Roto el Pacto sigue la guerra
Durante 12 años, el Partido Acción
Nacional (PAN) ejerció el poder y usó la Presidencia de la República
para intentar someter a políticos de oposición, principalmente priístas y
perredistas. Para ello echó mano de todos los instrumentos del Estado.
Lo mismo utilizó el terrorismo fiscal, con sus respectivas áreas de inteligencia, que el espionaje político desde los sótanos
de la Secretaría de Gobernación. Su principal logro fue obligar al
exgobernador mexiquense Arturo Montiel a renunciar a su aspiración
presidencial cuando le descubrieron cuentas financieras imposibles de
justificar.
Como es sabido, el exgobernador mexiquense es el padre
político del actual presidente de la República, Enrique Peña Nieto, y
esa acción panista que humilló a Montiel y al Partido Revolucionario
Institucional (PRI), por cierto ejecutada por el expriísta y
exsecretario de Hacienda y Crédito Público Francisco Gil Díaz, es una
deuda pendiente que Peña Nieto no olvida y que seguramente ha llegado la
hora de cobrar.
Con muy poca imaginación, y mucho
menos inteligencia, los políticos panistas no lograron en 12 años
someter al PRI y llevar a juicio a los responsables por desfalcos y
despilfarros de dinero público.
Ahora, como partido de oposición, que es lo mejor que los panistas saben hacer, éstos han roto el pacto y se han lanzado a una guerra
con pruebas más mediáticas que jurídicas, presentadas por su líder
nacional Gustavo Madero para denunciar corrupción en el gabinete de Peña
Nieto, concretamente en contra de la secretaria de Desarrollo Social,
Rosario Robles, a quien acusan de manipular los programas sociales de
combate a la pobreza para beneficiar a los aspirantes priístas a puestos
de elección popular.
El problema para los panistas es que
si no pudieron encarcelar a ningún priísta cuando ostentaron el poder 12
años mucho menos lo harán como oposición, y menos ahora cuando el PRI
tiene todos los instrumentos del Estado para ajustar cuentas con ciertos
grupos políticos opositores y funcionarios panistas corruptos, que no
son pocos.
En las filas del “partido oficial”, el
malestar por la osadía panista se ha convertido en furia de sus
militantes y esto ha provocado que distintos órganos de gobierno ya
preparen voluminosos expedientes para llevar a juicio a exfuncionarios
del gobierno de Felipe Calderón que abusaron de sus cargos públicos y
desfalcaron y despilfarraron el presupuesto.
Y en esto de armar expedientes, el PRI
es mejor que el Partido Acción Nacional, y lo demostrará antes de que
finalice 2013. La guerra ha comenzado.
Guerra en la Defensa
Por lo pronto, después de que el
procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, anunciara que
ordenó abrir una investigación penal en contra de los responsables por
la fabricación de delitos que mantuvo preso por casi 1 año al general
Tomás Ángeles Dauahare, en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)
varios generales están preocupados porque sus nombres podrían aparecer
como responsables de haber participado en la planeación de la detención,
sin pruebas, del exsubsecretario de la Defensa.
Más aún, las instrucciones de proceder
en su contra se tomaron en Los Pinos, una vez que hasta allá llegó la
noticia de que el general Ángeles Dauahare participaba activamente como
asesor en la campaña del entonces candidato priísta Enrique Peña Nieto,
lo que causó tanto malestar que pidieron encarcelar a quien había
ocupado la Subsecretaría de la Defensa Nacional los 2 primeros años de
gobierno de Felipe Calderón y después se atrevía a apoyar la campaña del
PRI.
De inmediato se echó a andar la
maquinaria de fabricación de delitos en la Procuraduría General de la
República (PGR), a cargo en ese momento de la prestigiada Marisela
Morales (reconocida así por el gobierno de Estados Unidos), para
fincarle responsabilidades penales a Ángeles Dauahare por supuestos
vínculos con el crimen organizado.
Y es que el general de división
diplomado de Estado Mayor en retiro Tomás Ángeles –quien contaba con
prestigio y liderazgo entre la comunidad castrense– había cometido otras
“faltas” desde que él mismo se desempeñaba como subsecretario de la
Defensa: se opuso a la creación de una fuerza militar continental, como
lo había propuesto Estados Unidos y, en términos generales, se oponía a
lo que consideraba la “injerencia” de ese país en los asuntos internos
de México; criticaba severamente la “guerra” contra el narcotráfico y
aseguraba que el gobierno de Felipe Calderón no contaba con estrategia
alguna; se había acercado al priísmo, con el que incluso se mostraba
obsequioso y, finalmente, había iniciado una investigación –con medios
propios y al parecer por encargo del equipo de Enrique Peña Nieto– de
los grupos y los intereses al interior del Ejército Mexicano.
La operación en la PGR en contra de
Ángeles Dauahare la realizaron dos militares, el teniente coronel
Abigail Vargas Tirado, comisionado por la Sedena a la entonces
Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia
Organizada, área que tuvo a su cargo la integración de la averiguación
previa PGR/SIEDO/EUIDCS/0241/2008, lo que permitió posteriormente a un
juez federal girar las órdenes de aprehensión. El mismo teniente coronel
Abigail fue después destituido de la PGR acusado de “traicionar” a la
institución.
El otro militar que participó en la
integración del expediente en contra del general Ángeles Dauahare fue el
mayor Gerardo Salazar Bolaños, responsable de la Unidad Especializada
en Investigación de Delitos contra la Salud, quien también fue despedido
por la procuradora Marisela Morales en septiembre de 2012 y hasta
noviembre pasado pudo reintegrarse a la Defensa.
La pregunta es por qué la abogada de
la nación permitió que desde la Defensa enviaran militares a las áreas
más sensibles de la estructura judicial, y la única razón que se
encuentra es que las órdenes procedían de Los Pinos, en donde despachaba
otro militar como jefe del Estado Mayor Presidencial, el general Luis
Arturo Oliver Cen, actual oficial mayor de la Sedena.
La captura del general Ángeles
respondió entonces a una disputa militar por el poder de la Defensa
Nacional y el control utilitario de la PGR para castigar a todo aquel
miembro de las Fuerzas Armadas que consideraran traicionaba al partido
en el poder. Por lo tanto, fue desde el interior de la Defensa que un
grupo de generales planearon y fabricaron delitos, con la sigla de la
PGR, para anular a Tomás Ángeles Dauahare, quien los aventajaba en su
relación con el entonces candidato Peña Nieto.
Sin participación activa en la
integración de la averiguación previa, la cual estaba a cargo de Abigail
y de Salazar Bolaños, la procuradora Marisela Morales aseguraba en su
oficina, hasta los últimos días de su gestión, que sí había suficientes
elementos probatorios para condenar al general preso. Y daba argumentos
que poco se sostenían en lo legal.
El mismo secretario de la Defensa en
el sexenio calderonista, Guillermo Galván Galván, confirmaba lo que
repetía la procuradora, y en sus oficinas de la Defensa señalaba que
todo el proceso contra el general Ángeles Dauahare estaba bien
estructurado y se llevaba transparentemente.
Y la razón de tanta coincidencia entre
la Defensa y la PGR es que la procuradora Marisela Morales mantenía una
buena relación con el general Galván, quien para protegerla de algún
posible atentado a manos del crimen organizado le dispuso una escolta
militar y le ofreció un departamento (donde vive hasta la fecha) dentro
de las propias instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Más castigos en Sedena
Y ya que hablamos de militares y
traiciones, hay nueva información en la Sedena. Desde hace varias
semanas hemos seguido puntualmente los ajustes que en las filas de la
Secretaría de la Defensa Nacional realiza el general secretario Salvador
Cienfuegos, con el objetivo de limpiar la administración que, cuando concluya su gestión, le permita rendir cuentas claras a los mexicanos.
Por lo pronto la limpia en la
Dirección General de Administración continúa y después de que fue
castigado y separado de su encargo el coronel intendente diplomado de
Estado Mayor (DEM) José Luis Lua Tahuado, quien sigue sometido a
investigación militar por supuestos actos de corrupción con empresas
proveedoras de bienes y servicios para la Defensa, ahora tocó el turno
al teniente coronel DEM José Alfredo Carrillo Ríos, responsable del área
de compras del Ejército.
Las indagatorias por denuncias de
corrupción en el área administrativa involucran a su director general,
general brigadier Fernando Joaquín Ávila Lizárraga, quien según fuentes
militares pronto dejará el cargo por el descontrol con el que inició la
actual administración.
Los cambios en la Sedena involucran
desde capitanes hacia arriba, además de realizarles exámenes sicológicos
de control de confianza, que incluyen encierro de 2 días y aplicación
del polígrafo, entre otras pruebas. Algunos militares ya se han quejado
del trato hostil, pues ha sido la Policía Militar la que ha ido por
ellos hasta sus casas y los ha presentado para ser interrogados y
examinados, por lo que consideran han violado sus derechos humanos.
El propósito del general Cienfuegos es
extirpar la histórica corrupción que ha rondado a la Defensa durante
muchos sexenios, en donde militares, políticos y empresarios han abusado
del presupuesto público destinado a la seguridad nacional. Hasta la
próxima con más noticias verdes.
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