sábado, 24 de agosto de 2013

China, Bo Xilai y la otra cara de la popularidad

China, Bo Xilai y la otra cara de la popularidad

Бо Силай

El jueves comenzó en China el juicio contra Bo Xilai en la ciudad de Jinan. El político chino rechazó parte de las acusaciones presentadas por el tribunal. 

Bo Xilai está acusado de corrupción y de abuso de poder. Las autoridades afirman que el proceso forma parte de una vasta campaña de combate contra la dilapidación de fondos públicos, desplegada por Pekín en los últimos tiempos. Sin embargo, muchos ciudadanos, y también analistas, aseveran que se trata de un proceso político.
El caso Bo Xilai es considerado el proceso de corrupción de mayor resonancia de los últimos tiempos. A finales de julio, la Fiscalía de la ciudad de Jinan presentó contra el exdirigente del partido de la megalópolis china de Chongqing acusaciones oficiales de corrupción y de excederse en sus funciones. En particular, según la versión del sumario, recibió más de tres millones y medio de dólares de su amigo, el empresario Xu Ming, y de la directora de la compañía Dalian International, Tanya Xiaolin, acusaciones que son rechazadas por el político.
El exministro de Comercio de China encabezó, a fines de 2007, la organización del partido de la ciudad de Chongqing y se convirtió muy rápidamente en uno de los políticos más populares del país. Su política combinaba los principios del mercado y una elevada protección social de la población, además de un combate enérgico contra la corrupción. A Bo Xilai le auguraban un futuro prometedor como político, una subida en la escala administrativa y en el partido. Se pensaba que, después del XVIII congreso del Partido Comunista de China, formaría ya parte de un comité permanente del Buró Político. A la creciente popularidad de Bo Xilai contribuía su indudable carisma, destacaba en una entrevista a La Voz de Rusia el politólogo chino Cyan Xin, doctor por la Universidad de Los Angeles, California, en EEUU:
–Bo Xilai es un sujeto específico en la arena política, en lo que se refiere tanto a sus declaraciones como a las particularidades personales. En él estuvo siempre centrada la atención, cuando trabajaba en el aparato central y en las provincias. Gracias a su carisma notable contaba con apoyo. No me atrevo a hacer previsiones y me permito constatar tan solo lo evidente: en el caso de Bo Xilai manifiestan interés no solo distintos grupos políticos, sino además la sociedad china en general.
El escándalo estalló en febrero del año pasado. Un compañero cercano al político, el jefe de la Policía de Chongqing, Van Lissum, fue detenido tras el conato fallido de asilarse en una misión diplomática estadounidense. Durante las investigaciones afloraron detalles sobre el asesinato en China del británico Neil Heywood, un amigo íntimo de la familia de Bo Xilai. Los jueces de instrucción establecieron que el extranjero había sido envenenado por la esposa de Bo Xilai, Gu Kailai. La mujer fue condenada a la pena capital, con una prórroga de dos años.
En marzo de 2012, Bo Xilai fue destituido del cargo del secretario del Comité Urbano de Chongqing y, en abril, del buró político y del Comité Central del Partido Comunista de China. Oficialmente se le acusó de haber quebrantado la disciplina partidista, cuando se desempeñaba como alcalde de la ciudad de Dalian. A continuación fue expulsado del partido y de la nómina de diputados de la Asamblea Nacional de representantes del pueblo. Así las cosas, fue privado definitivamente de inmunidad judicial.
A Bo Xilai le jugaron una mala pasada sus ideales políticos. Era conocido por su combate enérgico contra la criminalidad y por los intentos de recuperar los “viejos” valores comunistas de los tiempos de Mao. Como resultado, la popularidad y las ambiciones condicionaron la aparición de enemigos en el partido, considera Alexéi Maslov, de la sección de estudios orientales de la Escuela Superior de Economía:
–Es una lucha no tanto contra la corrupción sino contra la fracciones en el seno del Partido Comunista de China. Bo Xilai recuperó aquella tradición que parecía estar hacía tiempo obsoleta: la existencia de fracciones y de determinados líderes que reúnen en su entorno a las masas. Es cierto que Bo Xilai fue acusado de corrupción, pero como afirmara Xi Jinping (secretario general del PC de China), la corrupción devino como parte de la actividad de los mandos superiores del país. Muchos, incluidos los ciudadanos chinos de a pie, no creen que este sea un proceso contra la corrupción. Una mayoría abrumadora afirma que se trata de un proceso político.
Mientras tanto, medios de difusión chinos publican entrevistas de parientes de Bo Xilai. Los titulares revelan ya su contenido: “La avaricia de la esposa de Bo Xilai determinó su caída”. Los periodistas occidentales aseguran que el actual proceso habla de una lucha política perdida en el seno del partido comunista. Algunos analistas se aventuran con la siguiente previsión: “Bo Xilai será condenado pero no irá a dar a la cárcel dada su avanzada edad. Así el proceso servirá de lección para otros oposicionistas”.
sb/kg/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.

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