Despojo y represión contra los pueblos indígenas
Francisco López Bárcenas
O
cupados como se
encuentran en recoger los muertos que va dejando la violencia en el
país, llorarlos y exigir que se castigue a los responsables de que
perdieran la vida, muchos mexicanos no parecen darse cuenta de que el
despojo contra el país por parte de las empresas privadas, con la
complicidad del gobierno, avanza a pasos agigantados. Ejemplos de ello
hay por todo el territorio mexicano. El 21 de febrero los habitantes de
San Miguel Papaxtla, municipio de San Jerónimo Tecuanipan, estado de
Puebla, denunciaron la presencia de elementos policiacos y militares en
la entrada de su comunidad, resguardando la maquinaria para la
construcción del Gasoducto Morelos, al que ellos se oponen. Dos días
después la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo
(Ucizoni) denunció que en la segunda quincena de ese mes, trabajadores
de Petróleos Mexicanos y de la empresa PIM Transoceánica están
incursionando en tierras de sus comunidades con propósitos similares.
La ocupación de las tierras campesinas y territorios indígenas por
las empresas privadas no es nueva, se ha dado en varias partes del país
donde se han echado a andar proyectos mineros, acueductos, gasoductos,
eólicos o se construyen presas hidroeléctricas; lo novedoso es que
abiertamente se eche mano de las policías y el Ejército para lograr sus
propósitos. Aunque parece que ese es el último eslabón de su estrategia,
pues lo usan cuando prevén que la oposición a sus pretensiones será
fuerte y no habrá posibilidades de que sus planes de ocupación,
contenida en la Guía de Ocupación Superficial (https://www.google.com.mx/search?q=guia+de+ocupacion+superficial&rlz=1C1CAFA_enMX618MX618&oq=guia+de+&aqs=chrome.0.69i59j69i57j0l4.4837j0j4&sourceid=chrome&es_sm=93&ie=UTF-8),
elaborada y difundida por la Secretaría de Economía, funcionen, porque
los afectados echarán mano de todos los recursos a su alcance para
defender sus derechos.Dentro de estos recursos están, según la mencionada guía, el apego de los campesinos a su tierra, la opinión pública y el derecho. Este último es importante, más que por sus efectos protectores, porque demuestra que cuando de defender los intereses del capital se trata, ni las empresas ni el Estado respetan sus reglas. Es el caso de las comunidades que han ganado amparos o juicios agrarios contra el despojo de su patrimonio: como las mayas de Campeche contra los permisos otorgados por Sagarpa para la siembra de soya transgénica, o las de comunidades rarámuris de Chihuahua contra la imposición de proyectos turísticos; o la tribu yaqui contra el Acueducto Independencia, que busca despojarlos de su agua. En estos casos y otros donde la justicia federal ha reconocido el derecho de los pueblos, la ejecución de las sentencias ha sido imposible, por la falta de voluntad de las autoridades responsables de hacerlo y los cabildeos de las empresas para que sus intereses prevalezcan sobre el derecho reconocido.
En fin, con las recientes denuncias formuladas por comunidades de los estados de Puebla y Oaxaca, de que en la ocupación de sus tierras están participando elementos policiacos y militares, al parecer el gobierno busca apretar la presión sobre los pueblos que se resisten a ser despojados impunemente. Un resultado probable de esta estrategia es que los pueblos también redoblen su lucha en defensa de su patrimonio. Si esto sucede probablemente haya más muertos, perseguidos y personas privadas de su libertad, aumentando el desprestigio y la ilegitimidad de los gobiernos y sus políticos. Un precio que no se sabe todavía si están dispuestos a pagar, sobre todo en temporada de elecciones, cuando más apoyo necesitan para mantenerse en el poder.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario