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Pagar por torturar: la prostitución y las falacias de “libertad” que vende el capitalismo
Es
la Dictadura del Capital la que dicta las pseudo “libertades” y
“elecciones” de las mayorías empobrecidas: es por ello que la mayoría de
mujeres prostituidas procede de zonas y países empobrecidos por el
saqueo capitalista.
La explotación desgarradora del cuerpo y de la siquis que constituye la prostitución, busca ser presentada por el poderoso lobby proxeneta (que tiene capital en empresas varias) como un “empoderamiento” y un “ejercicio de libertad”. Además de destruir a las personas prostituidas, la banalización de la prostitución vulnera al conjunto de los seres humanos, al hacer que el ejercicio del abuso de poder y de la crueldad sean banalizados; nos vulnera a todas las mujeres porque establece que las mujeres “pueden ser consumibles”, “allanables”, “saqueables”. Entre las promociones más lesivas de la violencia contra las mujeres, encontramos al porno y la prostitución, que es la cosificación absoluta del ser humano. Los medios de alienación masiva multiplican cinismo y retuercen palabras como “libertad”, para normalizar las explotaciones más aberrantes; cuando está claro que es la Dictadura del Capital la que dicta las pseudo “libertades” y “elecciones” de las mayorías empobrecidas: es por ello que la mayoría de mujeres prostituidas procede de zonas y países empobrecidos por el saqueo capitalista. El capitalismo es un sistema que produce barbarie, puesto que es un sistema que se sustenta en la explotación de las y los trabajadores y en el saqueo de la naturaleza. Para el gran capital, imponer que se conceptualice que todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, sean “consumibles” y explotables hasta la médula, es adecuar las mentalidades a una acumulación capitalista cada vez más brutal y monopólica. La alienación es promovida al punto de limar toda empatía, creando sádicos a granel. La investigación “El Putero”, de Huschke Mau, sobreviviente de la prostitución, evidencia que de lo que se trata es de tortura y abuso de poder: «En los foros de puteros en internet hay hombres que se alegran al torturar con electricidad, en un sótano, a jovencitas que no hablan una palabra de alemán: “¡Esta empieza a temblar no más verme!”. La reacción de los colegas puteros del foro: “¡Mis respetos!”. Los hombres que piden mujeres obligadas a prostituirse se alegran de que aún no las han “montado”: “Esta cierra las piernas con fuerza, ¡qué encanto! Aquí hay emociones de verdad, ésta todavía no es una máquina. Le di por el culo hasta que no pudo más.” (…) “Los primeros seis meses sólo se puede pedir como esclava, hasta que se haya acostumbrado”, “Ahora mismo le estoy enseñando a hacer garganta profunda y créeme, va a aprender”, “Ella no sabía que en su anuncio pone que hace anal y todo sin condón, jajaja, por supuesto que se lo hice, era lo que me ofrecieron”» [1].
La explotación desgarradora del cuerpo y de la siquis que constituye la prostitución, busca ser presentada por el poderoso lobby proxeneta (que tiene capital en empresas varias) como un “empoderamiento” y un “ejercicio de libertad”. Además de destruir a las personas prostituidas, la banalización de la prostitución vulnera al conjunto de los seres humanos, al hacer que el ejercicio del abuso de poder y de la crueldad sean banalizados; nos vulnera a todas las mujeres porque establece que las mujeres “pueden ser consumibles”, “allanables”, “saqueables”. Entre las promociones más lesivas de la violencia contra las mujeres, encontramos al porno y la prostitución, que es la cosificación absoluta del ser humano. Los medios de alienación masiva multiplican cinismo y retuercen palabras como “libertad”, para normalizar las explotaciones más aberrantes; cuando está claro que es la Dictadura del Capital la que dicta las pseudo “libertades” y “elecciones” de las mayorías empobrecidas: es por ello que la mayoría de mujeres prostituidas procede de zonas y países empobrecidos por el saqueo capitalista. El capitalismo es un sistema que produce barbarie, puesto que es un sistema que se sustenta en la explotación de las y los trabajadores y en el saqueo de la naturaleza. Para el gran capital, imponer que se conceptualice que todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, sean “consumibles” y explotables hasta la médula, es adecuar las mentalidades a una acumulación capitalista cada vez más brutal y monopólica. La alienación es promovida al punto de limar toda empatía, creando sádicos a granel. La investigación “El Putero”, de Huschke Mau, sobreviviente de la prostitución, evidencia que de lo que se trata es de tortura y abuso de poder: «En los foros de puteros en internet hay hombres que se alegran al torturar con electricidad, en un sótano, a jovencitas que no hablan una palabra de alemán: “¡Esta empieza a temblar no más verme!”. La reacción de los colegas puteros del foro: “¡Mis respetos!”. Los hombres que piden mujeres obligadas a prostituirse se alegran de que aún no las han “montado”: “Esta cierra las piernas con fuerza, ¡qué encanto! Aquí hay emociones de verdad, ésta todavía no es una máquina. Le di por el culo hasta que no pudo más.” (…) “Los primeros seis meses sólo se puede pedir como esclava, hasta que se haya acostumbrado”, “Ahora mismo le estoy enseñando a hacer garganta profunda y créeme, va a aprender”, “Ella no sabía que en su anuncio pone que hace anal y todo sin condón, jajaja, por supuesto que se lo hice, era lo que me ofrecieron”» [1].
La mayoría de mujeres prostituidas en la Unión Europea (el 90%), son mujeres migrantes procedentes de los países más empobrecidos por saqueo capitalista; a
muchas mujeres no les queda otra “elección” que dejar a sus hijos morir
de física hambre, o prostituirse. El capitalismo hace negocio redondo:
saquea los recursos y luego saquea los cuerpos de las mujeres empujadas a
migrar por causa de la depredación que perpetran las multinacionales.
Hay una correlación directa entre empobrecimiento y prostitución;
además, numerosos estudios han revelado que gran parte de las mujeres
prostituidas sufrieron maltrato en la infancia [2] y padecen Trastorno
de Estrés Post Traumático: “sufrieron violencia o fueron desatendidas
en la niñez(…) sufren de depresión, trastornos de ansiedad y adicción
en índices muy altos. La mayoría han sido violadas (…). La mayoría dice
que dejaría la prostitución de inmediato si pudiera hacerlo”[3]. Esa es la terrible realidad que buscan tapar con el barniz del discurso sobre la supuesta “elección libre”. La prostitución es la continuidad y profundización desgarradora del trauma,
en una sociedad culpable de no rescatar a tiempo a la niñez maltratada,
y culpable de luego intentar banalizar la continuidad de la tortura,
estableciéndola como “simple intercambio comercial” en la aberración de
la prostitución. Son las mujeres más empobrecidas y golpeadas de la
clase explotada las que se ven empujadas a esa “libertad” capitalista
que muele el alma y el cuerpo. Que la clase explotadora, los
proxenetas y la derecha hagan apología de esa falacia de la supuesta
“libertad de elección” es coherente con sus putrefactos intereses; pero
que gente que se pretenda “de izquierda” intente presentar una brutal
explotación como algo casi bucólico, demuestra una carencia de empatía y
de profundidad lacerantes.
El poderoso lobby proxeneta se encarga de promocionar sus intereses
económicos a través de los medios y a través de la cooptación de algunas
cabezas visibles, que no representan a la inmensa mayoría de la
población prostituida, sino a “una minoría, propietarias de burdeles y cabilderas”[ibidem]. Una minoría que una sobreviviente de prostitución interpela: “Describís
una realidad que no existe. Negáis a las víctimas e incluso les sugerís
que se alegren, ya que todo es tan estupendo. Silenciáis a la Mayoría
de las prostituidas. La mayoría que sigue bebiendo, tomando drogas o
reviviendo su abuso. ¡No liberáis a nadie con vuestra charlatanería
neoliberal!” [4]. La investigación “Las voces expropiadas y el lobby proxeneta” denuncia: “La
tarea del regulacionismo es la de utilizar a una fracción de la clase
obrera (a algunas prostituidas), para blanquear a la fracción burguesa
que maneja el ‘rubro’. La prostitución es un negocio de proporciones
siderales. Esa es la razón por la cual la burguesía internacional
proxeneta y sus instituciones están apoyando con millones de dólares
anuales la legalización de la prostitución; el capitalismo quiere
blanquear y sostener esos negocios. A través de la Open Society
Foundation, Soros ha aportado 11 billones de dólares en los últimos 30
años para la despenalización de la prostitución(…) Otro millonario que
pone fondos en organizaciones pro legalización, es Bill Gates(…)” [5].
La propaganda del lobby proxeneta hace malabarismos con la realidad
para incrementar el mercado de la tortura: intenta esconder la realidad
de violaciones y pretensiones pútridas durante horas, bajo el mito de la
“pretty woman”, que no es, para nada, representativa de toda la
extensión de una realidad siniestra. Los defensores de la legalización
de la prostitución intentan esconder, tras la fábula del
“empoderamiento”, el dolor de las prácticas cada vez más extremas que
piden los “señores puteros”, que pagan por “fiestas de violación”;
intentan esconder la explotación en cadena de proxenetas, puteros,
rentistas y expendedores de drogas; esconder la drogodependencia y
descorporalización que se instala para disociarse del horror [6];
esconder la realidad de las mujeres empobrecidas, empujadas a migrar y
arrinconadas por la brutalidad del sistema, urgidas a conseguir el
sustento para sus hijos empeñando su salud física y emocional, a la
merced de sádicos misóginos que pagan por ejercer poder.
En Alemania, país donde la prostitución fue banalizada y regulada en 2002, esta explotación se ha incrementado. El proxenetismo puede ejercer la explotación infrahumana que es la prostitución, de manera legal: “La
compra de sexo es un delito punible cuando puede considerarse al
proxeneta como ‘explotador’; por ejemplo, si se queda con más de la
mitad de las ganancias de una prostituta, algo que prácticamente nunca
es posible demostrar. Los policías y fiscales alemanes están atados, ya
que resulta muy difícil probar estos elementos” [7]. Robarle hasta
el 50% del dinero conseguido aguantando el allanamiento de su cuerpo a
una mujer prostituida se considera “legal” y solamente a partir del 51%
deviene “ilegal”; pero no hay forma alguna de probar el franqueo del
aberrante porcentaje. Una ley que favorece al lobby proxeneta, que ha
causado un incremento de la explotación y la barbarie, con el
establecimiento del horror de la “tarifa plana”, la promoción intensiva
de la prostitución en publicidades y por operadores turísticos, el
crecimiento exponencial de burdeles. Además de lo anterior, en los
hechos, la trata de personas goza ahora de mayor rango de acción, ya que
esta se parapeta en burdeles legales y se anida en la imposibilidad
probatoria. “¿Y si la ley en Alemania estuviera beneficiando, de hecho, a los tratantes de personas? ¿La
ley ha fomentado la prostitución y en consecuencia la trata de
personas? Axel Dreher, de la Universidad de Heidelberg, ha intentado
responder a estas preguntas con datos provenientes de 150 países.
Consiguió identificar una tendencia: “ahí donde la prostitución está regulada, hay más trata de personas que en ningún otro lugar” [ibidem].
El caso de Cora es similar a la situación que padecen miles de mujeres y niñas prostituidas: «Tras
ser violada un día entero en Nuremberg, ya sabía lo que tenía que
hacer. Recibía a los hombres en su habitación, hasta 18 horas cada día.
Cuenta que los oficiales de la policía también frecuentaban el burdel,
en calidad de “clientes”. Cora dice que “no se daban cuenta de nada, o
no les importaba”. El burdel recibió a muchos “clientes” en Noche Buena
de 2012. Su proxeneta le exigió trabajar un turno de 24 horas y la
apuñaló en la cara cuando se negó»[ibidem]. En el “mayor mercado de prostitución en la UE”, se establecieron mega-burdeles anunciando “todo incluido”: «Cuando
el Pussy Club abrió (Stuttgart), la gerencia lo publicitó de la
siguiente manera: “Sexo con todas las mujeres por el tiempo que quieras y
como quieras. Anal. Oral sin preservativo. Tríos. Orgías. Sexo
tumultuario”. El precio: €70 el día y €100 por la noche. Según la
policía, alrededor de 1.700 prostituidores aprovecharon la oferta
durante aquel primer fin de semana. Llegaron autobuses de muy lejos (…)
Después, por chats, los prostituidores se quejaron del supuestamente mal
servicio, pues las mujeres ya no estaban en forma para ser usadas
después de unas cuantas horas» [ibidem]. Muchas mujeres prostituidas se desmayaron “de cansancio, dolor, heridas e infecciones, que se extendían por sus piernas desde sus genitales”[8]. Con la legislación del 2002 “el
negocio se ha vuelto más rudo(…) Las condiciones laborales de las
prostitutas han empeorado, se ofrece un número significativamente mayor
de servicios en condiciones de mayor riesgo y a cambio de menos dinero”[9]. La investigación “El modelo alemán está creando un infierno en la tierra”, expresa: “Estamos
ante la industrialización de la prostitución: El beneficio es de 14.6
billones de euros con 3500 burdeles registrados (muchos no están
registrados). Hay crecimiento de la demanda: Hace 15 años se estimaba
que había 400.000 mujeres en la prostitución. El número se ha
incrementado en al menos un 30%. Se estima que cada día 1.2 millones de
hombres compran sexo en Alemania. El 18% de los alemanes son
consumidores regulares de prostitución y el 80% han estado alguna vez en
un burdel. Las prácticas son cada vez más peligrosas, dándose un
incremento de la violencia contra las mujeres”[10]. «Desde la
reforma, no sólo los anuncios se han desinhibido, los compradores de
sexo se han vuelto más brutales. Hoy en día si dices “No, yo no hago
eso”, muy a menudo te responden “Venga, no seas tan difícil, que es tu
trabajo”. Preguntan si pueden hacer pis en tu cara, si pueden hacerlo
sin protección, queriendo sexo anal»[11], relata una mujer prostituida.
El informe del ginecólogo Wolfgang Heide, que trabaja con mujeres prostituidas, expresa: “las
condiciones de salud de estas mujeres es catastrófica: Con 30 años
muchas han envejecido de manera prematura, todas tienen dolores
abdominales permanentes, gastritis e infecciones frecuentes (…) y todo
tipo de enfermedades de transmisión sexual. El trauma psicológico lo
alivian con alcohol y fármacos. Hay un incremento en la demanda
de mujeres embarazadas para ejercer la prostitución. Estas mujeres
tienen que dar servicio a entre 15 y 40 hombres diariamente de manera
continuada hasta dar a luz. Muy frecuentemente acaban abandonando al
bebé, volviendo al trabajo tan pronto como les es posible, lo que en
ocasiones es 3 días después de dar a luz. Estas prácticas son
irresponsables para la salud de la madre y del bebé, pudiendo provocar
daños irreparables”[12]. En Alemania los proxenetas ofrecen tortura a modo de fiesta; la barbarie se publicita así: “El
miércoles estamos organizando una fiesta ‘gang-bang’ (sexo de varios
hombres con una mujer) con Tina, de 19 años, embarazada de 6 meses…
cuesta 35€”[13].
El Ministerio de la Familia alemán reconoce en un informe que: «ni las condiciones laborales ni la posibilidad de salir de la “profesión” han mejorado. La
operadora de un burdel afirmó que valoraba la ley de la prostitución
porque reducía la probabilidad de redadas. De hecho, afirmó que la ley era más ventajosa para quienes operan burdeles que para las prostitutas»[14]. La promoción del truculento lucro es tal, que: «el
canal de televisión RTL II tiene un programa donde un equipo de
“embellecedores de burdeles” recorre el país y visita “burdeles en
problemas” para asesorar e impulsar el “negocio”» [ibidem].
La prostitución debería ser abolida, no regulada ni legalizada, porque la tortura no debería ser legal;
pero su erradicación se ve impedida dentro del capitalismo, porque es
un sistema que se basa en la explotación y en el saqueo, que genera empobrecimiento medular y que por lo tanto genera una “cantera constante de seres humanos esclavizables”. Dentro de las legislaciones burguesas, la ley sueca es más coherente con los derechos de las mujeres: “La
ley sueca se basa en la igualdad entre hombres y mujeres. Su argumento
es que la prostitución constituye una forma de explotación. El hecho de
que los hombres puedan comprar a las mujeres para acostarse con ellas
perpetúa una percepción de la mujer que socava la igualdad de derechos y
daña a todas las mujeres”[ibidem]. Suecia penaliza a los compradores, a los proxenetas y a los tratantes de personas, no a las mujeres prostituidas: “busca
disuadir la demanda de sexo a cambio de dinero y restar rentabilidad a
los tratantes y explotadores (…) la pena máxima para quienes compran
sexo es de 12 meses en prisión”[ibidem]. La ley sueca relativa a la
prostitución se basa en principios éticos; pero lamentablemente los
miles de suecos que viajan anualmente a Tailandia, República Dominicana,
Colombia (u otros países en los que el saqueo capitalista desgarra
humanidad) para torturar mujeres, niñas y niños, siguen haciéndolo. El
aberrante turismo sexual crece de la mano de un sistema que por un lado
empobrece, y por otro promueve la barbarie, la tortura y la misoginia a
través de todo su Aparato Cultural. La medida de modificación legal
en el sentido abolicionista, debería ir acompañada de varias medidas
estructurales y globales, que en el capitalismo no se van a tomar porque
contravienen los intereses capitalistas, y la lógica misma del sistema.
1. La primera medida concierne a la población de las mujeres
empobrecidas, mujeres potencialmente en riesgo de verse abocadas a la
explotación -prostitución: estas mujeres deberían tener salidas
laborales reales, que les permitan un sustento para ellas y sus
familias. Más del 90% de las mujeres prostituidas en las metrópolis
capitalistas, son migrantes: atenazadas entre el empobrecimiento que las
empuja al éxodo y leyes de inmigración lesivas que las suplen
maniatadas a violadores y explotadores de todo tipo: “Estas jóvenes
llegan y son sometidas a los deseos perversos (…)Están completamente
anuladas por su situación. Muchas de ellas piden drogas psicotrópicas
inmediatamente después de su primera experiencia, dicen que de no
tomarlas no podrían sobrevivir. Algunas mujeres, tras sólo un par de
días siendo prostituidas aseguran que es como si hubieran muerto; ya no
son capaces de reír. Otras lo aguantan durante años para poder mantener a
sus hijos. Están muy traumatizadas; desarrollan depresión, pesadillas y
problemas físicos; lo somatizan todo, enferman y sufren” [15]. Son
las mujeres más empobrecidas de la clase explotada, provenientes de
regiones y países que padecen el saqueo capitalista más descarnado, las
que son mayormente abocadas a las prostitución; por lo tanto el drama
de la prostitución solamente podrá ser abolido aboliendo las causas del
empobrecimiento; solamente podrá ser abolido aboliendo un sistema, el
capitalista, en el que un puñado capitaliza sobre la sangre, sudor y lágrimas de la mayorías, y sobre la depredación del planeta.
2. La segunda medida concierne a la población de mujeres en riesgo de
ser abocadas a la prostitución por causa del maltrato que han padecido
en la infancia. Una vez más, topamos con los límites que impone el mismo
sistema: la existencia de maltrato infantil, de abandono, de familias
desestructuradas, de violación intrafamiliar, responde a un sistema que genera barbarie y desestructuración social, al que muy poco le importa la infancia maltratada,
con hambre, violada y explotada. Responde a condiciones de vida
alienantes y bestializantes. Responde a una educación que el mismo
sistema dirige hacia la sumisión y la opresión, hacia el abuso de poder y
la violencia, hacia la misoginia y la tortura, porque es con esa
educación que se perpetúa, mediante la alienación y la normalización de su mecanismo fundamental: la explotación. La
existencia de la infancia maltratada responde también a una carencia de
atención social, a una carencia de atención médica y psicológica
universal, gratuita, preventiva y que vaya al encuentro de quienes la
puedan necesitar, cosa que en el capitalismo no existe, porque en los
hechos la asistencia sanitaria es convertida en otra manera de
capitalizar, en vez de ser realmente un derecho universal.
3. La tercera medida concierne a la “demanda”, es decir a los
puteros, educados en la alienación y la misoginia: el mismo sistema
produce puteros. Haría falta implementar una educación, unos productos
culturales, destinados a fomentar respeto, empatía, igualdad, dignidad,
pensamiento crítico, creatividad, ternura, solidaridad; es decir
diametralmente opuestos a los que hoy imperan en el capitalismo; y esto
contraviene la estrategia misma de perpetuación del sistema. El sistema
se perpetúa golpeando la capacidad de empatía y de pensamiento crítico;
su Aparato Cultural (medios, industria cinematográfica, productos
musicales, videojuegos, contenidos educativos destinados a la sumisión,
instituciones religiosas, etc.) promueve incesantemente el machismo, el
racismo, el individualismo, el hedonismo, el consumismo, la
cosificación, la banalización de la tortura… El capitalismo se sostiene
gracias a la violencia represiva y a la alienación, sus medios difunden
paradigmas de discriminación, de sumisión y explotación, porque le son
funcionales. Propone martirizar a otro ser humano como exutorio de las
frustraciones que el mismo sistema genera (los “gangparty” son ejemplo
de estas prácticas de tortura colectivas, en las que los torturadores se
aúpan y las mujeres son destrozadas). Este sistema fabrica monstruos puteros que pagan por un abuso de poder, por “consumir” un ser humano, por cosificar a las mujeres, niñas o niños.
El drama de la prostitución, cuando se aborda bajo las luces más crudas, arroja la profundidad de unas raíces sistémicas,
y la necesidad, para el abolicionismo, de abrazar también la lucha por
una sociedad sin clases, además del trabajo contra la misoginia
imperante. La lucha por una sociedad sin clase explotadora que posea los
medios de producción, y sin clase explotada que se vea arrinconada a
padecer explotación. La lucha por una sociedad sin clase explotadora que
imponga su hegemonía cultural alienante. El abolicionismo se ve
impelido a trabajar en varios planos a la vez: dentro del marco
limitante de la legislación burguesa; por otro lado intentando aportar a
la creación de una cultura emancipadora (a sabiendas de que cualquier
paso en ese sentido, se verá ahogado en medio de los millones de
productos culturales misóginos destinados a la alienación que sin cesar
promueve el capitalismo); y trabajar enfocando la raíz sistémica del
problema, entroncándose así con la lucha contra toda explotación. Un abolicionismo integral solamente es posible cuestionando al capitalismo y sus relaciones de producción:
porque son esas relaciones las que generan la dramática “cantera de
esclavizables”, esa “cantera” de seres humanos que es explotada por
empresarios proxenetas. “La prostitución es un fenómeno mundial
sostenido por fracciones enteras del imperialismo y de la gran burguesía
internacional. El abolicionismo local tiene que ponerse a la altura de
este desafío que tiene alcance mundial(…) No se puede desconocer el
problema de clase que subyace a todo el fenómeno. Solo por ese camino,
se puede restituir la voz expropiada de las compañeras en situación de
prostitución”[16].
La prostitución no es “el trabajo más antiguo del mundo”; es
una de las explotaciones más antiguas y aberrantes, multiplicada durante
siglos de sistemas de clases sustentados en la explotación, la
alienación y la violencia. En este sistema seguirá creciendo el
empobrecimiento de las mayorías por causa del saqueo capitalista que
perpetra la clase explotadora: y por lo tanto crecerá la vulnerabilidad
social y las peores formas de explotación, como la prostitución o los
llamados “vientres de alquiler”. Hay que cambiar el sistema para poder
acabar con tanto sufrimiento. El capitalismo produce barbarie; y hay
quien tiene el cinismo de pretender banalizar la barbarie, en vez de
cuestionar al sistema.
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“Un estudio realizado en 5 países (Estados Unidos, Zambia,
Turquía, Sudáfrica y Tailandia) a personas prostituidas mostró la
presencia de trastornos psiquiátricos (que incluye la disociación
mental) en el 67% de las personas prostituidas: esto es lo que llamamos
el TEPT (trastorno de estrés postraumático)”.
[14] “El Fracaso de la legalización de la prostitución”, Der Spiegel.
[15] “El modelo alemán está creando un infierno en la tierra”
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