miércoles, 19 de octubre de 2016

Crimen organizado a gran escala: los acuerdos comerciales entre EEUU y la UE

Crimen organizado a gran escala: los acuerdos comerciales entre EEUU y la UE



Por: JIM W. DEAN
Traducción y fuente: Mision Verdad
Cuando pasan lista en el Senado, los senadores no saben si responder “presente” o declararse inocentes…
Teddy Roosevelt
Ya se preparan los arreglos funerarios para las negociaciones del cuasi-fallecido Acuerdo de Comercio e Inversión Transatlántico (TTIP, por sus siglas en inglés), mismas que han alcanzado tal grado de denuncia pública que las demandas por que se sacrifique de una buena vez a este Frankenstein económico han subido notablemente; sobre todo antes de que nos lo transfieran al resto de nosotros.
Al leer los reportes de los negociadores estadounidenses y al compararlos con los de la Unión Europea (UE), difícilmente puedes creer que ambas partes estuvieran hablando de lo mismo. Es como si vivieran en universos paralelos, que es lo que parecen ser: la Zona Desconocida de los Acuerdos Comerciales.
La confirmación de todo esto llega luego de que la semana pasada aparecieran revelaciones de algunos participantes de la UE en las que afirman que virtualmente no se ha alcanzado progreso alguno en los puntos clave, mientras que la fecha tope de culminación de fin de año se aproxima, rápidamente. El lado estadounidense afirma que todavía vislumbra un camino hacia la concresión, mientras que representantes franceses y alemanes dicen que no tiene ningún sentido continuar con las conversaciones.
La gran filtración de Greenpeace
Este cambio de actitud se debe únicamente a las filtraciones que expusieron abiertamente las negociaciones tras bastidores. Debemos agradecerle a Greenpeace por publicar los 248 documentos el 2 de mayo de este año.
Nos enfrentamos a una historia compleja provista de muchas capas; no podré cubrirlas todas dada la extensión de este artículo, así que me enfocaré en algunos puntos que no han sido desarrollados correctamente, antes de entrar en los asuntos específicos donde ambas partes están trancadas.
Fuentes de inteligencia de alto nivel (en el retiro) han manifestado a Veterans Today su preocupación por las tendencias al “simulacro democrático” que el así llamado “mundo libre” ha atestiguado desde 1999, siendo la saga del TTIP un ejemplo clásico. Con ello me refiero a la enorme inversión que las corporaciones multinacionales han estado realizando para manipular las condiciones a su favor, o al instalar un sistema de dos caras de la misma moneda que se convierte en una situación ganar-ganar para ellos en todo, que les asegure la supremacía económica en cualquier caso.
Los grandes acuerdos comerciales se convierten en el foco de un intento de latrocinio que ningún ciudadano promedio pudiera siquiera imaginar, un esquema de transferencia de riquezas que no sólo es transgeneracional, sino que podría durar para siempre. El ingrediente esencial para lograr estos “tratados comerciales”, que son tallados sobre piedra, y que no son sujetos a ningún ajuste vía voto democrático en el futuro.
Pueden encontrar las pruebas de sus intenciones malignas al notar que las conversaciones sobre el TTIP fueron pre-clasificadas como “top secret” al colocarle, la UE, un veto de 30 años para hacer públicas las deliberaciones. Eso, amigos, es lo que se puede definir como una descomunal amenaza a la vigilancia independiente, y los europeos deben despertar y darse cuenta de que necesitan una semi-revolución para “rehacer a la UE”, mientras todavía tengan tiempo para eso.
¿Qué sería entendido como castigo justo contra el terrorismo económico?
No es suficiente con vertir concreto sobre la decadencia radioactiva del TTIP, tenemos que castigar a los operadores claves excomunicando políticamente a aquellos involucrados en el proceso, en lo que claramente ha sido un intento de golpe de Estado económico perpetrado por las entidades trasnacionales del mundo de los negocios y sus colaboradores. Aquellos involucrados desde posiciones de gobierno están esperando una muy buena compensación bajo un programa de recompensa retroactiva, en donde se les otorgarán puestos de trabajo altísimamente remunerados en sus carreras post-políticas, pagados por los vencedores de la guerra.
Históricamente, a cada nueva legislatura se le advierte sobre enmendar acuerdos que ya estén en curso. Ocasionalmente, aparecen amenazas con rango de titular, como retirarse del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta, por sus siglas en inglés), pero los tratados no proveen mecanismos para hacer eso. Están concebidos para ser vinculantes. Mientras que la UE contiene una cláusula de salida del bloque -una que era necesaria para atraer a todos los países a que abordaran el proyecto-, el proceso de secesión fue concebido para ser doloroso al ejecutarse, como ahora está a punto de vivirlo Gran Bretaña.
Convertir en sirvientes a las generaciones futuras

Los tratados comerciales están diseñados para remover los tribunales supremos de varios países en la toma de decisiones en las disputas interpretativas. Se diseñan procedimientos arbitrales y se crean comités para manejarlos, amados por las multinacionales, ya que les ofrece la oportunidad para colocar agentes pro-negocios en esas casillas para proteger sus objetivos a largo plazo.
No es suficiente con vertir concreto sobre la decadencia radioactiva del TTIP, tenemos que castigar a los operadores claves excomunicando políticamente a aquellos involucrados en el proceso, en lo que claramente ha sido un intento de golpe de Estado económico perpetrado por las entidades trasnacionales del mundo de los negocios y sus colaboradores. Aquellos involucrados desde posiciones de gobierno están esperando una muy buena compensación bajo un programa de recompensa retroactiva, en donde se les otorgarán puestos de trabajo altísimamente remunerados en sus carreras post-políticas, pagados por los vencedores de la guerra.
Históricamente, a cada nueva legislatura se le advierte sobre enmendar acuerdos que ya estén en curso. Ocasionalmente, aparecen amenazas con rango de titular, como retirarse del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta, por sus siglas en inglés), pero los tratados no proveen mecanismos para hacer eso. Están concebidos para ser vinculantes. Mientras que la UE contiene una cláusula de salida del bloque -una que era necesaria para atraer a todos los países a que abordaran el proyecto-, el proceso de secesión fue concebido para ser doloroso al ejecutarse, como ahora está a punto de vivirlo Gran Bretaña.
Convertir en sirvientes a las generaciones futuras
Los tratados comerciales están diseñados para remover los tribunales supremos de varios países en la toma de decisiones en las disputas interpretativas. Se diseñan procedimientos arbitrales y se crean comités para manejarlos, amados por las multinacionales, ya que les ofrece la oportunidad para colocar agentes pro-negocios en esas casillas para proteger sus objetivos a largo plazo.
Los tratados comerciales están diseñados para remover los tribunales supremos de varios países en la toma de decisiones en las disputas interpretativas. Se diseñan procedimientos arbitrales y se crean comités para manejarlos, amados por las multinacionales, ya que les ofrece la oportunidad para colocar agentes pro-negocios en esas casillas para proteger sus objetivos a largo plazo.
¿Y cuáles son esos objetivos? Cuando le quitas el envoltorio, te encontrarás con una marcha continua hacia convertir al planeta en un conglomerado de plantaciones cuyos verdaderos propietarios les es irrelevante si se llaman países, y si tienen autonomías en áreas que no son de la incumbencia de las multinacionales.
Los verdaderos dueños quieren asegurarse de que sus intereses económicos decisivos se consagren sobre un sistema de castas, en el que la ciudadanía se transforma en una especie de ganado exclusivo, en los que lo único que importa son las ganancias potenciales de las elites multinacionales, siendo irrelevante si se tratan de productores o consumidores. Te arrean de un lado a otro, y le dan una parte de la acción a los buitres políticos.
Nafta y los carteles de la droga
Mientras que habitualmente se le vende al público una versión Alicia en el País de las Maravillas de la historia sobre los beneficios que recibirán de los acuerdos comerciales, incluso la comunidad pura y dura de los negocios podría encontrarse en la posición de recibir el mismo “tratamiento de plantación”. El Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta) es un ejemplo perfecto.
Se le vendió al público y a la Cámara de Comercio la enorme oportunidad de ganar en negocios al tener libre acceso a los populosos mercados mexicanos, y al prometer el incremento en las exportaciones y las plazas de trabajo, apoyándose en las usuales proyecciones manipuladas. Ross Perot hizo de la estafa del Nafta una parte esencial de su campaña presidencial, cuando desestimó los inflados beneficios para los Estados Unidos con su famosa observación de que los estadunidenses escucharían el gigantesco sonido de la succión de fuentes de trabajo manufacturera que volaba hacia el sur, siendo exactamente lo que ocurrió.
Pero hay una historia de fondo más oscura y siniestra en relación al Nafta en las que las investigaciones de Veterans Today, a partir de investigadores mexicanos y del FBI que han estado escudriñando en las operaciones de narcolavado luego de quebrar una trama de lavado bancario, que venían siendo desmantelados luego de legislaciones más severas.
Los carteles han estado pagando sus “impuestos” invirtiendo en las campañas políticas mexicanas, a modo de contraprestación para evitar ser juzgados, mientras que la policía se concentró en sus competidores. Pero eso todavía dejaba de lado el enorme problema de “limpiar” el narcodinero y transformarlo en capital útil para la reinversión. Lo que se necesitaba era una solución permanente y a gran escala que funcionara como fachada legal.
Carlos Salinas de Gortari, Mitt Romney y Bain Capital
La respuesta fue un acuerdo hecho con la familia Salinas para que apoyara el Nafta por sus fantasiosos beneficios públicos, mientras que su objetivo verdadero era permitir que el narcodinero y los sobornos políticos se colocaran en la enorme industria de la construcción a lo largo de la frontera usa-mexicana, en donde los productos manufacturados podrían venderse en los mercados estadounidenses como dólares impecables capaces de fluir hacia inversiones seguras, como bienes raíces y acciones en el mercado de valores, o incluso bonos del gobierno de los Estados Unidos… para siempre.
Un informante del FBI nos dijo que la Bain Capital Corporation de Mitt Romney tenía tiempo trabajando con los carteles del narcotráfico, administrando sus fondos. Los investigadores iban tras la pista del dinero de recompensas por recuperación de activos, con este negocio de narcolavado siendo su Santo Grial. La conexión entre las familias Romney y Salinas se remonta a los días en que los mormones se exiliaron en México, luego del fallido intento de establecer su propio país en el oeste de los Estados Unidos. Carlos Salinas y Mitt Romney asistieron juntos a Harvard.
Cuando intentamos publicar un trabajo en dos partes de esta historia a pocos días de realizarse las elecciones presidenciales de 2012, en las que Romney fue derrotado, VT sufrió un hackeo inusual ese día. Las cuentas de acceso de Gordon Duff y mía fueron bloqueadas para no subir el artículo, un hackeo típico del que sólo una agencia nacional de inteligencia sería capaz de hacer en tan poco tiempo. Rápidamente le dimos la vuelta a la situación y pusimos a otro escritor a publicar el trabajo con su cuenta. Pero tuvimos la reacción que queríamos: se revelaron a sí mismos vía el atentado.
El TTIP es un campo minado con potencialidades similares. Las compañías multinacionales y estadounidenses quieren libre acceso al sistema de salud público de la UE; que los niveles de regulación en materia de alimentos y seguridad disminuyan a los estándares de los Estados Unidos; permitir el ingreso de productos transgénicos y conceder mayor grado de vigilancia del internet para “perfilar” a los ciudadanos de la UE para el uso corporativo y del gobierno de los Estados Unidos.
Esto agregaría a los europeos a la base de datos de “amenazas”, a la que el gobierno estadounidense ya tiene acceso sobre todos los ciudadanos norteamericanos. Los objetivos del TTIP también buscan consagrar la autoridad de las corporaciones de juzgar a los gobiernos sobre los daños sobre cualquier pérdida relacionada con cambios legislativos que son del interés general, pero en contra de las corporaciones.
Esto demuestra con toda claridad la mentalidad latifundista que la comunidad de los negocios quiere que el gobierno coopere en mantener a los ciudadanos en su respectiva posición de sirvientes. Para ellos, ese es el orden natural de las cosas.
John Hillary, autor de Se busca guerra, nos provee de una cita maravillosa: “El desprecio al pueblo europeo demostrado por los negociadores del TTIP es el recordatorio más potente del déficit democrático que existe dentro de las instituciones de la UE”. Cerraré con una cita mía: “Re-hagan a la UE ¡antes de que vaya por ustedes!”.
Jim W. Dean es, junto a Gordon Duff, coeditor del portal Veterans Today. Escritor, historiador, analista internacional y experto en temas de seguridad e inteligencia, también dirige programas de memoria histórica y militar. El artículo fue tomado de la revista web New Eastern Outlook, publicado el 8 de septiembre. La traducción para Misión Verdad la realizó Diego Sequera.
Fotografia tomada de: Mision Verdad

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