jueves, 23 de agosto de 2018

¿Por qué no hay populismos emergentes en España?

¿Por qué no hay populismos emergentes en España?


La actualidad política en Europa y Norteamérica, es decir, en el conocido como “mundo occidental”, está marcada por el surgimiento de los populismos. Estas nuevas fuerzas políticas ponen en duda la hegemonía de los viejos partidos del sistema liberal, los cuales tienen un miedo evidente a verse depuestos del poder en las elecciones. Y de hecho, cuando los partidos del sistema dominante han perdido algunas elecciones cruciales como en los EEUU (2016) e Italia (2018), o han tenido una dura rivalidad como en Francia, Austria, Holanda o Alemania (2017), enseguida han conectado su pérdida con los populistas y Rusia. A propósito de Rusia, este país ha sido convertido en el gran enemigo de Occidente por los políticos liberales y sus medios de comunicación; con más intensidad por la victoria electoral de Vladimir Putin en marzo de 2018. De este modo, aparece el populismo y Rusia como las nuevas grandes amenazas que ponen en riesgo al sistema liberal dominante en occidente.
No obstante, se dice que en España no existe hasta el momento ningún partido o movimiento populista, ni de “derechas” ni de “izquierdas”. Con la salvedad temporal del partido “Podemos”, que fue calificado como populista, pero en realidad ha acabado siendo, como Syriza en Grecia, otro partido más al servicio del sistema liberal. Es decir, acaba favoreciendo igualmente la globalización y el multiculturalismo del sistema dominante. Por lo demás, populismo se usa entre los grandes partidos existentes a modo de insulto. Esta situación nos lleva de nuevo a la pregunta, ¿por qué en España no existe ningún líder o movimiento populista como ocurre en otros muchos países occidentales? Y con este artículo, espero resolver esa pregunta con brevedad y precisión.

1. Definiendo el populismo

Para abordar el populismo, lo primero es definirlo, pues debemos acotar sus tan difusas dimensiones y así tener un marco conceptual en que incluirlo. El populismo representa una apelación directa al pueblo, fuera de los partidos habituales, por parte de un líder o grupo anteriormente ajeno a la política de masas. Por pueblo se entiende sobre todo la parte del pueblo más desfavorecida por las vicisitudes del sistema político-económico liberal, es decir, el público objetivo son las clases bajas, aquellos que más sufren los ciclos económicos capitalistas y las políticas de austeridad y recortes en la última década.
En este sentido, el origen de los líderes populistas se encuentra en la deslegitimación masiva en los ámbitos político y económico, donde se halla la percepción de ineficacia y desigualdad, a las que añadir las tensiones producidas por los procesos de globalización y multiculturalismo de raigambre liberales. Además, los líderes populistas no son necesariamente de una ideología concreta, digamos por simplificar, de derecha o de izquierda, sino que carecen de una ideología definida y poseen ideas transversales a lo convencional; por ello, son difíciles de enmarcar, predecir y controlar. No obstante, en todo populismo se halla siempre la dicotomía Élite vs Pueblo, es decir, la élite liberal-capitalista apátrida frente al pueblo trabajador (y en ciertos casos añadiendo al pueblo la identidad y la patria). Téngase en cuenta que derecha e izquierda son conceptos que sirven como conceptos simplificadores de posiciones políticas relativas, puesto que van cambiando con el tiempo.
En definitiva, el populismo abre una nueva área política encabezada por líderes ajenos a los viejos partidos, unos líderes que sin ideologías convencionales apelan al pueblo en su lucha contra la élite liberal (capitalista) que desampara al pueblo en ámbitos tan importantes como trabajo, sanidad, vivienda, y seguridad (a los que en ciertos casos se añade el propio futuro de la patria y su pueblo). De este modo se configura la lucha entre la élite capitalista que pretende existir a costa del pueblo, y por ello, el pueblo debe sacudirse el yugo de esa élite.

2) Contexto del Populismo: Crisis global.
Entre la soberanía y la globalización, entre la identidad y el multiculturalismo

El contexto en que surge el populismo es crucial para entender su propia existencia. En el punto anterior ya lo avanzamos: Crisis del sistema capitalista, la última de sus crisis cíclicas que comenzó como una crisis financiera allá por 2007 en los EEUU y después se extendió por el resto del mundo. Las consecuencias están representadas por el momento de caída económica con su aumento del desempleo, seguido a continuación por las políticas de austeridad y recortes desde la Unión Europea que provocaron mayor malestar social (incrementado por el hecho constante de que la élite liberal y su entorno económico recorta en cualquier ámbito menos en sí mismo, con lo cual la brecha con el pueblo se incrementa todavía más). Pero también hay más problemáticas, como la crisis de los refugiados desde 2015 en la cual, la Unión Europea pretendió y sigue pretendiendo la repartición en cada país de los refugiados que llegan, mientras que otros países (especialmente el grupo de Visegrado) se niegan a aceptar la repartición. Es decir, en el populismo emergente nos encontramos con la posición de la soberanía frente a la posición de la globalización. Y en la soberanía también hay un elemento interno que da impulso, y es la idea de grandeza: Ser un país grande y fuerte, capaz de regir sus destinos.
De modo que entre los años 2008-2018 nos encontramos con unas sociedades occidentales en las que entra en grave crisis el Estado del bienestar y el concepto liberal de sociedad multicultural. Los efectos de la crisis financiera y las políticas de austeridad promovidas desde la Unión Europea, así como la cuestión de los refugiados representan la base en que surgen los movimientos populistas, compuestos por líderes que no quieren que el pueblo pague por la crisis de los viejos políticos en los gobiernos, que solo ofrecen un horizonte de depresión económica en sociedades descompuestas. La cuestión de los refugiados entra como un torbellino brutal en la política de la Unión Europea ya que desde su dirección y gobiernos que lo respaldan como el francés o alemán, apuestan por la repartición de los refugiados en cada país miembro, pero aparece la oposición tajante del grupo de Visegrado al que luego se acercarán otros países como Austria, Croacia e Italia, que no desean aceptar refugiados sin control ni tampoco inmigración masiva con nombre mediático de refugiados.
Profundicemos más en estos dos ámbitos tan problemáticos. En cuanto al Estado del bienestar, tenemos un contexto social en que los problemas de condiciones laborales, desempleo, vivienda, sanidad, educación, y seguridad son graves disyuntivas a las cuales los políticos del sistema ofrecen austeridad y cualquier otra política con la que “calmar a los mercados” y “generar estabilidad”. Y ello se produce con gobiernos de izquierda y derecha, es decir, se tiene la percepción social de que los viejos partidos, sin importar su supuesta orientación ideológica, siguen estando inequívocamente al servicio del sistema capitalista. En cuanto a la crisis de los refugiados, sirve como segundo detonante frente a las políticas del sistema dominante, ya que algunos países principalmente de Europa oriental y central se niegan a aceptar sin control a enormes masas de refugiados e inmigrantes provenientes de Asia y África. A esto se suma la crisis del multiculturalismo, puesto que las generaciones de inmigrantes ya nacidas y educadas en Europa, siguen manteniendo su identidad, negándose a ser simplemente “un ciudadano del mundo”. Es decir, los inmigrantes mantienen en su mayoría sus lazos identitarios y rechazan transformarse en un ciudadano globalizado. Hay que añadir también la sucesión de atentados terroristas yihadistas en Europa, cometidos por hijos de inmigrantes que tuvieron una crisis de identidad y fueron captados por terroristas.
Así mismo, en otros países europeos también luchan por mantener su identidad frente al liberalismo globalizador, y se definen como países de pueblos europeos y religión cristiana que no desean ser reemplazados por nada ni nadie. El contexto del populismo se enmarca entre la crisis económica y la crisis identitaria.
No obstante, los populismos que surgen no son todos exactamente iguales, ni tienen las mismas ideas e intenciones ya que cada país tiene su sistema de partidos, su cultura política y sus problemas concretos. De hecho, tal es el motivo de este artículo, puesto que España sufre también problemas económicos y sociales derivados de las políticas de austeridad y de la inmigración masiva que es hasta fomentada desde los principales partidos políticos, pero no tiene ningún movimiento populista.

3) En Europa sí, en España no, ¿por qué?

En primer lugar, he de señalar que la historia reciente de España (siglos XX y XXI) es distinta al resto de Europa, por ello, nuestro contexto es distinto en relación con otros países europeos. Voy a resumir los periodos de nuestra historia reciente que marcan las líneas de la política actual.

3.1. Segunda República (1931-1939) y guerra civil (1936-1939):

Aquel sistema político ha sido tomado por los actuales partidos políticos de izquierda como su régimen, y la guerra civil como una catástrofe impuesta por la cual perdieron su apreciada Segunda República a manos de la derecha. En este sentido la izquierda actual asume plenamente esa posición y además se añade anti-patriotismo, anti-militarismo, anti-catolicismo y cualquier cosa más que encuentren relacionada con el franquismo, sin importar que sea anterior a Franco, como la bandera española, el Águila de San Juan o el escudo de los Reyes Católicos.

3.2. Franquismo (1939-1975) y transición a la democracia (1975-1982):

El régimen del general Franco, considerada como una dictadura de derechas, realmente desactivó los movimientos patrióticos ya que siempre estuvo llamando a la desmovilización porque eran los vencedores, habían ganado, todo estaba hecho. Tras la muerte de Franco (1975), se produce la transición a la democracia, que da lugar a la Constitución de 1978 e instaura una monarquía parlamentaria. En este nuevo régimen, no existe ninguna derecha patriótica por la desmovilización en el franquismo (a excepción de Fuerza Nueva hasta 1982) y además, la izquierda es eminentemente anti-patriótica porque consideran que patriotismo es sinónimo de Franquismo. Así mismo, se extiende la idea de que decir Franquismo es sinónimo de atraso, mientras que la integración en la CEE representa lo moderno, el futuro. La conclusión al Franquismo es que la ineptitud en su victoria dio lugar al vacío patriótico, luego seguido por la fragmentación entre diversos partidos falangistas, carlistas o de nueva creación; pero ninguno de ellos conseguía ser fuerza electoral principal, solamente marginal.

3.3. Sistema de partidos con alternancia (1982-2011).

Una vez revisada la historia, centrémonos en la actualidad. El sistema de partidos español se basa en partidos clientelares. Los grandes partidos crean sus redes territoriales de apoyo, basada en la creación de intereses económicos: A cambio del voto en elecciones, los grandes partidos ofrecen empleo mediante contratos públicos o en las propias instituciones (incluso crean nuevas instituciones para alojar apoyos).
Además, los nuevos partidos mayoritarios, tanto de derecha como de izquierda, favorecieron la creación de una nueva división artificial: Partidos estatales, y partidos nacionalistas (es decir, separatista). Incluso los partidos estatales se sirvieron del apoyo nacionalista-separatista cuando lo necesitaron para formar gobierno. En este contexto, decir política es lo mismo que decir intereses económicos.
Estos hechos son muy importantes, porque han bloqueado la existencia de algún partido importante con ideas de soberanía e identidad. Ningún partido político relevante ha tenido más ideas que la mejora de sus perspectivas económicas. No ha existido ninguna idea de España más allá de su uso como plataforma económica. Y el régimen funcionaba con alternancia de partidos, hasta que la corrupción del sistema y la crisis económica sobrevenida desde 2008, hicieron temblar al régimen.

3.4. Año 2011, el sistema se fractura

El 15 de mayo apareció una protesta aparentemente popular y espontánea, fruto del hartazgo social por la corrupción política y su ineficacia en la gestión de la crisis. Aquella protesta conocida popularmente como el 15-M, aglutinó a miles de españoles, sin importar la ideología, porque estaban en contra de algo común, y a favor del bien de todos[1]. Pero entonces, en el culmen del 15-M, aparecieron elementos partidistas de izquierda y anarquistas que pretendieron hacer exclusivamente suya esta protesta, lo cual alejó a todos los que no compartían ese partidismo. Finalmente el 15-M se desvaneció en el olvido. O eso pareció.
En 2014, apareció otro movimiento fulgurante en la política, esta vez con pretensión de conformar una fuerza política que realmente cambiara el rumbo político. Este movimiento es Podemos. Al principio, éste era un movimiento político transversal, para todos los públicos políticos, y por ello ganó millones de apoyos. Pero, poco a poco, empezaron a mostrar su carácter de partido izquierdista, hasta que ya resultaba evidente lo que eran. Hay que señalar el hecho muy importante del apoyo mediático a Podemos, un apoyo de los grandes medios de comunicación. Sin ese apoyo mediático, el auge fulgurante de Podemos, nunca habría existido. Consiguieron 5 eurodiputados en las elecciones al parlamento europeo de 2014, y se posicionaban como una fuerza política que iba a superar a los viejos partidos (PP y PSOE). En aquel tiempo empezaron a hablar de la nueva política (Podemos), frente a la vieja política (los grandes partidos del sistema). A mi juicio, tanto el 15-M como Podemos han sido desilusionadores de masas. Primero comenzaron con un mensaje para todos los públicos y una vez consolidados, empezaron los mensajes únicamente izquierdistas.
No obstante, en 2015 llegó un nuevo partido. En realidad, era un partido regional creado en 2006, que en Cataluña se había opuesto al nacionalismo-separatismo, este partido es Ciudadanos. De nuevo encontramos un método similar, y este partido aparece en todos los grandes medios de comunicación. Finalmente, este partido al comienzo se definía como un partido de centro, pero sus hechos lo probaron como partido de derecha liberal. Y así tenemos los dos nuevos partidos de la nueva política, uno por la izquierda y otro por la derecha.
El balance de la nueva política es: Por la izquierda, Podemos, un partido de izquierda posmoderna, y por la derecha, Ciudadanos, un partido de derecha liberal.

3.5. Crisis desde 2015-2016

Las elecciones generales en diciembre de 2015 abrieron un periodo de casi un año (con nuevas elecciones en junio de 2016) en que no se formó gobierno porque ningún partido conseguía la mayoría necesaria. Los nuevos partidos rompieron el esquema de alternancia de partidos. Además, el denominado “desafío separatista” del gobierno autonómico catalán, sumaba más tensión política. De hecho, en los años 2017 y 2018, la tensión separatista aumentó como nunca antes, con picos como el referéndum ilegal en octubre de 2017, y otras manifestaciones a favor de la independencia y manifestaciones a favor de la unidad de España.
En este punto cabe mencionar a Rusia, aunque parezca algo que no encaja en política española, pero medios de comunicación y muchos políticos de diferentes partidos (especialmente del gobierno del Partido Popular), acusaban a Rusia de estar apoyando el separatismo en Cataluña, ya que según éstos, Rusia deseaba debilitar y dividir Occidente, y por ello fomentaba el separatismo en Cataluña poniendo en duda la democracia del régimen constitucional en España. Pero la supuesta injerencia rusa no quedaba ahí, además Rusia, concretamente el gobierno de Vladimir Putin es la mente maestra y financiador de los movimientos populistas en Europa, así como del triunfo de Donald Trump en los EEUU (2016).

3.6. La constante falta de líderes

Además de todos los factores anteriormente mencionados que desvían la atención de la gente hacia disputas políticas inútiles que son creadas y fomentadas desde los partidos del régimen, el último elemento, y quizá más importante es la falta de líderes (en concreto, de líderes de masas). Sin líderes no hay ideas, es más sin líderes propios, no puede haber ideas propias y por tanto no se puede pensar con cabeza propia. Los líderes pueden transformar la sociedad, y de ahí la política y la economía. Los líderes y sus ideas son fuentes de cambio, o también fuentes de estabilidad (según el caso). Lo innegable es el poder que pueden aglutinar los líderes.
De lo anterior se suscita la pregunta evidente: ¿En España hay líderes de masas? Y en caso de no haberlos ¿cuál es la razón? En mi opinión, no hay líderes de masas, sino que hay dirigentes políticos, personas que dirigen partidos políticos (por ejemplo, es infrecuente que algún dirigente político tenga una valoración superior a 5 en una escala de 1 a 10 cuando se realizan encuestas por el Instituto Nacional de Estadística). Como mucho se puede hablar de líderes de partido, que movilicen a sus militantes, afiliados y/o votantes. Pero nunca más allá. Solo en los primeros tiempos de Podemos, movilizaban a todo tipo de personas, pero cuando quedó clara su orientación izquierdista (y posmoderna), sus apoyos se limitaron a los ideológicamente afines.
¿Cuál es la razón de que no haya líderes de masas en España? Por dos razones, la fuerte influencia partidista, y la falta de ideas rompedoras. La influencia partidista es evidente, ya que tienen poder para aupar o derribar a candidatos, incluso los partidos políticos tienen medios de comunicación afines que pueden ayudar a sus campañas. La falta de ideas rompedoras es algo que destaca desde 1922 cuando el filósofo español José Ortega y Gasset escribía “La España Invertebrada”, en la cual señalaba el encapsulamiento o división en compartimentos de la sociedad española, y así, ninguno de los compartimentos se preocupa del resto y la situación crítica continúa. En nuestros días, la derecha es liberal y la izquierda es posmoderna. Ningún dirigente partidista sale de ese esquema y la situación continúa en sus compartimentos. Precisamente algo que caracteriza a los movimientos populistas es su transversalidad (que caracterizó en sus primeros momentos tanto al 15-M como a Podemos), pero si no existe o si deja de existir la transversalidad, entonces el movimiento supuestamente populista se convierte en otro partido más del sistema capitalista dominante.
En último lugar, la pregunta más corriente es ¿no hay populismo de derechas en España? Ya que en países vecinos como Italia, existe populismo de izquierda y de derecha, Movimiento 5 Estrellas y La Liga. De nuevo, la situación en España es peculiar, debido al Franquismo y su desmovilización (1939-1975) así como a la proscripción del patriotismo en la España constitucional (1978 en adelante), puesto que los partidos mayoritarios de derecha son puramente liberales y globalistas (PP y Ciudadanos), sin ideas de Patria y soberanía. Y los partidos minoritarios de derecha, hasta el momento, son marginales y no existen en las instituciones más importantes como en las Cortes Generales. Las ideas que son posibles gérmenes populistas puesto que son rompedoras (transversales), carecen de un respaldo mediático que las difunda masivamente y por el contrario, se ven atacadas por todo el sistema para prevenir su crecimiento. No obstante, no solo deben combatir contra los brazos del sistema, sino también con el propio sectarismo de izquierda y de derecha, que consideran traidor a todo el que sea transversal.

4) Conclusiones

La inexistencia de populismo en España se debe a una situación estructural proveniente de la guerra civil (1936-1939), en la cual hay una izquierda resentida por su derrota a la que ahora se añade el lado posmoderno (feminismo, ideología de género, multiculturalismo); y por otro lado hay una derecha únicamente liberal y globalista, es decir, sin nociones de Patria y soberanía. Tanto izquierda y derecha son compartimentos estancos que frenan la transversalidad inherente a los populismos, mediante la creación de problemas inútiles que sirven de distractores masivos. Se carece de líderes de masas por la falta esa perspectiva capaz de superar los bloqueos de los compartimientos sociales y tener una visión de conjunto. Existen gérmenes de populismo, pero en forma de partidos muy marginales que se ven atacados por todas partes al ser calificada su transversalidad de traición.
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[1] De hecho, el 15-M tuvo todos los tintes de una Revolución de Color como tantas otras acontecidas en Europa, y especialmente en países de oriente medio y norteafricanos, puesto que 2011 es el año de las “primaveras árabes”. El 15-M supuso ocupación de las principales plazas, con lemas genéricos a favor de la democracia y en contra de la corrupción de los partidos; además de mostrar una completa organización, frente a la supuesta espontaneidad que decían tener. Incluso, el color morado fue popularizado como el color del 15-M, que después será el color de Podemos.

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