jueves, 24 de mayo de 2018

Irán en la mira mientras que el Imperio entra en sus días de perro rabioso


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Irán en la mira mientras que el Imperio entra en sus días de perro rabioso


Traducción por el equipo de SOTT.net en español
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La retórica belicosa de Mike Pompeo contra Teherán no deja ninguna duda de que Washington ha adoptado el estatus de renegado internacional.
trump iran wall
El discurso de Pompeo, pronunciado en su calidad de Secretario de Estado, puso de manifiesto un flagrante desprecio por la integridad de los tratados internacionales y el respeto del derecho internacional. También garantiza que los últimos vestigios de credibilidad de los que gozaba Estados Unidos hayan sido destruidos ante los ojos de un mundo cada vez más cansado, cansado de una administración de Trump que, con sus caprichos y continuas amenazas, es más evocador de una familia criminal de la mafia neoyorquina que de un gobierno respetable y responsable. Con la retirada de Donald Trump del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) -más conocido como el acuerdo nuclear de Irán- su administración se ha embarcado en el camino del conflicto con Irán junto con sus aliados regionales Israel y Arabia Saudita. Juntos constituyen un eje de agresión que pone en peligro la estabilidad de la región, con consecuencias potencialmente graves para el resto del mundo, dado el impulso que un conflicto regional de este tipo daría al extremismo y al terrorismo mundial.
También sienta un peligroso precedente en lo que concierne a llegar a una solución pacífica de la crisis actual en Ucrania y de garantizar un resultado satisfactorio del incipiente proceso de paz y reconciliación en la península de Corea.
El Imperio entra en sus días de perro rabioso
Así, las terribles consecuencias del poder desenfrenado de lo que es una hegemonía imperial en Washington nunca han sido más manifiestas, con su empuje para dominar y dictar bajo pena de guerra que refleja un imperio desesperado por detener su declive, entrando en sus días de perro rabioso en el proceso.
Seamos claros: la decisión de la administración de Trump de retirarse del JCPOA no tiene nada que ver con el cumplimiento de Irán, que ha sido impecable, y todo que ver con la agenda hegemónica de Washington hacia la región; una agenda hegemónica que precede a Trump.
En el camino de esta agenda se encuentran Irán, Siria y Hezbolá (junto con Rusia) que, si no sobre una base formal, ciertamente sobre una base de facto, constituyen un eje de antihegemonía que debe romperse. Es por esta y ninguna otra razón que Trump, Netanyahu y bin Salman están decididos a forzar el asunto con Irán, independientemente de los probables resultados catastróficos.
Ellos han perdido en Siria, donde la campaña para derrocar al gobierno de Assad se ha visto frustrada gracias, en gran medida, a Rusia, Irán y Hezbolá, al lado del pueblo sirio y del ejército árabe sirio. En respuesta, están decididos a saldar cuentas.
¿Hacia dónde se dirige la alianza transatlántica?
Otra víctima de la gestión de Trump contra Irán es la alianza transatlántica entre Washington y sus diversos aliados europeos, considerada por sus proponentes como el eje de apoyo inquebrantable e insustituible de la democracia en nuestro tiempo.
La insolencia con la que la administración de Trump ha estado dispuesta a hacer caso omiso de la postura de Francia, Alemania y el Reino Unido sobre el acuerdo con Irán es reveladora; una prueba contundente de que, más que cualquier tipo de alianza entre amigos y socios, la verdadera naturaleza de la relación de Estados Unidos con Europa y la UE se asemeja a la que existió entre Roma y sus diversos satélites y Estados clientes durante los días de apogeo de otro imperio, que cometió el error de creer que su poder y existencia eran eternos.
Este aspecto particular de la crisis, que implica la posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones no sólo a Irán, sino también a empresas británicas, francesas y alemanas que operan en Irán, refleja hasta qué punto la política exterior de Estados Unidos está impulsada por la panacea neoconservadora, abandonando toda fachada de decoro a favor del imperialismo crudo.
Ahora más que nunca el apego servil de Europa a las supuestas virtudes de la unipolaridad se ha desbaratado, y gente como Emmanuel Macron -la encarnación misma de un centrista liberal confeccionado, un líder para el que se inventó la palabra "oportunismo"- ha quedado colgando como el proverbial lacayo después de haber sido arrojado al abismo por su señor y amo.
Se ha desvelado la cruda realidad de la espantosa falta de independencia de Europa respecto a Washington; independencia como la que alguna vez llevó a Charles De Gaulle a declamar: "Sí, es Europa, desde el Atlántico hasta los Urales, es Europa, es toda Europa, la que decidirá el destino del mundo". Esto supone una prueba para Europa. ¿Se marchitará ante la arrogancia y belicosidad imperial de la administración de Trump? ¿O despertará y emergerá, finalmente, desde abajo de los pies de Washington para desempeñar un papel positivo y progresivo en los asuntos mundiales?
Aquí es difícil imaginar que líderes del cuestionable calibre de Theresa May y Emmanuel Macron existan en otro lugar que no sea bajo los pies de Washington, viendo cómo la anterior jactancia de Macron de ejercer influencia sobre Trump cuando se trata de Siria ahora regresa para perseguirlo. La realidad es que el Presidente francés Emmanuel Macron tiene tanto peso en Washington como el ala de una mosca.
La elección de Europa: unipolaridad o multipolaridad
La crisis es una oportunidad, nos dicen, y esta crisis en particular presenta la oportunidad de un nuevo alineamiento en Europa, forjado sobre el entendimiento de que el factor desestabilizador en Europa no es y nunca ha sido Rusia; que es y siempre ha sido Estados Unidos. Desde el punto de vista económico, cultural y político, la identidad de Europa se ha ido subsumiendo progresivamente en una identidad norteamericana, con su elogio retrógrado y superficial al culto del capitalismo individual desenfrenado, y de que el poderoso tiene razón.
Por lo tanto, la elección a la que se enfrenta Europa es clara. Puede permanecer amarrada al mástil del barco naufragante de la unipolaridad, o puede unirse a Rusia, China y el resto del mundo para dar forma a una alternativa multipolar, arraigada no en el capricho de un presidente en Washington, sino en los principios establecidos en la Carta de las Naciones Unidas, concretamente el respeto de la soberanía nacional y el derecho internacional.
Volviendo a Irán, que ahora se encuentra firmemente en el punto de mira del cambio de régimen por ninguna otra razón que por negarse a someterse a las órdenes de Washington, ya no existe un escondite cuando se trata de tomar partido. Si los países amenazados por esta erupción de agresión estadounidense no se mantienen unidos, serán colgados por separado.
La hegemonía exige su respuesta en forma de antihegemonía. El futuro de las generaciones que aún no han nacido no depende de nada menos que eso.
Sobre el autor John Wight ha escrito para periódicos y sitios web de todo el mundo, como el Independent, Morning Star, Huffington Post, Counterpunch, London Progressive Journal y Foreign Policy Journal. También es comentarista habitual de RT y BBC Radio. John está trabajando actualmente en un libro que explora el papel de Occidente en la Primavera Árabe. Puede seguirlo en Twitter @JohnWight1

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