¿ESTÁ LA GRAVEDAD DETRÁS DE LA FAMOSA «FLECHA DEL TIEMPO»?
Investigadores lanzan toda una nueva teoría para explicar el tiempo y su devenir.
El tiempo fluye en una única dirección.
Resulta obvio para cualquiera que, a la velocidad de un segundo por
segundo, todo transcurre desde el pasado hacia el futuro.
Los objetos, y las personas, envejecen sin remedio y nunca se ha podido
observar que algo, o alguien, logre que ese proceso funcione al revés.
Si freimos un filete, jamás volverá a “desfreirse”. Si un plato cae al
suelo, se romperá, pero nunca podremos ver un plato roto sobre el
pavimento recomponiéndose mientras regresa a la mesa de la que cayó. Si
una estrella explota, el proceso es del todo irreversible.
¿Por qué suceden así las cosas? O, dicho de otra manera, ¿Por qué todo en nuestro Universo sigue una única “flecha del tiempo”?
A lo largo de toda la Historia, filósofos y científicos se han
preguntado por esta cuestión. Desde Aristóteles a Stephen Hawking, la
cuestión del tiempo ha preocupado siempre a la humanidad.
Ahora, un equipo de investigadores del
Instituto Perimeter de Física Teórica en Waterloo, Canadá, ha publicado
en Physical Review Letters un artículo en el que se apunta toda una
nueva teoría para explicar el tiempo y su devenir. Flavio Mercati y sus
colegas creen que la “culpa” la tiene la gravedad, la
más familiar y a la vez la más misteriosa de las fuerzas de la
Naturaleza. Y que es precisamente ella, la gravedad, la que obliga al
tiempo a transcurrir en una única y determinada dirección.
A primera vista, la gravedad
no parece ser el lugar adecuado para buscar pistas sobre el tiempo. Y
no hay, en principio, nada en las ecuaciones que describen la gravedad
que sugiera que el tiempo debe ir en una única dirección. En su lugar,
los investigadores suelen mirar al Segundo Principio de la Termodinámica
para explicar por qué un plato que se rompe o un filete recién frito
son dos procesos irreversibles.
De hecho, el Segundo Principio de la
Termodinámica afirma que en cualquier sistema cerrado existe una
cantidad de desorden (que llamamos entropía) que aumenta a lo largo del
tiempo sin que pueda evitarse. En conjunto, y hagamos lo que hagamos
para mantener un cierto orden en las cosas, la entropía del Universo no
deja de crecer. Si tenemos entre manos un sistema de “baja entropía”,
como una casa recién ordenada y limpia, podemos estar seguros de que,
con el paso del tiempo, la entropía aumentará sin remedio y hará que
nuestra casa vuelva a estar sucia y desordenada. Lo mismo sirve para el
resto del Universo.
A mediados de la pasada década de los
setenta, el físico británico Roger Penrose fue el primero que prestó
atención a la Segunda Ley para definir la dirección en la que transcurre el tiempo.
Según su razonamiento, nuestro Universo va pasando, desde su comienzo,
de ser un sistema ordenado a otro en el que el desorden es cada vez
mayor. Es decir, que el Universo entero debería estar más y más ordenado
cuanto más atrás en el tiempo lo observemos.
Sin embargo, lo que sabemos sobre los
primeros instantes del Universo nos indica justo lo contrario. Justo
después del Big Bang, en efecto, lo que había era una sopa de plasma
ardiente en la que las partículas ni siquiera podían unirse para formar
átomos.
Pero Mercati y sus colegas Tim
Kowlowski, de la Universidad de New Brunswick, y el físico británico
Julian Barbour, ofrecen en su artículo una nueva forma de aproximarse al
problema. Y explican que para comprender la flecha del tiempo, no
necesitamos preocuparnos de las condiciones iniciales del Universo. En
lugar de eso, debemos fijarnos solo en la gravedad, que puede explicar
el fenómeno por sí misma.
Muy pocos autores han tomado hasta ahora
este camino. La razón es que la gravedad no dice nada sobre el tiempo y
todas sus ecuaciones son simétricas en relación al tiempo. Eso quiere
decir que todas ellas funcionan independientemente de la dirección que
tenga el tiempo. Imaginemos que, miestras se cae el plato del ejemplo
anterior, tomamos un vídeo del suceso. Si pasamos el vídeo hacia
delante, (del orden al desorden) se verá cómo el plato se rompe al
llegar al suelo. Si lo pasamos hacia atrás, (del desorden al orden)
veremos cómo el plato se “recompone” desde el suelo
hasta quedar intacto encima de la mesa. Pues bien, en cualquiera de los
dos casos, las leyes de la gravedad funcionan igualmente bien.
Un Universo de «juguete»
Para averiguar cómo la gravedad podría
explicar el problema del tiempo, los investigadores simularon sus
efectos en una versión muy simple del Universo, una en la que apenas un
millar de partículas se distribuyeron al azar en un espacio vacío,
permitiendo que se movieran en función de la fuerza de la gravedad. Y
hallaron que, inevitablemente, las partículas alcanzaban un punto en el
que todas se agrupaban estrechamente. Después de lo cual, se volvían a
separar para no volver ya nunca más a agruparse.
Curiosamente, la complejidad del sistema
crece, incluso cuando las partículas no están ya estrechamente
agrupadas. La definición de complejidad usada por los investigadores se
relaciona con el espacio que hay entre las partículas y es,
aproximadamente, la relación que existe entre las distancias máximas y
mínimas de las partículas. Definida de esta forma, la complejidad es
menor cuando las partículas están más juntas, y crece a medida que el
sistema evoluciona y se expande.
Este modelo “de juguete” del Universo
consigue un parecido razonable con la forma en que nuestro Universo pasó
espontáneamentede un estado de baja complejidad (el plasma inicial), a
otro de alta complejidad, con planetas, estrellas y galaxias. Así que la
flecha del tiempo, argumentan los investigadores, va siguiendo este
aumento natural de la complejidad.
Lo cual no supone, para Mercati, una
alternativa al Segundo Principio de la Termodinámica, sino un
complemento. La gravedad, afirma el científico, crea las condiciones
para que haya filetes que poder freir o platos que se puedan romper. Es
decir, que la Segunda Ley sigue explicando la ruptura irreversible de
los platos al caer, pero es el poder “aglutinante” de la gravedad el que
explica cómo se crean las condiciones ordenadas en el que las
estructuras complejas, como platos, filetes, seres humanos o galaxias,
pueden llegar a formarse.
El trabajo de Mercati y sus colegas no
será, sin duda, la última palabra para explicar la flecha del tiempo,
pero sí que supone un gran paso adelante hacia su comprensión.
A partir de aquí, el nuevo modelo tendrá
que ser refinado y completado. De hecho, por ahora solo usa el concepto
newtoniano de la gravedad, dejando a un lado la teoría de Einstein de
la relatividad general. Para Mercati, un mayor grado de comprensión será
posible cuando logremos tener un marco que combine ambos enfoques, la
tan buscada teoría cuántica de la gravedad.
FUENTE abcblogs
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