lunes, 5 de febrero de 2018

Cualquier monopolio es antidemocrático, por Herbert Mujica Rojas


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Cualquier monopolio es antidemocrático, por Herbert Mujica Rojas

Herbert Mujica Rojas,Red Voltaire

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El monopolio es práctica criminal de minorías
El signo fundamental que caracteriza a cualquier monopolio es que es profundamente antidemocrático. En todo terreno: económico, ideológico, moral. Cuando los monopolios se enseñorean, como viene ocurriendo en Perú, en los últimos meses, unos pocos dictan el compás y el resto paga sus caprichos.
Los monopolios tienen a sus escribas, publicistas, mermeleros bien fletados en los miedos de comunicación, en los ministerios, en la burocracia, en los clubes electorales, en sus ONGs. No hay plataforma que carezca de sus personeros.
El razonamiento es muy sencillo cuanto que monstruoso. Basta con agenciarse leyes expresas o conexas y ¡sanseacabó! El abuso de posición de dominio, porque no hay competencia, facilita mayores ganancias y son los precios que el totalitarismo monopólico impone en sus productos. La ventanilla única funciona a las mil maravillas: o compra o se queda sin el artículo.
Para cuando el Congreso discuta si se están aplicando precios justos en los medicamentos y, si es posible algún día, dictamine que eso debe ser anulado, para entonces las empresas monopólicas habrán acopiado ya miles de millones.
¿Acaso no hay una línea de pensamiento cuasi única en la concentración informativa que agrupa al 70% de medios?
¿Y qué hay con los combustibles? Al tener mayor presencia en las estaciones de servicios –grifos- los combustibles se venderán con arreglo a los intereses monopólicos que, por definición, custodian la rentabilidad de muy pocos. Si no compras gasolina, guarda tu vehículo y camina o usa bicicleta.
El gobierno de PPK tiene sentencia anticipada y negativa. El jefe de Estado no entiende la situación o sabe algo más que el resto de peruanos y está afiliado a una esperanza remotísima que nadie ve ni siquiera sus gonfaloneros más atrabiliarios.
Antes que arda Troya, los oportunistas cabilderos y lobistas no pierden el tiempo y hacen sus jugadas en un tablero político de movimientos sísmicos diarios. Aseguran sus opciones, dicen en jerga de consultores.
La democracia es de y para los más. Nunca para los menos. Y en Perú sucede que un ínfimo porcentaje goza de todos los beneficios, glorias, homenajes, libros y noticias y un mayoritario pueblo está al margen y es un eterno convidado de piedra que paga los impuestos, soporta la impericia e imbecilidad de sus gobernantes y políticos corruptos y, encima, casi sin esperanza que esta situación se componga algún día.
Hay una juventud que blasfema de la política pero nadie sabe a ciencia cierta si aquélla está dispuesta y posee los argumentos para enviar a los viejos a la tumba y entrar en acción. Un pueblo que carece de renovación sólo repite y reitera en contumacia censurable, los yerros que le hacen una Nación sin horizonte, huérfana de reflejos, incapaz de producir luces para cobrar la victoria que nos debe el porvenir.
¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

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