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"Muchos de los factores por los que se rebelaron los rusos en 1917 siguen estando presentes"
Por Juan Piscetta 19 de octubre de 2017 jpiscetta@infobae.com
En 12 años, de 1905 a 1917, Rusia padeció un extenso período
convulsionado, de guerra civil y de privaciones que culminó con una
antigua dinastía monárquica autoritaria, para dar lugar al primer y más
importante experimento de gobierno comunista de la historia. Todo lo que necesitas saber sobre la revolución rusa (Editorial
Paidós) es un esfuerzo intelectual por condensar los momentos e hitos
fundamentales de la rebelión política y social de obreros
y campesinos que sacudió el mundo en el siglo XX, y terminaría
partiéndolo en dos.
Con una profunda vocación pedagógica, Martín Baña, profesor adjunto de la materia Historia de Rusia de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) e investigador del Conicet, y Pablo Stefanoni (editor de Nueva Sociedad),
reflejan en el texto los aspectos más destacados del proceso. Ambos
doctores en Historia, los autores advierten la excepcionalidad y
creatividad constitutivas de una revolución que desborda su relevancia
puramente política.
"No negamos que haya sido una revolución obrera, rusa y bolchevique o de octubre, pero creemos que fue mucho más que eso.
Rescatamos una multiplicidad de voces, grupos sociales y motivaciones
que se produjeron en 1917, como el campesinado, en la que su
participación fue fundamental, los soldados, los artistas de vanguardia,
los intelectuales, o la dimensión de género que también fue
importante", asegura Martín Baña.
El ensayo incluye no solo los hitos relevantes del proceso
revolucionario, fundamentales para entender el período, que van desde la
constitución de la Duma en 1905, pasando por la Primera Guerra mundial,
la situación de "doble poder" entre los soviets (órgano de democracia
directa de obreros) y el gobierno provisional de Alexandr Kerensky,
hasta la posterior consolidación del poder bolchevique, con sus órganos
de planificación y represión, como La Cheka. Pero también
aborda acontecimientos y curiosidades menos recordadas: los cambios
sutiles en el lenguaje, los experimentos feministas para la
reorganización familiar (las casas comuna) o la legalización y acceso
gratuito del derecho al aborto, los reclamos de los mozos contra las
propinas, el Narkomprós o la llamada "revolución en las aulas",
o el movimiento nudista, entre otros puntos que dejan de manifiesto la
complejidad y riqueza cultural del proceso.
"Queríamos
salirnos de un poco de la interpretación más política: rescatar que
hubo otras insurgencias en el arte, la cultura y la vida cotidiana", añadió Baña.
Para Stefanoni, la toma del poder por el partido bolchevique o las figuras rutilantes de Vladimir Illich Ulianov (Lenin), León Trotsky, y Iósif Stalin
opacaron la existencia de otras corrientes políticas que protagonizaron
el período insurgente. Junto a esa vanguardia, existía una tradición
socialista rica y compleja integrada por socialistas revolucionarios,
mencheviques, anarquistas y populistas, entre otros grupos. Estos
últimos constituyeron el grupo más vigoroso y con mayor presencia en el
contexto autoritario y prerevolucionario de mediados del siglo XIX,
cuando la autocracia del zar Nicolás II seguía en pie y estaba lejos de
caer. Una auténtica constelación de ideas y prácticas cuya proyección
política estaba articulada en la comuna rural y que se convertiría luego
en uno de los insumos y antecedentes fundamentales del socialismo ruso
moderno.
"El populismo ruso dio lugar a la intelligentzia,
conformada por intelectuales, que planteaba lo que se llamó "la ida
hacia el pueblo", ir hacia el campo para sublevar a los campesinos.
Muchos, que se consideraban a sí mismos como clases privilegiadas, y se
campesinizaron para pagar su deuda con el pueblo", afirmó Stefanoni.
"Como la estrategia de Lenin fue exitosa, se dejaron de lado todas esas
experiencias que participaron de la revolución. Y si bien fracasaron en
términos tácticos o estratégicos para tomar el poder, muchas de estas
corrientes visualizaron algunos efectos que la política bolchevique iba a
tener hacia adelante, como sus sesgos autoritarios".
De esta vasta tradición ilustrada aparecieron los principales
dirigentes de la revolución. El propio Lenin se consideraba como un
"hombre de letras" en los censos de la época. Pero también generó el
clima de ideas que fue erosionando el antiguo régimen y que, en
paralelo, iba sentando las bases culturales del nuevo. Fueron numerosos
los exponentes que emergieron en este contexto desde el pensamiento y la
literatura, como Alexandr Herzen, Nikolái Chernyshevski, Fiodor
Dostoievski, Leon Tolstoi y Máximo Gorki; en las artes pictóricas,
Kazemir Malevich; en la música,
las experimentaciones de Lev Theremin, el primer antecesor de la música
electrónica, o de Arseny Avraamov o Georgy Rimsky-Korsakov en las
composiciones de micro tonos y "acordes sintéticos".
"El arte no esperó a la revolución para revolucionarse.
Antes de 1917, ya se pueden ver experimentos en el arte y la cultura
que tuvieron una influencia significativa durante todo el siglo XX. El
caso más emblemático es el de Kazemir Malevich, que en 1915 pintó su Cuadrado negro sobre fondo blanco
y dio lugar al suprematismo, movimiento vanguardista que vino a marcar
el fin de la figuración en la pintura a nivel mundial", planteó Baña.
"Muchas producciones literarias, filosóficas y artísticas se
orientaron, si no a la revolución, al menos a una fuerte crítica al
zarismo. En ese grupo tenemos una gran cantidad de intelectuales muy
disimiles entre sí, como Chernyshevski, que escribió la novela Qué hacer,
fuente de inspiración de Lenin; o Dostoievski, que si bien no era un un
escritor revolucionario, en sus escritos se puede ver una crítica al
régimen social que luego será retomada por los partidos de izquierda",
añadió.
Balances historiográficos
Volver a pensar la revolución rusa es indagar sobre en qué momento se
produce su giro totalitario, dictatorial. Es que, a pesar de haber
atravesado un período cruento, marcado por la Primera Guerra Mundial y
la violencia política entre clases sociales, la experiencia dio
nacimiento a instituciones profundamente democráticas, como los soviets y
los consejos de fábrica, o experiencias libertarias que, por ejemplo,
soñaron con la emancipación de la mujer y del trabajo.
"La revolución se hace contra un régimen autocrático y Rusia no había
tenido antes una experiencia democrática como en los países
occidentales. La política rusa era autoritaria en general, no era solo patrimonio de los bolcheviques",
señaló Stefanoni. Sin embargo, sí advierte que desde el principio los
bolcheviques fueron un "desafío" para todo el proceso, ya que el asalto
al Palacio de Invierno fue organizado únicamente por el partido de
Lenin, que era minoritario, mientras había un consenso social para que
se instaure un gobierno socialista heterogéneo, integrado por distintas
corrientes y bajo control de los soviets. Con la creación de La Cheka,
cuyo objetivo era poner fin a las revueltas y a los saboteadores de la
revolución, se sentarán las bases del aparato represivo.
"Hay un momento muy importante que es la rebelión de los marineros de Kronstadt.
Estos marineros habían sido héroes de la revolución, muy elogiados por
Trotski y Lenin, en 1921 se rebelan contra la dirección bolchevique por
planteos económicos y contra el comunismo de guerra (NdR: el sistema
político y económico de racionamiento y control centralizado que
existió en el marco de la guerra civil, hasta 1921)", recuerda Stefanoni. "Esa rebelión va a ser aplastada muy brutalmente.
Quizás ahí encontremos algunos de los momentos en que se puede preveer
un devenir más autoritario y totalitario, aunque si lo que vino después
con Stalin ya estaba inscripto en Lenin, es un gran debate
historiográfico y político".
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la revolución rusa es el
rol de Lenin. Con la instauración del primer gobierno puramente
comunista en octubre de 1917, el asalto al poder impulsado por el líder
bolchevique fue considerado entonces como una "usurpación" de parte de
los otros partidos de izquierda, que esperaban, un día antes, la
celebración de una Asamblea Constituyente que definiera la
continuidad del desprestigiado gobierno de Kerensky, luego de la masiva
radicalización social que sobrevino tras el fallido golpe de Estado
contrarrevolucionario del general Lavr Kornilov.
"El partido bolchevique
tuvo
muchos problemas para afianzarse en el poder. Hay anécdotas sobre las
dificultades que tenían para ocupar los ministerios, donde los empleados
públicos los resistían", afirmó Stefanoni.
Más
allá de lo exitosa estrategia de poder de los bolcheviques, el ensayo
destaca los vaivenes del líder revolucionario y cómo "todos los
partidos fueron sorprendidos por lo que iba pasando". "Incluso Lenin
dijo que no iba a ver la revolución tan solo meses antes de que se
produjera. La marea revolucionaria que triunfó en febrero fue afectando a
todos, nadie tuvo una receta. La idea de que el partido
bolchevique captó el arte de las leyes de la historia y operó siempre en
la línea correcta se construyó después con el comunismo oficial", advirtió Stefanoni.
Según
los autores, el actual contexto político permite dejar de lado décadas
en que los antagonismos políticos dieron lugar a miradas opuestas sobre
la revolución bolchevique. El aniversario número 100 habilita así una
oportunidad para reflexionar sobre el período, lejos de la pulseada
entre Occidente y Oriente de la Guerra Fría, o el pesimismo de izquierda
que predominó en los años noventa y que irrumpió tras la caída del Muro
de Berlín.
"Hubo
dos corrientes o visiones sobre la revolución de 1917, una más
vinculada a la izquierda tradicional, que es más autocelebratoria y poco
crítica, y otra más condenatoria y asociada al liberalismo. Nos
pareció que podíamos hacer una historia de la revolución que se saliese
de esas dos interpretaciones, que rescatase su carácter social", aclaró Baña.
"La historia siempre se escribe desde el presente",
consideró Stefanoni. "Ésta etapa es distinta todas las anteriores, es
más indefinida, quizás con menos carga histórica -continuó-. El desafío
es escribir sobre una revolución cuando ésta parece estar fuera de
horizonte, ponernos de nuevo en los zapatos de quienes hicieron una
revolución y pensaron en eso que se llamó en algún momento asaltar los
cielos".
¿Por qué pensar y volver sobre un hecho tan distante, y que parece
agotado, irreproducible, como la revolución rusa? Los autores no dudan."Muchos
de los factores por los que se rebelaron los rusos en 1917 siguen
estando presentes, como la presencia del Estado, del mercado, es decir,
del sistema capitalista. Queríamos ver qué es lo que tienen
para decirnos hoy esos ancestros que se rebelaron, y si nos pueden
ayudar a pensar nuestro presente en un sentido emancipatorio", sostuvo
Baña.
"La revolución rusa pone en discusión cómo construir un mundo nuevo, con qué métodos, con qué ideas de la democracia y de participación popular",
advirtió Stefanoni. "Hubo ideas y reformas que se enfrentaron con
muchos problemas no previstos por la teoría, y hubo que tratar de
resolverlos en la práctica. Es un desafío para la izquierda, que a veces
cree que las cosas están en los libros y que eso basta para la
transformación social".
*"Todo lo que necesitás saber sobre la Revolución Rusa" será presentado hoy, jueves 19 de octubre, a las 19 en El Ateneo Grand Splendid, Av. Santa Fe 1860, 2do piso.
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