“El país le debe mucho al PRI, a su vocación constructiva, a
su vocación de construir instituciones. No hay una sola institución, una
sola, de las que tiene el país, que no se haya construido con el voto
del PRI“, afirmó José Antonio Meade Kuribreña,
precandidato presidencial del tricolor, el pasado 28 de noviembre. “No
hay un solo paquete económico en la historia del país que no se haya
construido con los votos del PRI. Esa vocación que tiene el tricolor, de
construir instituciones y de anteponer el interés del país, es una
deuda que este país tiene con el PRI, que debe de reconocerse, que
debemos de valorar y que debemos de ponderar”, prosiguió el “ciudadano
simpatizante” en una reunión privada con senadores, de acuerdo con el
diario Reforma.
El pasado 23 de noviembre, el canciller Luis Videgaray Caso destapó al “supersecretario” como el elegido del Partido Revolucionario Institucional rumbo a las elecciones presidenciales del próximo año. Durante su participación en un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en México, el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores describió a José Antonio Meade como uno de los mexicanos “más talentosos, más preparados, con una trayectoria impecable y que ha sido protagonista de las transformaciones y de los éxitos de la política pública en México en las últimas décadas”. En otra parte de su discurso, Videgaray Caso comparó a su compañero itamista con el expresidente Plutarco Elías Calles, fundador del partido tricolor.
De acuerdo con el canciller, Meade Kuribreña se parece a Elías Calles porque ha ocupado cuatro secretarías (Hacienda, un par de veces, Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Energía) en dos gobiernos distintos. “(Meade) hoy conduce con inteligencia y gran disciplina y, sobretodo, patriotismo y visión de estado la política macroeconómica de México”, aseguró Luis Videgaray en una presentación llena de halagos hacia el elegido del PRI (antes de ser destapado oficialmente). Bajo la conducción del “supersecretario”, agregó, México tiene “rumbo, estabilidad y claridad en la política económica”.
Plutarco Elías Calles… “el constructor de instituciones”
En un artículo publicado en su sitio web, el PRI considera al profesor Elías Calles, presidente de México entre 1924 y 1928, como el “constructor de instituciones” (el mismo discurso que enarbola Meade a la hora de hablar sobre la deuda que México tiene con el PRI). Al tricolor y al “Anticristo“, como le apodaban al político mexicano en los sectores de la iglesia, los mexicanos les debemos instituciones como el Banco Nacional de Crédito Agrícola (que después se convertiría en Financiera Rural), la Comisión Nacional de Irrigación (que con los años transmutaría en la Comisión Nacional del Agua), la Comisión Nacional de Caminos (que sería un antecedente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes), la Dirección de Pensiones Civiles de Retiro, el Banco de México, entre otras.
No hay una sola institución de las que tiene el país que no se haya construido con el voto del PRI. Meade tiene razón. Ningún paquete económico en la historia del país se ha construido sin los votos priistas. También acierta en su afirmación. De eso a decir que el país tiene una deuda con el partido tricolor es un despropósito. Más bien es al revés. No hay que recorrer sesenta o sesenta años en una línea del tiempo para reconocer la estela de corrupción, pobreza, desigualdad, inseguridad, represión, deuda y violación a los derechos humanos que han resultado del partido hegemónico. No hace falta sumergirse en los libros de historia para palpar la herencia y el legado que emanaron del partido que ha gobernado México por más de 70 años.
Este fenómeno, que no es exclusivo del PRI, pero sí ha sido potenciado por el partido, tiene costos económicos, políticos y sociales y, de acuerdo con la socióloga María Amparo Casar, autora de Anatomía de la Corrupción, gracias a este mal se pierden entre 2% y 10% del Producto Interno Bruto (PIB) al año. México no le debe nada al PRI por estos y otros funcionarios públicos que utilizaron sus cargos para servir únicamente a sus intereses. Además de la corrupción, los desfalcos millonarios, las deudas, los malos manejos de recursos del gobierno, los altos niveles de inseguridad y la violación sistemática de derechos humanos no son razón alguna para agradecer.
El pasado 23 de noviembre, el canciller Luis Videgaray Caso destapó al “supersecretario” como el elegido del Partido Revolucionario Institucional rumbo a las elecciones presidenciales del próximo año. Durante su participación en un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en México, el titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores describió a José Antonio Meade como uno de los mexicanos “más talentosos, más preparados, con una trayectoria impecable y que ha sido protagonista de las transformaciones y de los éxitos de la política pública en México en las últimas décadas”. En otra parte de su discurso, Videgaray Caso comparó a su compañero itamista con el expresidente Plutarco Elías Calles, fundador del partido tricolor.
De acuerdo con el canciller, Meade Kuribreña se parece a Elías Calles porque ha ocupado cuatro secretarías (Hacienda, un par de veces, Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Energía) en dos gobiernos distintos. “(Meade) hoy conduce con inteligencia y gran disciplina y, sobretodo, patriotismo y visión de estado la política macroeconómica de México”, aseguró Luis Videgaray en una presentación llena de halagos hacia el elegido del PRI (antes de ser destapado oficialmente). Bajo la conducción del “supersecretario”, agregó, México tiene “rumbo, estabilidad y claridad en la política económica”.
Plutarco Elías Calles… “el constructor de instituciones”
En un artículo publicado en su sitio web, el PRI considera al profesor Elías Calles, presidente de México entre 1924 y 1928, como el “constructor de instituciones” (el mismo discurso que enarbola Meade a la hora de hablar sobre la deuda que México tiene con el PRI). Al tricolor y al “Anticristo“, como le apodaban al político mexicano en los sectores de la iglesia, los mexicanos les debemos instituciones como el Banco Nacional de Crédito Agrícola (que después se convertiría en Financiera Rural), la Comisión Nacional de Irrigación (que con los años transmutaría en la Comisión Nacional del Agua), la Comisión Nacional de Caminos (que sería un antecedente de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes), la Dirección de Pensiones Civiles de Retiro, el Banco de México, entre otras.
No hay una sola institución de las que tiene el país que no se haya construido con el voto del PRI. Meade tiene razón. Ningún paquete económico en la historia del país se ha construido sin los votos priistas. También acierta en su afirmación. De eso a decir que el país tiene una deuda con el partido tricolor es un despropósito. Más bien es al revés. No hay que recorrer sesenta o sesenta años en una línea del tiempo para reconocer la estela de corrupción, pobreza, desigualdad, inseguridad, represión, deuda y violación a los derechos humanos que han resultado del partido hegemónico. No hace falta sumergirse en los libros de historia para palpar la herencia y el legado que emanaron del partido que ha gobernado México por más de 70 años.
Las deudas del PRI
Casos de corrupción en nuestro país hay hasta para tirar hacia arriba. Solamente basta con enumerar los primeros casos que nos llegan a la memoria. Los más recientes, los más mediáticos: Javier Duarte de Ochoa, César Duarte Jáquez, Roberto Borge Angulo, Tomás Yarrington, Humberto y Rubén Moreira, Andrés Granier Melo, Jesús Reyna García, Roberto Sandoval, Rodrigo Medina, Rolando Zapata Bello, Miguel Alonso Reyes, Fausto Vallejo, Mario Anguiano y Jorge Herrera Caldera.Este fenómeno, que no es exclusivo del PRI, pero sí ha sido potenciado por el partido, tiene costos económicos, políticos y sociales y, de acuerdo con la socióloga María Amparo Casar, autora de Anatomía de la Corrupción, gracias a este mal se pierden entre 2% y 10% del Producto Interno Bruto (PIB) al año. México no le debe nada al PRI por estos y otros funcionarios públicos que utilizaron sus cargos para servir únicamente a sus intereses. Además de la corrupción, los desfalcos millonarios, las deudas, los malos manejos de recursos del gobierno, los altos niveles de inseguridad y la violación sistemática de derechos humanos no son razón alguna para agradecer.
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