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martes, 20 de enero de 2015
Que se vaya preparando la economía mundial: Suiza ha hecho mucho daño
Que se vaya preparando la economía mundial: Suiza ha hecho mucho daño
"Te quedas sin precios durante mucho tiempo. Y cuando se abren las pantallas, el mundo ha cambiado". Así relata Pedro Servet, responsable de divisas de Citi en España, lo que vivió en la mañana del jueves 15 de enero. A las 10:33 horas, el Banco Nacional de Suiza (BNS) sacudió los mercados de divisas con una decisión inesperada: tras más de tres años interviniendo para frenar la subida de su moneda, devolvió al mercado la capacidad de fijar el tipo de cambio del franco suizo. Pero había un problema: se le había olvidado preparar al mercado para semejante cambio de ritmo. Y la reacción fue tan violenta que quien la vivió en primera persona jamás olvidará este día.
"Ha habido sangre, pero de la gorda", cuenta otro operador de divisas que prefiere no ser identificado. "Ha pasado a ser un mercado caótico. El BNS ha hecho mucho daño. Ha provocado pérdidas por doquier en mucha gente. Y pillando a todos bastante desprevenidos, con lo que te la comes entera", añade. "Nunca había vivido un día así", reconoce Servet.
Esa sangre tiene traducción en números. Entre el jueves y el viernes, el franco se ha apreciado entre un 15 y un 25% contra las principales divisas desarrolladas y emergentes. "No se puede hacer un equivalencia exacta, pero una caída así en las divisas es como si la bolsa se hunde un 50 o un 60%en un solo día. El impacto es de pánico", aseguran desde el mercado. Las narraciones coinciden. Resaltan que el mercado desapareció ante sus ojos. Que la liquidez se evaporó, que los precios saltaron por los aires, con horquillas muy amplias, y que todos se querían salir a la carrera. Pero no podían, porque no había liquidez. Y que ahora el mercado ha quedado a la expectativa, a la espera de saber cómo está cada cual y "cómo van a salir muchos de donde están".
De todos ellos, el movimiento más relevante es el protagonizado contra el euro. En septiembre de 2011, el BNS, cansado de la escalada del franco -desde 2007 se había revalorizado un 60% contra la divisa europea-, le puso un tope. Estableció que no iría más allá de los 1,20 francos por euro -a la inversa, 0,833 euros por franco-. En adelante, le permitiría bajar hasta los 1,21 francos o por encima, pero no toleraría que se fuera por debajo de los 1,20 francos.
Esa intervencionista medida proclamaba que el destino del franco quedaba anclado al del euro. Vigilaría sus pasos para que no se rompiera esa barrera de los 1,20 francos. ¿Cómo lo haría? Imprimiendo francos que vender en el mercado -a cambio de comprar euros, dólares u otras divisas- cuando el franco se acercara a esa línea roja y remedando la política que siguiera el Banco Central Europeo (BCE). Todo ello con la dificultad añadida de que el franco es considerado un refugio, con lo que la afluencia de capitales en busca de la seguridad de Suiza siempre presiona al alza sobre la divisa helvética.
Pero claro, todo tiene un precio. Y el del mantenimiento de esta estrategia comenzaba a ser demasiado alto para la entidad suiza. Desde 2011, su balance se ha duplicado, hasta alcanzar los 525.000 millones de francos. O lo que es lo mismo, un volumen equivalente al 85% del Producto Interior Bruto (PIB), una cifra sin precendentes en los grandes bancos centrales del mundo. En paralelo, y ante la obligación de comprar otras monedas mientras vende francos, su despensa de reservas en moneda extranjera se ha disparado hasta los 495.000 millones de francos, cuando en 2011 no llegaba a los 200.000 millones.
Sin embargo, y pese a estas progresiones, el presidente del BNS, Thomas Jordan, no parecía demasiado tenso. Es más, hace un mes confirmó que el mantenimiento del tipo de cambio de 1,20 francos representaba uno de los pilares centrales de su estrategia. ¿A qué se ha debido, entonces, semejante viraje en tan poco tiempo? A que si el BNS no rompía esa atadura se exponía a verse obligado a engordar aún más su balance y disparar sus reservas... por culpa de lo que el BCE puede hacer el próximo 22 de enero.
El próximo jueves, la entidad presidida por Mario Draghi anunciará con toda probabilidad una decisión histórica: la impresión de euros mediante un programa de expansión cuantitativa (QE) que incluya ya la compra de deuda pública.
Las quinielas apuntan a que, como poco, ascenderá a 500.000 millones de euros. Y claro, eso elevaba demasiado la apuesta para el BNS. En caso de que hubiera prolongado el objetivo de los 1,20 francos, hubiera tenido que responder a esa medida creando a su vez más francos para venderlos en el mercado, para comprar otras divisas, y seguir incrementando su balance, y así continuamente.
Y por eso se plantó. Eliminó ese tipo para recuperar su autonomía monetaria. Ya no tendrá que seguir los pasos del BCE ni operar continuamente en el mercado para defender un cambio definido. Como no se puede tener todo -la teoría dice que es imposible y en este caso se cumple-, ofreció como sacrificio que el tipo de cambio de su moneda lo pusiera de nuevo el mercado. Y lo hizo desatando en minutos todas las compras de francos que han estado retenidas durante años. El jueves, la divisa helvética se revalorizó un 16% contra el euro y el viernes, casi otro 4%. En total, un 20% en dos sesiones. Y el franco, que compraba antes 0,83 euros, ya compra 1 euro por primera vez en la historia. Poco -más bien, nada- le importó al mercado que en paralelo el BNS rebajara los tipos de interés oficiales al -0,75% para intentar espantar a los inversores.
El euro, por tanto, también ha quedado tocado. "No es para menos, de golpe y plumazo se ha quitado de en medio casi el único que estaba comprando euros", razonan desde la mesa de operaciones en divisas de un banco. "Como alternativa solo que el dólar, el dólar y nada más que el dólar", agrega Servet. Combinando ambas realidades, el euro también ha dejado atrás su semana más bajista contra el dólar desde 2012. En el conjunto de las cinco últimas sesiones se ha depreciado un 2,4%, hasta los 1,155 dólares, aunque incluso se le ha visto por debajo de los 1,15, algo que no ocurría desde 2003.
DE LA ESCABECHINA... A LA LOTERÍA
Estos datos confirman que nadie en el mercado estaba preparado para algo como lo decidido por la institución monetaria helvética. "Es un descontrol. Todo estaba muy ordenado, con los bancos centrales siendo muy cautelosos, y Suiza lo ha destrozado", lamenta esa operador que no quiere ser identificado.
Cuando eso ocurre, cuando se coge a los inversores, a las casas de divisas, a los bancos de inversión y a los fondos de inversión, desde los tradicionales hasta los alternativos (hedge funds) con el pie absolutamente cambiado, el impacto es monumental. "Hay plataformas que permitían a los particulares apalancamientos de 10 a 1. Ahora, con semejantes caídas, lo que ocurre es que el dinero de los clientes no da para cubrir las pérdidas, con lo que tendrán que soportarlas ellas", explican desde el mercado.
Lo constata que el parte de bajas ya está en marcha. La casa de británica de divisas Alpari ya se ha declarado insolvente; Jefferies, a través de su filial Leucadia National Corporation, ya ha hecho una transfusión de 300 millones de dólares para rescatar al bróker estadounidense FXCM; la también británica IG Group ha reconocido que ha sufrido el impacto, pero que calcula que no excederá los 30 millones de libras...
Y la secuencia no ha hecho más que comenzar. Porque no se quedará ahí. "Las plataformas de divisas para los clientes particulares lo van a pasar mal. Pero también hay muchos productos y derivados por liquidar, y no va a ser fácil. Las consecuencias todavía son imprevisibles", avisa otro experto. Y cuidado con otros frentes. En países como Austria, Croacia o Polonia, el volumen de hipotecas denominadas en francos suizos se cuenta por miles de millones, con lo que la amenaza de que crezca la moroidad y ponga en aprietos a alguna entidad financiera también está sobre la mesa.
Ahora bien, como suele pasar en estos casos, no todos pierden. Hay quien gana... aprovechando los excesos de otros. Desde el mercado explican que se ha producido un fenómeno muy similar al visto con los seguros de crédito (CDS) antes de la crisis. Entonces, los creadores de estos productos vendieron más protección de la que eran capaz de pagar porque pensaban que jamás se hundiría el sector inmobiliario. Pero se hundió. Y cuando tuvieron que afrontar el pago de esa protección, o bien quebraron o bien fueron rescatados, como en el caso de la aseguradora estadounidense AIG.
Ahora ha ocurrido algo similar. Algunas plataformas ofrecían opciones para aquellos que quisieran apostar a favor de que el franco rompería los 1,20 francos. Es decir, esos inversores pagaban una prima por esa opción y solo ganarían si, en efecto, el franco se apreciaba hasta las 1,19 o las 1,18 unidades por euro o por debajo. Como esto parecía imposible, porque el BNS se mostraba muy firme con su política, quienes creaban esos productos vendieron más de lo que podrían permitirse. Es más, estaban tan confiados, que como gancho incluso prometían multiplicar las ganancias de los inversores que se la jugaran comprando esas opciones. O lo que es lo mismo, si ocurría lo impensable, sus pérdidas podrían ser incluso superiores a su capital.
Lo impensable ha ocurrido. Y ahora llega el momento de pagar... si pueden. "La verdad es que adquirir una de esas opciones era como comprar un décimo de lotería, pero les ha acabado tocando", reconocen también fuentes del mercado.
"COMO SI LEHMAN NO HUBIERA EXISTIDO"
Para Juan Ramón Caridad, director académico del Máster de Finanzas e Inversiones Alternativas (FIA), lo acontecido en Suiza y en el mercado de divisas constituye una advertencia que debe ser tenida muy en cuenta. "Constituye un aviso a navegantes muy serio de lo que puede ocurrir en el mercado de crédito", subraya.
Además, considera que conviene extraer dos lecciones. La primera, que "la liquidez no es un principio constitucional, sino que está... hasta que se va, y eso no siempre se tiene presente". Y la segunda, que hay que tener cuidado con gestionar las carteras basándose en "volatilidades pasadas" que llevan a infravalorar las coberturas. Para Pedro Servet, de Citi, este aspecto es clave. "En días así se demuestra la ventaja de la gestión dinámica de las coberturas de divisa frente a la gestión pasiva, con un ratio de cobertura fijo", concluye.
Y como remate, el reconocimiento de que, pese a que la crisis aún sigue fresca, la memoria financiera ya flaquea. Y se vuelve rápido a las andadas. Caridad lo tiene claro: "Volvemos a apalancarnos por encima de lo que podemos. Es como si Lehman no hubiera existido".
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