martes, 29 de septiembre de 2015

Boletín Armas contra las Guerras


ciaramc.org

Boletín Armas contra las Guerras

El FMI y la OTAN apoyan a los neonazis de Ucrania
  • Los préstamos del FMI a Ucrania: Mortal "Medicina económica" dirigida a la desestabilización total
    Ernst Wolff
  • Entrenamiento estadounidense para neonazis ucranianos
    Manlio Dinucci
Los préstamos del FMI a Ucrania: Mortal "Medicina económica" dirigida a la desestabilización total
Ernst Wolff
El 12 de febrero, Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional, anunció que el FMI había llegado a un acuerdo con el gobierno ucraniano en un nuevo programa de reforma económica. La declaración de MS Lagarde hecha en Bruselas, llegó sólo minutos después que las negociaciones de paz entre los jefes de los gobiernos alemán, francés, ruso y ucraniano en Minsk, Bielorrusia, habían terminado. El momento no fue por casualidad. Washington había sido dejado fuera de las negociaciones y ahora reaccionó enviando su organización financiera más poderosa a la vanguardia con el fin de entregar un mensaje claro al mundo: que Estados Unidos no aflojará su presión en Ucrania, si no es mediante el envío de armas, entonces al menos económica y financieramente.
Las afirmaciones de Mme Lagarde de que el programa "apoyaría la estabilización económica inmediata" y presagiarían "un punto de inflexión para Ucrania", están tan lejos de la realidad como lo está la representación de los medios de comunicación del FMI como una organización caritativa ayudando a un país ahogado para sobrevivir en tiempos difíciles. Ni un solo centavo de los préstamos se destinará a la clase obrera ucraniana. En cambio, el dinero se utilizará para apuntalar el gobierno Yatseniuk que está totalmente subordinado a los intereses EEUU y le permitirá servir a las deudas contraídas por sus predecesores en las secuelas de la crisis financiera de 2008, para pagar la mayor parte de sus gastos militares de alrededor 250 millones por mes para la continuación de una guerra contra su propia población y tapar por lo menos algunos agujeros en el presupuesto del estado que se deben al deterioro económico del país en curso.
Los préstamos se basarán en los términos de un programa económico para Ucrania durante el 2015-2020, aprobada por el Parlamento de Kiev en diciembre de 2014 y están ligados a las duras condiciones establecidas en la carta de intenciones, firmada por el primer ministro Yatseniuk y presidente Poroshenko en agosto de 2014. Algunas de las medidas ya han sido implementadas, otras las seguirán. Entre las que ya están en vigor: el régimen de flexibilidad en el cambio de tipo, que no sólo ha conducido a una devaluación del hrivna del 67%, bajar el salario mensual promedio de los trabajadores ucranianos a menos de $60, pero también ha abierto las puertas para los especuladores de divisas internacionales que ya han hecho millones a base de endeudarse en hrivnia y pagar sus deudas en euros y dólares.
La tasa de inflación, establecida en 25% en 2014 y que se espera que suba aún más en el año 2015 y un alza del 50% en los precios del gas en mayo de 2014, hizo casi imposible la supervivencia para los 20% más débiles de la población, que ya vivía por debajo del umbral de la pobreza en el 2013. Entre las medidas todavía por venir están el despido del 10% de los empleados públicos del país y la privatización parcial de la sanidad y educación. La edad de jubilación para las mujeres se aumentara por 10 años, y para los hombres por 5 años, la mayoría de beneficios para los pensionistas de edad avanzada serán suprimidos, y el mercado de los productos farmacéuticos liberalizado. Se congelarán las pensiones de jubilación, y no habrá más almuerzos gratuitos para niños en edad escolar ni para los pacientes en los hospitales. Las prestaciones para las víctimas de la catástrofe nuclear de 1986 en Chernobyl serán suprimidas, y se revisarán los límites de la zona de peligro radioactivo oficialmente designado. El salario mínimo mensual del país se mantendrá en 1,218.00 hrivna (46$ en el tipo de cambio actual) hasta al menos noviembre de 2015.
Ninguna de estas medidas servirá para "mejorar la calidad de vida para el pueblo ucraniano", como predijo tan cínicamente Ms Lagarde. Ni se "restaurara un crecimiento robusto" en una economía que se tambalea al borde del colapso, con un banco central al que le quedan tan sólo 6000 millones en reservas de divisas e incapaz de recaudar nuevos fondos en las subastas de divisas. Sin embargo, contribuirán a la intensificación de los sufrimientos del pueblo ucraniano, profundizaran la brecha social de un país desgarrado ya por una sangrienta guerra civil y llevará a su desintegración completa, nutriendo los movimientos separatistas y creando las condiciones perfectas para un futuro de violencia y la desesperación.

http://www.globalresearch.ca/wp-content/uploads/2015/02/ernst-wolff-pillaging-the-world-book-cover.jpg
Para alcanzar esta estrategia, el FMI está totalmente en consonancia con las políticas geopolíticas perseguidas por el gobierno de Washington y Wall Street. Ambos están en serios problemas, con los Estados Unidos desgarrados por desigualdad social creciente que amenaza con hacer explotar en un malestar social masivo, mientras que sus gobernantes se están ahogando en deudas y perdiendo el control sobre el sistema financiero mundial. Habiendo dominado los mercados mundiales durante siete décadas, el declive económico de Estados Unidos y un desplazamiento en el equilibrio mundial de poderes, anuncian el final del dólar estadounidense como moneda de reserva del mundo y por tanto anunciando el final del estatus de los Estados Unidos como potencia mundial.
En un intento imprudente para detener este proceso imparable, Wall Street y la casa blanca están librando una campaña muy agresiva contra Rusia y China, que se han atrevido a completar un trato energético fuera el petrodólar y que Estados Unidos  teme estén preparando una moneda nueva, posiblemente respaldados por oro, que podría reemplazar al dólar como moneda de reserva del mundo. Para evitar que esto suceda y hacerse con el control de la vasta riqueza natural de Rusia que promete grandes ganancias, Wall Street y la Casa Blanca están llevando a cabo una estrategia de cambio de régimen en Moscú, haciendo todo lo posible para reemplazar al gobierno ruso por uno que esté tan subordinado a los intereses de los Estados Unidos como el del primer ministro ucraniano Yatseniuk y sus compinches de los bancos de inversión en Kiev.
Uno de los medios para este fin es la integración de Ucrania en la OTAN con el propósito de intensificar la amenaza militar contra Rusia. Sin embargo, como la UE – y Alemania en particular, parecen no estar dispuestos a unir sus fuerzas en una guerra contra Rusia (no por consideraciones humanitarias, sino debido a su dependencia del gas y petróleo ruso y su previsión de un nuevo orden monetario mundial ya no dominado por Estados Unidos) y como la mayoría de los estadounidenses, a pesar de las campañas de demonización de Vladimir Putin en los medios de comunicación masiva, no están dispuestos a apoyar una guerra que les costaría más dinero y más vidas que cualquier guerra en el pasado y podrían terminar en una catástrofe nuclear, el propósito principal del gobierno de Estados Unidos y del FMI en Ucrania es profundizar y ampliar los ya existentes conflictos económicos, sociales y étnicos. De esta manera, pretenden forzar a Vladimir Putin a involucrarse en una guerra prolongada y costosa que debilitaría su posición y eventualmente allanar el camino para la instalación de nuevos gobernantes en Moscú.
Mirando a Ucrania como parte de la actual lucha geopolítica, uno puede ver que los nuevos préstamos del FMI a Ucrania, anunciados por Christine Lagarde, son cualquier cosa antes que un "punto de inflexión" en dirección a la estabilización del país. Conducen al indecible sufrimiento humano y contribuirán a aumentar el rastro de sangre que Ms Lagarde y el FMI están tan acostumbrados a dejar atrás tras intervenir bajo el pretexto de "ayudar a" los países en tiempos difíciles.
Entrenamiento estadounidense para neonazis ucranianos

Manlio Dinucci
Mientras el ejército ucraniano sigue acumulando derrotas en sus enfrentamientos con las autodefensas de la Novorrossia, Washington trata de modificar la situación militar recurriendo a sus aliados históricos contra Rusia: los nazis y los neonazis. Manlio Dinucci denuncia este reciclaje, que demuestra que la OTAN no lucha por la libertad

JPEG - 22.1 KB El apoyo de la CIA y la OTAN a los nazis en el este de Europa no es nada nuevo. Ya en tiempos de la guerra fría, el embajador estadounidense Lev Dobriansky tuvo como misión ayudar a los nazis ucranianos para que sabotearan la infraestructura soviética. Esta vez fue su hija, Paula Dobriansky (ver foto), subsecretaria de Estado a cargo de la «democratización» de 2001 a 2009, quien preparó el golpe de estado de Kiev, desde su posición de vicepresidenta de la National Endowment for Democracy.
Durante la primavera, Estados Unidos comenzará a entrenar y armar la Guardia Nacional ucraniana. El EuCom [1] acaba de confirmarlo oficialmente y precisa que se trata de un programa que forma parte de los pasos del Departamento de Estado para ayudar Kiev a garantizar la «defensa interna» de Ucrania.
El financiamiento, ya aprobado por el Congreso de Estados Unidos, proviene de un fondo especial creado en conjunto por el Pentágono y el Departamento de Estado para «garantizar entrenamiento y equipamiento a fuerzas de seguridad extranjeras» con el fin de que «los países asociados pueden enfrentar desafíos importantes para la seguridad nacional de Estados Unidos».
La misión de entrenamiento en Ucrania sirve para «demostrar el compromiso estadounidense a favor de la seguridad del Mar Negro y el valor de las fuerzas estadounidenses desplegadas en posiciones avanzadas».
En el campamento militar de Yovoriv, a unos 50 kilómetros de la frontera polaca, instructores estadounidenses entrenarán en el campamento las unidades de la Guardia Nacional ucraniana, cuyos efectivos se estiman entre 45 y 50 000 voluntarios.
Creada por el régimen de Kiev en marzo de 2004 gracias a un primer financiamiento estadounidense ascendente a 19 millones de dólares, la Guardia Nacional ucraniana incorporó de inmediato las formaciones neonazis, ya entrenadas anteriormente por instructores de la OTAN con vistas al putsch de Kiev, como lo demuestra la documentación fotográfica sobre los militantes neonazis entrenados en 2006 en Estonia [2].
Los batallones Donbass, Azov, Aidar, Dniepr-1, Dniepr-2 y otros, que constituyen la fuerza de choque de la Guardia Nacional, se componen de neonazis no sólo ucranianos sino también provenientes de otros países europeos. Las atrocidades que ya han cometido en Ucrania contra los civiles de nacionalidad rusa están ampliamente documentadas en videos y testimonios –basta con buscar en Google «atrocidades de los neonazis en Ucrania». Pero, a pesar de que Amnistía Internacional acusó al régimen ucraniano de ser responsable de los crímenes cometidos por esos batallones, Estados Unidos sigue apoyándolos y entregándoles incluso blindados. Y ahora van a fortalecerlos con el programa de entrenamiento y armamento.
Este programa es parte de la «Operación Firmeza Atlántica» iniciado el EuCom para «tranquilizar a nuestros aliados ante la intervención rusa en Ucrania y como medio de disuasión para impedir que Rusia obtenga la hegemonía regional». En el marco del creciente despliegue de fuerzas estadounidenses en el este de Europa, el Pentágono ha enviado «expertos militares para incrementar la capacidad defensiva de Ucrania» y asignó 46 millones de dólares más para entregar a Kiev «material militar, incluyendo vehículos y dispositivos de visión nocturna».
De esa manera, Washington ya está armando a las fuerzas de Kiev puesto que de no recibir armamento pesado de Estados Unidos podrán adquirirlo con los millones de dólares puestos a su disposición.
Alemania, Francia e Italia se dicen favorables a una solución diplomática. Pero al mismo tiempo, en la cumbre de Bruselas, esos mismos países se comprometen, junto a Gran Bretaña, España y Polonia, a encargarse de las misiones más importantes en la formación de la «Fuerza Avanzada» de la OTAN, en el marco de la «Fuerza de Respuesta», que pasa de 13 000 a 30 000 efectivos y cuenta con 6 centros de mando y control en Estonia, Letonia, Polonia, Rumania y Bulgaria.
Mientras tanto, Estados Unidos, preparando la cumbre de Minsk –en la que sin embargo se abstiene de participar–, afirma por boca del secretario de Estado John Kerry que entre los miembros de la alianza atlántica «no existen divisiones, todos estamos de acuerdo en que no puede haber solución militar».
Pero al mismo tiempo, al entrenar y armar a los neonazis ucranianos, Estados Unidos alimenta la llama de la guerra en pleno corazón de Europa.
Fuente
Red Voltaire | Il Manifesto (Italia)
Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio

No hay comentarios.:

Publicar un comentario