Nos prometieron empleos y nos convirtieron en desempleados empobrecidos
1 mayo 2013
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Ollantay ItzamnáCómo olvidar la promesa de antaño reciente que nos decían: “estudia para tener un buen empleo estable”. Muchos de nosotros/as creímos al mercado universitario que nos prometió el mito del pleno empleo. Cómo no recordar aquella sensación que se nos transmitía del trabajo estable como un factor determinante de la identidad personal de un trabajador moderno. En muy poco tiempo se pulverizó el mito del pleno empleo moderno.
Según estudios de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), titulado: Tendencias Mundiales del Empleo 2013, si para el 2012 subsistían 197 millones de personas desempleadas en el mundo, para el presente año, esta cifra se eleva 203 millones. Además, la publicación de la OIT indica que en el mundo subsisten 397 millones de trabajadores/as en situación de pobreza extrema, y otros 472 millones de trabajadores no pueden satisfacer con regularidad sus necesidades básicas. Es decir, en el moderno mercado laboral del siglo XXI, cerca de mil millones de trabajadores/as no ganan ni lo básico para comer.
Qué inmoral contradicción. Cuando más moderno y civilizado es el mercado laboral mundial, más desempleo y trabajadores hambrientos genera. Cuanta más riqueza se produce en el mundo, más empobrecimiento se acumula en la humanidad.
Los países “desarrollados” que nos juzgan y sojuzgan al resto como “sub desarrollados” son los más “desarrollados” en el desempleo. España tiene más de 6 millones de desempleados. Francia, 3 millones. En conjunto, la zona euro tiene 12.1% de creciente desempleo (España y Grecia tienen más del 27% de desempleo). En los EEUU., el desempleo oficial ya supera el 8%. Esta es la tragedia inmoral de quienes se sienten auto proclamados para sermonear con discursos sobre trabajo decente, democracia, derechos humanos, etc. Élite de traidores que ahora sacrifica con el desempleo a su decrecida juventud híper profesionalizada, y desahucia a sus jubilados negándoles los derechos laborales ganados.
Mientras el Norte labra y soporta las consecuencias de la desgracia del prepotente libre mercado laboral, sureños países sutiles como Ecuador, Bolivia y otros tienen controlado el desempleo al tope del 5%. En la zona de CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) el desempleo no supera en mucho el 6%. Aunque sí existen países excepciones en esta zona.
Países como Honduras o Guatemala, obsesionados por el sistema neoliberal, que no escarmientan con las nefastas recetas del BM y FMI, condenan a su juventud a una existencia sin sentido. Cada año, en estos países se expulsa cerca de 50 mil jóvenes al mercado laboral para buscar trabajo que no encuentran. Técnicos y profesionales desfilan resignados a las maquilas y a los súper mercados para ser sobre explotados. Las grandes mayorías de campesinos e indígenas sin tierra sobreviven resignados a ser intoxicados y esclavizados en los cultivos de Palma Africana, Caña de Azúcar, Hule, etc. Monocultivos asesinos que no conocen de derechos humanos, mucho menos de derechos laborales. En Honduras, con todas las políticas de empleo (o explotación) a medio tiempo, declaración de zona franca del territorio nacional, etc., más de un millón y medio de hondureños/as “celebrarán” el Día Internacional de Trabajo buscando trabajo desesperadamente. A muchos cientos de miles de hondureños este Día los encontrará intentando vencer la mortal ruta de “mojados” hacia el Norte para ser vomitados inmediatamente como indeseables.
En este contexto, nuestro instinto de sobrevivencia nos obliga a recapacitar y redefinir nuestro sentido de orientación. Si seguimos obnubilados con la oscuridad radiante del Norte, entonces, nuestro nefasto destino laboral seguirá siendo la desgracia del desempleo. Tenemos que aceptar que jamás tendremos trabajo decente por la buena voluntad de la inversión extranjera. Mucho menos en un libre mercado laboral desregulado. Países de MERCOSUR, ALBA, CELAC, UNASUR, nos están demostrando con hechos que es posible generar empleos dignos, incluso en época de crisis mundial, pero fuera de las recetas neoliberales del BM y el FMI.
Nos auto engañamos al haber creído en el mito del pleno empleo del mercado laboral. Tenemos que comenzar a creer en nosotros mismos e intentar a convivir según nuestras capacidades y la capacidad productiva de nuestra Madre Tierra. Debemos voltear la mirada al campo. Comenzar a cultivar nuestra propia comida. Comenzar a cuidar nuestras fuentes de subsistencia. Hemos entrado a la etapa de la sobrevivencia planetaria. No sólo no tenemos trabajo. No tenemos ya agua suficiente en el planeta. La alimentación, la energía, la seguridad, escasean. El clima enloquece. La incertidumbre nos acecha por todas partes. La salvación no vendrá del Norte. Mucho menos de su neoliberal mercado laboral.
La solución posible está en nosotros mismos. Está en las iniciativas del Sur. Comencemos a retornar a la tierra, y a producir y consumir según nuestras capacidades y la capacidad regenerativa de nuestra Madre Tierra. Nuestro destino no es el desempleo mortal, ni la semi esclavitud. Liberemos al planeta de los mitos del neoliberalismo y volteemos la mirada a lo que jamás debimos dejar: nuestra Madre Tierra y la convivencia responsable con Ella.
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