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Cambio climático: ¿culpable de los últimos huracanes?
Por Bjorn Lomborg 16 de octubre de 2017 @BjornLomborg
"Así es como se ve el cambio climático", declaró rápidamente la CNN
sobre el devastador huracán Harvey. Poco después, los medios de
comunicación y los políticos decían exactamente lo mismo sobre los
huracanes Irma y María.
Es
peligroso precipitarse y relacionar los desastres con el cambio
climático porque nos orienta hacia políticas que tendrán poco o ningún
efecto en la reducción de la devastación futura. La ciencia es
clara pero también matiza: el cambio climático empeorará algunos
fenómenos meteorológicos extremos y mejorará otros.
Un excelente análisis realizado por científicos de la revista Weather, Climate and Society
de la Universidad de Manchester cita el trabajo del IPCC, el Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones
Unidas, y sostiene: "No todos los eventos climáticos extremos cambiarán
e incluso algunos, si es que ocurren, serán detectables".
Los investigadores concluyen: "La alusión a que el cambio climático
significa un clima más extremo es una simplificación excesiva y masiva
—si no errónea— del verdadero conocimiento avanzado de la ciencia en
este tema".
En cuanto a los huracanes: antes de Harvey, Estados Unidos acababa de
terminar una ausencia récord de 12 años de fuertes huracanes. Los huracanes no están golpeando más a los Estados Unidos.
En los últimos 140 años, los huracanes que tocan tierra han disminuido
de 7,5 por década a 5 por década. Una disminución que también se da en
los huracanes más feroces, de categoría 4 y 5.
Las tormentas están causando más daños, pero se ha documentado desde
hace mucho tiempo que esto se explica completamente por el hecho de que
más personas con más recursos viven más cerca de las costas donde los
huracanes azotan. Ajustado a la población y la riqueza, los daños
causados por huracanes de 1900 a 2016 disminuyeron.
Mirando hacia el futuro, es probable que los huracanes se vuelvan más fuertes
hacia finales de siglo. También es probable que se vuelvan menos
frecuentes, y las sociedades serán definitivamente más robustas.
Esto demuestra que el calentamiento global es un problema, pero también
nos demuestra que, incluso teniendo en cuenta esto, los daños
disminuirán.
El problema de culpar al cambio climático por el clima extremo es que
esto nos dice que la respuesta debería estar relacionada con el
calentamiento global: reducciones de carbono. Y esta es una forma
terrible de ayudar.
Las investigaciones muestran que Kioto, el primer gran acuerdo mundial
para reducir las emisiones de carbono y controlar las temperaturas (y,
como consecuencia, ayudar a prevenir los huracanes), no logró nada. El
Tratado de París sobre el Clima está en camino de costarle al mundo
entre uno y dos billones de dólares anuales para el resto del siglo. El
órgano de las Naciones Unidas responsable del tratado estima que los
recortes prometidos hasta 2030 alcanzarán el 1% de lo que se necesitaría
para mantener los aumentos de temperatura por debajo de 2°C. Lo que
esto sugiere es que gastar 1%-2% del PBI en políticas climáticas podría,
en el mejor de los casos, ayudar a evitar mucho, mucho menos del 0,01%
del PBI perdido por huracanes. Es una inversión extremadamente mala.
Culpar
al calentamiento global por los daños causados por los huracanes no
sólo significa que gastamos el dinero de manera deficiente, sino también
que perdemos de vista las políticas que harían una verdadera diferencia.
La lucha eficaz contra los daños causados por los huracanes en los
países ricos consiste casi exclusivamente en reducir la vulnerabilidad,
mediante una mejor zonificación (no deberíamos permitir que las casas se
construyeran en planicies de inundación o directamente en la costa),
mejores códigos de construcción, reduciendo el seguro subsidiado
federalmente y permitiendo que más humedales y superficies porosas
manejen las inundaciones. Para los pobres del mundo, y los más afectados
por las condiciones climáticas extremas, las políticas destinadas a
reducir la pobreza son la forma más eficaz de crear resiliencia.
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