¡Desempleados y pobres del mundo…, de México: uníos!
28. abril, 2013
El pragmatismo depredador, que solamente busca resultados, sin importar los medios, fue el legado de la
Thatcher, como un irse acomodando y orientado ese pragmatismo por
exigencias inmediatas que prescinde de principios teóricos
(democráticos, morales), para simplemente tomar en cuenta los hechos
existentes como resultados
“Pragmatismo” en Diccionario de ciencias políticas, de Dieter Nohlen y Rainer-Olaf Schultze
Existen 800 millones de personas en el desempleo, expulsadas del capitalismo salvaje mundial y su punta de lanza,
el neoliberalismo económico. En nuestro país tenemos más de 35
millones, de los cuales 24 millones andan en las calles vendiendo
mercancías en jornadas de hasta 18 horas, perseguidos por las denuncias
de los comerciantes establecidos y a quienes las policías roban sus
mercancías, encarcelan a los indígenas, echan de las aceras a mujeres
que cargan a sus niños desnutridos a los que les niegan agua y han de
beber refrescos, comer productos chatarra y miles de ellos
obligados a dormir en alcantarillas, rincones mugrosos y hasta pagar por
pernoctar en patios y azoteas. Ese brutal desempleo mundial es una de
las consecuencias de la era Thatcher, que con sus seguidores
empresariales y gobernantes fueron los primeros en cocinar con
las recetas privatizadoras, promover el desmantelamiento de los
sindicatos y la abolición del mínimo Estado de bienestar, con el que
pretendieron alejar la tentación del socialismo y, más aun, del comunismo.
Milton Friedman fue el ideólogo del
“gobierno mínimo”, la llamada desregulación para permitir la absoluta
libertad al mercado para que “la mano invisible” (demasiado visible) de
patrones, financieros, gobernantes, trasnacionales y demás pillos de la
explotación del trabajo, esclavizara con salarios de hambre a empleados,
obreros, mineros, campesinos y toda la mano de obra del espectro
neoliberal económico que hizo a un lado al mismo Adam Smith con su
liberalismo económico, que contaminó a los mismos regímenes de las mil y
una variedades socialistas para arrastrarlos al capitalismo salvaje que
impera actualmente, y tenerlos en la mira de la primera “revolución
mundial”.
Ésta sólo será posible si los
desempleados se deciden a encabezar la rebelión desde los países
europeos que tienen a sus pueblos con la y se unen a las víctimas de las
contrarreformas mundiales, como a los maestros mexicanos o a los
estudiantes chilenos que demandan educación pública y gratuita; misma
que en México, el peñismo puede poner en peligro con la privatización de
la educación y la posibilidad de hacer a un lado el laicismo con la
entrega religiosa al papado y al clero político.
La recientemente fallecida Margaret Thatcher, por quien las campanas se echaron al vuelo para festejar su muerte y cantar la letra del filme de 1939 El mago de Oz:
“Ding, dong, la bruja ha muerto…”, fue la portavoz y ejecutora del
neoliberalismo económico –calificado como capitalismo salvaje– que logró
la unión de todos los capitalismos y los poderes fácticos (medios de
comunicación, dirigentes políticos, narcotraficantes, apostadores en las
bolsas, monopolios comerciales, agrícolas, etcétera).
Así lograron someter a los pueblos vía
el empobrecimiento masivo, el desempleo, la reducción de los servicios
de salud, el fanatismo religioso, el sabotaje a los movimientos de
huelga, el fortalecimiento de la educación privada y, en consecuencia,
el descuido de la calidad laica y gratuita de las escuelas públicas. La
maniobra thatcheriana y del Fox estadunidense, Ronald Reagan, con sus
gobiernos que buscaron los recovecos autoritarios del Estado inglés y yanqui, doblegaron por la fuerza a los movimientos sociales que planteaban reivindicaciones.
A partir de 1979 la humanidad, incluso
la que vive y sobrevive en los resabios del socialismo político y los
despotismos orientales que resisten las invasiones estadunidenses, ha
sido degradada económicamente para ser los nuevos parias, el neoproletariado,
que por la fuerza policiaca y militar de sus gobiernos permanece
sometida y soportando todas las desgracias de la explotación despiadada
del capitalismo salvaje; mismo que en nuestro país inició con el
pragmatismo salinista hasta topar con el pragmatismo eufórico de Peña
que sólo busca resultados. Hay que consultar en la revista
conservadora-derechista de Enrique Krauze, Letras Libres (31 de
mayo de 2012), la entrevista que Carlos Puig hizo a Peña Nieto en donde
éste declara: “Mi única definición es que soy un pragmático al que
importan los resultados… Los resultados, eso es lo que importa: los
resultados”.
Además de los desempleados, en el
mundo hay más de 1 mil millones de pobres que bien pueden ser el
potencial de la “revolución mundial” contra el capitalismo salvaje. En
cálculos no conservadores, sino también revolucionarios, en nuestro país
sobreviven en el filo del hambre, las enfermedades y desnutrición más
de 70 millones de desempleados y pobres (54 millones en la pobreza y el
resto sin trabajo) que bien pueden generar un estallido que complete la
“revolución inconclusa” de 1910, si antes los detonadores no son los
maestros, las guerrillas, el narcotráfico, la guerra peñista y toda la
crisis social, política y económica. Esto también puede ser un
resultado.
*Periodista
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