La Ascensión del Mediocre.
No
hay que ser muy observador para darse cuenta como los mediocres
conquistan el éxito y logran los puestos más codiciados que este injusto
sistema ofrece. Solo hay que salir a la calle, encender la TV o
sintonizar cualquier emisora de radio, para darnos cuenta que los que
copan esos puestos son simples mediocres, gente que está lejos de lograr
un mínimo de brillo en su trabajo, y solo se limitan a ser loros de
repetición bien amaestrados. El sistema educativo es el primer mecanismo
en donde se calificara con mejor nota al más mediocre. Matrícula de
honor a aquel que mejor memorizo la doctrina ignorante que le pusieron
bajo la napia, posteriormente en la universidad se doctorara “cum laude”
al mediocre más laureado de todos, ese que las empresas se rifaran, por
ser un adoctrinado perfecto, una cacatúa que repita hasta la náusea,
los preceptos que el sistema académico le obligo explícitamente a asumir
como la verdad absoluta.
Al
sistema no le sirve para nada alguien creativo, alguien con pensamiento
propio y visión vanguardista, estos polluelos son expurgados en cuanto
son reconocidos por el sistema. Una pastillita y ese pollito vuelve
mansamente a servir para engrasar la máquina. Algunos pasan
desapercibidos, se adaptan y pasan por todas las etapas académicas,
superándolas y depositando su fe en que podrán cambiar el mundo, hasta
que se topan con la burocracia impuesta para acomodo del mediocre.
Un
mediocre que administra, cataloga, etiqueta, clasifica, legisla y
gestiona, todo un amplio catálogo de anexos, cláusulas y normas, de lo
más inútil, para complicar la vida al ser humano pensante e inteligente.
Si aún pensáis que estoy en un error, solo debéis intentar presentaros a
una oposición a la administración pública, donde solo accederá
finalmente (tras el enchufado) el más mediocre de todos, aquel que su
único mérito fue, memorizar tres o cuatro tomos de leyes y burrocracia
de todo tipo, una prueba diseñada para que el ser inteligente, creativo y
capaz, jamás tenga acceso a un puesto en la función pública, debido a
que para ejercer esos puestos es necesario que un mediocre con la
capacidad de memorizar y ejercer la doctrina cuadriculada del sistema,
sin que albergue pretensión alguna de una atención digna al ciudadano, y
por supuesto jamás se cuestione el procedimiento. Como en todo hay
excepciones, pero se pueden contar con los dedos.
Gestores,
abogados, ejecutivos, banqueros, burócratas, políticos... mediocres
todos ellos, ya sea con leyes, códigos, doctrinas empresariales o normas
internas, solo se persigue el alzamiento del mediocre, sin un mínimo de
deontología. Aquel que solo es capaz de memorizar, aquel que tiene su
capacidad creativa apagada, aquel que usa su mente como un simple banco
de datos, que no aporta y no influye, es el que cumple con el canon del
prototipo de mediocre que aspira a tener el sistema a su servicio. Una
maquina insensible, que se le distingue por sus ínfulas por encima de
una media, y un salario cada vez más bajo, gracias a los mediocres que
trabajan sin criterio y sin amor propio. Ellos se saben inútiles, por
eso pujan a la baja. Cuando se trata de orgullo, son conformistas y en
sus venas corre una sangre disipada, sin fuerza ni color.
En
los medios solo tienen éxito los mediocres, orgullosos ignorantes que
fomentan la incultura, la banalidad, y la inmoralidad. Fenómenos que
primero hacen reír por lo bizarro, pero que a base de repetición acaba
convirtiéndose en modelo a seguir. Por desgracia el esperpento se
apodero de la razón, y hoy nadie quiere ser el listo de la clase, sino
el tonto del pueblo. Es la sociedad que crea estos modelos y nosotros
los consumimos, y como los consumimos los fomentan, o quizás, esta
ingeniería social crea tontos que ascienden rápido y ganan dinero, para
fomentar la ignorancia como medio para escalar a lo más alto.
Está
demostrado que la titulación universitaria programada para la
profesionalización y titulación del mediocre, ya no es el modo estándar
de trepar en el escalafón. Hoy día llaman tonto al licenciado porque
acaba trabajando en una cadena de comida rápida, después de entregar su
voluntad y su mente durante cinco largos años de “estudio”. Cuando
cualquier tonto gana en seis meses lo que tú en toda tu vida laboral,
sin haber abierto un libro.
Este
es un síntoma preocupante, nadie lee, y lo poco que leen, no lo
entienden o lo malinterpretan. Nadie se toma la molestia profundizar en
un texto y analizarlo mínimamente, para al menos sacar una mínima
conclusión. La inmediatez imperante, y el leer solo el titular para
estar completamente informado, es otro síntoma del mediocre. El mediocre
sabe de todo, de todo entiende, todo lo conoce y de todo opina, pero
jamás leyó nada.
Como
siempre el negocio está en fomentar creencias, programar creyentes y
esparcir ignorantes. Una progenie desvalida, vacía y zombi, que deambula
ridiculizando a discreción a todo aquel que sabe, lee o se preocupa en
informarse. Heces de dorado lustre las cuales al ser creídas
proporcionan al mediocre, la posibilidad de erigirse a sí mismo como
elegido, modelo a seguir o “#trendingtopic” de lo garrulo y lo
esperpéntico, que encarnan en sí mismos, sintiéndose orgullosos de ser
uno más.
Es
esencial identificar a aquellos que trabajan para el sistema,
programando mentes, defendiendo y justificando el Mal. Aquellos que nos
señalan a nosotros como responsables de este sin-Dios, que nos dibujan
una sombría culpa, e inventan recursos mediocres para disfrazarla.
Es
difícil controlar la náusea, es complicado no rechazar, es imposible no
alejarse, pero no podemos ser como ellos, no podemos etiquetar, señalar
y ridiculizar. No creo que comportándonos como nos programó el sistema,
ayude a los que aún no supieron siquiera identificar lo que nace del
sistema. No podemos seguir definiéndonos como “despiertos” si nos
subimos a un pedestal y señalamos al resto como “borregos” ¿Quién te
dijo que estabas despierto y te otorgo este título? ¿Quién te dio
autoridad para juzgar y sentenciar? ¿Qué te hace mejor o superior al
resto?
Las
personas que tropiezan y caen en distintos programas y son víctimas de
ingenierías sociales, o burdos ejercicios de control mental a través de
PNL para enriquecer al iluminado de moda, no son culpables, sus
comportamientos llenos de fanatismo no son voluntarios, solo son un
instrumento en manos de unos desaprensivos sin conciencia y bolsillos
llenos.
Comportamientos
mediocres son los que hacen a la gente mediocre, sin valores, sin
humanidad y sin alma. Seguirás programado mientras no saques de tu Ser
todas esas formas de etiquetar, juzgar y dirigirte tus propios hermanos
como si de un enemigo se tratase. Esto no es una competición, no te van a
dar un premio por entrar en el redil de los “despiertos”. Si no eres
capaz de ver más allá de lo que te dicta tu programación y tus únicos
recursos en PRO del Ser humano, sea solo etiquetar, es lógico que aún no
palpemos cambio alguno.
No
soy más que tú, no se mas que tú, ni lo pretendo. Debemos dejar de
enfrentarnos entre nosotros y empezar a unir conciencia, pero no lo
lograremos si le seguimos el juego a los mismos, creyendo a los mismos y
alabando a los mismos. Creyéndonos los listos, los mejores, poseedores
de la verdad absoluta, con razón o sin ella, mientras señalemos con el
dedo al otro, seguiremos nuestra propia ascensión a ser un mediocre más.
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