¿Qué diablos es el “síndrome de Breaking Bad”?
Domingo 25.ene.15
Digámoslo clara y sencillamente: el síndrome de Braking Bad no es realmente un síndrome. En realidad, es el nombre que estos chicos han elegido para un fenómeno muy común que consiste en ejercer violencia contra los otros por pensar que con ello se defiende una causa moral. Por supuesto, que las personas hacemos esto de vez en vez no es ningún descubrimiento. Lo que sí es sorprendente es que, cuando de violencia hablamos, el síndrome de Braking Bad es definitivamente la regla y no la excepción.
En el libro Virtuous Violence, Alan Page Fiske y Tage Shakti Rai, investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sostienen que en la abrumadora mayoría de los casos, los actos violentos son realizados cuando las personas tienen la impresión de que actuar así es su responsabilidad ética. No hablan en el aire: el libro es el resultado de años de compendio, organización y análisis realizados sobre el material de otros cientos de investigaciones sobre actitudes violentas alrededor del mundo.
Contrario a lo que podríamos pensar, los casos en los que realmente se comenten actos violentos con motivos deliberadamente malvados realmente son excepcionales. En el resto de la ocasiones, la violencia, independientemente de sus resultados, es cometida, digámoslo así, “para hacer el bien”. Al menos en esto consiste la tesis del “síndrome de Breaking Bad”.
Estos chicos cuentan con miles de ejemplos de casos analizados. En cuestiones de violencia doméstica, afirman que por lo general el padre desea aleccionar moralmente a sus hijos y esposa. En casos de enfrentamientos bélicos, los comandantes en jefe de las fuerzas en tensión llegan a convencerse de que la victoria significaría el triunfo de una cruzada ética.
Alan Page Fiske y Tage Shakti Rai sacaron el nombre de esta polémica tesis de la serie de televisión Breaking Bad, en la que el protagonista, Walter White, se convierte en productor de metanfetaminas tras enterarse de que padece cáncer. White piensa que éste es el único camino para dejar a su esposa e hijos con una pensión adecuada aunque poco a poco se ve envuelto en crímenes cada vez más atroces.
“La moral de uno mismo no sólo consiste en ser bueno, educado y pacífico, sino que también incluye el sentimiento de que, en algunos casos, existe la obligación de hacer algo sin tener en cuenta las consecuencias prácticas”, explica en conversación con BBC Mundo Alan Page Fiske, de la facultad de antropología de la UCLA.¿Pero qué es lo moralmente correcto?, ¿con qué vara podemos medir si un acto violento está éticamente justificado o no? En realidad, estos investigadores dejan estas preguntas a la filosofía y no intentan contestarlas. Se concentran en si el individuo violento cree que lo hace es “bueno” o procura el bien, independiente de lo que signifique “lo realmente bueno”. No obstante, sí que señalan algo interesante al respecto: la supuesta moralidad puede ser privada, pero en la mayoría de los casos (esta vez no tan abrumadora) responde a valores compartidos por un conjunto de individuos, como una pandilla, un grupo fundamentalista o un ejército, por ejemplo.
Alan Page Fiske y Tage Shakti Rai están convencidos de que su trabajo causará gran impacto en el mundo de la psicología y desean convencer a las personas de que la principal manera de enfrentar la violencia es lograr, irónicamente, empatía con aquellos que la practican para, comprendiéndolos, combatir su actitud.
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