partido de centro, pero sus hechos lo probaron como
partido de derecha liberal. Y así tenemos los dos nuevos partidos de la
nueva política, uno por la izquierda y otro por la derecha.
El balance de la nueva política es: Por
la izquierda, Podemos, un partido de izquierda posmoderna, y por la
derecha, Ciudadanos, un partido de derecha liberal.
3.5. Crisis desde 2015-2016
Las elecciones generales en diciembre de 2015
abrieron un periodo de casi un año (con nuevas elecciones en junio de
2016) en que no se formó gobierno porque ningún partido conseguía la
mayoría necesaria. Los nuevos partidos rompieron el esquema de
alternancia de partidos. Además, el denominado “desafío separatista” del
gobierno autonómico catalán, sumaba más tensión política. De hecho, en
los años 2017 y 2018, la tensión separatista aumentó como nunca antes,
con picos como el referéndum ilegal en octubre de 2017, y otras
manifestaciones a favor de la independencia y manifestaciones a favor de
la unidad de España.
En este punto cabe mencionar a Rusia, aunque
parezca algo que no encaja en política española, pero medios de
comunicación y muchos políticos de diferentes partidos (especialmente
del gobierno del Partido Popular), acusaban a Rusia de estar apoyando el
separatismo en Cataluña, ya que según éstos, Rusia deseaba debilitar y
dividir Occidente, y por ello fomentaba el separatismo en Cataluña
poniendo en duda la democracia del régimen constitucional en España.
Pero la supuesta injerencia rusa no quedaba ahí, además Rusia,
concretamente el gobierno de Vladimir Putin es la mente maestra y
financiador de los movimientos populistas en Europa, así como del
triunfo de Donald Trump en los EEUU (2016).
3.6. La constante falta de líderes
Además de todos los factores anteriormente
mencionados que desvían la atención de la gente hacia disputas políticas
inútiles que son creadas y fomentadas desde los partidos del régimen,
el último elemento, y quizá más importante es la falta de líderes (en
concreto, de líderes de masas). Sin líderes no hay ideas, es más sin
líderes propios, no puede haber ideas propias y por tanto no se puede
pensar con cabeza propia. Los líderes pueden transformar la sociedad, y
de ahí la política y la economía. Los líderes y sus ideas son fuentes de
cambio, o también fuentes de estabilidad (según el caso). Lo innegable
es el poder que pueden aglutinar los líderes.
De lo anterior se suscita la pregunta
evidente: ¿En España hay líderes de masas? Y en caso de no haberlos
¿cuál es la razón? En mi opinión, no hay líderes de masas, sino que hay
dirigentes políticos, personas que dirigen partidos políticos (por
ejemplo, es infrecuente que algún dirigente político tenga una
valoración superior a 5 en una escala de 1 a 10 cuando se realizan
encuestas por el Instituto Nacional de Estadística). Como mucho se puede
hablar de líderes de partido, que movilicen a sus militantes, afiliados
y/o votantes. Pero nunca más allá. Solo en los primeros tiempos de
Podemos, movilizaban a todo tipo de personas, pero cuando quedó clara su
orientación izquierdista (y posmoderna), sus apoyos se limitaron a los
ideológicamente afines.
¿Cuál es la razón de que no haya líderes de masas
en España? Por dos razones, la fuerte influencia partidista, y la falta
de ideas rompedoras. La influencia partidista es evidente, ya que tienen
poder para aupar o derribar a candidatos, incluso los partidos
políticos tienen medios de comunicación afines que pueden ayudar a sus
campañas. La falta de ideas rompedoras es algo que destaca desde 1922
cuando el filósofo español José Ortega y Gasset escribía “La España
Invertebrada”, en la cual señalaba el encapsulamiento o división en
compartimentos de la sociedad española, y así, ninguno de los
compartimentos se preocupa del resto y la situación crítica continúa. En
nuestros días, la derecha es liberal y la izquierda es posmoderna.
Ningún dirigente partidista sale de ese esquema y la situación continúa
en sus compartimentos. Precisamente algo que caracteriza a los
movimientos populistas es su transversalidad (que caracterizó en sus
primeros momentos tanto al 15-M como a Podemos), pero si no existe o si
deja de existir la transversalidad, entonces el movimiento supuestamente
populista se convierte en otro partido más del sistema capitalista
dominante.
En último lugar, la pregunta más corriente es ¿no
hay populismo de derechas en España? Ya que en países vecinos como
Italia, existe populismo de izquierda y de derecha, Movimiento 5
Estrellas y La Liga. De nuevo, la situación en España es peculiar,
debido al Franquismo y su desmovilización (1939-1975) así como a la
proscripción del patriotismo en la España constitucional (1978 en
adelante), puesto que los partidos mayoritarios de derecha son puramente
liberales y globalistas (PP y Ciudadanos), sin ideas de Patria y
soberanía. Y los partidos minoritarios de derecha, hasta el momento, son
marginales y no existen en las instituciones más importantes como en
las Cortes Generales. Las ideas que son posibles gérmenes populistas
puesto que son rompedoras (transversales), carecen de un respaldo
mediático que las difunda masivamente y por el contrario, se ven
atacadas por todo el sistema para prevenir su crecimiento. No obstante,
no solo deben combatir contra los brazos del sistema, sino también con
el propio sectarismo de izquierda y de derecha, que consideran traidor a
todo el que sea transversal.
4) Conclusiones
La inexistencia de populismo en España se debe a
una situación estructural proveniente de la guerra civil (1936-1939), en
la cual hay una izquierda resentida por su derrota a la que ahora se
añade el lado posmoderno (feminismo, ideología de género,
multiculturalismo); y por otro lado hay una derecha únicamente liberal y
globalista, es decir, sin nociones de Patria y soberanía. Tanto
izquierda y derecha son compartimentos estancos que frenan la
transversalidad inherente a los populismos, mediante la creación de
problemas inútiles que sirven de distractores masivos. Se carece de
líderes de masas por la falta esa perspectiva capaz de superar los
bloqueos de los compartimientos sociales y tener una visión de conjunto.
Existen gérmenes de populismo, pero en forma de partidos muy marginales
que se ven atacados por todas partes al ser calificada su
transversalidad de traición.
__________________________________
[1]
De hecho, el 15-M tuvo todos los tintes de una Revolución de Color como
tantas otras acontecidas en Europa, y especialmente en países de
oriente medio y norteafricanos, puesto que 2011 es el año de las
“primaveras árabes”. El 15-M supuso ocupación de las principales plazas,
con lemas genéricos a favor de la democracia y en contra de la
corrupción de los partidos; además de mostrar una completa organización,
frente a la supuesta espontaneidad que decían tener. Incluso, el color
morado fue popularizado como el color del 15-M, que después será el
color de Podemos.
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