El reino de la barbarie yihadista
El Estado Islámico se ha reforzado en Siria fagocitando a otros grupos rebeldes
El terror del califato decretado por el Estado Islámico
(EI) se extiende por todas sus fronteras. Mientras el mundo estaba
pendiente de la suerte de los yazidíes en Irak, los milicianos
yihadistas del EI han matado en las últimas dos semanas a 700 miembros
de la tribu Al Shaitat (100 combatientes, y el resto civiles) en la
localidad de Deir al Zor, al noreste de Siria, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en Londres, que añade que hay 1.800 miembros de esa tribu desaparecidos.
Las mismas fuentes aseguran que 6.000 yihadistas se han sumado al EI en agosto, de los que más de un millar serían extranjeros. El EI controla todo el noreste sirio, incluida Raqa, la única capital de provincia en su poder, tras combatir a las mayores facciones rebeldes, y antiguas aliadas del EI en la lucha contra el Gobierno laico de Bachar el Asad, como el Frente al Nusra o el Frente Islámico.
Según el jeque Nuwaf Abdel Aziz, líder de la tribu Al Hasana de Homs, el clan Al Shaitat es uno de los más importantes de Siria (donde suma unas 100.000 personas) y se extiende tanto en Irak como en Jordania.
Los Al Shaitat, que mantenían al comienzo cierta neutralidad —cuando no connivencia— hacia los hombres del EI, se han enfrentado a los yihadistas en las dos últimas semanas. “Las tribus generalmente están alejadas de la capital, del Gobierno y de todo lo que sean instituciones”, relata el jeque Nuwaf. “Al comienzo de los enfrentamientos vieron que podían beneficiarse del caos, vendiendo ilegalmente petróleo y sacando provecho del contrabando en una región de porosas fronteras con Turquía e Irak. Al ser suníes también, veían en un principio con simpatía el discurso de los del EI. Cuando esos bárbaros les privaron del negocio del petróleo y del contrabando, se han enfrentado a ellos. Como consecuencia, los yihadistas han pasado a cuchillo a todo varón mayor de 14 años”, concluye.
A las razones puramente económicas se sumarían, según fuentes de la Guardia Republicana siria, cuestiones de honor. “Combatientes del EI han forzado a docenas de mujeres de la tribu a la jihad el niqah [la yihad sexual o matrimonios temporales con los yihadistas en combate]. Los valores sociales y las costumbres son los pilares que rigen las leyes en las tribus y un insulto al honor es lo peor que se les puede hacer”.
El Ejército de Damasco, que mantiene varios frentes abiertos contra los rebeldes en el país, gana así un nuevo aliado en el norte. Fuentes militares sirias aseguraban haber enviado dos batallones a Deir al Zor para suministrar apoyo y armas a los Al Shaitat.
Según Reuters, el líder del clan hizo un llamamiento en Internet en el que instaba a las otras tribus a unirse en la lucha contra el EI. Sin embargo, su rápido avance en Irak se realizó con la colaboración de tribus suníes resentidas con el Gobierno del chií Nuri al Maliki, que aceptó la semana pasada dejar paso a Haider al Abadi (también chií) para que intente formar un Gobierno inclusivo en Bagdad.
Pero a diferencia de Irak, donde EE UU bombardea posiciones yihadistas para frenar al EI, en Siria no hay fuerza aérea de Washington. Esto ha permitido al EI avanzar hacia Alepo y tomar las localidades de Ajtirin y Maré, a tan sólo 30 kilómetros al norte de la capital económica del país. Los ecos de las masacres de cristianos, kurdos, yazidíes y otras minorías étnicas y religiosas en Irak están provocando la huida de miles de sirios hacia áreas controladas por el régimen de Damasco.
El sábado pasado, según France Presse, la Coalición Nacional Siria (CNS), la oposición exiliada en Turquía, instó a los países occidentales a actuar “rápidamente” contra el EI y el régimen sirio. “En nombre de la humanidad, llamo a la ONU, y a todos los países que creen en la libertad, con Estados Unidos a la cabeza, a actuar en Siria de la misma manera que en el Kurdistán iraquí”, dijo su líder, Hadi al Bahra.
El desafío del EI amenaza con abrir un tercer frente en la periferia de Alepo, donde grupos rebeldes se enfrentan a las tropas sirias, a las que combaten desde hace cuatro años. Damasco, que hasta ahora apenas ha colisionado con el EI, aunque sí ha bombardeado sus posiciones en el noreste, puede verse combatiendo junto a los rebeldes contra el enemigo común yihadista..
Las mismas fuentes aseguran que 6.000 yihadistas se han sumado al EI en agosto, de los que más de un millar serían extranjeros. El EI controla todo el noreste sirio, incluida Raqa, la única capital de provincia en su poder, tras combatir a las mayores facciones rebeldes, y antiguas aliadas del EI en la lucha contra el Gobierno laico de Bachar el Asad, como el Frente al Nusra o el Frente Islámico.
Según el jeque Nuwaf Abdel Aziz, líder de la tribu Al Hasana de Homs, el clan Al Shaitat es uno de los más importantes de Siria (donde suma unas 100.000 personas) y se extiende tanto en Irak como en Jordania.
Los Al Shaitat, que mantenían al comienzo cierta neutralidad —cuando no connivencia— hacia los hombres del EI, se han enfrentado a los yihadistas en las dos últimas semanas. “Las tribus generalmente están alejadas de la capital, del Gobierno y de todo lo que sean instituciones”, relata el jeque Nuwaf. “Al comienzo de los enfrentamientos vieron que podían beneficiarse del caos, vendiendo ilegalmente petróleo y sacando provecho del contrabando en una región de porosas fronteras con Turquía e Irak. Al ser suníes también, veían en un principio con simpatía el discurso de los del EI. Cuando esos bárbaros les privaron del negocio del petróleo y del contrabando, se han enfrentado a ellos. Como consecuencia, los yihadistas han pasado a cuchillo a todo varón mayor de 14 años”, concluye.
A las razones puramente económicas se sumarían, según fuentes de la Guardia Republicana siria, cuestiones de honor. “Combatientes del EI han forzado a docenas de mujeres de la tribu a la jihad el niqah [la yihad sexual o matrimonios temporales con los yihadistas en combate]. Los valores sociales y las costumbres son los pilares que rigen las leyes en las tribus y un insulto al honor es lo peor que se les puede hacer”.
El Ejército de Damasco, que mantiene varios frentes abiertos contra los rebeldes en el país, gana así un nuevo aliado en el norte. Fuentes militares sirias aseguraban haber enviado dos batallones a Deir al Zor para suministrar apoyo y armas a los Al Shaitat.
Según Reuters, el líder del clan hizo un llamamiento en Internet en el que instaba a las otras tribus a unirse en la lucha contra el EI. Sin embargo, su rápido avance en Irak se realizó con la colaboración de tribus suníes resentidas con el Gobierno del chií Nuri al Maliki, que aceptó la semana pasada dejar paso a Haider al Abadi (también chií) para que intente formar un Gobierno inclusivo en Bagdad.
Pero a diferencia de Irak, donde EE UU bombardea posiciones yihadistas para frenar al EI, en Siria no hay fuerza aérea de Washington. Esto ha permitido al EI avanzar hacia Alepo y tomar las localidades de Ajtirin y Maré, a tan sólo 30 kilómetros al norte de la capital económica del país. Los ecos de las masacres de cristianos, kurdos, yazidíes y otras minorías étnicas y religiosas en Irak están provocando la huida de miles de sirios hacia áreas controladas por el régimen de Damasco.
El sábado pasado, según France Presse, la Coalición Nacional Siria (CNS), la oposición exiliada en Turquía, instó a los países occidentales a actuar “rápidamente” contra el EI y el régimen sirio. “En nombre de la humanidad, llamo a la ONU, y a todos los países que creen en la libertad, con Estados Unidos a la cabeza, a actuar en Siria de la misma manera que en el Kurdistán iraquí”, dijo su líder, Hadi al Bahra.
El desafío del EI amenaza con abrir un tercer frente en la periferia de Alepo, donde grupos rebeldes se enfrentan a las tropas sirias, a las que combaten desde hace cuatro años. Damasco, que hasta ahora apenas ha colisionado con el EI, aunque sí ha bombardeado sus posiciones en el noreste, puede verse combatiendo junto a los rebeldes contra el enemigo común yihadista..
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