Violencia política se cierne sobre Venezuela en estreno de Maduro como presidente
Por Diego Oré
CARACAS (Reuters) - La espiral de violencia política que vive Venezuela está alimentando un explosivo cóctel de rencor y belicosidad que pone cuesta arriba el camino del presidente Nicolás Maduro cuando apenas lleva tres semanas de Gobierno.
A pesar de que un evento de magnitud no se ha dado, la tensión amenaza con desbordarse con consecuencias imprevisibles en un país repleto de armas en manos de civiles.
Consciente de ello, el heredero del fallecido Hugo Chávez ha prometido diálogo, pero Venezuela luce hoy más polarizada que antes y desde Estados Unidos al Vaticano y diversas naciones de Sudamérica le han solicitado tolerancia, a lo que él ha respondido pidiendo que saquen sus narices del país.
"Es difícil ignorar los recientes titulares de creciente tensión política y los brotes de violencia abierta entre la oposición y los chavistas", dijo Siobhan Morden, responsable para América Latina del banco de inversión Jefferies.
"El riesgo político es mucho más alto en la era post-Chávez y la tensión continuará por una débil administración de Maduro que no puede controlar a las facciones radicales. La tensión política es el nuevo paradigma de un gobierno débil", agregó.
Las alertas sobre el futuro del país con la mayores reservas de crudo del mundo llevaron a agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor's a bajar la perspectiva para la deuda soberana, citando el estrecho resultado en los comicios presidenciales y el aumento de la incertidumbre política.
LUTO Y RENCOR
En medio de acusaciones de fraude tras las votaciones del 14 de abril, los choques entre el oficialismo y la oposición dejaron ocho muertos y una decena de diputados heridos, un condimento más a la tensa convivencia entre simpatizantes de Maduro y de su rival electoral, Henrique Capriles.
La maquinaria comunicacional del Gobierno socialista culpa a la oposición de promover la violencia para fraguar un golpe de Estado, mientras que algunos medios cercanos a la oposición denuncian a lo que califican como un "régimen ilegítimo" que quiere imponer su versión por la fuerza.
"Ha brotado una corriente de derecha fascistoide contrarrevolucionaria muy peligrosa para la vida política, no sólo de Venezuela, sino también del resto de la región", dijo Maduro en Uruguay durante una reciente visita.
El debate político en Venezuela se ha reducido a un cruce de dimes y diretes con Maduro acusando y Capriles retrucando.
"El mundo ha podido ver todas mis declaraciones y no hay una sola palabra mía que signifique llamar a la violencia o a la confrontación entre hermanos", se defendió Capriles, quien aún no reconoce el triunfo electoral de Maduro.
Sin embargo, los vecinos de La Limonera, un complejo de 430 apartamentos sociales creado por Chávez para albergar a familias de escasos recursos en el sur de Caracas, piensan distinto.
Allí, sus habitantes intentan recomponerse del miedo que se ha apoderado de sus vidas tras la violencia post electoral que dejó dos muertos en su zona.
"Yo no tengo nada en contra de la oposición, pero después de que mataron a mi mamá, ¿tú crees que le puedo tender la mano a uno de ellos?", se preguntó Yonylexis Reyes, hija de Rosiris del Valle, una de las víctimas de La Limonera.
Según sus familiares, del Valle falleció luego de que un puñado de opositores emboscó y disparó a un grupo de chavistas que había acudido a defender un centro de salud contiguo que estaba siendo asediado por anti-chavistas.
Una de las balas mató también a José Luis Ponce, carpintero, padre de seis y dirigente sindical de 45 años, según sus familiares. Durante su velorio, testigos contaron que hirieron a otro vecino de La Limonera de un disparo que provino de una urbanización cercana poblada mayormente por opositores.
Tras los enfrentamientos, decenas de motoristas y un pequeño contingente del Ejército patrullan el lugar adornado con carteles de "Capriles asesino" y que está rodeado por edificaciones de clase media-alta.
MUCHAS VERDADES
El 19 de abril, cuando Maduro se juramentaba como presidente electo, otro vecino de La Limonera, Johny Pacheco, fue hallado muerto luego de recibir cuatro disparos que sus familiares dijeron se los propinaron tras resistirse al robo de su auto.
Pero el ministro de Información, Ernesto Villegas, negó esa versión. "Acaban de asesinar a otro de los defensores del (centro de salud) CDI de Piedra Azul (...), le dispararon en la cabeza sin robarlo", dijo.
Otras seis personas fueron asesinadas en Venezuela mientras celebraran el triunfo de Maduro, aunque para los medios privados las víctimas fueron resultado de la alta criminalidad que aqueja al país y que el año pasado cobró la vida de más de 22.000 personas según fuentes privadas y de 16.000 de acuerdo al Gobierno.
En cualquier caso, Venezuela es el país sudamericano con la mayor tasa de asesinatos por habitante.
Por los hechos violentos, las fuerzas del orden detuvieron recientemente durante algunas horas a 242 manifestantes opositores en todo el país y diputados han denunciado que 70 de ellos fueron obligados, en prisión, a ponerse gorras y cantar consignas a favor de Maduro.
Los arrestos más sonados fueron el del estadounidense Timothy Tracy y el del general retirado venezolano Antonio Rivero, quienes fueron acusados de querer desestabilizar el país. goo.gl/jhQ2E
Rivero permanece preso desde el 27 de abril y desde ese día mantiene una huelga de hambre para exigir su libertad que, según su hermano, ha deteriorado rápidamente su salud.
Tracy, por su parte, sigue detenido acusado de espía, mientras sus familiares y amigos aseguran que estaba en Venezuela grabando un documental sobre el chavismo. Su caso ha tomado vuelo internacional y hasta el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dicho que es "ridículo" pensar que su conterráneo es un espía.
"¿FRACTURA O FRAUDE?"
La violencia que se inició en la calle se diseminó la semana pasada hasta el hemiciclo de la Asamblea Nacional, donde una furibunda gresca dejó siete diputados opositores y cuatro oficialistas heridos.
La mayoría del Congreso, presidido por el presidente del partido oficialista, Diosdado Cabello, negó por segunda sesión consecutiva el derecho de palabra a la oposición hasta que no reconozca a Maduro como Presidente.
Ante ello, los opositores desplegaron una pancarta donde se leía "golpe al Parlamento", lo que desató la furia de los oficialistas que se abalanzaron sobre sus adversarios.
Las cámaras de televisión que transmitían la sesión enfocaron el techo del hemiciclo durante la trifulca, pero los teléfonos móviles de los asistentes grabaron lo ocurrido.
La golpiza dejó al opositor Julio Borges con una fractura en el hueso maxilar y el ojo izquierdo morado, mientras que su colega María Corina Machado tuvo que ser operada tras una fractura cuádruple en la nariz.
Rápidamente, el Gobierno culpó a la bancada opositora de planear la violencia y como prueba emitió una cadena de radio y televisión donde, durante siete minutos al son de una melodía tragicómica, se ve a los opositores revisando sus correos, conversando, tocando pitos y, sólo a uno, lanzando una silla. goo.gl/fV4PH
Y esta semana, los medios estatales lanzaron un micro intitulado "¿fractura o fraude?" donde tratan de demostrar que la diputada Machado no sufrió una fractura nasal. goo.gl/lM4NQ
El pleito traspasó las fronteras venezolanas y países que días atrás apoyaron a Maduro ante los reclamos de fraude de Capriles, hoy parecieran menos proclives a sus desplantes.
Voces desde España, Perú, Colombia, Uruguay y hasta de Obama le han solicitado mesura a Maduro, pero el ex chofer de autobús de 50 años calificó los pedidos como injerencia.
Sin las robustas finanzas bajo las que Chávez cimentó su popularidad, el inicio de Maduro como el "primer presidente chavista" luce más brumoso que el mes pasado.
(Reporte de Diego Oré; Editado por Silene Ramírez)
CARACAS (Reuters) - La espiral de violencia política que vive Venezuela está alimentando un explosivo cóctel de rencor y belicosidad que pone cuesta arriba el camino del presidente Nicolás Maduro cuando apenas lleva tres semanas de Gobierno.
A pesar de que un evento de magnitud no se ha dado, la tensión amenaza con desbordarse con consecuencias imprevisibles en un país repleto de armas en manos de civiles.
Consciente de ello, el heredero del fallecido Hugo Chávez ha prometido diálogo, pero Venezuela luce hoy más polarizada que antes y desde Estados Unidos al Vaticano y diversas naciones de Sudamérica le han solicitado tolerancia, a lo que él ha respondido pidiendo que saquen sus narices del país.
"Es difícil ignorar los recientes titulares de creciente tensión política y los brotes de violencia abierta entre la oposición y los chavistas", dijo Siobhan Morden, responsable para América Latina del banco de inversión Jefferies.
"El riesgo político es mucho más alto en la era post-Chávez y la tensión continuará por una débil administración de Maduro que no puede controlar a las facciones radicales. La tensión política es el nuevo paradigma de un gobierno débil", agregó.
Las alertas sobre el futuro del país con la mayores reservas de crudo del mundo llevaron a agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor's a bajar la perspectiva para la deuda soberana, citando el estrecho resultado en los comicios presidenciales y el aumento de la incertidumbre política.
LUTO Y RENCOR
En medio de acusaciones de fraude tras las votaciones del 14 de abril, los choques entre el oficialismo y la oposición dejaron ocho muertos y una decena de diputados heridos, un condimento más a la tensa convivencia entre simpatizantes de Maduro y de su rival electoral, Henrique Capriles.
La maquinaria comunicacional del Gobierno socialista culpa a la oposición de promover la violencia para fraguar un golpe de Estado, mientras que algunos medios cercanos a la oposición denuncian a lo que califican como un "régimen ilegítimo" que quiere imponer su versión por la fuerza.
"Ha brotado una corriente de derecha fascistoide contrarrevolucionaria muy peligrosa para la vida política, no sólo de Venezuela, sino también del resto de la región", dijo Maduro en Uruguay durante una reciente visita.
El debate político en Venezuela se ha reducido a un cruce de dimes y diretes con Maduro acusando y Capriles retrucando.
"El mundo ha podido ver todas mis declaraciones y no hay una sola palabra mía que signifique llamar a la violencia o a la confrontación entre hermanos", se defendió Capriles, quien aún no reconoce el triunfo electoral de Maduro.
Sin embargo, los vecinos de La Limonera, un complejo de 430 apartamentos sociales creado por Chávez para albergar a familias de escasos recursos en el sur de Caracas, piensan distinto.
Allí, sus habitantes intentan recomponerse del miedo que se ha apoderado de sus vidas tras la violencia post electoral que dejó dos muertos en su zona.
"Yo no tengo nada en contra de la oposición, pero después de que mataron a mi mamá, ¿tú crees que le puedo tender la mano a uno de ellos?", se preguntó Yonylexis Reyes, hija de Rosiris del Valle, una de las víctimas de La Limonera.
Según sus familiares, del Valle falleció luego de que un puñado de opositores emboscó y disparó a un grupo de chavistas que había acudido a defender un centro de salud contiguo que estaba siendo asediado por anti-chavistas.
Una de las balas mató también a José Luis Ponce, carpintero, padre de seis y dirigente sindical de 45 años, según sus familiares. Durante su velorio, testigos contaron que hirieron a otro vecino de La Limonera de un disparo que provino de una urbanización cercana poblada mayormente por opositores.
Tras los enfrentamientos, decenas de motoristas y un pequeño contingente del Ejército patrullan el lugar adornado con carteles de "Capriles asesino" y que está rodeado por edificaciones de clase media-alta.
MUCHAS VERDADES
El 19 de abril, cuando Maduro se juramentaba como presidente electo, otro vecino de La Limonera, Johny Pacheco, fue hallado muerto luego de recibir cuatro disparos que sus familiares dijeron se los propinaron tras resistirse al robo de su auto.
Pero el ministro de Información, Ernesto Villegas, negó esa versión. "Acaban de asesinar a otro de los defensores del (centro de salud) CDI de Piedra Azul (...), le dispararon en la cabeza sin robarlo", dijo.
Otras seis personas fueron asesinadas en Venezuela mientras celebraran el triunfo de Maduro, aunque para los medios privados las víctimas fueron resultado de la alta criminalidad que aqueja al país y que el año pasado cobró la vida de más de 22.000 personas según fuentes privadas y de 16.000 de acuerdo al Gobierno.
En cualquier caso, Venezuela es el país sudamericano con la mayor tasa de asesinatos por habitante.
Por los hechos violentos, las fuerzas del orden detuvieron recientemente durante algunas horas a 242 manifestantes opositores en todo el país y diputados han denunciado que 70 de ellos fueron obligados, en prisión, a ponerse gorras y cantar consignas a favor de Maduro.
Los arrestos más sonados fueron el del estadounidense Timothy Tracy y el del general retirado venezolano Antonio Rivero, quienes fueron acusados de querer desestabilizar el país. goo.gl/jhQ2E
Rivero permanece preso desde el 27 de abril y desde ese día mantiene una huelga de hambre para exigir su libertad que, según su hermano, ha deteriorado rápidamente su salud.
Tracy, por su parte, sigue detenido acusado de espía, mientras sus familiares y amigos aseguran que estaba en Venezuela grabando un documental sobre el chavismo. Su caso ha tomado vuelo internacional y hasta el propio presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha dicho que es "ridículo" pensar que su conterráneo es un espía.
"¿FRACTURA O FRAUDE?"
La violencia que se inició en la calle se diseminó la semana pasada hasta el hemiciclo de la Asamblea Nacional, donde una furibunda gresca dejó siete diputados opositores y cuatro oficialistas heridos.
La mayoría del Congreso, presidido por el presidente del partido oficialista, Diosdado Cabello, negó por segunda sesión consecutiva el derecho de palabra a la oposición hasta que no reconozca a Maduro como Presidente.
Ante ello, los opositores desplegaron una pancarta donde se leía "golpe al Parlamento", lo que desató la furia de los oficialistas que se abalanzaron sobre sus adversarios.
Las cámaras de televisión que transmitían la sesión enfocaron el techo del hemiciclo durante la trifulca, pero los teléfonos móviles de los asistentes grabaron lo ocurrido.
La golpiza dejó al opositor Julio Borges con una fractura en el hueso maxilar y el ojo izquierdo morado, mientras que su colega María Corina Machado tuvo que ser operada tras una fractura cuádruple en la nariz.
Rápidamente, el Gobierno culpó a la bancada opositora de planear la violencia y como prueba emitió una cadena de radio y televisión donde, durante siete minutos al son de una melodía tragicómica, se ve a los opositores revisando sus correos, conversando, tocando pitos y, sólo a uno, lanzando una silla. goo.gl/fV4PH
Y esta semana, los medios estatales lanzaron un micro intitulado "¿fractura o fraude?" donde tratan de demostrar que la diputada Machado no sufrió una fractura nasal. goo.gl/lM4NQ
El pleito traspasó las fronteras venezolanas y países que días atrás apoyaron a Maduro ante los reclamos de fraude de Capriles, hoy parecieran menos proclives a sus desplantes.
Voces desde España, Perú, Colombia, Uruguay y hasta de Obama le han solicitado mesura a Maduro, pero el ex chofer de autobús de 50 años calificó los pedidos como injerencia.
Sin las robustas finanzas bajo las que Chávez cimentó su popularidad, el inicio de Maduro como el "primer presidente chavista" luce más brumoso que el mes pasado.
(Reporte de Diego Oré; Editado por Silene Ramírez)
© Thomson Reuters 2013 All rights reserved.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario