Importantes preparativos han comenzado en el Medio Oriente
ante la implementación del plan Trump-Kushner para Palestina, el
llamado «trato del siglo».
Pero el hecho es que la Autoridad Palestina, contraria a la «solución de los dos Estados», ahora se niega a conversar con Estados Unidos y que, en julio, el ex jefe de la Hermandad Musulmana en Jordania, Salem Falahat, amenazaba de muerte -en nombre del Hamas- a todo el que se atreva a respaldar el plan Trump-Kushner, usando como referencia el asesinato, en 1981, del presidente egipcio Anwar el-Sadat.
Por su parte, el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, contrario a la «solución de un solo Estado», acaba de forzar la adopción de una ley que define Israel como un «Estado judío», o sea sin árabes, lo cual excluye también a drusos y cristianos.
Desde Riad, el rey saudita Salman señaló que no apoyará ningún plan contrario a lo estipulado en la proposición de paz del príncipe saudita Abdallah, aceptada por la Liga Árabe.
En cuanto a Irán, el presidente Trump propuso reunirse personalmente con el presidente iraní, Hassan Rohani, quien rechazó dicho encuentro. El secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció después, el 16 de agosto, la creación de un Grupo de Acción para Irán (Iran Action Group) cuyo objetivo no sería obtener un cambio de régimen en Irán sino apartar del poder a la clase clerical representada por el presidente-jeque Rohani.
En lo tocante a Siria, el actual enviado especial del secretario general de la ONU, Staffan de Mistura, podría verse reemplazado por el búlgaro Nikolai Mladenov. De Mistura es uno de los testaferros del director de Asuntos Políticos de la ONU, el estadounidense Jeffrey Feltman [1]. Mladenov, vinculado al multimillonario George Soros y a la OTAN, participó en la concepción de la parte económica del plan Trump-Kushner.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, propuso por su parte el despliegue de una fuerza policial y militar de la ONU para garantizar la seguridad de la población en los territorios palestinos, con lo cual se privaría a los palestinos de ese atributo fundamental de la soberanía.
Mientras tanto, Rusia presiona al secretario general de la ONU para se deshaga de su «número 2», el belicista Jeffrey Feltman.
En un mitin realizado en Charlestone el 22 de agosto, el presidente Trump declaró que, luego del traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, ha llegado el momento de hacer algo a favor de los palestinos y que Israel tendrá que aceptar alguna concesión.
El plan de la Casa Blanca para el Medio Oriente podría ser dado a conocer por el presidente Trump en ocasión de la apertura del 73º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que tendrá lugar el 18 de septiembre.
Nota
Si
bien ya se conocen muchos detalles de ese polémico plan, mencionados
aquí y allá, de hecho no existe certeza sobre casi nada, exceptuando que
todos los palestinos obtendrían una nacionalidad, con lo cual dejarían
de ser refugiados. En todo caso, el plan Trump-Kushner no estaría basado
en el derecho y la justicia sino en las realidades existentes en el
terreno para poner fin a un conflicto extremadamente complicado que se
ha hecho cada vez más complejo a lo largo de 70 años.
Para la Casa Blanca es indispensable garantizar que ninguno de los
numerosos protagonistas de los conflictos que sacuden el Medio Oriente
trate de obstaculizar la solución que plantea.
Pero el hecho es que la Autoridad Palestina, contraria a la «solución de los dos Estados», ahora se niega a conversar con Estados Unidos y que, en julio, el ex jefe de la Hermandad Musulmana en Jordania, Salem Falahat, amenazaba de muerte -en nombre del Hamas- a todo el que se atreva a respaldar el plan Trump-Kushner, usando como referencia el asesinato, en 1981, del presidente egipcio Anwar el-Sadat.
Por su parte, el primer ministro israelí Benyamin Netanyahu, contrario a la «solución de un solo Estado», acaba de forzar la adopción de una ley que define Israel como un «Estado judío», o sea sin árabes, lo cual excluye también a drusos y cristianos.
Desde Riad, el rey saudita Salman señaló que no apoyará ningún plan contrario a lo estipulado en la proposición de paz del príncipe saudita Abdallah, aceptada por la Liga Árabe.
En cuanto a Irán, el presidente Trump propuso reunirse personalmente con el presidente iraní, Hassan Rohani, quien rechazó dicho encuentro. El secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció después, el 16 de agosto, la creación de un Grupo de Acción para Irán (Iran Action Group) cuyo objetivo no sería obtener un cambio de régimen en Irán sino apartar del poder a la clase clerical representada por el presidente-jeque Rohani.
En lo tocante a Siria, el actual enviado especial del secretario general de la ONU, Staffan de Mistura, podría verse reemplazado por el búlgaro Nikolai Mladenov. De Mistura es uno de los testaferros del director de Asuntos Políticos de la ONU, el estadounidense Jeffrey Feltman [1]. Mladenov, vinculado al multimillonario George Soros y a la OTAN, participó en la concepción de la parte económica del plan Trump-Kushner.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, propuso por su parte el despliegue de una fuerza policial y militar de la ONU para garantizar la seguridad de la población en los territorios palestinos, con lo cual se privaría a los palestinos de ese atributo fundamental de la soberanía.
Mientras tanto, Rusia presiona al secretario general de la ONU para se deshaga de su «número 2», el belicista Jeffrey Feltman.
En un mitin realizado en Charlestone el 22 de agosto, el presidente Trump declaró que, luego del traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén, ha llegado el momento de hacer algo a favor de los palestinos y que Israel tendrá que aceptar alguna concesión.
El plan de la Casa Blanca para el Medio Oriente podría ser dado a conocer por el presidente Trump en ocasión de la apertura del 73º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que tendrá lugar el 18 de septiembre.
Nota
[1] «Lavrov revela que Guterres es un títere al frente de la ONU», Red Voltaire, 22 de agosto de 2018.
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