China, Bo Xilai y la otra cara de la popularidad
Fotо: EPA
Bo
Xilai está acusado de corrupción y de abuso de poder. Las autoridades
afirman que el proceso forma parte de una vasta campaña de combate
contra la dilapidación de fondos públicos, desplegada por Pekín en los
últimos tiempos. Sin embargo, muchos ciudadanos, y también analistas,
aseveran que se trata de un proceso político.
El
caso Bo Xilai es considerado el proceso de corrupción de mayor
resonancia de los últimos tiempos. A finales de julio, la Fiscalía de la
ciudad de Jinan presentó contra el exdirigente del partido de la
megalópolis china de Chongqing acusaciones oficiales de corrupción y de
excederse en sus funciones. En particular, según la versión del sumario,
recibió más de tres millones y medio de dólares de su amigo, el
empresario Xu Ming, y de la directora de la compañía Dalian
International, Tanya Xiaolin, acusaciones que son rechazadas por el
político.
El
exministro de Comercio de China encabezó, a fines de 2007, la
organización del partido de la ciudad de Chongqing y se convirtió muy
rápidamente en uno de los políticos más populares del país. Su política
combinaba los principios del mercado y una elevada protección social de
la población, además de un combate enérgico contra la corrupción. A Bo
Xilai le auguraban un futuro prometedor como político, una subida en la
escala administrativa y en el partido. Se pensaba que, después del XVIII
congreso del Partido Comunista de China, formaría ya parte de un comité
permanente del Buró Político. A la creciente popularidad de Bo Xilai
contribuía su indudable carisma, destacaba en una entrevista a La Voz de Rusia el politólogo chino Cyan Xin, doctor por la Universidad de Los Angeles, California, en EEUU:
–Bo
Xilai es un sujeto específico en la arena política, en lo que se
refiere tanto a sus declaraciones como a las particularidades
personales. En él estuvo siempre centrada la atención, cuando trabajaba
en el aparato central y en las provincias. Gracias a su carisma notable
contaba con apoyo. No me atrevo a hacer previsiones y me permito
constatar tan solo lo evidente: en el caso de Bo Xilai manifiestan
interés no solo distintos grupos políticos, sino además la sociedad
china en general.
El
escándalo estalló en febrero del año pasado. Un compañero cercano al
político, el jefe de la Policía de Chongqing, Van Lissum, fue detenido
tras el conato fallido de asilarse en una misión diplomática
estadounidense. Durante las investigaciones afloraron detalles sobre el
asesinato en China del británico Neil Heywood, un amigo íntimo de la
familia de Bo Xilai. Los jueces de instrucción establecieron que el
extranjero había sido envenenado por la esposa de Bo Xilai, Gu Kailai.
La mujer fue condenada a la pena capital, con una prórroga de dos años.
En
marzo de 2012, Bo Xilai fue destituido del cargo del secretario del
Comité Urbano de Chongqing y, en abril, del buró político y del Comité
Central del Partido Comunista de China. Oficialmente se le acusó de
haber quebrantado la disciplina partidista, cuando se desempeñaba como
alcalde de la ciudad de Dalian. A continuación fue expulsado del partido
y de la nómina de diputados de la Asamblea Nacional de representantes
del pueblo. Así las cosas, fue privado definitivamente de inmunidad
judicial.
A
Bo Xilai le jugaron una mala pasada sus ideales políticos. Era conocido
por su combate enérgico contra la criminalidad y por los intentos de
recuperar los “viejos” valores comunistas de los tiempos de Mao. Como
resultado, la popularidad y las ambiciones condicionaron la aparición de
enemigos en el partido, considera Alexéi Maslov, de la sección de
estudios orientales de la Escuela Superior de Economía:
–Es
una lucha no tanto contra la corrupción sino contra la fracciones en el
seno del Partido Comunista de China. Bo Xilai recuperó aquella
tradición que parecía estar hacía tiempo obsoleta: la existencia de
fracciones y de determinados líderes que reúnen en su entorno a las
masas. Es cierto que Bo Xilai fue acusado de corrupción, pero como
afirmara Xi Jinping (secretario general del PC de China), la corrupción
devino como parte de la actividad de los mandos superiores del país.
Muchos, incluidos los ciudadanos chinos de a pie, no creen que este sea
un proceso contra la corrupción. Una mayoría abrumadora afirma que se
trata de un proceso político.
Mientras
tanto, medios de difusión chinos publican entrevistas de parientes de
Bo Xilai. Los titulares revelan ya su contenido: “La avaricia de la
esposa de Bo Xilai determinó su caída”. Los periodistas occidentales
aseguran que el actual proceso habla de una lucha política perdida en el
seno del partido comunista. Algunos analistas se aventuran con la
siguiente previsión: “Bo Xilai será condenado pero no irá a dar a la
cárcel dada su avanzada edad. Así el proceso servirá de lección para
otros oposicionistas”.
sb/kg/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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