sábado, 12 de enero de 2013

Apuntes postsoviéticos

Apuntes postsoviéticos
Moneda de cambio
Juan Pablo Duch
L
a Unión Soviética llegó a tener una larga tradición en materia de adopción de menores extranjeros y, como muestra de solidaridad, recibió con los brazos abiertos a niños de la España republicana, Angola, Chile, Nicaragua y muchos otros países.
Tras el colapso soviético, la Rusia independiente, su principal Estado sucesor, pasó de receptor de menores a exportador de huérfanos, muchos de ellos con enfermedades congénitas.
En los 20 años recientes casi 60 mil huérfanos rusos encontraron nueva familia en Estados Unidos, pero ahora los diputados rusos convirtieron a los niños sin padres en moneda de cambio en su confrontación con los congresistas estadunidenses.
El presidente Vladimir Putin ya promulgó la ley que prohíbe que matrimonios estadunidenses adopten huérfanos rusos, como represalia por la llamada lista Magnitsky.
Serguei Magnitsky, jurista de Hermitage Capital Management, denunció que los funcionarios públicos que investigaban a esta empresa estadunidense en Moscú utilizaron documentación confiscada para estafar al Estado ruso por más de 200 millones de dólares.
Los corruptos siguen impunes y el abogado acabó en la cárcel, acusado de evasión fiscal, y murió al no recibir la atención médica que requería. El congreso de Estados Unidos aprobó una lista Magnitsky, la cual deniega o anula el visado de entrada y congela las cuentas bancarias y propiedades en Estados Unidos de funcionarios rusos que, estima, tuvieron que ver con su muerte.
El Kremlin tomó como afrenta la imposición de represalias contra funcionarios suyos y ordenó adoptar medidas de reciprocidad que resultaron risibles, toda vez que elaborar una lista similar de funcionarios estadunidenses que hayan afectado los derechos de ciudadanos rusos es absurdo: ni quieren venir ni tienen dinero y propiedades aquí.
Para enmendar la situación, el Parlamento ruso propuso cerrar las organizaciones no gubernamentales del ámbito político financiadas por Estados Unidos y, con el pretexto de que han muerto 19 niños rusos al cuidado de padres estadunidenses, prohibir la adopción, pese a las opiniones contrarias de personalidades y varios ministros, que consideran la medida un balazo en pie propio, dado que los huérfanos serán los principales afectados.
El núcleo duro del Kremlin se impuso, no obstante que la prohibición se contradice con varios instrumentos, tanto locales como internacionales, que regulan el derecho de los huérfanos a ser adoptados.
Por lo pronto, la relación bilateral atraviesa por uno de sus momentos más tensos y, en el corto plazo, no se ve ni en Moscú ni Washington la voluntad para apretar otro botón que pudiera anunciar un nuevo y simbólico reinicio.

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