miércoles, 26 de febrero de 2020

La pedagogía de la solidaridad


rebelion.org

La pedagogía de la solidaridad 

 

 

Héctor Bernardo

La solidaridad es uno de los valores más entrañables que poseen los seres humanos. A través de ella los pueblos expresan su ternura. Mirar desde lo alto al caído y extenderle la mano para que se yerga significa mostrar desprendimiento, otro valor invaluable, que justifica que alguien vea por encima del hombro al otro. Darle un abrazo al que ha sido difamado o al que atraviesa una tragedia o al que se sumerge en la desgracia eleva a la máxima potencia a quien abriga ese amor infinito a la humanidad. El sustento de la solidaridad y el desprendimiento es otro valor: la sensibilidad. Dice Simón Rodríguez que “es menester ser muy sensible y tener mucha imaginación, para convertir el mal ajeno en propio, y compadecer en lugar de lastimarse solamente”. Acá el visionario caraqueño coloca pragmáticamente otro elemento: la acción revolucionaria.
Luis María Drago
Cuando “la planta insolente del extranjero” bombardeó las costas de Venezuela, el canciller argentino Luis María Drago (1859-1921) no dudó en solidarizarse con nuestro presidente Cipriano Castro (1858-1924) desenmascarando la Doctrina Monroe y accionando la doctrina jurídica que lleva su apellido el 29 de diciembre de 1902, con la que establece que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana con la finalidad de cobrar una deuda financiera. Ante el ataque del Reino Unido, Alemania e Italia, Estados Unidos replicó que, como país, no apoyaría a un estado americano que sufriese ataques bélicos como respuesta a la negativa de pagar sus deudas, pretendiendo que la Doctrina Monroe sólo se aplicaría cuando dicho país sufriese ataques de potencias europeas motivadas por la intención de recuperar territorios americanos y colonizarlos, argumento que se desmoronó cuando Estados Unidos apoyó a su madre británica en la guerra de Las Malvinas entre abril y junio de 1982.
Protectores, socorristas y salvadores
Hay muchas personas que poseen los valores de la solidaridad, el desprendimiento y la sensibilidad y que si tienen un lugar en la historia es porque accionaron un plan para que estos se conjuguen para alcanzar el noble propósito de la libertad. En las décadas puntofijistas de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa del siglo XX, muchas guerrilleras y guerrilleros fueron enconchados en casas de heroínas y héroes anónimos venezolanos. Seres humanos como el diplomático sueco Harald Edelstam (1913-1989), el periodista estadounidense Varian Fry (1907-1967), el sacerdote irlandés Hugh O’Flaherty (1898-1963) y el maestro mexicano Gilberto Bosques Saldívar (1892-1995) salvaron a otros en circunstancias políticamente comprometidas durante la segunda guerra euroasiática, mal conocida como Segunda Guerra Mundial. Edelstam protegió y rescató a comunistas y a personas de religión judía víctimas del régimen de Vidkun Quisling quien llegó al poder en Noruega por un golpe de Estado apoyado por el nazismo. En Chile en 1973, hizo lo mismo con numerosos perseguidos políticos después del golpe militar de Augusto Pinochet. La filósofa alemana Hannah Arendt, el escultor francés Jean Arp, el pintor bielorruso Marc Chagall, el artista francés Marcel Duchamp, el artista alemán Max Ernst, el artista cubano Wifredo Lam, el cineasta alemán Max Ophüls y el escritor alemán Heinrich Mann le deben la vida a Varian Fry.
O’Flaherty logró esconder a cuatro mil soldados aliados en apartamentos, granjas y conventos. Solía utilizar diferentes disfraces cuando salía fuera de la zona de restricción del Vaticano, delimitada por las autoridades nazis. A O’Flaherty sólo lo guiaba su fe en Cristo, nunca esperó permiso de sus superiores. Consiguió la ayuda de comunistas, de otros sacerdotes, de dos agentes que trabajaban para Francia libre y de un conde suizo.
Gilberto Bosques contra Monroe
El 20 de julio de 1892, nace en Chiautla de Tapia, Puebla, el maestro, periodista, político, profesor universitario y diplomático Gilberto Bosques Saldívar. Comienza a trabajar como ayudante en la Escuela Primaria José María Lafragua en tiempos de la Revolución Mexicana, cuando el 21 de abril de 1914, el ejército de Estados Unidos invade a México por segunda vez. En esta ocasión el ataque fue al puerto de Veracruz y el objetivo era intervenir en los asuntos políticos en un país dividido por la Revolución Mexicana. Bosques solicita permiso para sumarse en las filas antiimperialistas del grupo “Voluntarios de San Carlos a la defensa del País”. Una vez concluida su participación, regresa para titularse como Profesor Normalista. Paralelamente se une a las filas de Venustiano Carranza quien lo comisiona para la organización de la Nueva Escuela de la Revolución en 1916. En esta época organiza el Primer Congreso Pedagógico Nacional, que se llevaría a cabo en Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala. Su vínculo con el presidente Lázaro Cárdenas dejó frutos como la reforma al tercer artículo constitucional que incluyó la educación socialista. En materia de política exterior, el mandatario fue un luchador infatigable en contra del fascismo razón por la que fustigó la invasión italiana de Abisinia y la anexión de Austria por parte de Alemania y apoyó militarmente a la República Española. Bosques, hasta 1937, fue presidente de la Cámara de Diputados, posteriormente Secretario de Prensa y Propaganda del gobernante Partido de la Revolución Mexicana y director del periódico El Nacional. En 1938 ingresa al comité de apoyo de la Liga Pro-Cultura Alemana en México, fundada por los entonces pocos alemanes opositores a Hitler como conferencista donde vapuleaba la ideología, política y economía del régimen nazi.
Salvar vidas
En 1939, ocurrieron dos hechos cruciales en Europa: la falange española comandada por Francisco Franco derrota a la República Española y Hitler invade Polonia dando inicio a la segunda guerra euroasiática. El presidente Lázaro Cárdenas nombra a Bosques cónsul general de México en Marsella, cargo que ocupará hasta 1942. Desde esta trinchera, formó al personal del consulado para que se entregaran a la causa de la humanidad y dejaran atrás las formalidades propias de la diplomacia. Firmó más de 40 mil visas para que personas perseguidas por el fascismo abandonaran Europa y se refugiaran en México. Allí salvó la vida de muchos republicanos españoles, como por ejemplo, los políticos socialistas Julio Álvarez del Vayo (1891-1975) y Luis Nicolau d’Olwer (1888-1961), el militar Carlos Romero Giménez (1890-1978), la filósofa María Zambrano (1904-1961), el poeta Manuel Altolaguirre (1905-1959) y el escritor Max Aub (1903-1972), así como de la escritora alemana Anna Seghers (1900-1983), los activistas comunistas alemanes Paul Merker (1894-1969) y Bodo Uhse (1904-1963), el artista surrealista austríaco Wolfgang Paalen (1905-1959), el fotógrafo alemán Walter Reuter (1906-2005), la física austríaca Marietta Blau (1894-1970), el periodista checo Egon Erwin Kisch (1885-1948), entre otras personalidades.
Entre 1942 y 1944, Bosques fue el encargado de Negocios del consulado mexicano en Vichy, Francia. Fue prisionero en Alemania entre 1943 y 1944. Entre 1946 y 1953 fue enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Portugal, Suecia y Finlandia, y entre 1953 y 1964 Ministro Plenipotenciarío en La Habana, Cuba, donde se hizo amigo de Fidel Castro, Raúl Castro y Ernesto «Che» Guevara.
El tiempo
El 4 de julio de 1995, fallece en la ciudad de México a los 102 años de edad. Gilberto Bosques se convirtió en un pequeño sol con raíces que regó de solidaridad para impulsar su propia batalla contra la guadaña. Su lema fue: «Salvar vidas y más vidas». No permitamos nunca que la desmemoria amenace el tesoro revolucionario que vive en nuestra historia de la Patria Grande. En algún día de su longeva existencia, Gilberto Bosques Saldívar nos dijo en que consistía su vida: “el tiempo del alba se lo damos a la alondra. El tiempo de la luz se lo damos a los niños. El tiempo del arco iris se lo damos a la flor. El tiempo del céfiro se lo damos al polen. El tiempo del fulgor se lo damos a las estrellas. El tiempo de la cumbre se lo damos al cóndor. El tiempo de la vida se lo damos al agua. El tiempo de la esperanza se lo damos a la sementera. El tiempo del camino se lo damos al hombre. El tiempo del hombre se lo damos a la tierra. El tiempo de la verdad se lo damos al pueblo”.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario