2015, adelantos del “festín” del 2018, los partidos fragmentados
Escrito por Autor Invitado
Por Hugo Rangel Vargas.
Carlos
Marx escribiría en el prólogo a la primera edición de “El Capital”, en
relación al estudio de la economía política: “La particular naturaleza
del material de que se ocupa levanta contra ella y lleva al campo de
batalla las pasiones más violentas, más mezquinas y más odiosas que
anidan en el pecho humano: las furias del interés privado”. Son esas
pasiones las que dan cuenta, ya en otro ámbito, de los más recientes
acontecimientos en la vida política del país en los últimos días.
Ha quedado claro que en la elección del 7
de junio presente año no únicamente están en juego 500 curules en la
Cámara de Diputados, 9 gubernaturas, 641 diputaciones en 17 entidades,
993 alcaldías en 16 estados y las 16 jefaturas delegaciones en el
Distrito Federal; sino que la disputa electoral es el preludio de la
carrera hacia el 2018, misma que está aderezada por la agudización del
jaloneo al interior de cada partido que deriva de la expectativa
subrepticia de la reelección a la que tendrán oportunidad los
legisladores y alcaldes que resulten triunfadores en el 2015.
Al menos al interior de los dos
principales partidos opositores, las cúpulas han dado muestras de querer
conservar sus relaciones de hegemonía y de tender redes que les
permitan reforzar tal condición, a la par de que fustigan cualquier voz
opositora o mínimamente incomoda a su voluntad de reproducción de su
relación de poder.
En el caso de Acción Nacional, la
cancelación de la aspiración de Margarita Zavala para acceder a un
espacio en la lista de candidatos a diputados plurinominales por parte
de la Comisión Permanente de dicho partido, representa no únicamente uno
de los últimos efectos colaterales nocivos del desatino del gobierno de
Felipe Calderón, esposo de la susodicha panista; sino también el
mensaje claro del grupo hegemónico de dicho partido, liderado por
Gustavo Madero, de eliminar cualquier obstáculo, por mínimo que parezca,
en la carrera rumbo al 2018.
Para el PRD, la furia de la disputa por
la hegemonía trajo una desmedida y adelantada respuesta del dirigente
nacional, Carlos Navarrete, a la apenas posibilidad de renuncia del
senador Alejandro Encinas a su militancia a dicho partido. El
legislador, que ha sido un crítico acendrado del grupo dominante al
interior del sol azteca en los últimos años, sólo había dejado entrever
el rompimiento con dicho partido y es quizá la misiva del líder
nacional, el puntillazo oficioso que ponga fin a la militancia de
Encinas, acto que se suma a la importante lista de separaciones de
miembros distinguidos del PRD que lo han hecho en los últimos meses.
Pero la virulencia y la desmedida
reacción de los lideres de PAN y PRD frente a grupos incómodos al
interior de sus partidos políticos tiene la contra parte del festín de
las prerrogativas de recursos públicos y de la interlocución con el
poder público; situación a la que han dado muestras de ser proclives
tanto el grupo de Gustavo Madero como el de Carlos Navarrete.
En la carrera hacia el 2018, la
aspiración de ambos grupos es tener el monopolio de la negociación con
Los Pinos desde San Lázaro, sin importar si eso implica reducir a sus
partidos políticos a una mínima expresión o generar rompimientos
insalvables con fracciones enteras de militantes que decidan abrir otros
canales de participación política o migrar a otros partidos.
De fondo, la vocación autoritaria
evidenciada en las actitudes de las dirigencias tanto del PAN como del
PRD, sólo es el síntoma de una inclinación hacia el poder ejercido sin
la cortapisa incomoda de la discusión y el debate que debe ser propio de
partidos democráticos.
El 2015 trae un adelanto del agasajo que
se darán hacia el 2018 los grupos hegemónicos al interior de estos dos
partidos políticos; pero también trae un bocadillo de regalo para el
tricolor, que contempla como espectador proactivo la pulverización de la
oposición en la carrera presidencial que esta comenzando.
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