Cien días y solamente Elba (como venganza y poder)
5. abril, 2013
Álvaro Cepeda Neri
Se
ha convertido en un balance que los presidentes (medida impuesta por
los estadunidenses), al llegar a los primeros 100 días de su gobierno,
tanto ellos como los ciudadanos hagan un corte de caja; y se
agrega que lo que muestren como hechos, al margen de las promesas, es un
ejemplo de lo que harán durante su respectivo periodo. En el caso
mexicano, en que no hay todavía reelección (y que los peñistas más
ortodoxos quieren proponer, ya no tanto para Peña al terminar, como para
su sucesor Luis Miranda, Videgaray, Chuayffet…), esos primeros 100 días
representan, desde este presente, un adelanto del futuro inmediato. Por
lo pronto no hay nada bajo el obregonismo de Peña y su grupo. Solamente
tenemos la caída de Elba Esther Gordillo Morales, la otrora
poderosa dueña del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación,
de un partido y de un botín multimillonario que ella y sus cómplices
hicieron del saqueo de las cuotas magisteriales y de los sobornos a
gobernadores, además de las ayudas ilegales que le dieron Salinas,
Zedillo, Fox y Calderón.
El encarcelamiento de Elba es, pues,
lo único. Hay, sí, bajo el listado del Pacto por México, como 100
propósitos: promesas para entretener a los mexicanos. Pero el elbazo
es una muestra del peñismo para ejecutar el poder presidencial contra
quienes, en la elite de los poderes político-burocráticos y
económico-privados, quieran enfrentarse y desafiar al rescatado
presidencialismo inspirado en el que entonces ejerciera Álvaro Obregón,
ejemplo que eligió Peña Nieto desde que, en la Universidad Panamericana
(del Opus Dei), presentó su tesis sobre El presidencialismo de Álvaro Obregón para obtener su licenciatura en derecho. La Maestra Elba Esther no midió su desafío ni entendió las señales que le mandaron: Chuayffet en la Secretaría de Educación Pública, enemigo público
número uno de la exlideresa; además de las advertencias-amenazas de
quien fuera secretario (efímero) con Zedillo y que éste le frustró sus
ansias presidenciales para ser rescatado por Peña, entre otras cosas,
para que fuera un “mensaje” a la chiapaneca.
¿Una venganza? Indudable es que, de paso a su insolencia, ha sido un pase de factura
a Elba, quien supuso que su poder, acumulado en 4 sexenios, era
superior al poder presidencial. Se equivocó. Esto no obstante que desde
Obregón, el presidencialismo a la mexicana (con sus poderes
constitucionales y metaconstitucionales), usado al estilo personal de
cada gobernante desde entonces, es tan autoritario, que posee la fuerza
de una guillotina. El de Huatabampo se deshizo de enemigos, adversarios y opositores como ahora Peña de Elba. Ésta, además, era una cabeza
que por su corrupción, sus abusos y su cártel de amigos, familiares y
cómplices, era demandada que cayera. Peña logró hacer coincidir el odio a
la Maestra con su decapitación.
Así que después de sus primeros 100 días (le restan más de 1 mil 800) no hay más que el elbazo
como hecho que cuenta a favor del peñismo. Va sobre Petróleos Mexicanos
para sitiar a la empresa con más penetración privada de capitales y
empresarios nativos y extranjeros; busca una reforma fiscal para hacer
que 24 millones de personas en la informalidad paguen impuestos; pescar a los que no pagan lo que deberían escabulléndose en mil y una
argucias (se dice que meterá en cintura a Televisa, Tv Azteca,
Teléfonos de México y al resto de quienes controlan las
telecomunicaciones); y que intenta paliar la pobreza… Todo esto son
promesas que, sobre todo la petrolera y la fiscal, provocarán
reacciones. Y si Peña se empeña en parecerse a Obregón, con un poco de
Calles, Alemán, Díaz Ordaz y Salinas, entonces tendremos pronto un
complemento más a la ingobernabilidad por la inseguridad que sigue a todo galope, el desempleo y la inflación.
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