Serbia 1999: "Los pilotos de la OTAN querían rematarnos"
Foto: newzz.in.ua
Han transcurrido catorce años del
término ensañamiento de la aviación de la OTAN contra Serbia. Pero
¿alcanzó la intromisión armada de la OTAN aquellos objetivos por los que
emprendió esa agresión?
¿Dejó Kosovo de ser un foco de inestabilidad? ¿Cesó el terror contra la población serbia de la provincia?
Es
verdad que un objetivo se logró alcanzar, pues Hashim Thaci y sus jefes
de campo son los amos de Kosovo, metamorfoseados en políticos
respetables. En Europa y EEUU se afanan hoy en no hablar de la
operación, eufemísticamente denominada, “Ángel misericordioso”. Los
políticos europeos y transoceánicos fruncen el ceño cuando les recuerdan
a quienes asesinaron o dejaron minusválidos en aquellos trágicos días
de la primavera de 1999.
Quiero relatar a los oyentes de La Voz de Rusia
de Marina Iovanovic, una hermosa joven que en mayo de 1999 tenía tan
solo quince primaveras. De Marina me enteré por mis amigos de Belgrado,
quienes me ayudaron a buscarla. Así, nos encontramos en un café de
Belgrado y, Marina me contó cómo los pilotos de la OTAN masacraron a
creyentes en el día de una gran fiesta ortodoxa -de la Santísima
Trinidad:
—Cuando comenzaron los bombardeos, no
podíamos creer que algo así pudiera ocurrir en el ocaso del siglo XX. En
la década del noventa hubo algunas guerras en los Balcanes: en Croacia,
en Bosnia y Herzegovina. Pero aquí, en Serbia reinó siempre la paz.
Estuve dos meses en Belgrado, desde el 24 de marzo al 23 de mayo.
Durante los ataques de misiles y de bombas a nuestra capital acudíamos a
los refugios antiaéreos. Había muchos problemas: a menudo se cortaba la
electricidad, el transporte urbano trabajaba mal y se formaban colas
horribles para comprar gasolina. Pero, nuestra familia soportó aquello
sin pérdidas. Mis padres habían nacido en el pequeño pueblo de Varvarin,
donde tenían una pequeña casa, en la que vivían los abuelos. Me propuse
viajar a esa apacible provincia a visitarlos. La aviación de la OTAN
sobrevolaba el lugar, pero no arrojaba bombas. De ahí que decidí viajar a
Varvarin para olvidar un poco las pesadillas de la OTAN.
Viajé
además a Varvarin porque allí vivía mi mejor amiga, Sanya Milenkovic,
la mejor estudiante de matemáticas de Yugoslavia. Muchas veces había
triunfado en Olimpíadas internacionales de Matemáticas. Sania me
telefoneaba casi a diario y me invitaba a Varvarin, donde todo ese
tiempo estaba muy tranquilo. Y bien, el 23 de mayo viajé hasta allá.
Pasamos toda una semana tan alegremente que me parecía que había llegado
a otro país, donde no había ni aviones infernales ni alarmas de ataques
aéreos, ni tomahawk ni bombas de muchas toneladas.
A
continuación me trasladaron rápidamente al hospital de la ciudad de
Krushevatz, la que estaba más próxima a Varvarin. Allí pasé veinte días,
luego terminó la agresión y, me trasladaron a Belgrado donde estuve
tratándome cerca de un año. En ese período me hicieron unas cuantas
operaciones. Durante largo tiempo no podía caminar y me ayudaba solo con
las muletas.
Ahora me sigo sintiendo mal
debido a que unas cuantas esquirlas del misil quedaron en el estómago,
las que no pueden ser extraídas en operaciones, ya que corre peligro mi
vida. Todas las mañanas sufro dolores horribles los que puede ser
aliviados solo con medicamentos. Han transcurrido catorce años y, y cada
día es para mí un sufrimiento.
sb/as/er
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