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El misterioso esqueleto apodado "Pie Pequeño" despierta interrogantes sobre la evolución humana
Varios estudios sin revisar, en los que se afirman
también hipótesis como que se trata de una hembra homínida anciana,
tratan de ser los primeros en esclarecer el origen del conjunto de
huesos más completo de un Australopithecus.
Corría el año 1994 cuando el antropólogo sudafricano Ronald J. Clarke encontró unos fragmentos de huesos del pie en el yacimiento de Sterkfontein (dentro de la llamada «Cuna de la Humanidad», en Sudáfrica). Al estudiarlos, se dio cuenta de que pertenecían a un homínido englobado dentro del género Australopithecus, lo que le convertía en nuestro antepasado. Sucesivas investigaciones encontraron más partes del esqueleto, conocido por el nombre de «Little Foot», refutando la idea de que se trataba, efectivamente, de un antepasado del hombre. En 1998 fue presentado en sociedad el esqueleto de australopiteco más completo del mundo, incluso más que el de la famosa «Lucy». Pero un hallazgo tan importante no podía estar exento de polémica y ahora, más de 20 años después, es el centro de una importante «pelea» entre científicos.
El género Australopithecus, una especie de primates que ya caminaban sobre dos patas y que vivieron en África hace alrededor de 2 millones de años, abarca a muchas especies que incluso llegaron a convivir juntas, como la A. afarensis (la especie de «Lucy») o la A. africanus. De hecho, muchas investigaciones apuntaban a que «Little Foot» pertenecía a la última. Sin embargo, Clarke siempre ha sostenido que se trata de una nueva especie de homínido sin registrar, el A. prometheus. Ahora, una batería de nuevos estudios vendrían a refutar esta teoría, además de otros hechos como que se trata de una hembra anciana o que en su juventud tuvo una caída por la que se fracturó una extremidad.
Varios estudios, ninguno revisado
«Hay muchas, muchas diferencias; no solo en el cráneo sino también en el resto del esqueleto», afirma Clark para New Scientist, primer medio en hacerse eco de los varios estudios que se están haciendo públicos estos días. El investigador asegura que «Little Foot» tendría una cara más plana que el A. Africanus, así como una mayor separación entre los caninos superiores y los incisivos. Además, Clarke está convencido de que la dieta del homínido encontrado en Sterkfontein era básicamente vegetal, mientras que la del A. Africanus habría sido más omnívora.
En esta línea apuntan los estudios aún sin revisar del equipo de Clarke, que afirman que «Little Foot» en realidad era una mujer anciana de unos 130 centímetros de altura -algo más grande que la media de los de una nueva especie. Por otro lado, un estudio dirigido por Travis Pickering de la Universidad de Wisconsin-Madison, revelaría que "Little Foot· tenía una lesión en el brazo a causa de una caída en su juventud. Y un tercer estudio de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) liderado por Robin Cropmton se centraría en la forma de caminar de este homínido, que ya iría acortando sus brazos para permitir una zancada mayor con las piernas.
Por otro lado, se señala que «Little Foot» no habría sido tan bueno como nosotros cargando objetos, aunque aún conservaba destreza para trepar a los árboles. Un artículo adicional, basado en el estudio de los estratos donde fue encontrado el esqueleto, apoya la teoría de que este fósil tiene 3,67 millones de años de edad.
La «pelea» científica
El hecho de que todos estos estudios se hayan hecho públicos antes de su revisión responde a la disputa científica entre el propio Clarke y el paleontropólogo estadounidense Lee Berger. Berger es el responsable del descubrimiento de dos nuevas especies de homínidos: Homo naledi y Australopithecus sediba. Con el objeto de encontrar relación entre estas especies, en 2016 pidió permiso para examinar a «Little Foot», pero la solicitud fue retrasada porque Clarke seguía estudiando el esqueleto.
«Nos dijeron que al menos desde 2008 había publicaciones inminentes en Little Foot», explica Berger a New Scientist, asegurando que por ello creyeron que los estudios de Clarke eran inminentes. Por su parte, Clarke alega que Berger quiere arrebatarle su objeto de estudio desde hace tiempo. «Ha estado intentando hacerse con el asunto desde el momento en que lo encontré», critica.
Al final, en 2017 se le concedió el permiso a Berger, aunque se le instó a no publicar nada antes del 30 de noviembre de 2018, para no pisar los hallazgos de Clarke. Pocos días después del vencimiento de la fecha se ha producido la publicación en bioRxiv de estos cuatro estudios -sin verificar- que respaldan la teoría de Clarke. De hecho, estaba previsto que tres de estas investigaciones aparecieran en un número especial de la revista «Journal of Human Evolution» y un cuarto en otra publicación.
Y en el centro, «Little Foot», que no es un fósil cualquiera. Se trata del esqueleto recuperado más completo de Australopithecus, a un 90% (respecto al 40% de Lucy). «Es casi un milagro que haya salido intacto», afirma para «Nature» Robin Crompton, biólogo de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), colaborador en las excavaciones. ¿Estamos quizá ante un nuevo eslabón de la historia del ser humano? «Little Foot» parece reservar aún muchos secretos.
Corría el año 1994 cuando el antropólogo sudafricano Ronald J. Clarke encontró unos fragmentos de huesos del pie en el yacimiento de Sterkfontein (dentro de la llamada «Cuna de la Humanidad», en Sudáfrica). Al estudiarlos, se dio cuenta de que pertenecían a un homínido englobado dentro del género Australopithecus, lo que le convertía en nuestro antepasado. Sucesivas investigaciones encontraron más partes del esqueleto, conocido por el nombre de «Little Foot», refutando la idea de que se trataba, efectivamente, de un antepasado del hombre. En 1998 fue presentado en sociedad el esqueleto de australopiteco más completo del mundo, incluso más que el de la famosa «Lucy». Pero un hallazgo tan importante no podía estar exento de polémica y ahora, más de 20 años después, es el centro de una importante «pelea» entre científicos.
El género Australopithecus, una especie de primates que ya caminaban sobre dos patas y que vivieron en África hace alrededor de 2 millones de años, abarca a muchas especies que incluso llegaron a convivir juntas, como la A. afarensis (la especie de «Lucy») o la A. africanus. De hecho, muchas investigaciones apuntaban a que «Little Foot» pertenecía a la última. Sin embargo, Clarke siempre ha sostenido que se trata de una nueva especie de homínido sin registrar, el A. prometheus. Ahora, una batería de nuevos estudios vendrían a refutar esta teoría, además de otros hechos como que se trata de una hembra anciana o que en su juventud tuvo una caída por la que se fracturó una extremidad.
Varios estudios, ninguno revisado
«Hay muchas, muchas diferencias; no solo en el cráneo sino también en el resto del esqueleto», afirma Clark para New Scientist, primer medio en hacerse eco de los varios estudios que se están haciendo públicos estos días. El investigador asegura que «Little Foot» tendría una cara más plana que el A. Africanus, así como una mayor separación entre los caninos superiores y los incisivos. Además, Clarke está convencido de que la dieta del homínido encontrado en Sterkfontein era básicamente vegetal, mientras que la del A. Africanus habría sido más omnívora.
En esta línea apuntan los estudios aún sin revisar del equipo de Clarke, que afirman que «Little Foot» en realidad era una mujer anciana de unos 130 centímetros de altura -algo más grande que la media de los de una nueva especie. Por otro lado, un estudio dirigido por Travis Pickering de la Universidad de Wisconsin-Madison, revelaría que "Little Foot· tenía una lesión en el brazo a causa de una caída en su juventud. Y un tercer estudio de la Universidad de Liverpool (Reino Unido) liderado por Robin Cropmton se centraría en la forma de caminar de este homínido, que ya iría acortando sus brazos para permitir una zancada mayor con las piernas.
Por otro lado, se señala que «Little Foot» no habría sido tan bueno como nosotros cargando objetos, aunque aún conservaba destreza para trepar a los árboles. Un artículo adicional, basado en el estudio de los estratos donde fue encontrado el esqueleto, apoya la teoría de que este fósil tiene 3,67 millones de años de edad.
La «pelea» científica
El hecho de que todos estos estudios se hayan hecho públicos antes de su revisión responde a la disputa científica entre el propio Clarke y el paleontropólogo estadounidense Lee Berger. Berger es el responsable del descubrimiento de dos nuevas especies de homínidos: Homo naledi y Australopithecus sediba. Con el objeto de encontrar relación entre estas especies, en 2016 pidió permiso para examinar a «Little Foot», pero la solicitud fue retrasada porque Clarke seguía estudiando el esqueleto.
«Nos dijeron que al menos desde 2008 había publicaciones inminentes en Little Foot», explica Berger a New Scientist, asegurando que por ello creyeron que los estudios de Clarke eran inminentes. Por su parte, Clarke alega que Berger quiere arrebatarle su objeto de estudio desde hace tiempo. «Ha estado intentando hacerse con el asunto desde el momento en que lo encontré», critica.
Al final, en 2017 se le concedió el permiso a Berger, aunque se le instó a no publicar nada antes del 30 de noviembre de 2018, para no pisar los hallazgos de Clarke. Pocos días después del vencimiento de la fecha se ha producido la publicación en bioRxiv de estos cuatro estudios -sin verificar- que respaldan la teoría de Clarke. De hecho, estaba previsto que tres de estas investigaciones aparecieran en un número especial de la revista «Journal of Human Evolution» y un cuarto en otra publicación.
Y en el centro, «Little Foot», que no es un fósil cualquiera. Se trata del esqueleto recuperado más completo de Australopithecus, a un 90% (respecto al 40% de Lucy). «Es casi un milagro que haya salido intacto», afirma para «Nature» Robin Crompton, biólogo de la Universidad de Liverpool (Reino Unido), colaborador en las excavaciones. ¿Estamos quizá ante un nuevo eslabón de la historia del ser humano? «Little Foot» parece reservar aún muchos secretos.
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