El caso de Javier Duarte de Ochoa pinta de cuerpo entero al sistema político mexicano. Desde hace años se supo de sus corruptelas, de sus violaciones a los derechos humanos, de su intransigencia con la prensa crítica y la falta de seguridad a periodistas en Veracruz, de su megalomanía que lo llevó a hacer unos mediocres juegos centroamericanos para el lucimiento personal, del incremento brutal de la inseguridad en uno de los estados más ricos del país, del cinismo de quien dijo que en Veracruz lo único que se robaban eran frutsis y pingüinos, de las empresas fantasmas para ordeñar el presupuesto de desarrollo social y lucha contra la pobreza, de su gabinete corrupto, de sus apoyos artificiales a partidos políticos de oposición, y una larga lista de tropelías y violaciones a la ley de quién cree que el funcionamiento del sistema político lo absolverá de todas sus fechorías, y lo peor de todo, es que parece que tiene razón.
La pregunta que cabe hacerse es ¿por qué? Las explicaciones panistas serán que siempre fueron respetuosos del pacto federal y que no podían remover gobernadores electos popularmente. Con la doble moral y mojigatería que les caracteriza, oponen un argumento tan falaz que evidencia su desconocimiento del marco constitucional mexicano, que prevé las posibles vías para la remoción de un gobernador a través de vías jurídicas y políticas. Sin embargo, parece que la complicidad con el PRI era más redituable para un gobierno que iba de salida y cuya gestión se caracterizó por una violencia sin precedentes que podría haber complicado la transición…y el futuro de los Calderón. El gobierno de Enrique Peña Nieto, tuvo que presionar a Duarte para que se fuera…cuando faltaba un mes para la conclusión de su mandato. ¿Por qué se le mantuvo tanto tiempo en el poder?
¿Por qué se le está haciendo un proceso penal “light” en que se le permite pedir licencia –para mantener el fuero- en vez de renunciar? ¿Por qué lo anuncia en televisión y no ante el congreso de su estado? Hay tantos cuestionamientos que hacen que esta tragedia para ese estado que tanto le ha dado a México parezca una historia de risa loca o de franca abominación. Cabe preguntarse, ¿salió dinero de las arcas de Veracruz para la campaña de Peña Nieto? ¿Se pagaron compromisos asumidos por el hoy presidente con dineros de Veracruz? ¿Hasta dónde llegan las complicidades de las autoridades federales con la bola de transas y delitos cometidos en Veracruz? Parece increíble que si la Auditoría Superior de la Federación –sin dientes hasta ahora- alertó sobre la desaparición de miles de millones de pesos en Veracruz, no haya pasado nada. Nadie se enteró, nadie vio nada. Javier Duarte será juzgado por ser lo más delgado de un hilo embarrado de mierda, pero seguramente su proceso será benévolo con él para cubrir a otros.
Esto deja ver que al PRI y al Presidente les vale madres Veracruz, les vale madres el país, lo que necesitan es un chivo expiatorio que sea repudiado y detestado. Son tan arrogantes que creen que la gente aprobará esta comedia y volverán a votar por su partido. Es algo que revuelve el estómago, de todos menos de ellos, incluidos Peña y Ochoa Reza, quien cree que puede engañar al elector con esta nueva lucha contra la corrupción de un solo funcionario. Qué asco.
Twitter:@carlosjaviergon
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