Por qué los recortes al Presupuesto
El Jue, 19 de Febrero de 2015, por Manuel Somoza
Manuel Somoza
Columnista en Excélsior.
Hace
un par de semanas, el secretario de Hacienda anunció un recorte de 125
mil millones de pesos al Presupuesto de Egresos autorizado por el
Congreso para el presente año. No cabe duda que el anuncio —cuando menos
para mí— fue agridulce.
Por un lado, la parte triste es que en un año complejo como seguramente será 2015, nuestro país requiere crecer mucho más que el año pasado, donde el crecimiento fue bastante pobre. El día de mañana sabremos oficialmente, con base en las cifras que publique el INEGI, cuál fue realmente el número; pero seguramente no habremos de superar 2.2 por ciento.
Por lo anterior, pero sobre todo por la necesidad de darle impulso a nuestra economía, era importante que el gasto programado para este año se ejerciera plenamente. El recorte anunciado nos resta posibilidades de alcanzar las tasas que necesitamos para tener un mejor desarrollo, pero más que nada, para tratar de reducir los índices de pobreza que aquejan a nuestro país.
Por otro lado, el anuncio nos permite estar tranquilos porque tenemos un gobierno responsable en materia de finanzas públicas, ya que si no se hicieran los recortes anunciados estaríamos ante un escenario de un incremento en nuestro déficit fiscal que pondría en peligro la estabilidad que hemos logrado con tantos años y esfuerzos.
Uno de los principales activos con el que contamos y debemos cuidar es que llevamos ya 15 años de finanzas públicas sanas, que nos han permitido alejarnos de las crisis financieras y devaluaciones recurrentes en las que vivimos durante los ochenta y buena parte de los noventa.
El anuncio de los recortes nos permite pronosticar que no perderemos los buenos hábitos financieros, aunque esto represente el tenernos que ajustar el cinturón mientras estemos en esta coyuntura difícil, pero coyuntura al fin y al cabo (no hay mal que dure cien años).
La gran pregunta es cuánto tiempo durará este entorno que, en el caso de México, estuvo provocado en buena medida por el desplome de los precios del petróleo. Todos sabemos que México no tiene una economía petrolizada, pero los impuestos que el gobierno cobra a Petróleos Mexicanos (Pemex) representan un tercio del Presupuesto de Egresos; si Pemex vende menos, el gobierno recauda menos.
En el mediano plazo, es decir, los próximos tres o cuatro años, es difícil presumir que el precio del petróleo alcanzará 100 dólares por barril (precio al que ya nos estábamos acostumbrando). La mejor perspectiva es que se logre estabilizar en más o menos 60 dólares la Mezcla Mexicana de Exportación —actualmente está alrededor de 50 dólares el barril, después de haber llegado a tocar 39 dólares. Es posible, según algunos expertos, que no hemos visto lo peor; estos analistas piensan que en la primavera se podrán ver condiciones peores, debido a un exceso de inventarios y a que la oferta aún no se habrá reducido.
En virtud de que esta situación durará más tiempo del deseado sería prudente el pensar en una Reforma Fiscal de fondo; misma que ampliando significativamente la base de causantes, eliminara, de una vez por todas, la dependencia del gobierno de los ingresos del petróleo. Por supuesto no sería una Reforma Fiscal de maquillaje, sino algo nuevo de fondo, que incrementara los ingresos públicos pero con la participación de todos. Se me antoja que revivir el tema de un IVA generalizado (aunque impopular) podría ser parte de la solución.
Presidente CI Estrategias por Somoza Musi
info@cism.mx
@CISomozaMusi
www.cism.mx
Por un lado, la parte triste es que en un año complejo como seguramente será 2015, nuestro país requiere crecer mucho más que el año pasado, donde el crecimiento fue bastante pobre. El día de mañana sabremos oficialmente, con base en las cifras que publique el INEGI, cuál fue realmente el número; pero seguramente no habremos de superar 2.2 por ciento.
Por lo anterior, pero sobre todo por la necesidad de darle impulso a nuestra economía, era importante que el gasto programado para este año se ejerciera plenamente. El recorte anunciado nos resta posibilidades de alcanzar las tasas que necesitamos para tener un mejor desarrollo, pero más que nada, para tratar de reducir los índices de pobreza que aquejan a nuestro país.
Por otro lado, el anuncio nos permite estar tranquilos porque tenemos un gobierno responsable en materia de finanzas públicas, ya que si no se hicieran los recortes anunciados estaríamos ante un escenario de un incremento en nuestro déficit fiscal que pondría en peligro la estabilidad que hemos logrado con tantos años y esfuerzos.
Uno de los principales activos con el que contamos y debemos cuidar es que llevamos ya 15 años de finanzas públicas sanas, que nos han permitido alejarnos de las crisis financieras y devaluaciones recurrentes en las que vivimos durante los ochenta y buena parte de los noventa.
El anuncio de los recortes nos permite pronosticar que no perderemos los buenos hábitos financieros, aunque esto represente el tenernos que ajustar el cinturón mientras estemos en esta coyuntura difícil, pero coyuntura al fin y al cabo (no hay mal que dure cien años).
La gran pregunta es cuánto tiempo durará este entorno que, en el caso de México, estuvo provocado en buena medida por el desplome de los precios del petróleo. Todos sabemos que México no tiene una economía petrolizada, pero los impuestos que el gobierno cobra a Petróleos Mexicanos (Pemex) representan un tercio del Presupuesto de Egresos; si Pemex vende menos, el gobierno recauda menos.
En el mediano plazo, es decir, los próximos tres o cuatro años, es difícil presumir que el precio del petróleo alcanzará 100 dólares por barril (precio al que ya nos estábamos acostumbrando). La mejor perspectiva es que se logre estabilizar en más o menos 60 dólares la Mezcla Mexicana de Exportación —actualmente está alrededor de 50 dólares el barril, después de haber llegado a tocar 39 dólares. Es posible, según algunos expertos, que no hemos visto lo peor; estos analistas piensan que en la primavera se podrán ver condiciones peores, debido a un exceso de inventarios y a que la oferta aún no se habrá reducido.
En virtud de que esta situación durará más tiempo del deseado sería prudente el pensar en una Reforma Fiscal de fondo; misma que ampliando significativamente la base de causantes, eliminara, de una vez por todas, la dependencia del gobierno de los ingresos del petróleo. Por supuesto no sería una Reforma Fiscal de maquillaje, sino algo nuevo de fondo, que incrementara los ingresos públicos pero con la participación de todos. Se me antoja que revivir el tema de un IVA generalizado (aunque impopular) podría ser parte de la solución.
Presidente CI Estrategias por Somoza Musi
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