¿México contra Rosario Robles?
René Avilés Fabila
28/04/2013 01:37
¿Su formación cercana al marxismo, su paso altanero por el PRD y el gobierno capitalino, la vehemencia con la que defendía a sus camaradas, muchos sujetos de total inmoralidad política, su enamoramiento, luego la expulsión, el salvavidas que para ella representaron los medios de comunicación y su ingreso al gabinete de Peña Nieto la hacen detestable? Lo ignoro. Observo los escenarios políticos, jamás me he involucrado en ellos. No obstante, de pronto me topo con políticos y escucho reproches a Rosario. Podría uno pensar en cuestiones sexistas, pero también veo mujeres que la juzgan con severidad. Sin ser en absoluto santa de mi devoción, no me parece tan chocante. Insoportables son Gustavo Madero y René Bejarano y sólo sus más acendrados rivales los critican y sin tanto vigor como a Rosario.
Es evidente que para el PRD y seguidores, es pecadora y traidora. El imaginario colectivo es manipulable. ¿A quién traicionó en un partido de traidores, donde la mayoría proviene del PRI? ¿Fue corrupta en donde hemos visto tanta inmoralidad? ¿Irrita su regreso triunfal? Lo que molesta al perredismo es saber que ella los conoce bien por dentro, posee expedientes de cada dirigente, conoce en detalle cómo utilizan los recursos oficiales para cooptar a los necesitados y no sólo en el DF, en Zacatecas o Michoacán. Tal información ahora está en manos del PRI. Eso les incomoda, porque Peña Nieto tiene más armas.
Su retorno no fue del todo una sorpresa. Muchos lo esperaban. Es una mujer hábil y sobre todo tiene lo que Peña Nieto y los suyos requieren a gritos: la experiencia de las dádivas. En un país de millones de pobres, donde se requiere la creación de empleos y un severo ajuste en las instituciones, se ha optado por seguir políticas de limosnas, las que llevaron a López Obrador a tocar las puertas del paraíso. Peña Nieto, como AMLO en el DF y Lula en Brasil, dejaron los sueños de justicia social para asegurar el voto de la miseria. Millones pueden vivir de la caridad oficial. Una credencial del INAPAM en México equivale a las que poseían los militantes comunistas en la Unión Soviética. Entonces, ¿para qué trabajar?
Rosario Robles, por múltiples razones, es un triunfo para el PRI. No tanto por su pasada “ideología”, sino porque conoce secretos que tal vez le permitan a Peña Nieto pasar a la historia como un mandatario que le dio de comer a los hambrientos. Una victoria ridícula. No eliminó la miseria, la ocultó bajo un programa llamado Cruzada Nacional contra el Hambre. Vale recordar que pocas cruzadas, desde tiempos inmemoriales han tenido éxito más que efímero. La experiencia de Robles permite articular elementos que deben garantizar resultados positivos inmediatos. Es elocuente. Quizá hasta cree, lejos ya del viejo marxismo que la formó, que salvará a México.
A diferencia de la célebre Rosario “de Acuña”, la Robles no ha sido musa de poetas, pero lo es ahora de un partido carente de proyectos novedosos. Su bagaje ideológico es la inspiración de un lastimoso gobierno sin ideas propias.
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