La crisis asiática del agua en la sombra de la guerra nuclear (2ª parte)
Dragón sediento: La política de embalses china en Tíbet y la escasez de agua en Asia
Como China, los países del sur y este de Asia
también se están enfrentando a la escasez de agua y todos son
dependientes del control chino del agua dulce en la meseta tibetana.
Tíbet es el nacimiento de 10 importantes ríos asiáticos sobre los que
depende el 25% de la población mundial. Por ello, es conocido como el
salvavidas de Asia. Pero desgraciadamente, la política de embalses
masivos de China en Tíbet se ha convertido en una amenaza abierta de
carencias severas de agua en el sur y sureste de Asia. Actualmente,
China tiene 87.000 embalses y la mayoría de ellos están construidos en
Tíbet. Lo que es más, planea construir más embalses y proyectos
hidroeléctricos en el futuro para satisfacer las necesidades de las
áreas con escasez de agua del país. La construcción china de embalses y
los planes de división hídrica a lo largo del Yarlung Zangbo, también
conocido como el Brahmaputra en India, son una fuente de tensión entre
China, India y Bangladesh.
A pesar de los embalses en los ríos sur-asiáticos,
China también está trabajando para construir 21 nuevos embalses además
de los 7 que ya construyó en el cauce alto del río Mekong (conocido como
el Lancang en China) que es la principal fuente para el agua en las
naciones surasiáticas. El Mekong pasa por Qinghai, Tíbet, Yunnan, antes
de fluir por Myanmar, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam. Cuatro países
ribereños (de aguas abajo), Laos, Camboya, Vietnam y Tailandia, han
constituido la Comisión del Río Mekong (CRM) intergubernamental para
evitar conflictos entre los países de la cuenca del Mekong a través de
la promoción de la gestión sostenible y el desarrollo hídrico para el
beneficio mutuo, mientras que China tiene un estatus de observador en la
CRM. China y la CRM directamente se disputan la construcción de
embalses en el cauce alto, pero China ha rechazado todas las
preocupaciones de aguas abajo. Sin embargo, debido a la presión
diplomática por la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN en
inglés), China aceptó el Mecanismo de Cooperación Lancang-Mekong (MCLM)
el pasado año 2015 en noviembre.
El derecho internacional y las convenciones
proporcional los primeros derechos al uso hídrico para los países de
aguas abajo en los ríos transfronterizos, pero desgraciadamente, China
es el único país que no se adhiere a esto. Su política de embalses ha
insinuado que China está trabajando solamente para satisfacer sus
propios intereses en cuanto a afrontar los graves desafíos de carestía
hídrica. Un cuarto del territorio chino se compone de desiertos,
mientras que, como un todo, es un país extremadamente árido con la mayor
población del mundo. Pero por otro lado, todos los ríos tibetanos que
fluyen hacia el sur y sureste de Asia, tienen las cuencas más pobladas
con desembocaduras en el mar del sur de China, la bahía de bengala, y el
mar arábigo.
Consecuencias geopolíticas: Agua en reemplazo del petróleo y gas
Un profesor ruso en la universidad politécnica de
Tomsk, e investigador jefe del Instituto de Geología y Geofísica del
petróleo, Stepan Svartsev, dijo a TASS que el agua es un recurso igual
de valioso que el petróleo, gas, y oro, y tarde o temprano, empezaremos a
venderlo. Ya lo vendemos en tiendas, y cada vez más gente lo compra. El
agua se está convirtiendo en un lujo, y con el tiempo se volverá más
valioso que el petróleo. Deberíamos estar preparados para eso.
Se predijo también que las guerras del
futuro se librarán por el agua y, desgraciadamente, todas las disputas
fronterizas entre el triángulo nuclear asiático (China, India, y
Pakistán) están basadas en el control de las reservas hídricas. Ahora,
como el mundo está inclinándose hacia la guerra total, la tensión en el
sur de Asia se ha incrementado pues Pakistán amenaza a India con la
guerra nuclear por bloquear / desviar ríos que están directamente
conectados con Cachemira. Es más, Pakistán ya está siendo sometida a la
guerra híbrida india porque Pakistán ha dado acceso a China para
alcanzar el mar arábigo, que está en la desembocadura del río Indo.
Los esfuerzos indios para contrarrestar a China
pueden ser observados fácilmente, como en su intento exitoso para
dividir a la Asociación Surasiática para la Cooperación Regional (SAARC
en inglés) y llevar la nueva guerra fría al sur de Asia. De hecho, India
está formando equipo con los países sur asiáticos y del sudeste
asiático contra China mediante el avivamiento de las disputas hídricas.
De aquí el motivo por el que en el sur de Asia, Bangladesh, que es
totalmente dependiente de los ríos indios, y Bután, que también tiene
disputas con China, están apoyando la diplomacia india en aislamiento de
Pakistán, un movimiento regionalmente apuntado para contrarrestar a
China. Mientras tanto, Pakistán, que está también luchando en la “guerra
china” del sur de Asia, se ha convertido en la víctima de la guerra
hídrica india contra China.
El control chino sobre el techo del mundo le ha
dado una posición única y estratégica a Beijing para asegurar su
suministro de agua y futuras necesidades unilateralmente. Pero en el
caso de Pakistán, la amenaza india a abandonar el TAI unilateralmente da
a entender que India va a adoptar las mismas políticas hídricas de
China contra Pakistán, ya que ambos han firmado acuerdos bilaterales
para el reparto hídrico en los ríos transfronterizos. Desgraciadamente,
Pakistán está viviendo en las nubes si realmente cree que india no puede
dejar sin validez al tratado. De hecho India no solamente ha violado el
tratado, sino que ha continuado persiguiendo su sueño de hacer un
Pakistán dócil para realizar las ambiciones indias.
Sugerencias: Desarrollo pacífico con una política de “dar y recibir” para un escenario de “ganador-ganador”
Es la hora de que China revise su política sobre
los ríos de agua dulce tibetanos sobre los que son dependientes los
países asiáticos más poblados para sus necesidades básicas y
subsistencia. China todavía no ha firmado ningún tratado multilateral en
relación a los ríos compartidos transfronterizos, ni firmó la
convención sobre cauces de la ONU de 1997, que sentó el marco legal para
la regulación y cooperación entre más de 100 naciones y sus cauces
internacionales relevantes.
Por un lado, China está trabajando hacia un
desarrollo pacífico y ha creado un escenario “ganador-ganador” para el
resurgir de la antigua Ruta de la Seda a través de su iniciativa
propuesta “Cinturón y Carretera”. Pero, por otro lado, está yendo a
bloquear los ríos de agua dulce que fueron parte de la antigua Ruta de
la Seda. En otras palabras, todos los ríos tibetanos son las ramas de la
Ruta de la Seda de China. El control estratégico sobre las aguas
asiáticas también ha proporcionado a China el acceso a alcanzar sus
rutas marítimas en el Mar del Sur de China, y el océano índico y el mar
arábigo, que son las desembocaduras de los ríos tibetanos.
Siendo el gran hermano de Asia, China
debería adoptar una política de “dar y recibir” e incluso ayudar a su
amigable vecino pakistaní a través de la formulación de normas y
regulaciones cooperativas hídricas transfronterizas de tipo multilateral
o bilateral, porque Pakistán se ha convertido en la víctima de la misma
política de embalses que los chinos han lanzado en Tíbet. Una política
de “dar y recibir” podría ayudar también a China a despejar sus rutas
marítimas que implican a la bahía de bengala y al mar del sur de China.
De hecho, la pelota está en la corte china pues ha
aparecido en la escena mundial como un líder del mundo multipolar. Pero
ahora, es el momento de abandonar su política egoísta para la mejora de
las naciones multipolares de la ASEAN y la SAARC. Si China puede firmar
tratado transfronterizo de aguas compartidas con Rusia por el agua del
Amur (un enorme río siberiano), entonces ¿por qué no puede firmar
semejante tratado con naciones asiáticas?
Es cierto que todo país en el mundo debe asegurar
sus propios intereses. Pero la construcción masiva de embalses desde
tales gigantes como China e India atestigua el hecho de que, algunas
veces, esos intereses individuales deben ser sacrificados por el bien
del beneficio mutuo y el desarrollo regional positivo. Si China está
interesada en salvar Asia de la guerra nuclear, debe sentarse a la mesa
para resolver las disputas hídricas en Asia. China también se ha
convertido en la última esperanza de Pakistán para salvarse de
transformarse en un árido desierto.
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