Por Margarita Bastías
SANTIAGO DE CHILE, (ANSA)- Neftalí Reyes, más conocido como
Pablo Neruda, será exhumado el lunes de su tumba frente al mar
de Isla Negra, ante la atónita mirada de los chilenos que a 40
años de su muerte no se convencen de las contradicciones que
asoman sobre su deceso, el 23 de septiembre de 1973, doce días
después del Golpe de Estado.
Hasta ahora, la versión oficial aceptada por todos era que el
Premio Nobel de Literatura 1971 falleció de un cáncer a la
próstata agravado por la insurrección militar que derrocó al
gobierno del presidente socialista Salvador Allende.
Pero Eduardo Contreras, abogado del Partido Comunista que
presentó el año pasado una querella por asociación ilícita y
homicidio del autor de las "Odas elementales", contó a ANSA que
en mayo de 2011 recibieron el testimonio de Manuel Araya, chofer
de Neruda, y "nos convencimos de que su versión era verdadera".
En la querella se recuerda que Neruda volvió a Chile desde
Francia, donde se desempeñaba como cónsul, a raíz de su
enfermedad, pero que recibía frecuentemente a amigos y que "para
tratar de protegerle se hizo público que estaba más delicado de
salud de lo real, pensando que así no sería agredido
personalmente ni invadida su casa por los golpistas".
Sin embargo, a pocos días del golpe ingresó violentamente a
su residencia un grupo numeroso de militares primero y de
marinos después, que maltrataron y ofendieron a Neruda y
saquearon su casa, robando objetos valiosos y destruyendo otros,
tal como hicieron además con su casa en Valparaíso (La
Sebastiana) y la de Santiago (La Chascona).
Los militares tomaron virtual posesión del inmueble y
despidieron y enviaron a sus casas a la cocinera, el jardinero y
la empleada doméstica, disponiendo que sólo podían quedarse con
Neruda su esposa Matilde Urrutia y Manuel Araya, su chofer y
hombre de confianza,
En esas condiciones pasaron los días inmediatamente después
del 11 de septiembre en la casa de Isla Negra, continúa el
escrito, "pero una vez que se recibió el ofrecimiento del
gobierno de México para sacar a Neruda del Chile invadido por
fascistas y llevarlo a ese país en que Neruda vivió durante
varios años, en el que había sido Cónsul de Chile y en el que
era profundamente apreciado, Manuel Araya y Matilde Urrutia
hicieron los arreglos necesarios para llevarlo a Santiago a la
espera de la llegada del avión que habría de transportarlo".
Relata Contreras en la querella, que siempre sosteniendo la
tesis de su gravedad, Araya contrató una ambulancia particular
en la que, tras un mortificante viaje de cerca de 6 horas en que
el poeta fue humillado y vejado en cada control policial del
camino entre Isla Negra y Santiago (100 kilómetros), finalmente
llegaron a la Clínica Santa María, el mismo centro asistencial
donde nueve años después moriría el ex presidente Eduardo Frei
Montalva.
El sábado 22, Neruda recibió la visita del entonces embajador
de México en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá, amigo del poeta y
que conversó largamente con él los detalles del vuelo.
Para Contreras, lo importante de este encuentro, es la
evidencia de que, como asegura Araya, la condición de Neruda era
normal y muy distante de las características que le atribuyó el
certificado médico que antecede al certificado de defunción.
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